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-- de Fernando de Herrera --
Ardientes hebras do se ilustra el oro,
de celestial ambrosía rociado
tanto mi gloria sois y mi cuidado
cuanto sois del amor mayor tesoro,
luces que al estrellado y alto coro
prestáis el bello resplandor sagrado,
cuanto es Amor por vos más estimado
tanto humildemente os honro más y adoro.
Purpúreas rosas, perlas de Oriente,
marfil terso y angélica armonía,
cuanto os contemplo tanto en vos me inflamo
y cuanta pena el alma por vos siente
tanto es mayor valor y gloria mía,
y tanto os temo cuanto más os amo.
Poema "Ardientes hebras do se ilustra el oro" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
Las hebras de oro puro que la frente
cercan en ricas vueltas, do el tirano
señor teje los lazos con su mano,
y arde en la dulce luz resplandeciente;
cuando el invierno frío se presente,
vencedor de las flores del verano,
el purpúreo color tornando vano,
en plata volverán su lustre ardiente.
Y no por eso amor mudará el puesto;
que el valor lo asegura y cortesía,
el ingenio y del alma la nobleza.
Es mi cadena y fuego el pecho honesto,
y virtud generosa lumbre mía,
de vuestra eterna, angélica belleza.
Poema "Las hebras de oro puro que la frente" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
Las hebras que cogía en lazos de oro
con arte vuestra blanca y tierna mano,
miraba, y el semblante altivo y llano
y la florida luz que amando adoro.
Creía en vos del sacro excelso coro
que el esplendor se unía soberano;
porque en sombra, aunque bella, y traje humano
no vio tal bien el orbe y tal tesoro.
Cuando rompiste leda el dulce espanto,
que de vos parte ausente y solo apena,
preguntando: «¿Qué fuerza me arrebata?»
Yo, que temo partirme, suelto en llanto,
digo: «Pienso que a muerte me condena
del cruel vuestro amor la saña ingrata».
Poema "Las hebras que cogía en lazos de oro" de Fernando de Herrera
-- de Leandro Fernández de Moratín --
Id en las alas del raudo céfiro,
humildes versos, de las floridas
vegas que diáfano fecunda el arlas,
adonde lento mi patrio río
ve los alcázares de mantua excelsa.
Id, y al ilustre jovino, tanto
de vos amigo, caro a las musas,
para mí siempre numen benévolo,
id, rudos versos, y veneradle,
que nunca, o rápidas las horas vuelen,
o en larga ausencia viva remoto,
olvida méritos suyos inarco.
No, que mil veces su nombre presta
voz a mi cítara, materia al verso,
y al numen tímido llama celeste.
Yo le celebro, y al son armónico
toda enmudece la selva umbría,
por donde el tajo plácidas ondas
vierte, del árbol sacro a minerva
la sien ceñida, flores y pámpanos.
Tal vez sus ninfas, girando en torno,
sonora espuma cándida rompen,
del cuello apartan las hebras húmidas,
y el pecho alzando de formas bellas,
conmigo al ínclito varón aplauden,
dando a los aires coros alegres
que el eco en grutas repite cóncavas.
Poema "oda. a don gaspar de jovellanos" de Leandro Fernández de Moratín
-- de Lope de Vega --
Pasando el mar el engañoso toro,
volviendo la cerviz, el pie besaba
de la llorosa ninfa, que miraba
perdido de las ropas el decoro.
Entre las aguas y las hebras de oro,
ondas el fresco viento levantaba,
a quien, con los suspiros ayudaba
del mal guardado virginal tesoro.
Cayéronsele a Europa de las faldas
las rosas al decirle el toro amores
y ella con el dolor de sus guirnaldas,
dicen que lleno el rostro de colores,
en perlas convirtió sus esmeraldas,
y dijo: «¡Ay triste yo!, ¡perdí las flores!»
Poema "Pasando el mar el engañoso toro" de Lope de Vega
-- de Dolores Veintimilla --
Pasaste, edad hermosa
En que rizó el ambiente
Las hebras del cabello por mi frente
Que hoy anubla la pena congojosa.
Pasaste, edad de rosa,
De los felices años,
Y contigo mis gratas ilusiones....
Quedan en su lugar los desengaños
Que brotó el huracán de las pasiones.
Entonces ay! entonces, madre mía,
Tus labios enjugaban
Lágrimas infantiles que surcaban
Mis purpúreas mejillas....Y en el día
¡Ay de mí! no estás cerca para verlas....
¡Son del color alquitaradas perlas....
Madre! madre! no sepa la amargura
Que aqueja el corazón de tus Dolores,
Saber mi desventura
Fuera aumentar tan solo los rigores
Con que en ti la desgracia audaz se encona.
En mi nombre mi sino me pusiste!
Sino, madre, bien triste!
Mi corona nupcial, está en corona
De espinas ya cambiada....
Es tu Dolores ay! tan desdichada!!!
Poema "Sufrimiento" de Dolores Veintimilla
-- de Pablo Neruda --
Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.
Poema "poema 19 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)" de Pablo Neruda
-- de Pablo Neruda --
Tienes del archipiélago las hebras del alerce,
la carne trabajada por los siglos del tiempo,
venas que conocieron el mar de las maderas,
sangre verde caída de cielo a la memoria.
Nadie recogerá mi corazón perdido
entre tantas raíces, en la amarga frescura
del sol multiplicado por la furia del agua,
allí vive la sombra que no viaja conmigo.
Por eso tú saliste del sur como una isla
poblada y coronada por plumas y maderas
y yo sentí el aroma de los bosques errantes,
hallé la miel oscura que conocí en la selva,
y toqué en tus caderas los pétalos sombríos
que nacieron conmigo y construyeron mi alma.
Poema "soneto xxx cien sonetos de amor (1959) mañana" de Pablo Neruda
-- de Gaspar María de Nava Álvarez --
Hermosas hebras de ébano luciente,
sobre la nieve y rosas esparcidas,
o con arte a los lados divididas
para dejar que luzca la alba frente.
Ojos, donde reside un fuego ardiente,
cejas, arcos de Amor, cejas pulidas,
en mi pecho os halláis tan esculpidas,
como si no estuviera agora ausente.
Y vosotros, hoyuelos, producidos
de una risa, entre perlas lisonjera,
cuyos ecos anhelan mis oídos.
Si sólo imaginados, de manera
mi alma excitáis que pierdo los sentidos,
al veros, ¿qué será? ¡Quién, ay, os viera!
Poema "Recuerdos de un ausente" de Gaspar María de Nava Álvarez
-- de Salvador Rueda --
De tu oscura cabellera,
para gastarme los ojos
en sólo mirar sus hebras.
Poema "coplas 44" de Salvador Rueda
-- de Andrés Héctor Lerena Acevedo --
Muere el sol. Los pesqueros sobre sí se repliegan.
El mar vinoso y áspero yergue su crin bravía.
Y ellos, graves, indagan la móvil lejanía
del ponto levantisco... ¡Y las barcas no llegan!
Las cabañas desiertas en la playa aldeana
demacradas, se agrupan, como salvajes hordas.
... ¡Y pensar que zarparon con el sol en las bordas
cuando sus hebras de oro trenzaba la mañana!
Las redes del crepúsculo sobre el mar se despliegan
turbias y presagiosas... ¡Y las barcas no llegan!
Arisco, muge el viento con su broncínea voz.
Sobre el acantilado se recortan, sañudos,
los perfiles marinos, escrutadores, mudos.
Si volverán las barcas... Sólo lo sabe Dios!
Poema "Mar huraño" de Andrés Héctor Lerena Acevedo
-- de Medardo Ángel Silva --
Y pregunté a la mágica sibila:
—¿Un constante recuerdo, un vago aroma
de sueño extinto, de ternura muerta,
como la suave estela de un perfume,
quedará de mi paso por la vida,
entre los hombres?...
Y la Maga dijo:
—Algo menos: la sombra de una lágrima.
Pues que me siento efímero...
Pues que me siento efímero y fugaz, comparable
a la flor, o más bien a la nube variable,
amo las hebras de humo que una escala remedan
para los sueños líricos, y las olas que ruedan
hacia playas remotas que nunca he de mirar.
Porque me hace la vida serena y resignada
el meditar que un día retornaré a la nada,
como el humo a los cielos y las olas al mar.
Poema "La sombra de una lágrima" de Medardo Ángel Silva
-- de Meira Delmar --
Las hebras de un tapiz imaginario
fueron nuestros destinos que un instante
se rozaron apenas en la cruz
del encuentro.
De norte a sur tu paso, de este
a oeste el mío,
entrelazamos el amor de modo
que nunca el tiempo desatarlo pudo,
ni romperlo el olvido.
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-- de Miguel Unamuno --
Cubre mi frente ya la espesa bruma
de la tarde que lanzan los regajos
de la vida; vapor es de trabajos
del sufrimiento. Al corazón abruma
con hebras de agua helada que rezuma
de su seno; con ellas los cascajos
baña de la ilusión y espumarajos
fragua donde esperanza se me esfuma.
Poema "Agüero de luto" de Miguel Unamuno
-- de Juan Meléndez Valdés --
De tus doradas hebras, mi señora,
Amor formó los lazos para asirme;
de tus lindos ojuelos, para herirme,
las flechas y la llama abrasadora.
Tu dulce boca, que el carmín colora,
su púrpura le dio para rendirme;
tus manos, si al encanto quise huirme,
nieve que en fuego se me vuelve ahora.
Tu voz suave, tu desdén fingido
y el albo seno, do el placer se anida,
pábulo añaden al ardor primero.
Amor con tales armas me ha rendido;
¡ay armas celestiales!, ¡ay mi vida!,
yo soy, yo quiero ser tu prisionero.
Poema "Las armas del amor" de Juan Meléndez Valdés
-- de Fernando de Herrera --
Cual de oro el cabello ensortijado
y en mil varias lazadas dividido,
y cuanto en más figuras esparcido
tanto de más centellas ilustrado.
Tal de lucientes hebras coronado,
Febo aparece en llamas encendido,
tal discurre en el cielo esclarecido
un ardiente cometa arrebatado.
Debajo el puro, propio y sutil velo,
amor, gracia y valor y la belleza
templada en nieve y púrpura se vía.
Pensaba que se abrió esta vez el cielo
y mostró su poder y su riqueza,
si no fuera la Luz del alma mía.
Poema "Cual de oro el cabello ensortijado" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
En sortijas y flores de oro ardiente,
de perlas y rubíes coronada,
con hermosas figuras enlazada,
cercó mi Luz la bella blanca frente.
Los olores que siembran en oriente,
y la ámbar que en sus hebras fue sagrada,
se movieron con la aura sosegada,
cual en el manso mar el sol luciente.
Espíritus de amor en aquel fuego
armaron las saetas y cadena
y ardió el cruel, herido preso cuello.
Yo, traspasado el pecho quedé ciego;
mas fue mucho mayor mi acerba pena
que en llama eterna me enredó el cabello.
Poema "En sortijas y flores de oro ardiente" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
Largos, sutiles lazos esparcidos
por el rosado cuello y blanca frente;
dorada diadema, ardor luciente,
llenos de mis despojos ofrecidos;
tiernos y bellos ojos encendidos,
rayos de amor, por quien mi pecho siente
la herida inmortal que llevo ausente
abrasada mi fuerza y mis sentidos;
dichoso yo, que merecí cadena
de vuestras ricas hebras, y la llama
que de voz procedió en estos mis ojos.
¡Oh, si pudiera acrecentar la pena
y avivar más el fuego que me inflama,
para daros debidos los despojos!
Poema "Largos, sutiles lazos esparcidos" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
¿Quién osa desnudar la bella frente
del puro resplandor y luz del cielo?
¿Quién niega el ornamento y gloria al suelo
de las crespas lazadas de oro ardiente?
El impío Febo este dolor consiente
con sacrílega envidia y mortal celo,
después que ve cubrir de oscuro velo
las llamas de sus hebras reluciente.
Con dura mano lleva los despojos
y quiere mejorar cuanto perdía,
y altivo, de sus trenzas se corona,
porque ya vean los mortales ojos
siempre con viva luz un claro día
en sus sagrados cercos y corona.
Poema "Quién osa desnudar la bella frente" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
¿Qué bello nudo y fuerte me encadena
con tierno ardor, en quien amor airado
me enciende el corazón, y en un cuidado
duro y terrible siempre me enajena?
El oro que al Gange indo en su ancha vena
luciente orna, y en hebras dilatado,
con luengo cerco y terso ensortijado,
gentil corona en blanca frente ordena.
¡Oh vos, que al sol vencido, prestáis fuego,
en quien mi pensamiento no medroso
las alas metió libre, y perdió el vuelo!
Lazos que me estrecháis, mi pecho ciego
abrasad, porque en prez del mal penoso
segura mi fe rinda su recelo.
Poema "Qué bello nudo y fuerte me encadena" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
Sol, que con alas de oro vas luciente,
y al Euro tu primer ardor colora,
mostrando al blanco cerco de la aurora
la fogosa corona y roja frente;
cuando el ondoso claustro de occidente
entrares, donde reina alegre Flora,
si la luz que esté ausente amante adora
vieres, lleva esta triste voz doliente:
«Después que vos dejé, mis bellos ojos,
y en puras perlas hebras enlazadas,
la noche oscureció al sereno día;
el bien me falta, y sobran los enojos,
y en horas de tristeza mal contadas
ningún lugar me queda de alegría».
Poema "Sol, que con alas de oro vas luciente" de Fernando de Herrera
-- de Francisco de Quevedo --
Ondea el oro en hebras proceloso;
corre el humor en perlas hilo a hilo;
juntó la pena al tajo con el nilo,
éste creciente, cuando aquél precioso.
Tal el cabello, tal el rostro hermoso
asiste en fili al doloroso estilo,
cuando por las ausencias de batilo,
uno derrama rico, otro lloroso.
Oyó gemir con músico lamento
y mustia y ronca voz tórtola amante,
amancillando querellosa el viento.
Dijo: «si imitas mi dolor constante,
eres lisonja dulce de mi acento;
si le compites, no es tu mal bastante».
Poema "las tres musas últimas castellanas 19" de Francisco de Quevedo
-- de Carlos Guido y Spano --
¿Conocéis a la rubia y tierna Amira?
¡Qué belleza, qué flor, qué luz, qué fuego!
Su andar se ajusta al ritmo de la lira,
Hay en su voz la suavidad de un ruego.
El flamenco nadando en la laguna
Entre el verde juncal, no es más gallardo:
Espira un vago resplandor de luna,
Tiene la fresca palidez del nardo.
Hace soñar; la mente se colora
De su candor al virginal destello;
Se sueña con las rosas, con la aurora,
Con las hebras de luz de su cabello.
Parece que un espíritu celeste
Siguiéndola invisible la perfuma,
Y que su blanca y ondulante veste
Por el aire agitada hiciese espuma.
Ayer la vi pasar en lontananza,
E imaginó mi alma entristecida,
Era el ángel de la última esperanza
Que buscaba, el sepulcro de mi vida.
Poema "Amira" de Carlos Guido y Spano