Buscar Poemas con Heredad


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Se han encontrado 9 poemas con la palabra heredad

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Amado Nervo

¡cuántos desiertos interiores!

-- de Amado Nervo --

¡cuántos desiertos interiores!
heme aquí joven, fuerte aún,
y con mi heredad ya sin flores.
Némesis sopló en mis alcores
con bocanadas de simún.
De un gran querer, noble y fecundo,
sólo una trenza me quedó...
¡Y un hueco más grande que el mundo!
obra fue todo de un segundo.
¿Volveré a amar? ¡pienso que no!
sólo una vez se ama en la vida
a una mujer como yo amé;
y si la lloramos perdida
queda el alma tan malherida
que dice a todo: ¡para qué!
su muerte fue mi premoriencia,
pues que su vida era razón
de ser de toda mi existencia.
Pensarla es ya mi sola ciencia...
¡Resignación! ¡resignación!

Poema ¡cuántos desiertos interiores! de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Divino labrador, honor de España

-- de Lope de Vega --

Divino labrador, honor de España,
que, a pesar de la bárbara fiereza,
trujistes en las manos la cabeza,
por no morir en la heredad extraña,
el ejército muerto, la montaña
de cuerpos, troncos, tanta fortaleza
admira, y da lugar a la riqueza
del vuestro, insigne por tan alta hazaña.
Muertos responden a quien habla muerto,
y la patria de tales ciudadanos
de muro a muro a ser sepulcro viene.
Dichosa Zaragoza por Lamberto,
que tiene su cabeza por sus manos,
y ella su cuerpo por cabeza tiene.

Poema Divino labrador, honor de España de Lope de Vega con fondo de libro

Jorge Luis Borges

barrio recuperado

-- de Jorge Luis Borges --

Nadie vio la hermosura de las calles
hasta que pavoroso en clamor
se derrumbó el cielo verdoso
en abatimiento de agua y de sombra.
El temporal fue unánime
y aborrecible a las miradas fue el mundo,
pero cuando un arco bendijo
con los colores del perdón la tarde,
y un olor a tierra mojada
alentó los jardines,
nos echamos a caminar por las calles
como por una recuperada heredad,
y en los cristales hubo generosidades de sol
y en las hojas lucientes
dijo su trémula inmortalidad el estío.

Poema barrio recuperado de Jorge Luis Borges con fondo de libro

Jorge Luis Borges

barrio reconquistado

-- de Jorge Luis Borges --

Nadie percibió la belleza
de los habituales caminos
hasta que pavoroso en clamor
y dolorido en contorsión de mártir,
se derrumbó el complejo cielo verdoso,
en desaforado abatimiento de agua y de sombra
el temporal unánime
golpeó la humillación de las casas
y aborrecible fue a las miradas el mundo,
pero cuando un arco benigno
alumbró con sus colores el cielo
y un olor a tierra mojada
alentó los jardines,
nos echamos a caminar por las calles
como por una recuperada heredad,
y en los cristales hubo generosidades de sol
y en las hojas lucientes que ilustran la arboleda
dijo su trémula inmortalidad el estío.



Anónimo

Quejas de doña Lambra

-- de Anónimo --

Yo me estaba en Barbadillo,
en esa mi heredad;
mal me quieren en Castilla
los que me habían de guardar;
los hijos de doña Sancha
mal amenazado me han,
que me cortarían las faldas
por vergonzoso lugar,
y cebarían sus halcones
dentro de mi palomar,
y me forzarían mis damas
casadas y por casar;
matáronme un cocinero
sofaldas de mi brial.
Si de esto no me vengáis,
yo mora me iré a tornar.
Allí habló don Rodrigo
(bien oiréis lo que dirá):
—Callades, la mi señora,
vos no digades atal;
de los infantes de Salas
yo vos pienso de vengar;
telilla les tengo urdida
bien se la cuido tramar,
que nacidos y por nacer,
de ello tengan que contar.



Julio Herrera Reissig

expiación

-- de Julio Herrera Reissig --

Errando en la heredad yerma y desnuda,
donde añoramos horas tan distintas,
bajo el ciprés, nos remordió una aguda
crisis de cosas para siempre extintas...

Vistió la tarde soñadoras tintas,
a modo de romántica viuda;
¡y al grito de un -piano entre las quintas,
rompimos a llorar, ebrios de duda!

llorábamos los íntimos y aciagos
muertos, que han sido nuestros sueños vagos...
Por fin, a trueque de glacial reproche,

sembramos de ilusión aquel retiro;
¡y graves, con el último suspiro,
salimos de la noche, hacia la noche!...



Clemente Zenea

Dichoso el hombre...

-- de Clemente Zenea --

Dichoso el hombre que sensible y tierno
en la heredad de su familia espera,
poder sembrar el grano en primavera
y recoger el fruto en el invierno.

Dichoso aquel que con placer interno
celebrando una boda placentera,
elige por esposa y compañera
una vecina del hogar paterno.

Mas ¡ay! del triste a quien la fiebre abrasa
y en tierra extraña suspirando siente
que muere el alma en eternal desmayo!

¡Oh! trasportadme a mi paterna casa,
y allí dejadme calentar la frente
del sol de Cuba al abrasante rayo!



Ramón López Velarde

ella

-- de Ramón López Velarde --

Ella
esta novia del alma con quien soñé en un día
fundar el paraíso de una casa risueña
y echar, pescando amores, en el mar de la vida
mis redes, a la usanza de la edad evangélica,
es blanca como la hostia de la primera misa
que en una azul mañana miró decir la tierra,
luce negros los ojos, la túnica sombría
y en un ungir las heridas las manos beneméritas.
Dormir en paz se puede sobre sus castos senos
de nieves, que beatos se hinchan como frutas
en la heredad de cristo, celeste jardinero;
tiene propiedades hondas y los labios de azúcar
y por su grave porte se asemeja al excelso
retrato de la virgen pintado por san lucas.



Ramón López Velarde

Ella (Velarde)

-- de Ramón López Velarde --

Esta novia del alma con quien soñé en un día
Fundar el paraíso de una casa risueña
Y echar, pescando amores, en el mar de la vida
Mis redes, a la usanza de la edad evangélica.

Es blanca como la hostia de la primera misa
Que en una azul mañana miró decir la tierra
Luce negros los ojos, la túnica sombría
Y en un ungir las heridas las manos beneméritas.

Dormir en paz se puede sobre sus castos senos
De nieve, que beatos se hinchan como frutas
En la heredad de Cristo, celeste jardinero;

Tiene propiedades hondas y los labios de azúcar,
Y por su grave porte se asemeja al excelso
Retrato de la Virgen pintado por San Lucas.



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