Buscar Poemas con Hazañas


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Se han encontrado 31 poemas con la palabra hazañas

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Alfonsina Storni

A Eros

-- de Alfonsina Storni --

He aquí que te cacé por el pescuezo
a la orilla del mar, mientras movías
las flechas de tu aljaba para herirme
y vi en el suelo tu floreal corona.

Como a un muñeco destripé tu vientre
y examiné sus ruedas engañosas
y muy envuelta en sus poleas de oro
hallé una trampa que decía: sexo.

Sobre la playa, ya un guiñapo triste,
te mostré al sol, buscón de tus hazañas,
ante un corro asustado de sirenas.

Iba subiendo por la cuesta albina
tu madrina de engaños, Doña Luna,
y te arrojé a la boca de las olas.

Poema A Eros de Alfonsina Storni con fondo de libro

Amado Nervo

transmigración

-- de Amado Nervo --

Mmmm ant. Christ.
Mdccc post christ.
A veces, en sueños, mi espíritu finge
escenas de vidas lejanas:
yo fui
un sátrapa egipcio de rostro de esfinge,
de mitra dorada, y en menfis viví.
Ya muerto, mi alma siguió el vuelo errático,
ciñendo en solima, y a osiris infiel,
la mitra bicorne y el éfod hierático
del gran sacerdote del dios de israel.
Después, mis plegarias alcé con el druida
y en bosque sagrado velleda me amó.
Fui rey merovingio de barba florida;
corona de hierro mi sien rodeó.
Más tarde, trovero de nobles feudales.
Canté sus hazañas, sus lances de honor,
yanté a la su mesa, y en mil bacanales
sentime beodo de vino y de amor.
Y ayer, prior esquivo y austero los labios
al dios eucarístico, temblando acerqué:
por eso conservo piadosos resabios,
y busco el retiro siguiendo a los sabios
y sufro nostalgias inmensas de fe.

Poema transmigración de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

cantos escolares. los niños mártires de chapultepec

-- de Amado Nervo --

Como renuevos cuyos aliños
un cierzo helado destruye en flor
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor.
Fugaz como un sueño, el plazo
fue, de su infancia ideal;
mas los durmió en su regazo
la gloria, madre inmortal.
Pronto la patria querida
sus vidas necesitó,
y uno tras otro la vida
sonriendo le entregó.
En la risueña colina
del bosque, uno de otro en pos
cayeron, con la divina
majestad de un joven dios.
¿Quién, después que de tan pía
oblación contar oyó,
a la patria negaría
la sangre que ella le dio?
niñez que hallaste un calvario
de la vida en el albor:
que te sirva de sudario
la bandera tricolor.
Y que canten tus hazañas
cielo y tierra sin cesar,
el cóndor de las montañas
y las ondas de la mar...

Poema cantos escolares. los niños mártires de chapultepec de Amado Nervo con fondo de libro

Amós de Escalante

En Monte Carceña

-- de Amós de Escalante --

En tus quebrados senos, oh Carceña,
retoña el roble que robusta quilla
dio a las cántabras naves, y en Sevilla
plantó, hace siglos, la cristiana enseña.

¡Oh, si de nuevo en tu cerrada breña
hallaren presa el hacha y la cuchilla,
aún lograran los mares de Castilla
lucir hazañas que la mente sueña!

Sóbrale jugo a la silvestre rama;
fáltales sangre a los mortales pechos
que a esfuerzos nuevos y a grandezas guíe;

sangre que el hielo trueque en viva llama,
ociosas quejas en fecundos hechos,
y a la loca fortuna desafíe.



Lope de Vega

Descalzo el pie sobre la arena ardiente

-- de Lope de Vega --

Descalzo el pie sobre la arena ardiente,
ceñida la cabeza de espadañas,
con una caña entre las verdes cañas,
que al Tajo adornan la famosa frente,
tiende sobre el cristal de su corriente
su cuerda el pescador, y por hazañas
tiene el sufrir que el sol por las montañas
se derribe a las aguas de occidente.
Sale a su cebo el pez en tal distancia,
mas, ¡oh gran pescador Cristo, ceñido
de espinas, que, en la caña de tu afrenta,
sacas del mar del mundo mi ignorancia,
el pie en la cruz, ribera de mi olvido,
para que el cebo de tu sangre sienta!



Lope de Vega

Hermosa Parca, blandamente fiera

-- de Lope de Vega --

Hermosa Parca, blandamente fiera,
dueña del hilo de mi cortada vida,
en cuya bella mano vive asida
la rueca de oro y la mortal tijera;

hiladora famosa a quien pudiera
rendirse Palas y quedar vencida,
de cuya tela, Amor, de oro tejida,
si no fuera desnudo, se vistiera:

déte su lana el Vellocino de oro,
Amor su flecha para el huso, y luego
mi vida el hilo, que tu mano tuerza.

Que a ser Hércules yo, tanto te adoro
que rindiera a tu rueca atado y ciego
la espada, las hazañas y la fuerza.



Lope de Vega

La antigua edad juzgó por imposibles

-- de Lope de Vega --

La antigua edad juzgó por imposibles
tres cosas celebradas en el mundo,
o hallar jamás artífice segundo
a quien segunda vez fuesen posibles:

la clava, con que Alcides tan horribles
mostros venció en la tierra y el profundo,
de Júpiter el rayo furibundo
y los versos de Homero inaccesibles.

Otras tres hay en nuestra edad presente:
las hazañas de Carlos soberano;
del nuevo Salomón, el nuevo templo;

y vuestros versos, Conde, en cuya fuente
resplandece el laurel ingrato en vano:
que no teniendo igual, sirven de ejemplo.



Lope de Vega

Océano mar, que desde el frío Arturo

-- de Lope de Vega --

Océano mar, que desde el frío Arturo
las antárticas márgenes combates,
así con vientos prósperos dilates
las ondas de tu campo crespo y puro,

que a la Armada Católica seguro
una laguna de cristal retrates;
vuelve a don Félix que dejó su Acates
salvo a lo menos a su patrio muro.

Y tú, que con la espada en el Piamonte,
Castilla, Portugal, Italia y Flandes,
Girón, que entre los rayos del sol vive;

y con la pluma en el Castalio monte
has hecho hazañas de valor tan grandes,
sé César español, vence y escribe.



Lope de Vega

Yo soy la casta Dido celebrada

-- de Lope de Vega --

Yo soy la casta Dido celebrada,
y no la que Virgilio infama en vano,
porque jamás me vio Eneas Troyano,
ni a Libia descendió su Teucra armada.

No fue lascivo amor, fue casta espada
la que me hirió por Jarbas el tirano;
viví y matéme con mi propia mano,
mis muros levantados, y vengada.

Pues yo viví sin ofender las glorias
de mi fama y hazañas, ¿por qué inflamas
mi castidad, Virgilio, en versos tales?

Pero creed los que leéis historias
que no es mucho disfame humanas famas
quien se atreve a los dioses celestiales.



Manuel de Zequeira

A la injusticia

-- de Manuel de Zequeira --

Al tribunal de la injusticia un día,
El mérito llego desconsolado,
A la deidad rogándole postrado
Lo que por sus hazañas merecía:

Treinta años de servicios exponía,
Diez batallas, herido, acreditado,
Volvió el rostro la diosa al desdichado
Y dijo: no ha lugar, con voz impía.

Mostró luego el poder sus pretensiones,
Y la ingrata a obsequiarlo se decide,
Aunque oye impertinentes peticiones;

Y cuando injusta al mérito despide,
Al poder por razón de sus doblones,
La deidad decretó: como lo pide.



Jorge Luis Borges

dakar

-- de Jorge Luis Borges --

Dakar está en la encrucijada del sol, del desierto y del mar.
El sol nos tapa el firmamento, el arenal acecha en los caminos, elmar es un encono.
He visto un jefe en cuya manta era más ardiente lo azul queen el cielo incendiado.
La mezquita cerca del biógrafo luce una claridad de plegaria.
La resolana aleja las chozas, el sol como un ladrón escala losmuros.
África tiene en la eternidad su destino, donde hay hazañas,ídolos, reinos, arduos bosques y espadas.
Yo he logrado un atardecer y una aldea.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 23

-- de Jorge Manrique --

Tantos duques excelentes,
tantos marqueses y condes
y varones
como vimos tan potentes,
di, muerte, ¿dó los escondes
y traspones?
y las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, te ensañas,
con tu fuerza las atierras
y deshaces.
↑ Dónde



Emilio Bobadilla

Inglaterra (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

Cuando el hado te era adverso, soberbiosa resistías
—pueblo noble, pueblo grande, pueblo enérgico y valiente—
y jamás, ni aun en tus horas aflictivas y sombrías,
inclinaste bajo el peso del temor, la altiva frente.

Con tenaz perseverancia, dueña estoica de ti misma,
de industrial y navegante, belicosa te volviste
y no oyendo de Germania la amenaza ni el sofisma
a la postre, a sangre y fuego, frente a frente la venciste.

Voluntad de hierro y piedra, en tu orgullo silencioso,
no dejaste que insolente te vejara el extranjero,
y rompiste en mil pedazos la codicia del coloso.

Inglaterra, tierra libre —libertad que es todo fibra—,
¿quién que rinda a lo sublime culto rígido y sincero,
de emoción, por tus hazañas casi míticas no vibra?



Gutierre de Cetina

mientras que de sus canes rodeado

-- de Gutierre de Cetina --

El mísero acteón seguro andaba,
mientras con más amor los regalaba
por habérselos él mismo criado,
habiendo, por su mal, un día mirado
la beldad que a una fuente se bañaba,
de aquellos de quien él más se fiaba
se vio el triste, a la fin, despedazado.
Tal obra hace en mí mi pensamiento,
tan regalado mío y tan querido,
tan confiado yo de sus hazañas,
que en viendo la ocasión de mi tormento,
airado luego me ha desconocido
y así me despedaza las entrañas.



Gutierre de Cetina

a don juan de guevara

-- de Gutierre de Cetina --

Ejemplo del valor de las españas,
don juan, si así supiese ahora alabarte,
cuanto tus obras dan de gloria a marte
darían a mi pluma tus hazañas.
Las francesas insidias y las mañas
que en falta de virtud sufren con arte,
acrecen en la tuya y de tu parte
cosas de admiración muy más extrañas.
Gloriosa nación, pues que venciendo
el enemigo, su vencer os honra
mucho más que os pudiera honrar perdiendo.
De ellos fue la victoria y la deshonra.
¡Dichosas vidas que ganáis muriendo
do se suelen perder la vida y honra!



Hernando de Acuña

Al Marqués de Pescara

-- de Hernando de Acuña --

Señor, en quien nos vive y ha quedado
el gran nombre del Vasto y, su memoria,
después que de esta breve y transitoria
a al vida inmortal mudó su estado,

donde desprecia nuestro bajo grado
y goza para siempre inmensa gloria,
quedando en todo verso, en toda historia,
del mundo eternamente celebrado;

mirad cuán ancha y espaciosa vía
os muestran sus hazañas inmortales
de haceros inmortal entre la gente,

y seguid su valor, que con tal guía
los más famosos no os serán iguales
del siglo ya pasado o del presente.



Hernando de Acuña

Epitafio para la sepultura del mismo

-- de Hernando de Acuña --

Aquella luz que a Italia esclarecía
y ahora con morir la ha oscurecido,
aquel alto valor que siempre ha sido
columna do virtud se sostenía,

aquel saber de donde procedía
el remedio y restauro en lo perdido;
aquel sublime esfuerzo, tan temido,
del fuerte corazón que no temía.

Aquel gran ser do junto se hallaba
el consejo y efecto, en paz y en guerra,
para hazañas de inmortal memoria;

y, en fin, a quien el mundo no bastaba,
aquí lo cubre muerte en poca tierra,
y lo que mereció goza en la gloria.



Antonio de Zayas

Plazuela

-- de Antonio de Zayas --

OR los balcones de la antigua casa
El sol al ras, y por las rotas tejas
De las bohardillas, perezoso pasa.

No hay ni una flor en las salientes rejas
Veladas por zurcidos cortinajes
De listado percal. Flotan consejas

De hidalgos pobres de harapientos trajes
Por la angosta plazuela adonde, vanos,
Hazañas a contar de sus linajes

Fueron ayer, con las siniestras manos
El arriaz amparando del acero
Salido de los hornos toledanos.

Abre sus puertas al calor de Enero
La humilde vecindad. ¡Que el sol el hambre
Próvido aplaca cuando no el puchero!

De chiquillos famélicos enjambre
Va a apoyar la cabeza en las rodillas
De mozas que les hurgan la pelambre.

¿Dó estáis, golas de olán, negras ropillas,
Pomposas faldas y agarenos mantos.
Nubes de estrellas en las dos Castillas?

Oigo repique de campanas... Cantos
Siento de monjas escapar de un coro...
Por la vida de ayer corren sus llantos...

¡Y yo también con lágrimas la añoro!



Miguel Hernández

rosario, dinamitera

-- de Miguel Hernández --

Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.
Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, rosario.
Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!
rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.



A la circuncisión de Cristo Nuestro Señor

-- de Juan Díaz Rengifo --

¿Jesús circuncidado? ¿Dios herido?
La vida con prenuncios de la muerte?
de sangre el soberano Sol teñido?
Sagrado el sano enflaquecido el fuerte?

Subjeto el libre, el vencedor rendido?
Con suma dignidad tan baja suerte?
Herrado el Rey, el siervo esclarecido?
O Dios, porque así quieres deshacerte?

Sin duda humana fuerza no bastara
juntar en uno extremos tan distantes:
mas aquestas tan heroicas hazañas

descubren el ardor de tus entrañas,
que para amar mil mundos son bastantes,
y aun de ellas infinito amor sobrara.



Juan Nicasio Gallego

A Quintana por su oda al combate de Trafalgar

-- de Juan Nicasio Gallego --

¿Es la liar de Píndaro valiente
la que en mi oído atónito resuena,
a cuyo son sublime, que enajena,
las glorias canta de la griega gente?

No, que es del gran Quintana el plectro ardiente
que del nombre español el mundo llena:
a su voz brama el mar, el bronce truena
y el combate inmortal se ve patente.

Goza a par de los héroes que ensalzaste,
Píndaro nuevo, el lauro peregrino
con que sus sienes y la tuya ornaste;

pues al alto lugar que os da el destino,
si tú por sus hazañas le ganaste,
suben hoy por tu cántico divino.



Evaristo Carriego

De la aldea

-- de Evaristo Carriego --

Regresan de la era. Se oyen cercanas
las fuertes risotadas y las canciones
con que animan la vuelta los mocetones
que siguen, desde lejos, a las aldeanas.

Ya, detrás de las rejas de las ventanas,
estudian las muchachas contestaciones,
para dar a las tímidas declaraciones
que de rústicos labios salen galanas.

Como van a concluirse las romerías,
crecen las estruendosas algarabías...
Y, halagando a una novia provocadora,

pasa diciendo un mozo de porte fiero,
al son de la guitarra conquistadora,
las postreras hazañas de un bandolero.



Fernando de Herrera

Cante quejas y afán de justa pena

-- de Fernando de Herrera --

Cante quejas y afán de justa pena
que padecí cuitoso y ofendido,
a todas las desdichas ofrecido
en que el Amor a un mísero condena.

Fue el premio en tibia voluntad ajena
dolor con esperanza, a do perdido
deseo me inclinó, y al fin vencido
trajo a fuerza arrastrando la cadena.

Tú, a quien rinden sus glorias insignes ríos,
favorece, Tarteso padre, el canto
que tierno y simple en honra tuya espira;

que si me dan lugar los males míos,
no sólo oirás de amor gemido y llanto,
más hazañas que Marte airado inspira.



Fernando de Herrera

Sufro llorando, en vano error perdido

-- de Fernando de Herrera --

Sufro llorando, en vano error perdido,
el miedo y el dolor de mi cuidado,
sin esperanza; ajeno y entregado
al imperio tirano del sentido.

Mueve la voz Amor de mi gemido
y esfuerza el triste corazón cansado,
porque siendo en mis cartas celebrado
de él se aproveche nunca el ciego olvido.

Quien sabe y ve el rigor de su tormento,
si alcanza sus hazañas en mi llanto,
muestre alegre semblante a mi memoria.

Quien no, huya y no escuche mi lamento,
que para libres almas no es el canto
de quien sus daños cuenta por victoria.



Francisco de Quevedo

parnaso español 24

-- de Francisco de Quevedo --

Faltar pudo a scipión roma opulenta;
mas a roma scipión faltar no pudo;
sea blasón de su envidia, que mi escudo,
que del mundo triunfó, cede a su afrenta.
Si el mérito africano la amedrenta,
de hazañas y laureles me desnudo;
muera en destierro en este baño rudo,
y roma de mi ultraje esté contenta.
Que no escarmiente alguno en mí, quisiera,
viendo la ofensa que me da por pago,
porque no falte quien servirla quiera.
Nadie llore mi ruina ni mi estrago,
pues será a mi ceniza cuando muera,
epitafio aníbal, urna cartago.



Francisco de Quevedo

parnaso español 22

-- de Francisco de Quevedo --

Amagos generosos de la guerra
en esa mano diestra esclarecidos
militan, y estremecen referidos,
y el ademán ejércitos encierra.
El pino, que fue greña de la sierra
y copete de cerros atrevidos,
fulminando con hierros sacudidos,
rígida era amenaza de la tierra.
La caña descansó el temor al día
en que tu lanza aseguró campañas
que ardor disimulado prometía;
figurando, en la entrada de estas cañas,
cortés y religiosa profecía,
la de jerusalén a tus hazañas.



Francisco de Quevedo

parnaso español 13

-- de Francisco de Quevedo --

Faltar pudo su patria al grande osuna,
pero no a su defensa sus hazañas;
diéronle muerte y cárcel las españas,
de quien él hizo esclava la fortuna.
Lloraron sus envidias una a una
con las propias naciones las extrañas;
su tumba son de flandes las campañas,
y su epitafio la sangrienta luna.
En sus exequias encendió al vesubio
parténope, y trinacria al mongibelo;
el llanto militar creció en diluvio.
Diole el mejor lugar marte en su cielo;
la mosa, el rin, el tajo y el danubio
murmuran con dolor su desconsuelo.



José Cadalso

anacreóntica III

-- de José Cadalso --

¿quién es aquél que baja
por aquella colina,
la botella en la mano,
en el rostro la risa,
de pámpanos y hiedra
la cabeza ceñida,
cercado de zagales,
rodeado de ninfas,
que al son de los panderos
dan voces de alegría,
celebran sus hazañas,
aplauden su venida?
sin duda será baco,
el padre de las viñas.
Pues no, que es el poeta
autor de esta letrilla.



José Cadalso

Sobre el poder del tiempo

-- de José Cadalso --

Todo lo muda el tiempo, Filis mía,
todo cede al rigor de sus guadañas:
ya transforma los valles en montañas,
ya pone un campo donde un mar había.

El muda en noche opaca el claro día,
en fábulas pueriles las hazañas,
alcázares soberbios en cabañas,
y el juvenil ardor en vejez fría.

Doma el tiempo al caballo desbocado,
detiene el mar y viento enfurecido,
postra al león y rinde al bravo toro.

Sola una cosa al tiempo denodado
ni cederá, ni cede, ni ha cedido,
y es el constante amor con que te adoro.



Abate Marchena

La coronación se acerca

-- de Abate Marchena --

La coronación se acerca
y mi pobre Musa helada
no pica de profetisa,
ni al rey vaticina hazañas.
En vano el frío Iriarte
sus insulsas coplas grazna,
y en lenguaje de Gaceta
a Carlos y Luisa canta.
¿Qué me importa que Forner
alce su tremenda vara,
y en duros y malos versos
haga por elogios sátiras?
¿Que el escritor cinco letras
acatamiento le haga,
qué a mí? ¿Fui yo por ventura
el autor de la Riada?
Por más que el necio Berilo
las ninfas de Salamanca
las atruene con sus cantos
sin armonía ni gracia,
mi Musa en profundo sueño
y en vil ocio sepultada
a Moratín y a Batilo
no envidia lauro y guirnaldas.



Carolina Coronado

en el álbun de una señora que pedía versos largos y cortos

-- de Carolina Coronado --

Los versos más largos y aquéllos más cortos
que tengan del arte las reglas concisas,
señora, aunque sean horribles abortos
decís que queréis en letras precisas;
vos
ni
dios
a
mi musa ignorante de tales hazañas
inspiran, señora, el grande talento
de hacer en el álbum, con formas extrañas,
la rara poesía del genio portento
que
yo
no
sé.



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