Buscar Poemas con Gozar


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Se han encontrado 62 poemas con la palabra gozar

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José Tomás de Cuellar

Ven a gozar

-- de José Tomás de Cuellar --

VEN á gozar la fresca sombra
Del álamo frondoso,
Ven á gozar delicias á mi lado;
Aquí de grama en la mullida alfombra
Oirás el regalado
Murmurio del arroyo presuroso.

Ven á gozar: mil músicas suaves
Escucharás, bien mío;
El eco de paloma gemidora,
El dulce trino de parleras aves,
Y la canción sonora
Que entone en mi amoroso desvarío.

¡Ah! ¿No lo ves? la soledad me inspira
Cántigas de ternura;

Poema Ven a gozar de José Tomás de Cuellar con fondo de libro

Alberto Lista

Del amor

-- de Alberto Lista --

Alcino, quien los ásperos rigores
de una ingrata beldad vencer procura,
ni encantos a la tésela espesura,
ni a la remota Colcos pida flores.

Amar es el hechizo, que en amores
la victoria y las dichas asegura,
y somete el pudor y la hermosura,
y corona al amante de favores.

Mas si el vil seductor quiere que sea
una impura pasión amor hermoso,
no se admire de verla desdeñada.

Que no es amante el que gozar desea,
sino el que sacrifica generoso
su bien y su placer al de su amada.

Poema Del amor de Alberto Lista con fondo de libro

Alberto Lista

La razón inútil

-- de Alberto Lista --

Es tarde ya para que amor me prenda
en su lazo halagüeño y fementido;
que aunque tal vez de la razón me olvido,
el hielo de la edad ¿quién hay que encienda?

Es tiempo ¡ay! triste que a su voz atienda
mi juvenil esfuerzo ya perdido,
después de haberla insano desoído,
cuando ser pudo de mi esfuerzo rienda.

Así va; los humanos corazones
sufren en la verdad y en el engaño;
y sin gozar de sí ni un solo día,

venden la juventud a las pasiones,
la edad madura al triste desengaño,
y la vejez a la razón tardía.

Poema La razón inútil de Alberto Lista con fondo de libro

Lope de Vega

Aquí, con gran placer de su heredero

-- de Lope de Vega --

Aquí, con gran placer de su heredero,
un avariento miserable yace;
requïescat in bello, que no in pace,
pues no supo gozar de su dinero.

Nunca pensó llegar al fin postrero,
punto fatal del que a la vida nace;
mas ya las esperanzas satisface
que en largos años le negó primero.

¡Oh juventud lozana!, desperdicia
la plata, el oro con la arena iguala,
y en sus doblones pálidos te envicia;

lascivo con tus damas te regala,
véngate liberal de su avaricia,
y más que él lo guardó, consume y tala.



Lope de Vega

Cuando pensé que mi tormento esquivo

-- de Lope de Vega --

Cuando pensé que mi tormento esquivo
hiciera fin, comienza mi tormento,
y allí donde pensé tener contento,
allí sin él, desesperado vivo.

Donde enviaba por el verde olivo,
me trujo sangre el triste pensamiento;
los bienes que pensé gozar de asiento
huyeron más que el aire fugitivo.

Cuitado yo, que la enemiga mía,
ya de tibieza en hielo se deshace,
ya de mi fuego se consume y arde.

Yo he de morir, y ya se acerca el día:
que el mal en mi salud su curso hace,
y, cuando llega el bien, es poco y tarde.



Lope de Vega

Si es tanta gloria estar a los umbrales

-- de Lope de Vega --

Si es tanta gloria estar a los umbrales
de tu puerta, mi Dios, el estar dentro
¿cómo será, pues en tan alto centro
se deben gozar las celestiales
Yo estoy entre los términos mortales
con tanto bien, que me parece que entro,
sino que al cuerpo en el camino encuentro
cargado de estorbos desiguales.
Miro por los resquicios los dichosos
que caminan a Ti perdido el miedo
a los trances del mundo peligrosos.
Y como caminar tanto no puedo,
baño en llanto mis ojos envidiosos
de ver que van delante y yo me quedo.



Lope de Vega

Sirvió Jacob los siete largos años

-- de Lope de Vega --

Sirvió Jacob los siete largos años,
breves, si el fin cual la aspereza fuera;
a Lía goza y a Raquel espera
otros siete después, llorando engaños.

Así guardan palabra los extraños,
pero en efecto vive, y considera
que la podrá gozar antes que muera,
y que tuvieron término sus daños.

Triste de mí, sin límite que mida
lo que un engaño al sufrimiento cuesta,
y sin remedio que el agravio pida.

¡Ay de aquel alma a padecer dispuesta,
que espera su Raquel en la otra vida,
y tiene a Lía para siempre en esta!



Lope de Vega

Tristezas, si el hacerme compañía

-- de Lope de Vega --

Tristezas, si el hacerme compañía
es fuerza de mi estrella y su aspereza,
vendréis, a ser en mí naturaleza,
y perderá su fin vuestra porfía.

Si gozar no merecen de alegría
aquellos que no saben qué es tristeza,
¿cuándo se mudará vuestra firmeza?
¿cuándo veré de mi descanso el día?

Sola una gloria os hallo conocida:
que si es el fin el triste sentimiento
de las alegres horas desta vida,

vosotras le tendréis en el contento;
mas, ¡ay!, que llegaréis a la partida,
y llevaráse mi esperanza el viento.



Manuel Gutiérrez Nájera

a salvador díaz mirón

-- de Manuel Gutiérrez Nájera --

Tienes en tu laúd cuerdas de oro
que el soplo del espíritu estremece,
y tu genio, como un alto sicomoro,
entre borrascas y huracanes crece.
No te brinda la musa sus favores
entre mirtos y rojas amapolas:
cuando quieres gozar de sus amores
la acechas, la sorprendes y la violas.
Tu verso no es el sonrosado efebo
que en la caliente alcoba se afemina:
vigoroso como hércules mancebo
acomete, conquista y extermina.
El mar es como tú: con su rüido
de tus estrofas la cadencia iguala;
refleja el cielo cuando está dormido
y en sus momentos de furor lo escala.
Manuel gutiérrez nájera, 1886



Ignacio María de Acosta

No luce el sol

-- de Ignacio María de Acosta --

No luce el sol en el oriente un día
sin que nazca en mi pecho una esperanza;
mas ese bien de la ilusión no alcanza
a dar consuelo a mi desgracia impía.

El prisma hermoso de la infancia mía
hízome ver la dicha en lontananza,
y soñar ese bien que no se alcanza
y con delirio el corazón ansía.

Pasaron mis risueñas mocedades:
el cabello se encuentra encanecido,
sin fuerza ni vigor mis facultades.

Despierto del letargo en que he dormido;
quiero gozar al fin las realidades,
y encuentro sólo que ilusión ha sido.



Jacinto de Salas y Quiroga

Emilia

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

Todas al baile se entregan,
todas ríen de contento,
y la música festiva
hace palpitar los pechos.
Muchachas de quince abriles,
no dejéis huir el tiempo
sin robarle dulces ratos...
Mirad que no vuelve luego.
-Ah, Rosa, canta conmigo;
ven, que después bailaremos.
-Y cantan las dos muchachas
sin compás, mas con empeño.
-¿Te acuerdas, Adela mía,
cuanto el Carnaval postrero
la máscara nos sirviera
para gozar ratos bellos?
-¿Fuistes anoche al teatro?
Pues mañana volveremos.
-Mañana iremos al prado.
-Mañana baile, refresco,
diversión hasta las cuatro.
-Te acabaste el traje nuevo?

Todas así son dichosas
halagando sus deseos,
sólo Emilia pensativa
ve pasar sin gozo el tiempo;
suspira bajo, se oculta,
y recuerda a su Fileno.



César Vallejo

deshora

-- de César Vallejo --

Deshora
pureza amada, que mis ojos nunca
llegaron a gozar. Pureza absurda!
yo sé que estabas en la carne un día,
cuando yo hilaba aún mi embrión de vida.
Pureza en falda neutra de colegio;
y leche azul dentro del trigo tierno
a la tarde de lluvia, cuando el alma
ha roto su puñal en retirada,
cuando ha cuajado en no sé qué probeta
sin contenido una insolente piedra.
Cuando hay gente contenta; y cuando lloran
párpados ciegos en purpúreas bordas.
Oh, pureza que nunca ni un recado
me dejaste, al partir del triste barro
ni una migaja de tu voz; ni un nervio
de tu convite heroico de luceros.
Alejáos de mi, buenas maldades,
dulces bocas picantes...
Yo la recuerdo al veros oh, mujeres!
pues de la vida en la perenne tarde,
nació muy poco pero mucho muere!



Diego Hurtado de Mendoza

Tu gracia, tu valor, tu hermosura

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Tu gracia, tu valor, tu hermosura,
Muestra de todo el cielo, retirada,
Como cosa que está sobre natura,
Ni pudiera ser vista ni pintada.

Pero yo, que en el alma tu figura
Tengo, en humana forma abreviada,
Tal hice retratarte de pintura,
Que el amor te dejó en ella estampada.

No por ambicion vana ó por memoria
Tuya, ó ya por manifestar mis males;
Mas por verte mas veces que te veo,

Y por solo gozar de tanta gloria,
Señora, con los ojos corporales,
Como con los del alma y del deseo.



Pedro Bonifacio Palacios

Vade Retro

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Tu eres joven, como un lirio de los valles,
que recién abre su cáliz,
¡que recién!
los cendales candorosos de sus pétalos de seda
suelta al viento de la aurora...
¡Yo soy el trágico laurel!.
Yo soy viejo, carcomido, lamentable,
como un roble centenario,
¡que cayó!
que cayó para in eternum, para nunca más alzarse
por los siglos de los siglos,
¡bajo el látigo de Dios!.
Son tus carnes, azucenas y jazmines
sonrojados a los besos
!de la luz!;
de la luz de cien incendios pavorosos,
de cien soles fulgurantes...
¡Más tu carne, no eres tú!.
Tu eres sombra, sombra enorme, sombra misma,
sombra llena de ansias
¡de gozar!.
Tus deseos se retuercen como sierpes iracundas,
insaciadas, insaciables...
¡Pubertades de satán!.



Pedro Salinas

la voz a ti debida - por qué tienes nombre tú

-- de Pedro Salinas --

¿por qué tienes nombre tú,
día, miércoles?
¿por qué tienes nombre tú,
tiempo, otoño?
alegría, pena, siempre
¿por qué tenéis nombre: amor?
si tú no tuvieras nombre,
yo no sabría qué era
ni cómo, ni cuándo. Nada.
¿Sabe el mar cómo se llama,
que es el mar? ¿saben los vientos
sus apellidos, del sur
y del norte, por encima
del puro soplo que son?
si tú no tuvieras nombre,
todo sería primero,
inicial, todo inventado
por mí,
intacto hasta el beso mío.
Gozo, amor: delicia lenta
de gozar, de amar, sin nombre.
Nombre: ¡qué puñal clavado
en medio de un pecho cándido
que sería nuestro siempre
si no fuese por su nombre!



José Tomás de Cuellar

El placer

-- de José Tomás de Cuellar --

DIRÍJEME tus ojos, amor mío,
Dame tus labios á besar, hermosa,
Reclínate en mi pecho cariñosa,
Cura en tus brazos mi pesar impío.

Encadena á tus plantas mi albedrío;
Hazme feliz, criatura bondadosa...
¡Cuál me enagena la expansión dichosa!
¡Con qué magia disipas el hastío!

Quiero gozar contigo hasta la muerte,
Quiero siempre vivir para adorarte
Y bendecir unidos nuestra suerte.

¡Ay! ya siento un dolor al apartarte,
Ya el tedio me consume, y al perderte...
Me aborrezco, ¡ay de mí! ¡no puedo amarte!



José Tomás de Cuellar

En la caverna de Cacahuamilpa

-- de José Tomás de Cuellar --

¡ESPLÉNDIDA mansión, recinto umbroso
De silencio y de paz augusto templo:
De tu imponente majestad ansioso,
Extático y absorto te contemplo!

Asiento ya mi planta en tus umbrales,
Ávido de gozar, negra caverna;
Y huyendo las visiones mundanales,
Medito solo en tu tíniebla eterna....

La mente se consagra enajenada
De tu esencia al misterio sorprendente;
Tu sublime quietud, tu calma helada
Imprimen el terror sobre mi frente.



Juan Bautista Arriaza

La flor temprana

-- de Juan Bautista Arriaza --

Suele tal vez, venciendo los rigores
del crudo invierno y la opresión del hielo,
un tierno almendro desplegar al cielo
la bella copa engalanada en flores.

Mas, ay, que en breve vuelve a sus furores
el cierzo frío, y con funesto vuelo
del ufano arbolillo arroja al suelo
las delicadas hojas y verdores.

Si tú lo vieras, Silvia, «¡oh pobre arbusto
-dijeras con piedad-, la suerte impía
no te deja gozar ni un breve gusto!»

Pues repítelo, ingrata, cada día;
que el cierzo frío es tu rigor injusto,
y el triste almendro, la esperanza mía.



Juan Boscán

Dulce soñar y dulce congojarme

-- de Juan Boscán --

Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme

dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme:

¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras si vinieras tan pesado
que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.



Félix María Samaniego

El gallo y el zorro

-- de Félix María Samaniego --

Un gallo muy maduro,
de edad provecta, duros espolones,
pacífico y seguro,
sobre un árbol oía las razones
de un zorro muy cortés y muy atento,
más elocuente cuanto más hambriento.

«Hermano», le decía,
«ya cesó entre nosotros una guerra
que cruel repartía
sangre y plumas al viento y a la tierra.
Baja; daré, para perpetuo sello,
mis amorosos brazos a tu cuello.»

«Amigo de mi alma»,
responde el gallo, «¡qué placer inmenso
en deliciosa calma
deja esta vez mi espíritu suspenso!
Allá bajo, allá voy tierno y ansioso
a gozar en tu seno mi reposo.

«Pero aguarda un instante,
porque vienen, ligeros como el viento,
y ya están adelante,
dos correos que llegan al momento,
de esta noticia portadores fieles,
y son, según la traza, dos lebreles.»

«Adiós, adiós, amigo,
dijo el zorro, «que estoy muy ocupado;
luego hablaré contigo
para finalizar este tratado.»
El gallo se quedó lleno de gloria,
cantando en esta letra su victoria:

Siempre trabaja en su daño
el astuto engañador;
a un engaño hay otro engaño,
a un pícaro otro mayor.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xciii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Para que los leas con tus ojos grises,
para que los cantes con tu clara voz,
para que llenen de emoción tu pecho,
hice mis versos yo.
Para que encuentren en tu pecho asilo
y les des juventud, vida, calor,
tres cosas que yo no puedo darles,
hice mis versos yo.
Para hacerte gozar con mi alegría,
para que sufras tú con mi dolor,
para que sientas palpitar mi vida,
hice mis versos yo.
Para poder poner ante tus plantas
la ofrenda de mi vida y de mi amor,
con alma, sueños rotos, risas, lágrimas,
hice mis versos yo.



Gutierre de Cetina

sobre un verso de ovidio que dice: «fit quoque longus amor, quem diffidentia nutrit»

-- de Gutierre de Cetina --

Escrito, aunque imposible al fin parece,
misterio es muy sabido y muy tratado,
que el amor en el firme enamorado
con los celos se aviva y se engrandece.
Cuanto dura el amor el ansia crece
y el deseo de verse asegurado,
sin que pueda aflojar un tal cuidado
mientras vive el recelo y prevalece.
Ni el furor, ni el más blando tratamiento,
ni aquel dulce gozar de cosa amada,
aseguran un alma temerosa.
No basta discreción ni sufrimiento,
ni esperanza en ajeno mal probada,
porque no cura amor ninguna cosa.



Gutierre de Cetina

ya me vi de pavor puesto tan alto

-- de Gutierre de Cetina --

De los bienes de amor tan regalado,
tan cerca de gozar, tan bien tratado,
que no temiera de fortuna el salto.
Mas, ¡ay, mísero yo!, ¿de qué me exalto,
si ahora de mi bien tan desdeñado,
tan fuera de pavor, tan agraviado
me veo, sin porqué tan pobre y falto?
ventura, ¿para qué, para qué han sido
juntos tantos regalos y favores?
¿para qué tanto bien? ¿para perdello?
mis altas esperanzas, ¿dó se han ido?
mas, ¡ay! que es ley de amor en los amores
que quien muda de fe, muera por ello.



Gutierre de Cetina

sobre la cubierta de un libro donde iban escriptas algunas cosas pastoriles

-- de Gutierre de Cetina --

Esta guirnalda de silvestres flores,
de simple mano rústica compuesta
en los bosques de arcadia, aquí fue puesta
en honra del cantar de los pastores,
a los cuales, si amor en sus amores
quiera jamás negar demanda honesta,
ruego, si bien el don tan bajo cuesta,
pueda este olmo gozar de mis sudores.
Que si algún tiempo con más docta mano
las acierto a tejer como maestro,
guardando a los pasados el decoro,
espero, y mi esperar no será en vano,
que el nombre pastoral del siglo nuestro
será tal cual fue ya en la edad del oro.



Gutierre de Cetina

por los ojos amor entra y derrama

-- de Gutierre de Cetina --

En el alma un ardor que la enflaquece;
el ansia de gozar, fuego parece;
templada obstinación su fuerza trama.
De un hijo que amor tiene, el cual se llama
deseo, la esperanza nace y crece;
mas contra el hijo y nieta el hado ofrece
un bastardo temor que los desama.
El fin que amor pretende es ser amado;
temor, que a ningún bien del padre alcanza,
viene contra los dos acompañado
de enojos, de sospechas, de mudanza,
desdén, ingratitud, celos, cuidado,
armado de mortal desconfianza.



Gutierre de Cetina

como la obscura noche al claro día

-- de Gutierre de Cetina --

Sigue con inefable movimiento,
así sigue al contento el descontento
de amor y la tristeza al alegría;
sigue al breve gozar luenga porfía,
al dulce imaginar sigue el tormento,
y al alcanzado bien el sentimiento
del perdido favor que lo desvía.
De contrarios está su fuerza hecha;
sus tormentas he visto y sus bonanzas,
y nada puedo ver que me castigue.
Ya sé qué es lo que daña y aprovecha;
mas ¿cómo excusará tantas mudanzas
quien ciego tras un ciego a ciegas sigue?



Gutierre de Cetina

no hallo ya en el mal inconveniente

-- de Gutierre de Cetina --

Ni en el bien, si lo alcanzo, me detengo;
el tiempo en que no os veo, aunque es muy luengo,
con el alma os estoy siempre presente.
Con tal orden templáis un accidente,
que en el mayor favor, si alguno tengo,
cuando en el disfavor a pensar vengo,
paso por él así livianamente.
Y el placer, el pesar, el riso, el llanto,
gozar y padecer, daño y provecho
igualmente por vos me satisface.
Sola una novedad me causa espanto:
teniendo de contrarios lleno el pecho,
¿cómo la división no lo deshace?



Gutierre de Cetina

quien tanto de su propio mal se agrada

-- de Gutierre de Cetina --

Señora, como yo, razón le falta,
ni por nuevo dolor se sobresalta,
ni del que ha de venir recela nada.
Quien tiene el alma ya tan transformada
en vos, por ocasión justa tan alta,
si de un extremo grande en otro salta,
bástale la memoria enamorada.
Si no os puede gozar, que os ha gozado,
quien no puede con lágrimas moveros,
con la esperanza puede remediarse.
Mas ¿en qué esperará un desesperado
quien tan lejos está del bien de veros?
¿basta pensar que os vio, basta acordarse?



Gutierre de Cetina

a los huesos de los españoles muertos en castinovo

-- de Gutierre de Cetina --

Héroes gloriosos, pues el cielo
os dio más parte que os negó la tierra,
bien es que por trofeos de tanta guerra
se muestren vuestros huesos por el suelo.
Si justo desear, si honesto celo
en valeroso corazón se encierra,
ya me paresce ver, o que se atierra
por vos la hesperia vuestra, o se alza a vuelo:
no por vengaros, no, que no dejaste
a los vivos gozar de tanta gloria,
que envuelta en vuestra sangre la llevaste,
sino para probar que la memoria
de la dichosa muerte que alcanzaste
se debe envidiar más que la victoria.



Gutierre de Cetina

entre osar y temer, entre esperanza

-- de Gutierre de Cetina --

Y un triste recelar desesperado,
entre gozo y dolor, entre un cuidado
y un cierto no sé qué de confianza,
entre aquel bien que un amador alcanza
mientra espera gozar lo deseado,
y entre aquel mal que siente un desdichado
que teme de fortuna en la bonanza,
vandalio, enamorado y temeroso,
está entre un cierto sí y un no más cierto,
no suceda a su bien fortuna aviesa,
cuando dijo: «¡dolor fiero, rabioso!,
hoy triunfas de mi vida, hoy seré muerto
si amarílida falta a su promesa».



Gutierre de Cetina

con aquel poco espíritu cansado

-- de Gutierre de Cetina --

Que queda al que el vivir le va dejando,
en brazos de amarílida llorando
vandalio, de salud desconfiado:
«no me duele el morir desesperado
dijo, pues con mi mal se va acabando,
mas duéleme que parto y no sé cuándo.
Señora, ¿habrás dolor de mi cuidado?»
la ninfa que con lágrimas el pecho
del mísero pastor todo bañaba:
«sin premio no será tu amor», decía.
Mas él, puesto en el paso más estrecho,
mucho más que el morir, pena le daba
no poder ya gozar del bien que oía.



Gutierre de Cetina

será verdad, ¡ay, dios!, serán antojos

-- de Gutierre de Cetina --

Este temor villano, este recelo?
¿será verdad, ¡ay dios!, el desconsuelo
que de nuevo da fuerza a mis enojos?
¿será verdad, ¡ay dios!, que vean mis ojos
gozar hombre mortal beldad del cielo?
¿será verdad, ¡ay dios!, que hay en el suelo
quien merece ganar tales despojos?
¿será verdad, ¡ay dios!, que de aquel gesto,
de aquel valor que es hoy al mundo extremo,
goce otro, si gozarle yo no debo?
¡ay, dios! si esto es verdad, muera yo presto;
acábeme el dolor del mal que temo,
y no la vista de él, a que me atrevo.



Gutierre de Cetina

carbón, si dar favor suele fortuna

-- de Gutierre de Cetina --

Carbón, si dar favor suele fortuna
a un fuerte corazón determinado;
¿quién como tú jamás fue tan osado
en cuanto rodea el sol y ve la luna?
¿quién tuvo, di, jamás razón alguna
para quejarse, como tú, del hado,
viniendo así a perder, por desdichado,
una ocasión tan alta y oportuna?
mas ¿qué digo perderte?, si acometiste
gozar del mayor bien que hay en el cielo,
que ya el acometer fue gran ventura.
Pero ¿cómo, carbón, si te encendiste,
en medio de tu ardor quedaste un hielo?
¿pudo más su beldad que tu locura?



Gutierre de Cetina

a un hombre loco llamado carbón, que estando furioso arremetió a besar a una dama

-- de Gutierre de Cetina --

Atrevido carbón, tan animoso
cuan falto de favor y de contento,
no se alabe faetón de atrevimiento
pues fue el tuyo más alto y más famoso.
Aquél, guiando al sol, de temeroso
hizo a los temerarios escarmiento,
tú pensaste gozar sin fundamento
de un nuevo sol más claro y más hermoso.
¿Cuál seso hay que iguale a tu locura?
¿cuál esfuerzo llega al bien de aventurarte
si tuvieras más fuerza o más ventura?
aunque siendo carbón, ponerte en parte
tan cerca de aquel sol de hermosura,
ya es ventura llegar y no abrasarte.



Gutierre de Cetina

como el que enfermedad de muerte tiene I

-- de Gutierre de Cetina --

Que está de su salud desconfiado,
ni se puede alegrar del mal pasado,
ni gozo entero haber del bien que viene;
pensando en el morir, si se detiene,
es porque el plazo cierto no ha llegado,
de cuya causa el mejorar de estado
ni lo asegura ya, ni lo entretiene;
tal el triste vandalio en la estrecheza,
envuelto en un temor con mil temores,
a la bella amarílida decía:
«poca seguridad, menos firmeza,
no me dejan gozar vuestros favores;
que un recelo mortal me los desvía».



Gutierre de Cetina

notorio es en el mundo aquel tormento

-- de Gutierre de Cetina --

Que en el infierno tántalo padece,
do el agua y el manjar le desfallece,
teniendo entre los dos perpetuo asiento.
Yo en el infierno acá que el sentimiento
a un alma triste, enamorada, ofrece,
de un fiero desear, que le parece,
infernalmente atormentar me siento.
Mas, ¡ay!, ¿qué digo yo? ¡quédesvarío!:
que su tormento es pena de pecado
y el mío injusto mal no merecido.
Y de tanto es más grave el daño mío,
que él desea el manjar que no ha probado
y yo el que solía gozar y he ya perdido.



Gutierre de Cetina

señora, si es amor, como se entiende

-- de Gutierre de Cetina --

Deseo de gozar la cosa amada,
¿de dó viene que esta alma enamorada
en el gozo mayor su fuego enciende?
si tanto dura amor cuanto contiende
al desear la cosa deseada,
pues la causa de amor es ya acabada
¿cómo dura el efecto y se defiende?
no es amor tal amor, mas desconcierto;
no es el favor el fin de esta porfía,
aunque muestra ser fin de los amores.
Amor nace del alma; el alma es cierto
que en parte es voluntad, y así la mía
desea la voluntad, no los favores.



Gutierre de Cetina

un año hizo ayer, ya es hoy pasado

-- de Gutierre de Cetina --

¡ay, dios!, ¿por qué lo traigo a la memoria?
que pudiera acabar la triste historia
que hora de nuevo amor ha comenzado.
Tal día como ayer pudo un cuidado
los despojos gozar de su victoria;
pude y no quise asegurar mi gloria
porque pensaba ser asegurado.
Pensé, digo, y fue justo que pensase
quien tales muestras vio, que eran, señora,
afectos, no ficción disimulada.
Tal fue un dar lugar que descansase
esta alma a quien llevar hacéis agora
menos honrosa carga y más pesada.



Gutierre de Cetina

huyendo va la trabajosa vida

-- de Gutierre de Cetina --

Del cansado vivir, que no lo quiere,
y el alma, de contenta en ver que muere,
en sus males no acierta a dar salida.
La esperanza cansada, embobecida,
tras un bien que será más mal si fuere,
viendo que falta ya fuerza en que espere,
a los pies del dolor queda rendida.
Poco puede tardar el bien que espero:
si el curso natural se ha detenido,
acabará el dolor tantos enojos.
Ya siento yo la muerte, y si no muero,
es que quiere el dolor que me ha vencido
poco a poco gozar de los despojos.



San Juan de la Cruz

Otras canciones a lo divino

-- de San Juan de la Cruz --

Un pastorcico solo está penando
Ajeno de placer y de contento
Y en su pastora puesto el pensamiento
Y el pecho del amor muy lastimado.

No llora por haberle amor llagado
Que no le pena verse así afligido
Aunque en el corazón está herido
Mas llora por pensar que está olvidado.

Que sólo de pensar que está olvidado
De su bella pastora con gran pena
Se deja maltratar en tierra ajena
El pecho del amor muy lastimado.

Y dice el pastorcico: "¡Ay desdichado
De aquel que de mi amor ha hecho ausencia
Y no quiere gozar la mi presencia
Y el pecho por su amor muy lastimado!"

Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
Sobre un árbol do abrió sus brazos bellos
Y muerto se ha quedado asido de ellos
Del pecho del amor muy lastimado.



Vicente Ruiz Llamas

Soneto inspirado en un cantar popular

-- de Vicente Ruiz Llamas --

No quiero que me quieras ni quererte
y fiero mal me causa el olvidarte,
quiero que no me adores ni adorarte
y tu ingrato desdén me da la muerte.

Lejos siempre de mí quiero tenerte
para gozar feliz con no mirarte
y profundo pesar es no hallarte
y negra pesadilla es no verte.

Pasó soñando el bienestar querido
y no logro calmar mi dolor fiero
que esperando el mañana apetecido

jamás consigo lo que tanto espero,
porque quiero olvidarte y no te olvido
y dejar de quererte y más te quiero.



Anónimo

Compañero, compañero...

-- de Anónimo --

-Compañero, compañero,
casóse mi linda amiga,
casóse con un villano,
que es lo que más me dolía.
Irme quiero a tornar moro
allende la morería,
cristiano que allá pasare
yo le quitaré la vida.
-No lo hagas, compañero,
no lo hagas, por tu vida.
De tres hermanas que tengo
darte he yo la más garrida,
si la quieres por mujer,
si la quieres por amiga.
-Ni la quiero por mujer,
ni la quiero por amiga,
pues que no pude gozar
de aquella que más quería.



Mario Benedetti

vamos juntos

-- de Mario Benedetti --

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.



Medardo Ángel Silva

Palabras de otoño

-- de Medardo Ángel Silva --

A Miguel Ángel Barona

Guárdate tus sonrisas: mi corazón hastiado,
como fruto en sazón, a la tierra se inclina;
la senda ha sido larga, amiga: estoy cansado,
y quisiera gozar de mi hora vespertina.

Odio aquellos amores de folletín: mi herida
no mendiga limosnas de piedades ajenas.
Yo tengo una tragedia, y se llama Mi vida:
para escribirla usé la sangre de mis venas.

Mi otoño anticipado me vuelve reflexivo;
me encuentras casi triste, sereno, pensativo;
no siento las delicias del flirt, es la verdad.

Mi espíritu se orienta hacia la eterna aurora,
hasta que la clepsidra de Dios anuncie la hora
de ser con mi Señor para la eternidad.



Miguel de Cervantes

Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla

-- de Miguel de Cervantes --

Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla,
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.

Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.

Esto oyó un valentón y dijo: «Es cierto
cuanto dice voacé, seor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente.»

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada
miró al soslayo, fuése y no hubo nada.



Miguel Hernández

27

-- de Miguel Hernández --

27
lluviosos ojos que lluviosamente
me hacéis penar: lluviosas soledades,
balcones de las rudas tempestades
que hay en mi corazón adolescente.
Corazón cada día más frecuente
en para idolatrar criar ciudades
de amor que caen de todas mis edades
babilónicamente y fatalmente.
Mi corazón, mis ojos sin consuelo,
metrópolis de atmósfera sombría
gastadas por un río lacrimoso.
Ojos de ver y no gozar el cielo,
corazón de naranja cada día,
si más envejecido, más sabroso.



Soneto con estrambote

-- de Juan Díaz Rengifo --

Este grandioso Túmulo erigido,
fúnebre pompa de cristiano afecto,
al más hermoso, y al mayor sujeto
que injusto triunfo de la Parca ha sido,

este consigo mismo competido,
de lealtad, y de amor piadoso efecto
funesto Ocaso es hoy del más perfecto
sol, que gozar España ha merecido.

Con un golpe mortal, en breve instante
al gran Philipo, su divina Aurora,
la Lis francesa, la beldad galante,

quitó, llevó la Muerte robadora:
Mas si en eterno imperio brillante,
tantos de gloria grados atesora.

Para que España llora
a Isabel de Borbón, que muerta yace,
si al Cielo Fénix inmortal renace.



Juan Nicasio Gallego

A Bernardina el día que cumplió catorce años

-- de Juan Nicasio Gallego --

Dorando alegre en la oriental ribera
frescos racimos que el otoño cría,
otra vez torna el apacible día
que abrió tus ojos a la luz primera.

¡Oh si tan grande mi ventura fuera
que en él gozar te viese, Dina mía,
esa edad de inocencia y alegría
triscando como sílfide ligera!

Si de tu vida en el risueño oriente
el dulce nombre de tu madre bella
formar te oí con labio balbuciente,

¿por qué me ha de negar infausta estrella
te mire ufano en tu verdor naciente,
y en gracias tantas competir con ella?



Juan Ramón Jiménez

su sitio fiel

-- de Juan Ramón Jiménez --

Las nubes y los árboles se funden
y el sol les trasparenta su honda paz.
Tan grande es la armonía del abrazo,
que la quiere gozar también el mar,
el mar que está tan lejos, que se acerca,
que ya se oye latir, que huele ya.
El cerco universal se va apretando,
y ya en toda la hora azul no hay más
que la nube, que el árbol, que la ola,
síntesis de la gloria cenital.
El fin está en el centro. Y se ha sentado
aquí, su sitio fiel, la eternidad.
Para eso hemos venido. (Cae todo
lo otro, que era luz provisional.)
Y todos los destinos aquí salen,
aquí entran, aquí suben, aquí están.
Tiene el alma un descanso de caminos
que han llegado a su único final.



Juan Ramón Jiménez

el día menos

-- de Juan Ramón Jiménez --

¡ya se arreglarán los sueños,
mañana se arreglarán!
¡hoy, a soltar y a gozar!
hoy para encontrar el amigo,
para olearse en los dos ríos,
para hablar con duras mujeres;
hoy para irisarse de césped,
para ventear a caballo,
para silbear en el árbol,
para acerarse en las montañas,
para huir por las luces anchas
perdido entre glorias ruidosas...
Hoy para la gran tensión fresca
de un vivir sin casa ni venda.
¡Ya se ordenarán los sueños,
mañana se ordenarán!
¡hoy, a romper y a cantar!



Juan Zorrilla de San Martín

Odio y amor

-- de Juan Zorrilla de San Martín --

El alma anhela amor: ley es del cielo;
y anhela aborrecer: ley de la tierra...
Odio y amor, indefinible anhelo,
que, del hombre infeliz, la historia encierra.
Infeliz yo no soy, mas que un desvelo,
una ilusión mi bienestar destierra.
¿Amaré a mi verdugo? Tengo miedo...
Odiar a mi ilusión... ¡Ah! no, no puedo!

Y ella acibara sin piedad mi vida;
es parte de mi ser que lo destroza;
gime el alma en sus brazos abatida
y sufre en el gozar: sufriendo goza.
No puedo amar esa ilusión mentida,
si la abandono, el corazón solloza;
ilusión: sufriré tu amor funesto;
más sabe que, al amarte, te detesto.



Julio Zaldumbide Gangotena

América y España

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Bolívar, tú que en mil gloriosas lides
romper supiste del león de España
la ira y poder, con más ilustre hazaña
que hizo en el león Nemeo Alcides;

hoy que sereno con tus pasos mides
el prado Elisio; que, la horrible saña
depuesta, habitas en feliz compaña
con las iberas almas de los Cides;

mira aquí las naciones que formaste
con España gozar la paz sagrada,
que tú allá con sus hijos asentaste:

que esta materna y filial lazada
que las une, romper tú no intentaste,
y estado habría a prueba de tu espada.



Evaristo Ribera Chevremont

la palabra

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

Palabra que te niegas a mi empeño;
palabra esquiva, más ardiente y pura,
cede al milagro de mi antiguo sueño
y entrégame tu amor y tu hermosura.

Yo sé que eres resumen y diseño.
Yo sé que eres espíritu y figura,
y que, si al dios de tu metal desdeño,
nunca podré tener tu arquitectura.

Sé para mí columna y también arco.
Sé para mí la flecha que del arco
hacia la luz del infinito parte.

Sé, por dominio creador, la cima
en la que, por empuje de la rima,
he de gozar la excelsitud del arte.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 45

-- de Francisco de Quevedo --

Espíritu gentil, rara belleza,
valor inmenso, afable cortesía,
dirección admirable, y gallardía
la mayor que se vio, y de más firmeza.
Cendrada lengua, angélica presteza,
desdén esquivo, suma bizarría,
como a vos a ninguna, silvia mía,
jamás lo quiso dar naturaleza.
Sólo el que no ha sabido conoceros
podrá vivir, señora, sin amaros,
y mayor desventura no es posible.
Mas yo, que merecí gozar de veros,
y hallo tanta gloria en contemplaros,
dejaros de adorar es imposible.



Francisco de Quevedo

A Celestina

-- de Francisco de Quevedo --

Yace en esta tierra fría,
Digna de toda crianza,
La vieja cuya alabanza
Tantas plumas merecía.

No quiso en el cielo entrar
A gozar de las estrellas,
Por no estar entre doncellas
Que no pudiese manchar.



Francisco Sosa Escalante

A R...

-- de Francisco Sosa Escalante --

¿Por qué pretendes bajo negra toca
La frente asi ocultar? ¿por qué el esbelto
Talle, se mira en el sayal envuelto
Y no hay sonrisas en tu linda boca?

El blanco seno que á gozar provoca,
Del mundo alegre por el mar revuelto,
No es dado contemplar, ni aquel resuelto
Andar, que aviva la esperanza loca.

Lega á olvido capricho tan extraño,
Y pues el mundo por gentil te adora.
Desnúdate el sayal, cese el engaño;

Que en celda solitaria solo mora
O la adusta vejez, ó el desengaño;
No aquella que tus gracias atesora.



Francisco Sosa Escalante

Al año de 1884

-- de Francisco Sosa Escalante --

Jamás te olvidaré! Cuando tus dias
Empezaba á contar, volví á aquel suelo
Do abrí los ojos á la luz del cielo,
Volando en alas de las ansias mías.

Las horas de la ausencia, tristes, frías,
Mi sér llenaron de amargura y duelo,
Y á mi cuna torné con el anhelo
De gozar mis pasadas alegrías.

En vez, entónces, del placer soñado.
Para el que fuera el corazón estrecho,
Año fatal, ¿qué fué lo que me diste?

De mi madre querida el cuerpo helado
Ante mis ojos en mortuorio lecho,
Dejando á mi alma solitaria y triste!



Francisco Sosa Escalante

Epitalamio (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Luce en tu frente la corona diva,
Nieve que en oro tu cabello engasta,
La corona nupcial, enseña casta
Que en tí el fulgor de la hermosura aviva.

Con hojas de la verde siempreviva
Permite que la adorne; pues no basta
Tanta dicha gozar, si al fín se gasta,
Si no es eterna, si en el bien no estriba.

Hoy que en tu sien alabastrina pone
Esa diadema Amor, á mi terneza
Este recuerdo tu bondad perdone:

Es un cielo el hogar, si la belleza
Dulce y amante su dintel traspone
Llevando por tesoro la pureza.



Francisco Villaespesa

a rogelio buendía manzano. poeta joven IV

-- de Francisco Villaespesa --

No volveré a gozar en tu mirada
la luz del paraíso, ni el fragante
reposo de tu seno palpitante
servirá a mis cansancios de almohada,
que un ángel silencioso, con su espada
de fuego, en los umbrales vigilante,
guarda la estrecha puerta de diamante
de mi perdido edén única entrada.
Jamás mi alma renacer espera
en la paz de tu eterna primavera.
Para siempre tus rosas he perdido...
¡Oh paraíso de mi amor postrero,
cuya entrada defiende con su acero
el ángel silencioso del olvido!



Clemente Althaus

A un recuerdo

-- de Clemente Althaus --

¿Por qué do quiera sin cesar me veo
de ti, triste recuerdo, perseguido,
en vano renovándome el deseo
de volver a gozar el bien perdido?

¡Quién las aguas me diera del Leteo
donde la paz se bebe del olvido!
¿De qué horrendo delito me hice reo
para dolor tan largo y desmedido?

Dulce felicidad desvanecida,
de mi memoria perenal castigo,
pues me diste tu eterna despedida,

y lejana esperanza ya no abrigo
de que te goce aún mi triste vida,
tu recuerdo perder debí contigo.



Clemente Althaus

A mi madre (2 Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Cuando empieza el mundo
a gozar quietud:
en aquellas horas
en que incierta luz
viste mar y tierra
aire y cielo azul,
y no es ya de día
ni de noche aún:
yo, triste viajero
que de Norte a Sur
y de Oriente a Ocaso
lleva su inquietud,
como el que a andar siempre
condenó Jesús,
que sólo me veo,
solo con mi cruz,
sin ningún consuelo
ni amigo ningún:
entonces recuerdo
mi patrio Perú,
hermanos, parientes,
leda juventud
amiga, y aquellos
que ya la segur
hirió de la fiera
contraria común.
Ero mi más tierna
memoria eres tú,
madre idolatrada,
de mis ojos luz;
y soy de tu vida
venturoso augur,
y cantos te envía
mi amante laúd:
¡llevarte éste quiera
afable querub
al limeño suelo
desde el andaluz!



Ramón María del Valle Inclán

la trae un cuervo

-- de Ramón María del Valle Inclán --

¡tengo rota la vida! en el combate
de tantos años ya mi aliento cede,
y al orgulloso pensamiento abate
la idea de la muerte, que la obsede.

Quisiera entrar en mí, vivir conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente.

¿Dónde la verde quiebra de la altura
con rebaños y músicos pastores?
¿dónde gozar de la visión tan pura

que hace hermanas las almas y las flores?
¿dónde cavar en paz la sepultura
y hacer místico pan con mis dolores?



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