Buscar Poemas con Habéis


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Se han encontrado 31 poemas con la palabra habéis

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Lope de Vega

¡Cuantas veces, Señor, me habéis llamado!

-- de Lope de Vega --

¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas, atrevido,
al mismo precio en que me habéis comprado.
Besos de paz os di para ofenderos;
pero si fugitivos de su dueño,
hierran cuando los hallan los esclavos,
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño,
y tendreisme seguro con tres clavos.

Poema ¡Cuantas veces, Señor, me habéis llamado! de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Si habéis visto al sofí sin caperuza

-- de Lope de Vega --

Si habéis visto al sofí sin caperuza
en dorado cuartel de boticario,
o a Barbarroja, el ínclito cosario,
y en nariz de sayón tez de gamuza;

si habéis visto a Merlín, si al moro Muza,
o a Juan Francés vendiendo letuario,
si el rostro de un corito cuartanario
que quiso ser lechón y fue lechuza.

Ése soy yo, que, a la virtud atento,
sólo concedo a su vitoria palma;
que todo lo demás remito al viento.

Pero supuesto que el argén me calma,
tengo con ropa limpia el nacimiento,
la cara en griego y en romance el alma.

Poema Si habéis visto al sofí sin caperuza de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Señora mía, vos habéis querido

-- de Lope de Vega --

Señora mía, vos habéis querido
a cautela de amor entretenerme,
de suerte que ya estoy para perderme
al mayor imposible reducido.

Para el tiempo que cobre mi sentido,
piadosa, prometéis favorecerme;
si fuistes vos quien pudo enloquecerme,
¿dónde hallar lo que he por vos perdido?

Vos sois la culpa, vos la causadora
deste deliquio y amoroso exceso:
tanto vuestra hermosura me enamora.

Pero si está mi seso y mi suceso
en el que me quitáis, dulce señora,
dejad de ser hermosa y tendré seso.

Poema Señora mía, vos habéis querido de Lope de Vega con fondo de libro

Gutierre de Cetina

vos sois todo mi bien, vois lo habéis sido

-- de Gutierre de Cetina --

Si he dicho alguna vez, señora mía,
que habéis sido mi mal, no lo entendía:
hablaba con pasión o sin sentido.
Yo soy todo mi mal, yo lo he querido;
de mí viene, en mí nace, en mí se cría;
tan satisfecha de él mi fantasía,
que el mal no piensa haber bien merecido.
Vos fuisteis, vos seréis mi buena suerte;
si el mal desvarïar me hace al cuanto,
esta es mi voluntad libre y postrera.
Pues si, con verme al punto de la muerte,
por ser por vos el mal lo tengo en tanto,
¡ved que hiciera el bien si lo tuviera!



Alfonsina Storni

El silencio

-- de Alfonsina Storni --

¿Nunca habéis inquirido
Por qué, mundo tras mundo,
Por el cielo profundo
Van pasando sin ruido?

Ellos, los que traspiran
Las cosas absolutas,
Por sus azules rutas
Siempre callados giran.

Sólo el hombre, pequeño,
Cuyo humano latido
En la tierra, es un sueño,
¡Sólo el hombre hace ruido!



Alfonsina Storni

El silencio (Storni)

-- de Alfonsina Storni --

¿Nunca habéis inquirido
Por qué, mundo tras mundo,
Por el cielo profundo
Van pasando sin ruido?

Ellos, los que traspiran
Las cosas absolutas,
Por sus azules rutas
Siempre callados giran.

Sólo el hombre, pequeño,
Cuyo humano latido
En la tierra, es un sueño,
¡Sólo el hombre hace ruido!



Lope de Vega

Con presunción de bélico soldado

-- de Lope de Vega --

Con presunción de bélico soldado,
galán sale y feroz Pablo atrevido,
que si agora en la cuenta no ha caído,
caerá muy presto del primero estado.
¿Adónde, Pablo, de soberbia armado
para quedar con una voz vencido?
Seguid las letras, ¿Dónde vais perdido,
que habéis de ser Dotor del mayor grado?.
Aunque valor vuestra persona encierra,
no es bien que nadie contra Dios presuma,
que dará con los ojos por la tierra.
La Iglesia espera vuestra docta suma,
mirad que no sois vos para la guerra,
dejad las armas y tomad la pluma.



Lope de Vega

Nuevo ser, nueva vida, aliento nuevo

-- de Lope de Vega --

Nuevo ser, nueva vida, aliento nuevo,
Señor, os debo ya, pues reducida
mi vida a vos es otra nueva vida,
de tal manera que me hacéis de nuevo.
De nuevo el alma de esta vida os debo,
aquella con la sangre redimida,
y ésta con la piedad, pues de perdida
al resplandor de la verdad la llevo.
Nada era ya la vida, que apartada
se vio de vos, Señor, ¡Qué triste estado!
Luego ha sido otra vez de vos criada.
De la nada, Señor, me habéis sacado
a nuevo ser, que si el pecado es nada,
en nada me volví por el pecado.



Lope de Vega

Pasos de mi primera edad, que fuistes

-- de Lope de Vega --

Pasos de mi primera edad, que fuistes
por el camino fácil de la muerte,
hasta llegarme al tránsito más fuerte
que por la senda de mi error pudistes;
¿qué basilisco entre las flores vistes
que de su engaño a la razón advierte?
Volved atrás, porque el temor concierte
las breves horas de mis años tristes.
¡Oh pasos esparcidos vanamente!
¿qué furia os incitó, que habéis seguido
la senda vil de la ignorante gente?
Mas ya que es hecho, que volváis os pido:
que quien de lo perdido se arrepiente,
aun no puede decir que lo ha perdido.



Lope de Vega

Poned la limpia mesa a Cristo, y coma

-- de Lope de Vega --

Poned la limpia mesa a Cristo, y coma,
espíritus divinos, del cordero,
de cuyo sacrificio verdadero
el humo sube en oloroso aroma.
Color de rosa en las parrillas toma;
sazón le ha dado amor, servidle entero;
vuele a mejor Arabia y hemisfero
deste fénix la cándida paloma.
Está sin corazón, asóse presto,
y que le vuelvan de otro lado avisa,
para llevar mejor el fuego impreso.
Ángeles, si la mesa se habéis puesto,
decidle que la carne coma aprisa,
que el más cristiano Rey espera un hueso.



Lope de Vega

Quien dice que fue Adonis convertido

-- de Lope de Vega --

Quien dice que fue Adonis convertido
en flor de lirio y venus en estrella,
no vio, señor don Juan, la imagen bella
que a España habéis de Génova traído.

Transformación, que no escultura, ha sido,
y porque no quedó beldad sin ella
ni amor sin él, a las espaldas de ella
también en piedra se mudó Cupido.

Los mismos son, que no pudiera el arte
vencer al cielo en perfección tan rara;
testigo son las piedras de Anaxarte.

Y si todas a sí las transformara,
yo os diera un mármol tan divino en parte
que el olvidado amor resucitara.



Lope de Vega

Vos conocéis, Señor la compostura

-- de Lope de Vega --

Vos conocéis, Señor, la compostura
del hombre y sus primeros fundamentos;
Vos, de sus encontrados elementos
la guerra vil que hasta acabarle dura.
Vos, de qué suerte corre y se apresura
a convertirse en nada, y los intentos
con que fabrica en locos pensamientos
fantástica de error arquitectura.
Todo os obliga, cuando más airado,
a perdonarle, habiendo conocido
su culpa a vuestras plantas humillado.
Porque vos, vencedor esclarecido,
como sois noble, nunca habéis probado
lo que corta la espada en un rendido.



Góngora

De pura honestidad templo sagrado

-- de Góngora --

De pura honestidad templo sagrado,
cuyo bello cimiento y gentil muro
de blanco nácar y alabastro duro
fue por divina mano fabricado;

pequeña puerta de coral preciado,
claras lumbreras de mirar seguro
que a la esmeralda fina el verde puro
habéis para viriles usurpado;

soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
al claro sol, en cuanto en torno gira,
ornan de luz, coronan de belleza;

ídolo bello, a quien humilde adoro,
oye piadoso al que por ti suspira,
tus himnos canta, y tus virtudes reza.



César Vallejo

Trilce: XLII

-- de César Vallejo --

Esperaos. Ya os voy a narrar
todo. Esperaos sossiegue
este dolor de cabeza. Esperaos.

¿Dónde os habéis dejado vosotros
que no hacéis falta jamás?

Nadie hace falta! Muy bien.

Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.

¿Aspa la estrella de la muerte?
O son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.

No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!

Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.

Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.

Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.



César Vallejo

esperaos. ya os voy a narrar

-- de César Vallejo --

xlii
esperaos. Ya os voy a narrar
todo. Esperaos sossiegue
este dolor de cabeza. Esperaos.
¿Dónde os habéis dejado vosotros
que no hacéis falta jamás?
nadie hace falta! muy bien.
Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.
¿Aspa la estrella de la muerte?
o son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! no salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.



Pedro Calderón de la Barca

Imagen de María inmaculada

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Pensad con su Hijo en brazos a María
que en un trono de nubes se sentaba,
cuyo Alba y cuyo Sol a un tiempo daba
luz a la noche, oscuridad al día.

Temor y amor, grave y hermosa, unía
con ojos de paloma que miraba,
y su madeja el corazón postraba
con un solo cabello que le hería.

De esta idea, formad la bella copia,
flor a flor, rosa a rosa, estrella a estrella,
que aunque de original siempre se copia,

hoy sin original habéis de hacella;
que mal podrá salir la imagen propia
de Original que nunca cupo en ella.



Juan Bautista Arriaza

Las señas

-- de Juan Bautista Arriaza --

Perdí mi corazón, ¿le habéis hallado
ninfas del valle en que pensando vivo?
Ayer andando solo y pensativo,
suspirando mi amor por este prado,

él huyó de mi pecho desolado
como el rayo veloz, y tan esquivo,
que yo grité: »¡Detente, fugitivo!»
y ya no le vi más por ningún lado.

Si no lo conocéis, como en un ara,
arde en él una hoguera, y cruda herida
por víctima de Silvia lo declara.

Dadle por vuestro bien, que esa homicida
le hizo tan infeliz, que adonde para
mi corazón, ya no hay placer ni vida.



Gabriela Mistral

promesa a las estrellas

-- de Gabriela Mistral --

Abiertos en un oscuro
terciopelo: de lo alto,
¿me veis puro?
ojitos de las estrellas,
prendidos en el sereno
cielo, decid: desde arriba,
¿me veis bueno?
ojitos de las estrellas,
de pestañitas inquietas,
¿por qué sois azules, rojos
y violetas?
ojitos de la pupila
curiosa y trasnochadora,
¿por qué os borra con sus rosas
la aurora?
ojitos, salpicaduras
de lágrimas o rocío,
cuando tembláis allá arriba,
¿es de frío?
ojitos de las estrellas,
fijo en una y otra os juro
que me habéis de mirar siempre,
siempre puro.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xl

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Su mano entre mis manos,
sus ojos en mis ojos,
la amorosa cabeza
apoyada en mi hombro,
¡dios sabe cuántas veces,
con paso perezoso,
hemos vagado juntos
bajo los altos olmos
que de su casa prestan
misterio y sombra al pórtico!
y ayer... Un año apenas,
pasando como un soplo
con qué exquisita gracia
con qué admirable aplomo,
me dijo al presentarnos
un amigo oficioso:
“creo que alguna parte
he visto a usted” ¡ah, bobos
que sois de los salones
comadres de buen tono,
y andáis por allí a caza
de galantes embrollos.
¡Qué historía habéis perdido!
¡qué manjar tan sabroso!
para ser devorado
“soto voce” en un corro,
detrás de abanico
de plumas de oro!
¡discreta y casta luna,
copudos y altos olmos,
paredes de su casa,
umbrales de su pórtico,
callad, y que en secreto
no salga con vosotros!
callad; que por mi parte
lo he vivido todo:
y ella..., Ella..., ¡No hay máscara
semejante a su rostro!



Gutierre de Cetina

ojos, rayos del sol, luces del cielo

-- de Gutierre de Cetina --

Que con un volver manso y piadoso,
en el trance más fuerte y peligroso
me solías de dar mayor consuelo,
¿qué ceño tan cruel, que oscuro velo
es el que mostráis tan temeroso?
¿qué es del blando mirar, grave, amoroso,
que apartaba de mí cualquier recelo?
¿qué es esto? ¿no sois vos aquellos ojos
que me suelen valer y asegurarme?
¿no me habéis dado vos mil desengaños?
pues, ojos, ocasión de mi enojos,
¿por qué agora miráis para matarme?
¿cabe en tanta beldad tales engaños?



Gutierre de Cetina

ojos, ¿ojos sois vos no sois vos ojos

-- de Gutierre de Cetina --

Antes ira del cielo extraña y fiera.
Mas, ojos, si lo sois, ¿de qué manera
roban vuestra beldad vuestros enojos?
ojos, ¿ojos sois vos? tristes enojos;
que no sois ojos ya, sois fin postrera.
Mas, ojos, si lo sois, antes que muera
mostradme os agradáis de mis despojos.
Ojos, no os pido yo que el ceño airado
lo levantéis de mi, más limitada
hace mi petición mi mala suerte.
Mas, ojos, pues tan claro habéis mostrado
que mi vivir os cansa y desagrada,
mostrad hora agradaros de mi muerte.



Gutierre de Cetina

cosa es cierta, señora, y muy sabida

-- de Gutierre de Cetina --

Aunque el secreto de ella está encubierto,
que lanza de sí sangre un cuerpo muerto
si se pone a mirarlo el homicida.
Así yo, aunque vivo, estoy sin vida
siendo visto de vos, que me habéis muerto;
con mi sangre mostré lo que más cierto
mostráis vos con mostraros desabrida.
Pero si no fue así, fue que corriendo
la sangre al corazón para valerle,
por saliros a ver erró el camino;
salvo si no fue el alma, que sintiendo
su agravio, así ante vos quiso ponerle
con señal tan costoso y tan divino.



Hernando de Acuña

En leyendo, señor, vuestro soneto

-- de Hernando de Acuña --

En leyendo, señor, vuestro soneto,
acabé de saber lo que creía
y afirmé la opinión en que os tenía
de honrado, virtuosos y de discreto;

mas he hallado en él sólo un defecto,
que no es por falta vuestra sino mía,
y es que a un alto decir se requería
igual con las palabras el sujeto;

mas tanto más ingenio en vos se muestra,
cuanto cosa más baja habéis alzado
con estilo delgado y elocuente;

y yo a la voluntad y virtud vuestra
quedo de corazón tan obligado
cuanto debo quedarlo justamente.



Sor Juana Inés de la Cruz

Día de Comunión

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Amante dulce del alma,
bien soberano a que aspiro,
tú que sabes las ofensas
castigar a beneficios;
divino imán en que adoro
hoy que tan propicio os miro
que me animás a la osadía
de poder llamaros mío;
hoy, que en unión amorosa,
pareció a vuestro cariño,
que si no estabais en mí
era poco estar conmigo;
hoy, que para examinar
el afecto con que os sirvo,
al corazón en persona
habéis entrado vos mismo,
pregunto ¿es amor o celos
tan cuidadoso escrutinio?
que quien lo registra todo
da de sospechar indicios.
Mas ¡ay, bárbara ignorante,
y que de errores he dicho,
como si el estorbo humano
obstara al lince divino!
Para ver los corazones
no es menester asistirlos;
que para vos son patentes
las entrañas del abismo.
Con una intuición presente
tenéis en vuestro registro,
el infinito pasado,
hasta el presente finito;
luego no necesitabais,
para ver el pecho mío,
si lo estáis mirando sabio,
entrar a mirarlo fino;
luego es amor, no celos,
lo que en vos miro.



Antonio Machado

Las moscas

-- de Antonio Machado --

Vosotras, las familiares,
inevitables golosas;
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
¡Oh viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela
—que todo es volar—, sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada;
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.



Marilina Rébora

confianza en la providencia de dios

-- de Marilina Rébora --

Confianza en la providencia de dios
no os acongojéis por falta de comida
y menos todavía por lo que el cuerpo cubre,
ya que más que el comer vale la propia vida
y más aún el cuerpo que lo que lo recubre.
Mirad las azucenas, no hilan pero crecen
y nadie se ha ataviado como ellas hasta ahora;
si dios así las viste y de nada adolecen,
qué no os dará a vosotros cuando llegue la hora.
Son las gentes del mundo las que corren en pos
de tantas de estas cosas que el mundo les procura,
mas sabe vuestro padre lo que habéis menester.
Buscad primero entrar en el reino de dios
para que a su presencia podáis comparecer
y todo lo demás tendréis de añadidura.
Lucas 12, 22, 23, 28-32.



Federico García Lorca

Arboles

-- de Federico García Lorca --

¡Árboles!
¿Habéis sido flechas
caídas del azul?
¿Qué terribles guerreros os lanzaron?
¿Han sido las estrellas?

Vuestras músicas vienen del alma de los pájaros,
de los ojos de Dios,
de la pasión perfecta.
¡Arboles!
¿Conocerán vuestras raíces toscas
mi corazón en tierra?



Carolina Coronado

en otro I

-- de Carolina Coronado --

Cuando cantaba yo de ésas que crecen
flores de abril, la vida perfumada,
entre tantos que flores os ofrecen
pude daros a vos la más preciada;
pero, señora, ya no canto nada,
sino las propias penas que entristecen;
y en vez de canto, regalaros tedio
ni a vos diera placer, ni a mí remedio.
No es la poetisa ese jardín florido
donde siempre un jazmín, una violeta
nace para que adorne su prendido
la hermosa como vos es el poeta
no siempre la mujer doliente inquieta
puede cantar como lo habéis querido;
y en vez de canto regalaros tedio
ni a vos diera placer, ni a mí remedio.
Sabed que al consagraros estas hojas
del íntimo del alma hoy arrancadas,
siento de pena las mejillas rojas
porque lleguen a vos tan destrozadas.
Pero no tengo más están heladas,
y os pido por favor en mis congojas
que me dejéis callar, pues no es remedio
daros, señora, con mis cantos tedio.



Carolina Coronado

a un amador

-- de Carolina Coronado --

Buen joven, en hora aciaga
fijasteis en mí los ojos,
pues los fijasteis risueños
y los apartáis llorosos.
Mal os quieren los amores
cuando eligen en su encono
mi corazón para blanco
de vuestro empeño amoroso.
Y en verdad que son injustos
pues ni antes, de vuestro rostro
ni después, he visto alguno
con perfiles más hermosos.
Inútil en vuestra cara
es el perfecto contorno
pues para ganar las almas
tenéis demás con los ojos.
Y, por el mismo santiago
que en un alazán brioso
vuestro talle y apostura
dar pueden al santo enojos.
Mas entre sí están los nuestros
corazones tan remotos,
que el uno al sud, el otro al norte,
fuego es uno, hielo el otro.
Juzgo no habéis de enojaros,
por mi desdén caprichoso,
mancebo, si ves despacio
cuál pierde más de nosotros.
Vos de galán lográis fama
con vuestro afecto amoroso,
yo en no amaros gloria pierdo
y fama de esquiva logro.
Y si queda aquí humillado
alguno, es mi orgullo loco,
pues desdeñándoos se ofende
y se castiga a sí propio.
Por eso la compasión
que demandáis no os otorgo,
porque entre amarme y no amaros



Carolina Coronado

en la última hoja del álbum

-- de Carolina Coronado --

El fin de todo busca el alma mía
porque en esta existencia pasajera
del más hermoso y regalado día
siempre viene a turbarnos la alegría
el miedo del dolor que nos espera.
Si fe tenéis en la amistad lozana
del joven que en la infancia habéis querido,
desvanecida como sombra vana
por otra nueva dejaréis mañana
esa tierna amistad en el olvido.
Si fe tenéis en que el amor primero
es el amor más cierto de la vida
sabed ¡ay! que ese amor es pasajero
que sólo, amigos, el amor postrero
es el único amor que no se olvida.
Así no es mucho que en libro escoja,
teniendo de la fama igual idea,
con tanto nombre como en él se aloja
no la primera, la postrera hoja
para dejar memoria al que me lea.



Cristóbal de Castillejo

sonetos - gentes en estas partes tan extraña

-- de Cristóbal de Castillejo --

Gentes en estas partes tan extraña,
¿cómo habéis venido a nuestra españa
tan nuevas y hermosas clavellinas?

o ¿quién os ha traído a ser vecinas
del tajo, de sus montes y campaña?
o ¿quién es el que os guía y acompaña
de tierras tan ajenas peregrinas?-

-don diego de mendoça y garcilaso
nos truxeron, y boscán y luis de haro
por orden y favor del dios apolo.

Los dos llevó la muerte paso a paso,
solimán el uno y por amparo
nos queda don diego, y basta solo.

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Ariiba