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Se han encontrado 77 poemas con la palabra haber

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Santiago Montobbio

memorial para mi único agravio

-- de Santiago Montobbio --

Memorial para mi único agravio
haber perdido la vida ya muy pronto,
y en cualquier esquina; haber sentido
cómo escapaba poco a poco
el agua de los ojos,
haber tenido tanto miedo y tanto frío
como para acabar siendo nada más
que miedo y frío. Haber tenido
sombra y garganta seca, haber
tenido o no haber tenido
y no haber sido nunca nada fuera de unos dedos,
no haber, no, no haber conseguido jamás salir
de esta ciudad oscura y siendo sólo
que de la derrota el heredero
únicamente arrepentirme por no haber compuesto,
cuando sobraba el tiempo, un poema que no tuviera
cristal en exceso, un poema sencillo y sin motivo
pero en el cual vaciara el agua su sentido
y que una vez enviado por el invisible correo de los huesos
pudieras para siempre ya tenerlo como olvidado amigo
o azulado perro que te diera
buenas noches con la irreprochable
puntualidad de las ausencias.

Poema memorial para mi único agravio de Santiago Montobbio con fondo de libro

Jorge Luis Borges

elegía

-- de Jorge Luis Borges --

Oh destino el de borges,
haber navegado por los diversos mares del mundo
o por el único y solitario mar de nombres diversos,
haber sido una parte de edimburgo, de zurich, de las doscórdobas,
de colombia y de texas,
haber regresado, al cabo de cambiantes generaciones,
a las antiguas tierras de su estirpe,
a andalucía, a portugal y a aquellos condados
donde el sajón guerreó con el danés y mezclaronsus sangres,
haber errado por el rojo y tranquilo laberinto de londres,
haber envejecido en tantos espejos,
haber buscado en vano la mirada de mármol de las estatuas,
haber examinado litografías, enciclopedias, atlas,
haber visto las cosas que ven los hombres,
la muerte, el torpe amanecer, la llanura
y las delicadas estrellas,
y no haber visto nada o casi nada
sino el rostro de una muchacha de buenos aires,
un rostro que no quiere que lo recuerde.
Oh destino de borges,
tal vez no más extraño que el tuyo.

Poema elegía de Jorge Luis Borges con fondo de libro

Santiago Montobbio

los trabajos y los días

-- de Santiago Montobbio --

Los trabajos y los días
haber escrito tan en la sombra como para que quieta sangre sea
la que duerma una obra; haber escrito la sombra o haberla sido,
desde sus clausuradas ventanas haber dicho adiós las mismas veces
que huérfana es la tierra, vanamente haber hincado
en el papel silencios
que resultaron al fin
no ser llaves maestras
y que después de haber conseguido
soportar así la vida procesiones de fracasos
en las telarañas de la tinta ya muerto
te publique algún poemas
una desconocida revista de provincias
y que entonces alguien los encuentre cualquier cosa,
que alguien los encuentre es un ejemplo francamente divertidos.

Poema los trabajos y los días de Santiago Montobbio con fondo de libro

José Tomás de Cuellar

Sollozo

-- de José Tomás de Cuellar --

DEBÍA haber una alma
Donde cupiera el mundo de mi amor.

* * *

Debía haber nacido
Un sér, cual yo lo sueño, casto, puro,
Incapáz de perfidia y de traición.

* * *

Debí no haber tirado
En pedazos, á ciegas, sin saberlo.
Las joyas de mi ardiente corazón.

* * *

Debe existir mi madre allá en los cielos
Y debe haber un Dios.



Mario Benedetti

el hijo

-- de Mario Benedetti --

De haber tenido un hijo
no lo habría llamado
ni mario ni orlando ni hamlet
ni hardy ni brenno
como reza mi fardo onomástico
más bien le habría
colgado un monosílabo
algo así como luis o blas o juan
o paz o luz si era mujer
de manera que uno pudiera convocarlo
con sólo respirar
de haber tenido un hijo
le habría enseñado a leer
en los libros y muros
y en los ojos veraces
y también a escribir
pero sólo en las rocas
con un buril de fuego
de modo que las lluvias
limpiaran sus palabras
defendiéndolas
de la envidia y la roña
y eso aunque nadie nunca
se arrimara a leerlas
de haber tenido un hijo
acaso no sabría qué hacer con él
salvo decirle adiós cuando se fuera
con mis heridos ojos
por la vida



Leandro Fernández de Moratín

soneto. con motivo de haber hecho un pequeño sentimmiento la cúpula de s. pedro en el año 1810 cuando napoleón reunió el estado romano del reino de italia

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Con motivo de haber hecho un pequeño sentimmiento la cúpula de s. Pedro en el año 1810 cuando napoleón reunió el estado romano del reino de italia
porque amenazas trágica ruina
¡oh! tiempo a la gran mole sacrosanta
que en bóvedas soberbias se levanta
honor de tibre, la ciudad latina
y cuanto existe a perecer camina
y todo el brazo tuyo lo quebranta
harto merece maravilla canta
huellas su destrucción menos vecina
caiga si cumple así precipitado
de pedro el trono el rayo de la guerra
rompa y trastorne llaves y corona
días no su tempo insigne ofenda agrado
y tú para consuelo de la tierra:
los monumentos del sudor perdona.



César Vallejo

Trilce: XXXIII

-- de César Vallejo --

Si lloviera esta noche, retiraríame
de aquí a mil años.
Mejor a cien no más.
Como si nada hubiese ocurrido, haría
la cuenta de que vengo todavía.

O sin madre, sin amada, sin porfía
de agacharme a aguaitar al fondo, a puro
pulso,
esta noche así, estaría escarmenando
la fibra védica,
la lana védica de mi fin final, hilo
del diantre, traza de haber tenido
por las narices
a dos badajos inacordes de tiempo
en una misma campana.

Haga la cuenta de mi vida
o haga la cuenta de no haber aún nacido
no alcanzaré a librarme.

No será lo que aún no haya venido, sino
lo que ha llegado y ya se ha ido,
sino lo que ha llegado y ya se ha ido.



César Vallejo

si lloviera esta noche, retiraríame

-- de César Vallejo --

xxxiii
si lloviera esta noche, retiraríame
de aquí a mil años.
Mejor a cien no más.
Como si nada hubiese ocurrido, haría
la cuenta de que vengo todavía.
O sin madre, sin amada, sin porfía
de agacharme a aguaitar al fondo, a puro
pulso,
esta noche así, estaría escarmenando
la fibra védica,
la lana védica de mi fin final, hilo
del diantre, traza de haber tenido
por las narices
a dos badajos inacordes de tiempo
en una misma campana.
Haga la cuenta de mi vida
o haga la cuenta de no haber aún nacido
no alcanzaré a librarme.
No será lo que aún no haya venido, sino
lo que ha llegado y ya se ha ido,
sino lo que ha llegado y ya se ha ido.



César Vallejo

estáis muertos

-- de César Vallejo --

lxxv
estáis muertos.
Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquieradiría no lo estáis. Pero, en verdad, estáismuertos.
Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que,péndula del zenit al nadir, viene y va de crepúsculo acrepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que avosotros no os duele. Os digo, pues, que la vida está en elespejo, y que vosotros sois el original, la muerte.
Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente seestá uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan enlos bordes enfrentados, y se doblan y doblan, entonces ostransfiguráis y creyendo morir, percibís la sexta cuerdaque ya no es vuestra.
Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás.Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis.Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida quenunca fue. Triste destino. El no haber sido sino muertos siempre. Elser hoja seca, sin haber sido verde jamás. Orfandad deorfandades.
Y sinembargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres deuna vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre devida.
Estáis muertos.



Pedro Calderón de la Barca

Crisanto

-- de Pedro Calderón de la Barca --

¿Quién en la humana suerte habrá tenido
juntos tantos afectos desiguales?
Males, ¿pues no bastó haber sido males,
sino males opuestos haber sido?

Al cielo vida por saber le pido
de un trino Dios misterios celestiales;
muerte le pido por mirarme, en tales
penas, de una beldad favorecido.

Pues, ¿cómo vida y muerte mi desvelo
es posible que al cielo aun tiempo pida,
si es pedir juntos pérdida y consuelo?

Mas acierto a pedirle: no me impida
vida o muerte, supuesto que es el cielo
árbitro de la muerte y de la vida.



Hernando de Acuña

Tal novedad me causa haber probado

-- de Hernando de Acuña --

Tal novedad me causa haber probado
el bien pasado, que, en el mal que pruebo,
lo mucho que me duelo, a lo que debo,
no puede ser con mucho comparado.

Y Amor me tiene tan escarmentado,
que casi a desear bien no me atrevo;
determino moverme, y no me muevo,
voy vacilando de uno en otro estado.

De todos vengo a conocer que el mío,
por natural razón, es apartarme
del derecho camino que me guía;

pero cuando en seguirlo más me fío,
hallo que voy por tan contraria vía,
y al cabo escojo por mejor quedarme.



Angel González

quédate quieto

-- de Angel González --

Deja para mañana
lo que podrías haber hecho hoy
(y comenzaste ayer sin saber cómo).
Y que mañana sea mañana siempre;
que la pereza deje inacabado
lo destinado a ser perecedero;
que no intervenga el tiempo,
que no tenga materia en que ensañarse.
Evita que mañana te deshaga
todo lo que tú mismo
pudiste no haber hecho ayer.



Angel González

nada es lo mismo

-- de Angel González --

La lágrima fue dicha.
Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
no es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.



Juan Gelman

todo el día viví con tu ausencia mejor dicho...

-- de Juan Gelman --

Todo el día viví con tu ausencia mejor dicho
todo el día viví de tu ausencia ya que los
terremotos
otros desastres internacionales
no me distrajeron de ti
yo soy un hombre mundial me interesa
la revolución en pakistán la falta
de revolución en el yorkshire donde
una vez vi que lloraban
de hambre o de rabia nomás
¿cómo es posible entonces que
entre las tempestades o sus calmas
que vienen a ser lo mismo desde
cierto punto de vista yo
no haya olvidado tu valor la
suave apariencia que adquirís y todo
sea como tu olor después de haber amado
antes de haber amado sea como tu olor?



Francisco Villaespesa

vorrei morire

-- de Francisco Villaespesa --

Sentir intensamente la vida. Haber amado
y haber sufrido mucho, tener el alma ciega
esperando en la sombra una luz que no llega
o empeñada en dar vida a un sueño ya pasado.
Amar lo fugitivo. Enamorarse de una
sonrisa, de una sombra... Sentir la poesía
de alguna melancólica y lejana armonía
que, de un balcón abierto, vuela bajo la luna.
Despreciar lo mezquino. Hacer con loco empeño
del ensueño la vida y de la vida ensueño...
Extenuarse en una larga caricia loca;
y al final de una tarde magnífica y florida,
esfumarse en el cielo, abandonar la vida
con un sonoro verso de amores en la boca.



Ramón López Velarde

Gavota

-- de Ramón López Velarde --

Señor, Dios mío: no vayas
a querer desfigurar
mi pobre cuerpo, pasajero
más que la espuma del mar.

Ni me des enfermedad larga
en mi carne, que fue la carga
de la nave de los hechizos,
del dolor el aposento
y la genuflexión verídica
de tu trágico pavimento.

No me hieras ningún costado,
no me castigues a mi cuerpo
por haber vivido endiosado
ante la Naturaleza
y junto a los vertebrales
espejos de la belleza.

Yo reconozco mi osadía
de haber vivido profesando
la moral de la simetría.

Amé los talles zalameros
y el virginal sacrificio;
amé los ojos pendencieros
y las frentes en armisticio.

No tengo miedo de morir,
porque probé de todo un poco,
y el frenesí del pensamiento
todavía no me vuelve loco.

Mas con el pie en el estribo
imploro rápida agonía
en mi final hostería.

Para que me encomiende a Dios,
en la hostería, una muchacha,
con su peinado de bandós,
y que de ir por los caminos
tenga la carne de luz
de los peroles cristalinos.
Y que en sus manos, inundadas
de luz, mi vida quede rota
en un tiempo de gavota.



Roberto Juarroz

cada uno se va como puede

-- de Roberto Juarroz --

Cada uno se va como puede,
unos con el pecho entreabierto,
otros con una sola mano,
unos con la cédula de identidad en el bolsillo,
otros en el alma,
unos con la luna atornillada en la sangre
y otros sin sangre, ni luna, ni recuerdos.
Cada uno se va aunque no pueda,
unos con el amor entre dientes,
otros cambiándose la piel,
unos con la vida y la muerte,
otros con la muerte y la vida,
unos con la mano en su hombro
y otros en el hombro de otro.
Cada uno se va porque se va,
unos con alguien trasnochado entre las cejas,
otros sin haberse cruzado con nadie,
unos por la puerta que da o parece dar sobre el camino,
otros por una puerta dibujada en la pared o tal vez en el aire,
unos sin haber empezado a vivir
y otros sin haber empezado a vivir.
Pero todos se van con los pies atados,
unos por el camino que hicieron,
otros por el que no hicieron
y todos por el que nunca harán.



Abraham Valdelomar

Ritornello

-- de Abraham Valdelomar --

Para vivir en el amor
basta que un alma nos sonría.
¿Qué nos importa que el dolor
con un rictus de vencedor
exhiba su máscara fría?
Para vivir en el amor
basta que un alma nos sonría.

Para luchar contra el destino
basta que un alma nos escude.
Torvo y siniestro, en el camino,
que el búho envidioso y cetrino
nos grite al paso y se demude.
Para luchar contra el destino
basta que un alma nos escude.

Para librarnos del olvido
basta que un alma nos comprenda,
¿qué importa el ser o no haber sido
o que el destino adverso, herido,
sus iras trágicas encienda?
Para librarnos del olvido
basta que un alma nos comprenda.



Adelardo López de Ayala

La semana que viene

-- de Adelardo López de Ayala --

De los holgazanes

Lunes, que, a rienda tendida,
vas del martes empujado,
¡cuántas veces te he fiado
la corrección de mi vida!

-¡Te vas! ¡La dejas sumida
en dudas desgarradoras!
Pero, al fin, algo mejoras
mi condición, pues hoy siento
más vivo el remordimiento
de haber perdido tus horas!

MARTES
¡Oh, martes! No me importunes
con los apodos que tienes;
pues a hacer fecunda vienes
la esterilidad del lunes.
Como tú te desayunes,
haciendo dar un respingo
a mi inspiración, un pingo
colgaré en tu templo en pago;
y, aunque te llamen aciago,
serás para mí domingo.



Amado Nervo

metafisiqueos

-- de Amado Nervo --

¡de qué sirve al triste la filosofía!
kant o schopenhauer o nietzche o bergson...
¡Metafisiqueos!
entanto, ana mía,
te me has muerto, y yo no sé todavía
dónde ha de buscarte mi pobre razón.
¡Metafisiqueos, pura teoría!
¡nadie sabe nada de nada: mejor
que esa pobre ciencia confusa y vacía,
nos alumbra el alma, como luz del día,
el secreto instinto del eterno amor!
no ha de haber abismo que ese amor no ahonde,
y he de hallarte. ¿Dónde? ¡no me importadónde!
¿cuándo? no me importa..., ¡Pero te hallaré!
si pregunto a un sabio, ¡qué sé yo! , responde.
Si pregunto a mi alma, me dice: ¡yo sé!



Amado Nervo

esperanza

-- de Amado Nervo --

¿y por qué no ha de ser verdad el alma?
¿qué trabajo le cuesta al dios que hila
el tul fosfóreo de las nebulosas
y que traza las tenues pinceladas
de luz de los cometas incansables
dar al espíritu inmortalidad?
¿es más incomprensible por ventura
renacer que nacer? ¿es más absurdo
seguir viviendo que el haber vivido,
ser invisible y subsistir, tal como
en redor nuestro laten y subsisten
innumerables formas, que la ciencia
sorprende a cada instante
con sus ojos de lince?
esperanza, pan nuestro cotidiano;
esperanza nodriza de los tristes;
murmúrame esas íntimas palabras
que en el silencio de la noche fingen,
en lo más escondido de mi mente,
cuchicheo de blancos serafines...
¿Verdad que he de encontrarme con mi muerta?
si lo sabes, ¿por qué no me lo dices?



Lope de Vega

quien dice que en mujeres no hay firmeza

-- de Lope de Vega --

Quien dice que en mujeres no hay firmeza,
no os puede haber, señora, conocido,
ni menos el que dice que han nacido
de un parto la crueldad y la belleza.
Un alma noble, una real pureza
de un cuerpo de cristal hicieron nido;
el mismo ser está con vos corrido,
y admirada de sí naturaleza.
Firme sois, y mujer, si son contrarios,
hoy vuestro pecho con victoria quede,
de que es sujeto que los ha deshecho.
Bronce, jaspe, metal, mármoles parios,
consume el tiempo; vuestro amor no puede:
que es alma de diamante en vuestro pecho.



Lope de Vega

A Temis consultó Venus hermosa

-- de Lope de Vega --

A Temis consultó Venus hermosa,
viendo que el niño Amor no se aumentaba,
y que con otro, que esperando estaba,
se aumentaría, respondió la diosa.

Parió Venus a Anteros y, enfadosa,
también por lo bizarro greguizaba,
pues que correspondencia se llamaba,
y crecieron los dos edad dichosa.

Tus dientes fueron ya perlas de Oriente,
Filis, pero la edad (¡cruel sentencia!),
los de la encía superior desmiente.

No hay verdadero amor si hay diferencia;
porque aún para comer, de diente a diente,
es fuerza que ha de haber correspondencia.



Lope de Vega

Retira del balcón la gallardía

-- de Lope de Vega --

Retira del balcón la gallardía,
hermosa madre del rapaz Cupido,
que parece portento haber salido
el sol con uñas y tan claro el día.

Lo superfluo del nácar que crecía
sobre la nieve del marfil bruñido,
daba temor al corazón, que, herido,
a tan hermosas manos se rendía.

Venid, amantes, pretended, que cuando
la espada está sin filos, asegura
que el duro golpe no será cortando.

Mas, ¿qué importa, Leonor, si tu hermosura
tiene en los ojos uñas que, mirando,
desuellan almas con mayor blandura?



Lope de Vega

Soberbias torres, altos edificios

-- de Lope de Vega --

Soberbias torres, altos edificios,
que ya cubristes siete excelsos montes,
y agora en descubiertos horizontes
apenas de haber sido dais indicios;

griegos liceos, célebres hospicios
de Plutarcos, Platones, Jenofontes,
teatro que lidió rinocerontes,
olimpias, lustros, baños, sacrificios;

¿qué fuerzas deshicieron peregrinas
la mayor pompa de la gloria humana,
imperios, triunfos, armas y dotrinas?

¡Oh gran consuelo a mi esperanza vana,
que el tiempo que os volvió breves rüinas
no es mucho que acabase mi sotana!



¿Caíste? Sí, si valeroso osaste

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

¿Caíste? Sí, si valeroso osaste.
Osaste, y cual osado en fin caíste;
si el cuerpo entre las nubes escondiste,
tu fama entre las nubes levantaste.

Nombre (¡oh terrible error!), mozo, dejaste
de que a estrella cruel obedeciste.
Lampecie gime tal, tal Febia triste,
una y otra a tu losa verde engaste.

Intentaste, ¡oh gran joven!, como osado;
seguiste al hado que te vio vencido;
caíste, mozo más que desdichado.

Y así, en mi mal gigante, te he excedido,
pues sin haber tus hechos heredado,
cual tú, menos tus llantos, he caído.



Luis Cernuda

he venido para ver

-- de Luis Cernuda --

He venido para ver
he venido para ver semblantes
amables como viejas escobas,
he venido para ver las sombras
que desde lejos me sonríen.
He venido para ver los muros
en el suelo o en pie indistintamente,
he venido para ver las cosas,
las cosas soñolientas por aquí.
He venido para ver los mares
dormidos en cestillo italiano,
he venido para ver las puertas,
el trabajo, los tejados, las virtudes
de color amarillo ya caduco.
He venido para ver la muerte
y su graciosa red de cazar mariposas,
he venido para esperarte
con los brazos un tanto en el aire,
he venido no sé por qué;
un día abrí los ojos: he venido.
Por ello quiero saludar sin insistencia
a tantas cosas más que amables:
los amigos de color celeste,
los días de color variable,
la libertad del color de mis ojos;
los niñitos de seda tan clara,
los entierros aburridos como piedras,
la seguridad, ese insecto
que anida en los volantes de la luz.
Adiós, dulces amantes invisibles,
siento no haber dormido en vuestros brazos.
Vine por esos besos solamente;
guardad los labios por si vuelvo.



Góngora

Determinado a dejar sus pretensiones y volverse a Córdoba

-- de Góngora --

De la Merced, señores, despedido,
—pues lo ha querido así la suerte mía—
de mis deudos iré a la Compañía
no poco de mis deudas oprimido.

Si haber sido del Carmen culpa ha sido,
sobra el que se me dio hábito un día:
huélgome que es templada Andalucía,
ya que vuelvo descalzo al patrio nido.

Mínimo, pues, si capellán indino
del mayor rey, monarca al fin de cuanto
pisa el sol, lamen ambos oceanos,

la fuerza obedeciendo del destino,
el cuadragesimal voto en tus manos,
desengaño, haré, corrector santo.



Luis Gálvez de Montalvo

Si tanto gana, pastora

-- de Luis Gálvez de Montalvo --

Si tanto gana, pastora,
Quien mira tus ojos bellos,
¿Qué hara el mirado dellos?
Entre mirarse y mirar
La ventaja es conocida,
Como de buscar la vida,
A venir ella á buscar.
No le queda que hallar
A aquel que merece vellos,
Sino ser mirado dellos.
Aunque en su luz sin igual
No puede haber competencia,
Por oficio hay diferencia
De mas, y menos caudal;
Que si el medio principal
Del deseo es conocellos,
El fin ser mirado dellos.



Luisa de Carvajal y Mendoza

Espiritual de afectos de amor encendidísimo y deseos de martirio

-- de Luisa de Carvajal y Mendoza --

Esposas dulces, lazo deseado,
ausentes trances, hora victoriosa,
infamia felicísima y gloriosa,
holocausto en mil llamas abrasado.
Di, amor, ¿por qué tan lejos apartado
se ha de mí aquesta suerte venturosa,
y la cadena amable y deleitosa
en dura libertad se me ha trocado?
¿Ha sido por ventura haber querido
que la herida que al alma penetrada
tiene con dolor fuerte, desmedido,
no quede socorrida ni curada,
y el afecto aumentado y encendido,
la vida a puro amor sea desatada?



Jorge Cuesta

entre tú y la imagen de ti que a mí llega

-- de Jorge Cuesta --

Entre tú y la imagen de ti que a mí llega
hay un espacio al cabo del cual eres sólo una memoria.
Tienes tiempo de abrir la puerta sin que te vea,
huir y regresar después de haber cambiado o muerto del todo.
Tienes tiempo de hacerte presente a otros ojos
y dejar en ellos otra visión deshabitada.
Tus palabras son hondas para contener en sus ecos
otras obscuras que escucharé precisas cuando te hayas apagado,
para sepultar en sus silencios dichas que no posees,
dicha que de ti apartan -porque no de tu ausencia-
los fragmentos de ti, que las sujetan,
distantes uno de otro, dispersos y recónditos,
sin reintegrarte nunca la vida que te arracan
y sólo tu muerte recupera.



Jorge Luis Borges

el remordimiento

-- de Jorge Luis Borges --

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.



Jorge Luis Borges

a una moneda

-- de Jorge Luis Borges --

Fría y tormentosa la noche que zarpé de montevideo.
Al doblar el cerro,
tiré desde la cubierta más alta
una moneda que brilló y se anegó en las aguas barrosas,
una cosa de luz que arrebataron el tiempo y la tiniebla.
Tuve la sensación de haber cometido un acto irrevocable,
de agregar a la historia del planeta
dos series incesantes, paralelas, quizá infinitas:
mi destino, hecho de zozobra, de amor y de vanas vicisitudes,
y el de aquel disco de metal
que las aguas darían al blando abismo
o a los remotos mares que aún roen
despojos del sajón y del fenicio.
A cada instante de mi sueño o de mi vigilia
corresponde otro de la ciega moneda.
A veces he sentido remordimiento
y otras envidia,
de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberinto
y que no lo sabes.



Jorge Luis Borges

los enigmas

-- de Jorge Luis Borges --

Yo que soy el que ahora está cantando
seré mañana el misterioso, el muerto,
el morador de un mágico y desierto
orbe sin antes ni después ni cuándo.
Así afirma la mística. Me creo
indigno del infierno o de la gloria,
pero nada predigo. Nuestra historia
cambia como las formas de proteo.
¿Qué errante laberinto, qué blancura
ciega de resplandor será mi suerte,
cuando me entregue el fin de esta aventura
la curiosa experiencia de la muerte?
quiero beber su cristalino olvido,
ser para siempre; pero no haber sido.



Jorge Luis Borges

lo perdido

-- de Jorge Luis Borges --

¿dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa
o la de triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo
y que no fue? ¿dónde estará el perdido
antepasado persa o el noruego,
dónde el azar de no quedarme ciego,
dónde el ancla y el mar, dónde el olvido
de ser quien soy? ¿dónde estará la pura
noche que al rudo labrador confía
el iletrado y laborioso día,
según lo quiere la literatura?
pienso también en esa compañera
que me esperaba, y que tal vez me espera.



Jorge Manrique

canción no sé por qué me fatigo

-- de Jorge Manrique --

I
no sé por qué me fatigo,
pues con razón me vencí,
no siendo nadie conmigo
y vos y yo contra mí.
Ii
vos por me haber desamado,
yo por haberos querido,
con vuestra fuerza y mi grado,
habemos a mí vencido;
pues yo fui mi enemigo
en darme como me di,
¿quién osará ser amigo
del enemigo de sí?



César Vallejo

Trilce: III

-- de César Vallejo --

Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.

Madre dijo que no demoraría.

Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.

Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito de todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe de ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.

Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros no pudiésemos partir.

Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.



César Vallejo

Trilce: IV

-- de César Vallejo --

Rechinan dos carretas, contra los martillos
hasta los lagrimales trifurcas,
cuandonunca las hicimos nada.
A aquella otra sí, desamada,
amargurada bajo túnel campero
por lo uno, y sobre duras ájidas
pruebas espiritivas.

Tendime en són de tercera parte,
mas la tarde —qué la bamos a hhazer—
se anilla en mi cabeza, furiosamente
a no querer dosificarse en madre. Son los anillos.

Son los nupciales trópicos ya tascados.
El alejarse, mejor que todo,
rompe a Crisol.

Aquel no haber descolorado
por nada. Lado al lado al destino y llora
y llora. Toda la canción
cuadrada en tres silencios.

Calor. Ovario. Casi transparencia.
Háse llorado todo. Háse entero velado
en plena izquierda.



César Vallejo

Trilce: XXXIV

-- de César Vallejo --

Se acabó el extraño, con quien, tarde
la noche, regresabas parla y parla.
Ya no habrá quien me aguarde,
dispuesto mi lugar, bueno lo malo.

Se acabó la calurosa tarde;
tu gran bahía y tu clamor; la charla
con tu madre acabada
que nos brindaba un té lleno de tarde.

Se acabó todo al fin: las vacaciones,
tu obediencia de pechos, tu manera
de pedirme que no me vaya fuera.

Y se acabó el diminutivo, para
mi mayoría en el dolor sin fin,
y nuestro haber nacido así sin causa.



César Vallejo

Trilce: LI

-- de César Vallejo --

Mentira. Si lo hacía de engaños,
y nada más. Ya está. De otro modo,
también tú vas a ver
cuánto va a dolerme el haber sido así.

Mentira. Calla.
Ya está bien.
Como otras veces tú me haces esto mismo,
por eso yo también he sido así.

A mí, que había tánto atisbado si de veras
llorabas,
ya que otras veces sólo te quedaste
en tus dulces pucheros,
a mí, que ni soñé que los creyeses,
me ganaron tus lágrimas.
Ya está.

Mas ya lo sabes: todo fue mentira.
Y si sigues llorando, bueno, pues!
Otra vez ni he de verte cuando juegues.



César Vallejo

Trilce: LXXIV

-- de César Vallejo --

Hubo un día tan rico el año pasado... !
Que ya ni sé qué hacer con él.

Severas madres guías al colegio,
asedian las reflexiones, y nosotros enflechamos
la cara apenas. Para ya tarde saber
que en aquello gozna la travesura
y se rompe la sien.
Qué día el del año pasado,
que ya ni sé qué hacer con él,
rota la sien y todo.

Por esto nos separarán,
por eso y para ya no hagamos mal.
Y las reflexiones técnicas aún dicen
¿no las vas a oír?
que dentro de dos gráfilas oscuras y aparte,
por haber sido niños y también
por habernos juntado mucho en la vida,
reclusos para siempre nos irán a encerrar.

Para que te compongas.



César Vallejo

las personas mayores

-- de César Vallejo --

iii
las personas mayores
¿a qué hora volverán?
da las seis el ciego santiago,
y ya está muy oscuro.
Madre dijo que no demoraría.
Aguedita, nativa, miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.
Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito de todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe de ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.
Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros
no pudiésemos partir.
Aguedita, nativa, miguel?
llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.



César Vallejo

acaba de pasar el que vendrá

-- de César Vallejo --

Acaba de pasar el que vendrá
proscrito, a sentarse en mi triple desarrollo;
acaba de pasar criminalmente.
Acaba de sentarse más acá,
a un cuerpo de distancia de mi alma,
el que vino en un asno a enflaquecerme;
acaba de sentarse de pie, lívido.
Acaba de darme lo que está acabado,
el calor del fuego y el pronombre inmenso
que el animal crió bajo su cola.
Acaba
de expresarme su duda sobre hipótesis lejanas
que él aleja, aún más, con la mirada.
Acaba de hacer al bien los honores que le tocan
en virtud del infame paquidermo,
por lo soñado en mi y en él matado.
Acaba de ponerme (no hay primera)
su segunda aflixión en plenos lomos
y su tercer sudor en plena lágrima.
Acaba de pasar sin haber venido.



César Vallejo

mentira. si lo hacía de engaños

-- de César Vallejo --

li
mentira. Si lo hacía de engaños,
y nada más. Ya está. De otro modo,
también tú vas a ver
cuánto va a dolerme el haber sido así.
Mentira. Calla.
Ya está bien.
Como otras veces tú me haces esto mismo,
por eso yo también he sido así.
A mí, que había tánto atisbado si de veras
llorabas,
ya que otras veces sólo te quedaste
en tus dulces pucheros,
a mí, que ni soñé que los creyeses,
me ganaron tus lágrimas.
Ya está.
Mas ya lo sabes: todo fue mentira.
Y si sigues llorando, bueno, pues!
otra vez ni he de verte cuando juegues.



César Vallejo

se acabó el extraño, con quien, tarde

-- de César Vallejo --

xxxiv
se acabó el extraño, con quien, tarde
la noche, regresabas parla y parla.
Ya no habrá quien me aguarde,
dispuesto mi lugar, bueno lo malo.
Se acabó la calurosa tarde;
tu gran bahía y tu clamor; la charla
con tu madre acabada
que nos brindaba un té lleno de tarde.
Se acabó todo al fin: las vacaciones,
tu obediencia de pechos, tu manera
de pedirme que no me vaya fuera.
Y se acabó el diminutivo, para
mi mayoría en el dolor sin fin,
y nuestro haber nacido así sin causa.



César Vallejo

al cavilar en la vida, al cavilar

-- de César Vallejo --

Al cavilar en la vida, al cavilar
despacio en el esfuerzo del torrente,
alivia, ofrece asiento el existir,
condena a muerte;
envuelto en trapos blancos cae,
cae planetariamente
el clavo hervido en pesadumbre; cae!
(acritud oficial, la de mi izquierda;
viejo bolsillo, en sí considerada, esta derecha).
¡Todo está alegre, menos mi alegría
y todo, largo, menos mi candor,
mi incertidumbre!
a juzgar por la forma, no obstante, voy de frente,
cojeando antiguamente,
y olvido por mis lágrimas mis ojos (muy interesante)
y subo hasta mis pies desde mi estrella.
Tejo; de haber hilado, héme tejiendo.
Busco lo que me sigue y se me esconde entre arzobispos,
por debajo de mi alma y tras del humo de mi aliento.
Tal era la sensual desolación
de la cabra doncella que ascendía,
exhalando petróleos fatídicos,
ayer domingo en que perdí mi sábado.
Tal es la muerte, con su audaz marido.



César Vallejo

hubo un día tan rico el año pasado...!

-- de César Vallejo --

lxxiv
hubo un día tan rico el año pasado...!
Que ya ni sé qué hacer con él.
Severas madres guías al colegio,
asedian las reflexiones, y nosotros enflechamos
la cara apenas. Para ya tarde saber
que en aquello gozna la travesura
y se rompe la sien.
Qué día el del año pasado,
que ya ni sé qué hacer con él,
rota la sien y todo.
Por esto nos separarán,
por eso y para ya no hagamos mal.
Y las reflexiones técnicas aún dicen
¿no las vas a oír?
que dentro de dos gráfilas oscuras y aparte,
por haber sido niños y también
por habernos juntado mucho en la vida,
reclusos para siempre nos irán a encerrar.
Para que te compongas.



César Vallejo

el libro de la naturaleza

-- de César Vallejo --

Profesor de sollozo he dicho a un árbol
palo de azogue, tilo
rumoreante, a la orilla del mame, un buen alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
entre el agua evidente y el sol falso,
su tres de copas, su caballo de oros.
Rector de los capítulos del cielo,
de la mosca ardiente, de la calma manual que hay en los asnos;
rector de honda ignorancia, un mal alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
el hambre de razón que le enloquece
y la sed de demencia que le aloca. .
Técnico en gritos, árbol consciente, fuerte,
fluvial, doble, solar, doble, fanático,
conocedor de rosas cardinales, totalmente
metido, hasta hacer sangre, en aguijones, un alumno
leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca,
su rey precoz, telúrico, volcánico, de espadas.
¡Oh profesor, de haber tánto ignorado!
¡oh rector, de temblar tánto en el aire!
¡oh técnico, de tánto que te inclinas!
¡oh tilo! ¡oh palo rumoroso junto al marne!



César Vallejo

y si después de tantas palabras...

-- de César Vallejo --

¡y si después de tántas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡Ni palabra!



César Vallejo

rechinan dos carretas contra los martillos

-- de César Vallejo --

iv
rechinan dos carretas contra los martillos
hasta los lagrimales trifurcas,
cuandonunca las hicimos nada.
A aquella otra sí, desamada,
amargurada bajo túnel campero
por lo uno, y sobre duras ájidas
pruebas espiritivas.
Tendime en són de tercera parte,
mas la tarde qué la bamos a hhazer
se anilla en mi cabeza, furiosamente
a no querer dosificarse en madre. Son los anillos.
Son los nupciales trópicos ya tascados.
El alejarse, mejor que todo,
rompe a crisol.
Aquel no haber descolorado
por nada. Lado al lado al destino y llora
y llora. Toda la canción
cuadrada en tres silencios.
Calor. Ovario. Casi transparencia.
Háse lloradotodo. Haseentero velado
en plena izquierda.



César Vallejo

el momento más grave de la vida

-- de César Vallejo --

Un hombre dijo:
el momento más grave de mi vida estuvo en la batalla del marnecuando fui herido en el pecho.
Otro hombre dijo:
el momento más grave de mi vida, ocurrió en un maremotode yokohama, del cual salvé milagrosamente, refugiado bajo elalero de una tienda de lacas.
Y otro hombre dijo:
el momento más grave de mi vida acontece cuando duermo dedía.
Y otro dijo:
el momento más grave de mi vida ha estado en mi mayor soledad.
Y otro dijo:
el momento más grave de mi vida fue mi prisión en unacárcel del perú.
Y otro dijo:
el momento más grave de mi vida es el haber sorprendido deperfil a mi padre.
Y el ultimo hombre dijo:
el momento más grave de mi vida no ha llegado todavía.



César Vallejo

El que vendrá

-- de César Vallejo --

Acaba de pasar el que vendrá
proscrito, a sentarse en mi triple desarrollo;
acaba de pasar criminalmente.

Acaba de sentarse más acá,
a un cuerpo de distancia de mi alma,
el que vino en un asno a enflaquecerme;
acaba de sentarse de pie, lívido.

Acaba de darme lo que está acabado,
el calor del fuego y el pronombre inmenso
que el animal crió bajo su cola.

Acaba
de expresarme su duda sobre hipótesis lejanas
que él aleja, aún más, con la mirada.

Acaba de hacer al bien los honores que le tocan
en virtud del infame paquidermo,
por lo soñado en mi y en él matado.

Acaba de ponerme (no hay primera)
su segunda aflixión en plenos lomos
y su tercer sudor en plena lágrima.

Acaba de pasar sin haber venido.



César Vallejo

La cena miserable

-- de César Vallejo --

Hasta cuándo estaremos esperando lo que
no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.

Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones
por haber padecido!...
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado...

Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos!
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.
De codos
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.

Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...
Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!



César Vallejo

Los anillos fatigados

-- de César Vallejo --

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,
y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás- han de istmarse.

Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,
que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
suicida!

Hay ganas de... No tener ganas. Señor;
a ti yo te señalo. Con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.

La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,
curvado en tiempo, se repite, y pasa:, pasa
:a cuestas con la espina dorsal del Universo.

Cuando, las sienes tocan su lúgubre .Tambor...
Cuando me- duele el sueño grabado en un puñal,
hay ganas de quedarse plantado en .Este verso!



César Vallejo

Los dados eternos

-- de César Vallejo --

Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado...
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.



Diego Hurtado de Mendoza

El hombre que doliente está de muerte

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

El hombre que doliente está de muerte
Y vecino á aquel trago temeroso,
Cualquiera beneficio le es dañoso
Y en la causa del mal se le convierte.

Ansí mi alma triste en solo verte
Halla daño, si busca haber reposo,
Viniendo del bien cierto el mal dudoso,
Del dulce verte, el duro conocerte.

La vana fantasia y confianza
En desesperación se torna luego
Que el seso reconoce la ocasion.

Donde vence el remedio la pasion
Sobrado ver es luz que torna ciego,
Y confiado vivir sin esperanza.



Diego Hurtado de Mendoza

Yo soy, cruel amor, el que has traido

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Yo soy, cruel amor, el que has traido
Con vanas esperanzas engañado,
Y quien habia de haber escarmentado
Ya en los propios males que ha sufrido.

Yo soy quien tus mentiras ha creido,
Y aquel que por creellas ha llegado
A ser contigo el mas desventurado
De cuantos tus banderas han seguido.

Pero si en todo el tiempo que viviere
Tornare á tu poder, que en él me vea
Muriendo por quien mas aborreciere.

Y porque mi jurar mas firme sea,
Que si jamás, amor, yo te creyere,
Quien causare mi mal no me lo crea.



Dulce María Loynaz

divagación

-- de Dulce María Loynaz --

Si yo no hubiera sido..., ¿Qué sería
en mi lugar? ¿más lirios o más rosas?.
O chorros de agua o gris de serranía
o pedazos de niebla o mudas rocas.
De alguna de esas cosas-la más fría...-
Me viene el corazón que las añora.
Si yo no hubiera sido, el alma mía
repartida pondría en cada cosa
una chispa de amor...

Nubes habría
-las que por mí estuvieran-más que otras
nubes, lentas... (¡La nube que podría
haber sido!...)

¿En el sitio, en la hora
de que árbol estoy, de qué armonía
más asequible y útil? esta sombra
tan lejana parece que no es mía...
Me siento extraña en mi ropaje; y rota
en las aguas, en la monotonía
del viento sobre el mar, en la paz honda
del campo, en el sopor del mediodía!...

¡Quién me volviera a la raíz remota
sin luz, sin fin, sin termino y sin vía!...



Dulce María Loynaz

la canción del amor olvidado

-- de Dulce María Loynaz --

Para el amor más olvidado
cantaré esta canción:

no para el que humedece los ojos todavía...
Ni para el que hace ya
sonreír con un poco de emoción...

Canto para el amor sin llanto
y sin risa;
el que no tiene una rosa seca
ni unas cartas atadas con una cinta.

Sería algún amor de niño acaso...

Una plaza gris... Una nube... No sé...

Para el amor más olvidado cantaré.

Cantaré una canción
sin llamar, sin llorar, sin saber...
El nombre que no se recuerda
pudo tener dulzura:

canción sin nombres
quiero cantarte
mientras la noche dura...

Cantar para el amor que ya no evocan
las flores con su olor
ni algún vals familiar...
Para el que no se esconde entre cada crepúsculo,
ni atisba ni persigue ni vuelve nunca más...

Para el amor más olvidado
-el más dulce...-,
El que no estoy segura de haber amado.



Julián del Casal

camafeo

-- de Julián del Casal --

¿quién no le rinde culto a tu hermosura
y ante ella de placer no se enajena,
si hay en tu busto líneas de escultura
y hay en tu voz acentos de sirena?
dentro de tus pupilas centelleantes,
adonde nunca se asomó un reproche,
llevas el resplandor de los diamantes
y la sombra profunda de la noche.
Hecha ha sido tu boca purpurina
con la sangre encendida de la fresa,
y tu faz con blancuras de neblina
donde quedó la luz del sol impresa.
Bajo el claro fulgor de tu mirada
como rayo de sol sobre la onda,
vaga siempre en tu boca perfumada
la sonrisa inmortal de la gioconda.
Desciende en negros rizos tu cabello
lo mismo que las ondas de un torrente,
por las líneas fugaces de tu cuello
y el jaspe sonrosado de tu frente.
Presume el corazón que te idolatra
como a una diosa de la antigua grecia,
que tienes la belleza de cleopatra
y la virtud heroica de lucrecia.
Mas no te amo. Tu hermosura encierra
tan sólo para mí focos de hastío...
¿Podrá haber en los lindes de la tierra
un corazón tan muerto como el mío?



Pedro Antonio de Alarcón

A San Ramón Non Nato

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

Tú, que a Dios te pareces y a mis nietos
por tu rara excepción de no nacido;
segundo Adán, pues nadie te ha parido;
de Jonás viceversa en los aprietos;

retoño de la Nada en los efectos,
si la Nada es igual a haber sido;
desfacedor de agravios de marido,
patrono ya abogado de los fetos:

vuélveme el pelo, quítame el bigote;
arráncame los dientes; la comadre
haz que me vista el primitivo hato;

y, trocado en inerte monigote,
sepúltame en el vientre de mi madre...
Que, mejor que nacido, es ser non nato.



Pedro Antonio de Alarcón

Adiós al vino

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

No más, no más en piélagos de vino
sepultaré, insensato, mis dolores,
velando con quiméricos vapores
de la razón el resplandor divino.

No más, hurtando el rostro a mi destino,
pediré a la locura sus favores,
ni, ceñido de pámpanos y flores,
dormiré de la muerte en el camino.

Arrepentido estoy de haber hollado,
vate indigno, con planta entorpecida,
el laurel inmortal y el áurea ropa...

¡Néctar fatal!, licor envenenado,
acepta, al recibir mi despedida,
el brindis postrimer... ¡Llenad mi copa!



Pedro Soto de Rojas

Jazmines, esperanza en blanco

-- de Pedro Soto de Rojas --

Blancos jazmines, que en el blanco pecho
de mi cándida Fénix reposastes,
a quien color, a quien olor hurtastes
con ancha mano, si por tiempo estrecho,

puesto que ya por natural derecho
parece que gozáis lo que usurpastes,
¿cómo -decid- a tanto bien llegastes
que estoy de envidia, cual de amor, deshecho?

Volved las hojas ya lenguas risueñas,
así no le paguéis a la mudanza
el censo a que os obliga haber nacido;

pero no las volváis, que, pues por señas
muestran agora en blanco mi esperanza,
dirán mi muerte y, tras mi muerte, olvido.



Rafael María Baralt

A una señorita con motivo de haber entrado en religión

-- de Rafael María Baralt --

En la cándida frente el sacro velo
muestras como señal de la victoria
que sobre el mundo y su falaz memoria
consiguió tu virtud, hija del cielo.

Así burlaste mi amoroso anhelo
palma inmortal labrándote de gloria;
cuando, ausente de ti, será mi historia
llamarte en vano y sin cesar con duelo.

¡Espíritu feliz! de la clausura
del cuerpo desatado, alegre, altivo,
libre de tu prisión miras la altura;

Mientras con mi pasión el alma enclavo
en este oscuro suelo, donde vivo
del ya imposible amor mísero esclavo.



José María Gabriel y Galán

A un rico

-- de José María Gabriel y Galán --

¿Quién te ha dado tu hacienda o tu dinero?
O son fruto del trabajo honrado,
o el haber que tu padre te ha legado,
o el botín de un ladrón o un usurero.

Si el dinero que das al pordiosero
te lo dio tu sudor, te has sublimado;
si es herencia, ¡cuán bien lo has empleado!;
si es un robo, ¿qué das, mal caballero?

Yo he visto a un lobo que, de carne ahíto,
dejó comer los restos de un cabrito
a un perro ruin que presenció su robo.

Deja, ¡oh rico!, comer lo que te sobre,
porque algo más que un perro será un pobre,
y tú no querrás ser menos que un lobo.



José Ángel Buesa

cuartetos del transeúnte

-- de José Ángel Buesa --

Sonríe, jardinera, si en el surco te inclinas
y buscas el secreto profundo de las rosas
no pienses que las rosas se afean con espinas;
sino que las espinas se embellecen con rosas.
Jugué al amor contigo, con vanidad tan vana
que marqué con la uña los naipes que te di.
Y en ese extraño juego, donde pierde el que gana,
gané tan tristemente, que te he perdido a ti.
Al referir mi viaje le fui añadiendo cosas.
Cosas que sueño a veces, pero que nunca digo,
y así, donde vi un yermo, juré haber visto rosas.
No me culpes, muchacha, que igual hice contigo.
Yo sólo pude recordar tu nombre,
tú, en cambio, recordaste cada fecha de ayer.
Y aprendí que las cosas que más olvida un hombre,
son las cosas que siempre recuerda una mujer.
Aquí estaba la hierba, viajero de una hora,
y, cuando te hayas ido, seguirá estando aquí.
Bien poco ha de importarle que la pises ahora
sabiendo que mañana nacerá sobre ti.



José Ángel Buesa

soneto del caminante

-- de José Ángel Buesa --

No, no despiertes jamás para vivir tu sueño
porque el sueño es un viaje más allá del olvido.
Tu pie siempre es más firme después de haber caído.
Sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño.
El amor llega y pasa como un dolor risueño,
como una rama seca donde retoña un nido.
Sólo tiene algo suyo quien todo lo ha perdido.
Nadie es dueño de nada sin ser su propio dueño.
La vida será tuya si sabes que es ajena,
que es igual ser montaña que ser grano de arena,
y que a veces lo menos vale más que lo más;
y sabrás, finalmente, cansado caminante,
que el tiempo es un camino que crece hacia delante
mientras se va borrando, poco a poco, hacia atrás.



José Ángel Buesa

tercer poema de la despedida

-- de José Ángel Buesa --

Llamarada de ayer, ceniza ahora,
ya todo será en vano,
como fijar el tiempo en una hora
o retener el agua en una mano.
Ah, pobre amor tardío,
es tu sombra no más lo que regresa,
porque si el vaso se quedó vacío
nada importa que esté sobre la mesa.
Pero quizás mañana,
como este gran olvido es tan pequeño,
pensaré en ti, cerrando una ventana,
abriendo un libro o recordando un sueño...
Tu amor ya está en mi olvido,
pues, como un árbol en la primavera,
si florece después de haber caído,
no retoña después de ser hoguera;
pero el alma vacía
se complace evocando horas felices,
porque el árbol da sombra todavía,
después que se han secado sus raíces;
y una ternura nueva
me irá naciendo, como el pan del trigo:
pensar en ti una tarde, cuando llueva,
o hacer un gesto que aprendí contigo.
Y un día indiferente,
ya en olvido total sobre mi vida,
recordaré tus ojos de repente,
viendo pasar a una desconocida...



Juan de Tassis y Peralta

de cera son las alas cuyo vuelo

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Gobierna incautamente el albedrío,
y llevadas del propio desvarío
con vana presunción suben al cielo.
No tiene ya el castigo, ni el recelo
fuera eficaz, ni sé de qué me fío,
si prometido tiene el hado mío
hombre a la mar como escarmiento al suelo.
Mas si a la pena, amor, el gusto igualas,
con aquel nunca visto atrevimiento
que basta a acreditar lo más perdido,
derrita el sol las atrevidas alas,
que no podrá quitar el pensamiento
la gloria, con caer, de haber subido.



Juan de Tassis y Peralta

pasé los golfos de un sufrir perdido

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Y piélagos de ofensas he surcado,
de enemigos impulsos agitado,
de poderosas olas impedido.
Hoy, pues, menos quejoso que advertido,
de esperanza las velas he animado,
y debo a mi noticia haber tomado
en mar de sinrazón puerto de olvido,
donde ya en dar benéficos alientos
a la violenta fuerza me libraron
del tiempo airado y de contrarios vientos.
Ya engañosas sirenas me dejaron
porque la falsa voz de sus acentos
mis diamantes oídos no escucharon.



Juan de Tassis y Peralta

llegar, ver y entregarme ha sido junto

-- de Juan de Tassis y Peralta --

La deuda general pagada os tengo,
y a ser de vos injustamente vengo
condenado sin culpa en sólo un punto.
Padezco el mal, la causa no barrunto,
que yo, sin esperanza, me entretengo,
y sólo de adoraros me mantengo
vivo al servir, y al merecer difunto.
Quien sabe tanto y claramente entiende
que esperar algo es yerro sin disculpa,
con la inteición no puede haber errado.
Miro y no hallo en mí de que me enmiende;
mas si desdichas las tenéis por culpa,
¿cómo estará sin ella un desdichado?



Gabino Alejandro Carriedo

mirando hacia atrás sin ira

-- de Gabino Alejandro Carriedo --

El viejo corazón pulula a diario
por el barrio bajo de los recuerdos
que no se olvidan ni periclitan.
Inmarcesibles, estos recuerdos
le traen fragancias de la primavera,
otrora era la hora de las esperanzas
ilusionadas que sí terminan.
Otrora era la alegría de amanecer,
despertar al alba de cada día.
Solía entonces besar el espejo
y me adentraba en la calle del amor.
Entonces no el cansancio, el tedio;
no el hastío tampoco entonces, no.
Cada hora alumbraba a otra hora
y les nacían alas a los pájaros.
Pudo haber sido duque, marqués o peregrino
y sólo fue hermeneuta incomprensible;
¿para qué, pues, el torpe hábito
de perseguir la inútil realidad?
en el centro del astro-rey un punto
señala el vórtice de su destino.
¿Todo ha pasado ya? ¿no hay nada
predecible en las cartas del tarot?
¿no hay nada que soñar? tal vez no queda
ni la esperanza póstuma del sueño.



Garcilaso de la Vega

SONETO I

-- de Garcilaso de la Vega --

Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?



Garcilaso de la Vega

SONETO II

-- de Garcilaso de la Vega --

En fin, a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido;

mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuanto corta una espada en un rendido.

Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:

¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!



Garcilaso de la Vega

SONETO IV

-- de Garcilaso de la Vega --

Un rato se levanta mi esperanza:
mas, cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!
Esfuerza en la miseria de tu estado;
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.



Garcilaso de la Vega

SONETO VII

-- de Garcilaso de la Vega --

No pierda más quien ha tanto perdido,
bástate, amor, lo que ha por mí pasado;
válgame agora jamás haber probado
a defenderme de lo que has querido.

Tu templo y sus paredes he vestido
de mis mojadas ropas y adornado,
como acontece a quien ha ya escapado
libre de la tormenta en que se vido.

Yo había jurado nunca más meterme,
a poder mío y mi consentimiento,
en otro tal peligro, como vano.

Mas del que viene no podré valerme;
y en esto no voy contra el juramento;
que ni es como los otros ni en mi mano.



Garcilaso de la Vega

SONETO XXVI

-- de Garcilaso de la Vega --

Echado está por tierra el fundamento
que mi vivir cansado sostenía.
¡Oh cuánto bien se acaba en solo un día!
¡Oh cuántas esperanzas lleva el viento!

¡Oh cuán ocioso está mi pensamiento
cuando se ocupa en bien de cosa mía!
A mi esperanza, así como a baldía,
mil veces la castiga mi tormento.

Las más veces me entrego, otras resisto
con tal furor, con una fuerza nueva,
que un monte puesto encima rompería.

Aquéste es el deseo que me lleva,
a que desee tornar a ver un día
a quien fuera mejor nunca haber visto.



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