Buscar Poemas con Helados


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Se han encontrado 9 poemas con la palabra helados

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Alejandra Pizarnik

a la espera de la oscuridad

-- de Alejandra Pizarnik --

Ese instante que no se olvida
tan vacío devuelto por las sombras
tan vacío rechazado por los relojes
ese pobre instante adoptado por mi ternura
desnudo desnudo de sangre de alas
sin ojos para recordar angustias de antaño
sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma
ponle tus cabellos escarchados por el fuego
abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
a tus pies donde mueren las golondrinas
tiritantes de pavor frente al futuro
dile que los suspiros del mar
humedecen las únicas palabras
por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada
acurrucado en la cueva del destino
sin manos para decir nunca
sin manos para regalar mariposas
a los niños muertos

Poema a la espera de la oscuridad de Alejandra Pizarnik con fondo de libro

Lope de Vega

Esta cabeza, cuando viva, tuvo

-- de Lope de Vega --

Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola, detuvo.
Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos;
aquí los ojos, de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.
Aquí la estimativa, en quien tenía
el principio de todo movimiento;
aquí de las potencias la armonía.
¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,
¿donde tan alta presunción vivía
desprecian los gusanos aposento?.

Poema Esta cabeza, cuando viva, tuvo de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Oh gran Virgilio!, si sangrientas vieras

-- de Lope de Vega --

¡Oh gran Virgilio!, si sangrientas vieras
de tu primera cuna las pizarras,
y el águila imperial, con pico y garras,
morder murallas y romper banderas,

con trompa, y no con lira, interrumpieras
el ocio a sombra de hayas y de parras,
y la pluma de cisne en las bizarras
del intrépido Marte convirtieras.

Mejor (viendo que el César los soldados
germánicos de nuevo galardona)
hicieras versos de dolor bañados.

¡Ay del verde laurel de tu corona,
entre vestigios de ceniza helados!
¡Ay Mantua, la vecina de Cremona!

Poema Oh gran Virgilio!, si sangrientas vieras de Lope de Vega con fondo de libro

Pedro Antonio de Alarcón

Chispas y témpanos

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

Al fuego lento de tus ojos frito,
tengo en mi corazón verano eterno:
tú, en las neveras de constante invierno,
guarda, Inés, un alma de granito.

Yo me acerco a tu hielo y no tirito,
ni las llamas mitigo de mi infierno:
tú llegas de mi alma al hogar tierno
y en sus ascuas tu nieve no derrito.

¿Cómo encuentro calor donde no hay llama?
¿Cómo no da calor la llama mía?
¿Cómo mi incendio tu esquivez no inflama?

¿Cómo tu hielo mi pasión no enfría?
¡Ay! ¿cuándo nos veremos igualados,
abrasados los dos, o ambos helados?



José Tomás de Cuellar

La nieve

-- de José Tomás de Cuellar --

¡QUE triste es ver la nieve
Cubriendo montes, llanos,
Florestas y jardines.
Cornisas y tejados
Con una blanca sábana
Cual fúnebre sudario!
¡Qué triste es ver los árboles
Inmóviles, escuálidos,
Dobladas las aristas
Con témpanos helados.
Sin hojas que murmuren,
Sin balanceos lánguidos,
Sin aves en sus ramas,
Sin ramas en sus brazos,
Como esqueletos, mudos,



Gerardo Diego

penúltima estación

-- de Gerardo Diego --

Penúltima estación
he aquí helados, cristalinos,
sobre el virginal regazo,
muertos ya para el abrazo,
aquellos miembros divinos.
Huyeron los asesinos.
Qué soledad sin colores.
Oh, madre mía, no llores.
Cómo lloraba maría.
La llaman desde aquel día
la virgen de los dolores.
¿Quién fue el escultor que pudo
dar morbidez al marfil?
¿quién apuró su buril
en el prodigio desnudo?
yo, madre mía, fui el rudo
artífice, fui el profano
que modelé con mi mano
ese triunfo de la muerte
sobre el cual tu piedad vierte
cálidas perlas en vano.



Gutierre de Cetina

a la princesa de molfeta I

-- de Gutierre de Cetina --

Como al rayo de sol nueva serpiente
en virtud del calor sale y se aviva,
muéstrase más lozana y más altiva
y el esfuerzo y valor doblado siente,
y como mientra el sol no es tan caliente,
la falta del calor hace que viva
tímida, solitaria, obscura, esquiva,
do ni la puede ver ni vea la gente,
tal ha sido de mí, señora mía,
que en virtud del calor de los favores
mientra el sol me duró, ledo vivía,
hasta que los helados disfavores
hicieron encoger mi fantasía,
esconderme y huir de los amores.



Juan Nicasio Gallego

A un barrilito de jerez

-- de Juan Nicasio Gallego --

Jugo Divino, honor de Andalucía
y envidia del flamenco y del britano;
tú por quien el Olimpo soberano
torciera el gesto al néctar y ambrosía.

¡Cual me colmara el verte de alegría
(más que con Hebe Júpiter, ufano)
si a henchir mi copa con su blanca mano
se hallase aquí la hermosa que te envía!

El rubio Febo en sus collados tiene
puro cristal: mi labio lo rehúsa,
que a tan helados sorbos no se aviene.

Sé pues mi numen tú, y ella mi musa,
y al diablo doy los brindis de Hipocrene
y el chorro de Castalia y de Aretusa.



Julio Flórez

Castigo (Flórez)

-- de Julio Flórez --

Poem

Dos puñales agudos templados al fuego, yo quisiera clavarte en los ojos, azules y grandes rincones de cielo; sacar los puñales después, los terribles puñales de acero, ver en tus cuencas vacías y oscuras resbalar dos raudales sangrientos Y ver los abismos helados y negros, que a través del cristal de esos ojos (extintos a tiempo) volcaron desdenes y rayos de ira en estos los míos de lágrimas llenos! Ventanas oscuras en donde se asoma mi espíritu enfermo.

Quiero castigarlos con castigo eterno, solo por haberle negado a mi noche su luz, siendo limpios y ardientes luceros!

Quiero ver tu alma entonces en esos rincones azules, de pronto trocados en dos agujeros!

Pero más quisiera clavarte esos ojos puñales de fuego, por ver un eclipse, ¡qué trágico eclipse un eclipse de cielo!



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