Buscar Poemas con Gula


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 7 poemas con la palabra gula

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Miguel Unamuno

Barateros de la gracia

-- de Miguel Unamuno --

Departían así en el refectorio:
— Más negro cada vez es el bodigo...
— Parece de bellota de quejigo...
— A qué ha venido á dar el ofertorio!

— Es decreto de Dios y bien notorio,
por andarlo buscando de trastrigo,
á la gula nos manda este castigo.
— Debe de estar en quiebra el Purgatorio!

Poema Barateros de la gracia de Miguel Unamuno con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

Idilio (Herrera y Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

La sombra de una nube sobre el césped recula...
Aclara entre montañas rosas la carretera
por donde un coche antiguo, de tintinante mula,
llena de ritornelos la tarde placentera.

Hundidos en la hierba gorda de la ribera,
los vacunos solemnes satisfacen su gula;
y en lácteas vibraciones de ópalo, gesticula
allá, bajo una encina, la mancha de una hoguera.

Edipo y Diana, jóvenes libres de la campiña,
hacen testigo al fuego de sus amores sabios;
con gestos y pellizcos recélanse de agravios;

mientras él finge un largo mordisco, ella le guiña:
y así las horas pasan en su inocente riña,
como una suave pluma por unos bellos labios.

Poema Idilio (Herrera y Reissig) de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

La cena

-- de Julio Herrera Reissig --

Un repique de lata la merienda circula...
Aploma el artesano su crasura y secuestra
media mesa en canónicas dignidades de bula,
comiendo con la zurda, por aliviar la diestra...

Mientras la grey famélica los manjares adula,
en sabroso anticipo, sus colmillos adiestra;
y por merecimiento, casi más que por gula,
duplica su pitanza de col y de menestra...

Luego, que ante el rescoldo sus digestiones hipa,
sumido en la enrulada neblina de su pipa,
arrullan, golosinas domésticas de invierno:

la Hormiga y Blanca Nieves, Caperuza y el Lobo...
Y la prole apollada, bajo el manto materno,
choca de escalofríos, en un éxtasis bobo.

Poema La cena de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

idilio

-- de Julio Herrera Reissig --

La sombra de una nube sobre el césped recula...
Aclara entre montañas rosas la carretera
por donde un coche antiguo, de tintinante mula,
llena de ritornelos la tarde placentera.

Hundidos en la hierba gorda de la ribera,
los vacunos solemnes satisfacen su gula;
y en lácteas vibraciones de ópalo, gesticula
allá, bajo una encina, la mancha de una hoguera.

Edipo y diana, jóvenes libres de la campiña,
hacen testigo al fuego de sus amores sabios;
con gestos y pellizcos recélanse de agravios;

mientras él finge un largo mordisco, ella le guiña:
y así las horas pasan en su inocente riña,
como una suave pluma por unos bellos labios.



Julio Herrera Reissig

el labrador

-- de Julio Herrera Reissig --

Cual si pluguiese al diablo -vaya un decir- engorda
el granero vecino con la triple cosecha...
Y aunque él jura y zuequea, esta arcilla maltrecha
sigue siendo madrastra o que realmente es sorda...

Mas con todo: ¡«aires rubios!» -tesonero barbecha-,
y bien que el medro esquivo no es una vaca gorda,
a dios gracias la era patrimonial desborda...
Cuanto para ir capeando la estación contrahecha.

Y mientras el probable rendimiento calcula,
con un pan de la víspera entretiene su gula...
Sabe un gusto a consorte en la masa harto linda,

por lo cual en domésticas bendiciones se arroba...
Y con ojos de humilde lázaro, el terranova
atisba las migajas que a intervalos le brinda.



Francisco de Quevedo

parnaso español 45

-- de Francisco de Quevedo --

¡cuántas manos se afanan en oriente
examinando la mayor altura,
porque en tus dedos, breve coyuntura,
con todo patrimonio, esté luciente!
¡cuánta descaminada ciega gente
tiene en poco del mar la saña dura,
sólo para que adorne tu locura
rubia calamidad, púrpura ardiente!
¡cuánto pirata de noruega, atento
ministro de tu gula, remontado,
despuebla de familia alada el viento!
¡cuánto engaño de cáñamo anudado
tiene el golfo, inquiriendo su elemento
al pasto delicioso del pecado!



Francisco de Quevedo

parnaso español 21

-- de Francisco de Quevedo --

Ansí, sagrado mar, nunca te oprima
menos ilustre peso; ansí no veas
entre los altos montes que rodeas
exenta de tu imperio alguna cima;
ni, ofendida, tu blanca espuma gima
agravios de haya humilde, y siempre seas,
como de arenas, rico de preseas,
del que la luna más que el sol estima.
Ansí tu mudo pueblo esté seguro
de la gula solícita, que ampares
de thetis al amante, al hijo nuevo:
pues en su verde reino y golfo oscuro,
don luis la sirve, honrando largos mares,
ya de aquiles, valiente, ya de febo.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba