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-- de Amado Nervo --
¡ven acércate más! el campo umbrío,
el cielo torvo y el ambiente frío,
predisponen el alma a la tristeza.
Ven, apoya en mi hombro tu cabeza;
así, juntos, muy juntos, dueño mío.
Hablemos de tu amor; ¡de aquel soñado
amor! cuando el invierno desolado
reina doquier, y pálidas se ahuyentan
la ilusión y la fe, ¡cómo calientan
los recuerdos benditos del pasado!
ven, acércate más, mi dulce dueño . . .
Y en tanto agita con tenaz empeño
la niebla gris su colosal cimera,
sobre nosotros vuelque la quimera
el ánfora impalpable del ensueño.
Poema "perlas negras - ¡ven acércate más! el campo umbrío" de Amado Nervo
-- de Delmira Agustini --
Hoy desde el gran camino, bajo el sol claro y fuerte,
muda como una lágrima he mirado hacia atrás.
Y tu voz, de mi lejos, con un olor de muerte,
vino a aullarme al oído un triste «¡Nunca más!»
Tan triste, que he llorado hasta quedar inerte...
¡Yo sé que estás tan lejos que nunca volverás!
No hay lágrimas que laven los besos de la Muerte...
Almas, hermanas mías, nunca miréis atrás!
Los pasados se cierran como los ataúdes;
al otoño las hojas en dorados aludes
ruedan... Y arde en los troncos la nueva floración...
Las noches son caminos negros de las auroras...
Oyendo deshojarse tristemente las horas
dulces, hablemos de otras flores al corazón.
Poema "Elegías dulces" de Delmira Agustini
-- de Pablo Neruda --
Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.
Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en un inquietud instantánea.
Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.
Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.
No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.
Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.
Poema "a callarse" de Pablo Neruda
-- de Medardo Ángel Silva --
Tú —cuyo amor ha sido como un lecho de plumas
para mi corazón, en las difuntas horas
o como un sol de invierno que ha dorado mis brumas—
ángel anunciador de las nuevas auroras,
mientras la lluvia pone su vaho en las vidrieras,
hablemos en voz baja de los muertos queridos,
y se abrirán las rosas de las falsas primaveras
a la débil penumbra de los sueños huídos...
Es nuestra alma lo mismo que una estancia desierta,
de polvosas molduras, de raso desteñido
y de espejos que copian una imagen ya muerta;
por ella los recuerdos dejan sus sepulturas
y en la alcoba sin nadie, ¡sus blancas vestiduras
vierten un suave olor de ultratumba y olvido!
Poema "Velada" de Medardo Ángel Silva