Buscar Poemas con Goce


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Se han encontrado 39 poemas con la palabra goce

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José Ángel Buesa

poema del fracaso

-- de José Ángel Buesa --

Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer;
quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, soñó un sueñosonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer;
ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para él solo... Pero no pudo ser.
Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara,
con tu sonrisa clara, que es un amanecer;
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.
Y he de decirte adiós para siempre, querida,
sabiendo que te alejas para nunca volver,
quisiera retenerte para toda la vida...
¡Pero no puede ser! ¡pero no puede ser!

Poema poema del fracaso de José Ángel Buesa con fondo de libro

José Martí

¡dolor! ¡dolor! eterna vida mía

-- de José Martí --

¡dolor! ¡dolor! eterna vida mía,
ser de mi ser, sin cuyo aliento muero!
* * *
goce en buen hora espíritu mezquino
al son del baile animador, y prenda
su alma en las flores que el flotante lino
de mujeres bellísimas engasta:
goce en buen hora, y su cerebro encienda
en la rojiza lumbre de la incasta
hoguera del deseo:
yo, embriagado de mis penas, me devoro,
y mis miserias lloro,
y buitre de mí mismo me levanto,
y me hiero y me curo con mi canto,
buitre a la vez que altivo prometeo.

Poema ¡dolor! ¡dolor! eterna vida mía de José Martí con fondo de libro

Amado Nervo

perlas negras - rindióme al fin el batallar continuo

-- de Amado Nervo --

Rindióme al fin el batallar continuo
de la vida social; en la contienda,
envidiaba la dicha del beduino
que mora en libertad bajo su tienda.
Hui del mundo a mi dolor extraño,
llevaba el corazón triste y enfermo,
y busqué, como pablo el ermitaño,
la inalterable soledad del yermo.
Allí moro, allí canto, de la vista
del hombre huyendo, para el goce muerto,
y bien puedo decir como el bautista:
¡soy la voz del que clama en el desierto!

Poema perlas negras - rindióme al fin el batallar continuo de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Matilde, no te espantes que Felino

-- de Lope de Vega --

Matilde, no te espantes que Felino
ame a Valeria en público y secreto,
que el albedrío no ha de estar sujeto
y cada cual lo vive a su destino.

¿Qué nombre pierdes? ¿qué valor divino?
¿qué estimación? ¿qué prendas? ¿qué conceto?
¿quién fue tu fundador? ¿quién tu arquitecto?
¿qué Alejandro? ¿qué Rómulo? ¿qué Nino?

Así naciste, así es razón que seas,
deja que goce lo que más le agrada;
y si vivir sin él no te conviene,

mátate como Elisa la de Eneas,
que aunque Felino no te deja espada,
basta el dolor para quien honra tiene.



Luis Lloréns Torres

la luna durmió conmigo

-- de Luis Lloréns Torres --

Esta noche la luna no quiere que yo duerma.
Esta noche la luna saltó por la ventana.
Y, novia que se quita su ropa de azahares,
toda ella desnuda, se ha metido en ml cama.

Viene de lejos, viene de detrás de las nubes,
oreada de sol y plateada de agua.
Viene que huele a besos: quizá, esta misma noche,
la enamoró el lucero galán de la mañana.

Viene que sabe a selva: tal vez, en el camino,
la curva de su cola rozó con la montaña.
Viene recién bañada: acaso, bajo el bosque,
al vadear el arroyo, se bañó en la cascada.

Viene a dormir conmigo, a que la goce y bese,
y a cantar la mentira de que a ml solo me ama.
Y como yo, al oírla, por vengarme, le digo
mi amor es como el tuyo , ella se ha puesto pálida.

Ella se ha puesto pálida, y al besarme la boca,
me ilumina las sienes el temblor de sus lágrimas.
Ahora ya sé que ella, la que en suntuosas noches
da su cuerpo desnudo, a ml me ha dado el alma.



Manuel del Palacio

La doctrina de Epicuro

-- de Manuel del Palacio --

— No existe la virtud, Dios es un mito,
Humo la gloria y el amor quimera;
El que otra vida tras la muerte espera,
No tiene más cabeza que un chorlito.

Ora practique el bien, ora el delito,
La fortuna del hombre no se altera,
Pues al mirar la luz por vez primera
Ver puede en ella su destino escrito.

Todo es mentira en la existencia humana,
Y aquel que busca el goce eternamente
Sólo ve del placer la sombra vana.—

Así de Atenas á la pobre gente
Dijo el gran Epicuro una mañana...
Y se marchó á tomar el aguardiente.



Jaime Sabines

los he visto en el cine

-- de Jaime Sabines --

Frente a los teatros,
en los tranvías y en los parques,
los dedos y los ojos apretados.
Las muchachas ofrecen en las salas oscuras
sus senos a las manos
y abren la boca a la caricia húmeda
y separan los muslos para invisibles sátiros.
Los he visto quererse anticipadamente, adivinando
el goce que los vestidos cubren, el engaño
de la palabra tierna que desea,
el uno al otro extraño.
Es la flor que florece
en el día más largo,
el corazón que espera,
el que tiembla lo mismo que un ciego en un presagio.
Esa niña que hoy vi tenía catorce años,
a su lado sus padres le miraban la risa
igual que si ella se la hubiera robado.
Los he visto a menudo
a ellos, a los enamorados
en las aceras, sobre la yerba, bajo un árbol,
encontrarse en la carne,
sellarse con los labios.
Y he visto el cielo negro
en el que no hay ni pájaros,
y estructuras de acero
y casa pobres, patios,
lugares olvidados.
Y ellos, constantes, tiemblan
se ponen en sus manos,
y el amor se sonríe, los mueve, les enseña,
igual que un viejo abuelo desengañado.



Jorge Luis Borges

césar

-- de Jorge Luis Borges --

Aquí, lo que dejaron los puñales.
Aquí esa pobre cosa, un hombre muerto
que se llamaba césar. Le han abierto
cráteres en la carne de los metales.
Aquí la atroz, aquí la detenida
máquina usada ayer para la gloria,
para escribir y ejecutar la historia
y para el goce pleno de la vida.
Aquí también el otro, aquel prudente
emperador que declinó laureles,
que comandó batallas y bajeles
y que rigió el oriente y el poniente.
Aquí también el otro, el venidero
cuya gran sombra será el orbe entero.



Jorge Luis Borges

1964

-- de Jorge Luis Borges --

i
ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
Ii
ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.



Jorge Luis Borges

inscripción en cualquier sepulcro

-- de Jorge Luis Borges --

No arriesgue el mármol temerario
gárrulas transgresiones al todopoder del olvido,
enumerando con prolijidad
el nombre, la opinión, los acontecimientos, la patria.
Tanto abalorio bien adjudicado está a la tiniebla
y el mármol no hable lo que callan los hombres.
Lo esencial de la vida fenecida
la trémula esperanza,
el milagro implacable del dolor y el asombro del goce
siempre perdurará.
Ciegamente reclama duración el alma arbitraria
cuando la tiene asegurada en vidas ajenas,
cuando tú mismo eres el espejo y la réplica
de quienes no alcanzaron tu tiempo
y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra.



Jorge Luis Borges

emerson

-- de Jorge Luis Borges --

Ese alto caballero americano
cierra el volumen de montaigne y sale
en busca de otro goce que no vale
menos, la tarde que ya exalta el llano.
Hacia el hondo poniente y su declive,
hacia el confín que ese poniente dora,
camina por los campos como ahora
por la memoria de quien esto escribe.
Piensa: leí los libros esenciales
y otros compuse que el oscuro olvido
no ha de borrar. Un dios me ha concedido
lo que es dado saber a los mortales.
Por todo el continente anda mi nombre;
no he vivido. Quisiera ser otro hombre.



Jorge Riechmann

15

-- de Jorge Riechmann --

He perdido la partida.
Me confié, subestimé las fuerzas
de mi adversario. ¿Cómo no hacerlo?
grande era cual fronda de destrucción, profundas
sus raíces invisibles; pero tamaño goce en la muerte
desafiaba la imaginación.
Los primeros intercambios de golpes
fueron casi un juego, un modo apenas hostil del conocimiento.
¿Queríamos estrangularnos o abrazarnos?
la situación parecía abierta y los momentos decisivos
aún por venir. No me daba cuenta
de que habían pasado ya y cada minuto perdido
redundaba en beneficio suyo
sumaba hierro y cieno a mi derrota.
Mi implacable adversario
economista del tiempo
feroz equilibrista de lo irreversible.
Estoy perdido.
La falta de imaginación me condenó.
Ya todo el tiempo restante se lo descuento a la muerte.



César Vallejo

quisiera hoy ser feliz de buena gana

-- de César Vallejo --

Quisiera hoy ser feliz de buena gana,
ser feliz y portarme frondoso de preguntas,
abrir por temperamento de par en par mi cuarto, como loco,
y reclamar, en fin,
en mi confianza física acostado,
sólo por ver si quieren,
sólo por ver si quieren probar de mi espontáneaposición,
reclamar, voy diciendo,
por qué me dan así tánto en el alma.
Pues quisiera en sustancia ser dichoso,
obrar sin bastón, laica humildad, ni burro negro.
Así las sensaciones de este mundo,
los cantos subjuntivos, .
El lápiz que perdí en mi cavidad
y mis amados órganos de llanto.
Hermano persuasible, camarada,
padre por la grandeza, hijo mortal,
amigo y contendor, inmenso documento de darwin:
¿a qué hora, pues, vendrán con mi retrato?
¿a los goces? ¿acaso sobre goce amortajado?
¿más temprano? ¿quién sabe, a lasporfías?
a las misericordias, camarada,
hombre mío en rechazo y observación, vecino
en cuyo cuello enorme sube y baja,
al natural, sin hilo, mi esperanza...



Octavio Paz

la caída ii

-- de Octavio Paz --

Prófugo de mi ser, que me despuebla
la antigua certidumbre de mí mismo,
busco mi sal, mi nombre, mi bautismo,
las aguas que lavaron mi tiniebla.
Me dejan tacto y ojos sólo niebla,
niebla de mí, mentira y espejismo:
¿qué soy, sino la sima en que me abismo,
y qué, si no el no ser, lo que me puebla?
el espejo que soy me deshabita:
un caer en mí mismo inacabable
al horror del no ser me precipita.
Y nada queda sino el goce impío
de la razón cayendo en la inefable
y helada intimidad de su vacío.



Pedro Salinas

luz de la noche

-- de Pedro Salinas --

Estoy pensando, es de noche,
en el día que hará allí
donde esta noche es de día.
En las sombrillas alegres,
abiertas todas las flores,
contra ese sol, que es la luna
tenue que me alumbra a mí.
Aunque todo está tan quieto,
tan en silencio en lo oscuro,
aquí alrededor,
veo a las gentes veloces
prisa, trajes claros, risa
consumiendo sin parar,
a pleno goce, esa luz
de ellos, la que va a ser mía
en cuanto alguien diga allí
«ya es de noche».
La noche donde yo estoy
ahora,
donde tú estás junto a mí
tan dormida y tan sin sol
en esa
noche y luna del dormir,
que pienso en el otro lado
de tu sueño, donde hay luz
que yo no veo.
Donde es de día y paseas
te sonríes al dormir
con esa sonrisa abierta,
tan alegre, tan de flores,
que la noche y yo sentimos
que no puede ser de aquí.



Pedro Soto de Rojas

Persuasión

-- de Pedro Soto de Rojas --

Traslada el curso de las rejas duro
con sordos pasos a las blandas puertas,
que, si pretendes las del alma abiertas,
rotas las tiene ya mi llanto puro.

Ya es pretérito el tiempo que, futuro,
pudiera hacer mis esperanzas ciertas;
las horas miro a mis espaldas muertas,
que pretendí para vivir seguro.

Abre las puertas, ángel riguroso,
para que goce con descanso amigo,
tras tormento de amor, de amor reposo;

abre, si no las puertas, un postigo;
abre, que amor no es mal contagioso
ni es, aunque tira flechas, enemigo.



José Tomás de Cuellar

El árbol (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

ME siento como el arbol: de la tierra
Brotó mi ser y por la tierra aliento;
Pido á la tierra goce y alimento,
Ella el pasado y el presente encierra.

Pero al rayo de luz que de la altura
Me da vida y ventura,
Y por el que otra vida he concebido,
Vida y ventura sin cesar le pido.



Juan Boscán

A la tristeza

-- de Juan Boscán --

Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía;
mira bien que me destruyo
sólo en ver que el alegría
presume de hacerme suyo.

¡Oh, tristeza!
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar conmigo.
No huyas ni seas tal
que me apartes de tu pena;
soy tu tierra natural,
no me dejes por la ajena
do quizá te querrán mal.

Pero, di:
ya que estó en tu compañía,
¿cómo gozaré de ti,
que no goce de alegría?
Que el placer de verte en mí,
no hay remedio para echallo,
¿quién jamás estuvo así?
que de ver que en ti me hallo,
me hallo que estoy sin ti.

¡Oh ventura!
¡Oh amor, que tú hiciste
que el placer de mi tristura
me quitase de ser triste!
Pues me das por mi dolor
el placer que en ti no tienes,
porque te sienta mayor,
no vengas, que si no vienes,
entonces vernás mejor.
Pues me places,
vete ya, que en tu ausencia
sentiré yo lo que haces
mucho más que en tu presencia.



Gaspar María de Nava Álvarez

A la muerte de su dama

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Si después de la muerte, todavía
se encuentran nuestras voces dolorosas
y bajo las heladas duras losas
abrasa al pecho el fuego que solía,

prosiga el eco de la angustia mía;
y las verdes colinas que, envidiosas,
dividen nuestras tumbas silenciosas
lo aumenten y repitan a porfía;

para que sea el punto conducido
a Leyla en alas del piadoso viento
hiriendo con amor su tierno oído.

Así tendré al morir ese contento,
que aunque me halle ya a polvo reducido,
se goce Leyla con mi triste aliento.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lvi

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Hoy como ayer, mañana como hoy
¡y siempre igual!
un cielo gris, un horizonte eterno
y andar..., Andar.
Moviéndose a compás como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia del cerebro
dormida en un rincón.
El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándole sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.
Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae,
y cae sin cesar.
Así van deslizándose los días
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer..., Y todos ellos
sin goce ni dolor.
¡Ay!, ¡a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir...
Amargo es el dolor; ¡pero siquiera
padecer es vivir!



Gutierre de Cetina

será verdad, ¡ay, dios!, serán antojos

-- de Gutierre de Cetina --

Este temor villano, este recelo?
¿será verdad, ¡ay dios!, el desconsuelo
que de nuevo da fuerza a mis enojos?
¿será verdad, ¡ay dios!, que vean mis ojos
gozar hombre mortal beldad del cielo?
¿será verdad, ¡ay dios!, que hay en el suelo
quien merece ganar tales despojos?
¿será verdad, ¡ay dios!, que de aquel gesto,
de aquel valor que es hoy al mundo extremo,
goce otro, si gozarle yo no debo?
¡ay, dios! si esto es verdad, muera yo presto;
acábeme el dolor del mal que temo,
y no la vista de él, a que me atrevo.



Gutierre de Cetina

de sola la ocasión ledo y gozoso

-- de Gutierre de Cetina --

Dijo vandalio a amor: «por un halago
corre en cama dorada el rico tago,
pactolo sea de perlas abundoso;
»desee con su virtud quedar famoso
el que el sacro laurel quiere por pago,
vaya arando la mar, cual hizo lago,
aquél que de riquezas es cuidoso;
»gobierne el reino aquel que lo procura,
sea el mundo de aquél que lo conquista,
y cada cual se goce con su estado.
»Yo no pido ni quiero más ventura
salvo que pueda de una dulce vista
solamente mirar y ser mirado».



Idea Vilariño

el olvido

-- de Idea Vilariño --

Cuando una boca suave boca dormida besa
como muriendo entonces,
a veces, cuando llega más allá de los labios
y los párpados caen colmados de deseo
tan silenciosamente como consiente el aire,
la piel con su sedosa tibieza pide noches
y la boca besada
en su inefable goce pide noches, también.

Ah, noches silenciosas, de oscuras lunas suaves,
noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas,
en un aire hecho manos, amor, ternura dada,
noches como navíos...

Es entonces, en la alta pasión, cuando el que besa
sabe ah, demasiado, sin tregua, y ve que ahora
el mundo le deviene un milagro lejano,
que le abren los labios aún hondos estíos,
que su conciencia abdica,
que está por fin él mismo olvidado en el beso
y un viento apasionado le desnuda las sienes,
es entonces, al beso, que descienden los párpados,
y se estremece el aire con un dejo de vida,
y se estremece aún
lo que no es aire, el haz ardiente del cabello,
el terciopelo ahora de la voz, y, a veces,
la ilusión ya poblada de muertes en suspenso.



Andrés Héctor Lerena Acevedo

El monje

-- de Andrés Héctor Lerena Acevedo --

Vive alegre su vida, humilde el corazón,
bajo la albura intacta de un santo escapulario,
sintiendo el goce místico de la maceración,
en el convento en ruinas, viejo y estacionario.

En la quietud beatífica duerme la hora impávida
cantada por el bronce de un campanil sonante.
El cielo es lapiz-lázuli. Y una atmósfera grávida
de sol y de sahumerio baña el claustro fragante.

Salmodia el enclaustrado su fervor en el huerto,
plegando las dos manos, rígido como un muerto.
La esquila conventual apaga su bullicio.

Es la hora de sexta. Y tramonta la tarde;
y, mientras reza el monje, divinamente, arde
una lámpara de oro bajo el tosco cilicio.



Antonio Machado

Glosa

-- de Antonio Machado --

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir. ¡Gran cantar!
Entre los poetas míos
tiene Manrique un altar.
Dulce goce de vivir:
mala ciencia del pasar,
ciego huir a la mar.
Tras el pavor de morir
está el placer de llegar.
¡Gran placer!
Mas ¿y el horror de volver?
¡Gran pesar!



Manuel Machado

Las mujeres de Romero de Torres

-- de Manuel Machado --

Rico pan de esta carne morena, moldeada
en un aire caricia de suspiro y aroma...
Sirena encantadora y amante fascinada,
los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...

Vuestros nombres, de menta y de ilusión sabemos:
Carmen, Lola, Rosario... Evocación del goce,
Adela... Las Mujeres que todos conocemos,
que todos conocemos ¡y nadie las conoce!

Naranjos, limoneros, jardines, olivares,
lujuria de la tierra, divina y sensüal,
que vigila la augusta presencia del ciprés.

En este fondo, esencia de flores y cantares,
os fijó para siempre el pincel inmortal
de nuestro inenarrable Leonardo cordobés.



Miguel Unamuno

Felix culpa

-- de Miguel Unamuno --

De fruta henchido el árbol de la vida
yérguese enfrente al árbol de la ciencia
lleno de flores de aromosa esencia
por Dios á nuestros padres prohibida.

Mas el provecho por el goce olvida
la mujer, y abusando de inocencia
al hombre da —feliz desobediencia!—
flor de saber que á más saber convida.



Juan Nicasio Gallego

A la misma

-- de Juan Nicasio Gallego --

Cuando mi bien el campo hermoseaba
que del Órbigo baña la corriente,
yo de su vista celestial ausente
solitario y lloroso me quejaba.

Hoy, que la veo al fin; hoy que esperaba
el dulce premio de mi amor ardiente,
hállola sin piedad, dura, inclemente,
y más mi angustia y mi dolor se agrava.

Pues bien, Pradina: si al afecto mío
perpetuo llanto y desamor le espera,
culpa de ausencia o del olvido impío;

goce yo tu sonrisa placentera,
y más que en fuerza de tu infiel desvío
gimiendo viva, y suspirando muera.



Juan Nicasio Gallego

A la señorita María de la Concepción Ganoso

-- de Juan Nicasio Gallego --

Aún en mi corazón, con fuego impreso,
y en mi atónito oído resonando,
dura el suspiro de tu acento blando,
más dulce que de amor el primer beso.

Al donoso ademán, al embeleso
de tu expresión y tus miradas, cuando
cantas el aire bético imitando,
¿quién, Corila gentil, no pierde el seso?

Bella, sensible, juguetona, esquiva,
me exalto, y río, y me estremezco, y lloro
al eco de tu voz tierna o festiva.

¡Feliz quien goce el mágico tesoro
de tantas gracias, y contigo viva,
y escuche de tu labio un: Yo te adoro.



Francisco Sosa Escalante

A Carmen (Sosa Escalante II)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Sin freno ni pudor, encenegada
Allí en las ondas del deleite impuro,
Tú vives sin pensar en lo futuro,
De tus deberes santos olvidada.

¿Quién puede contener la arrebatada
Corriente que te arrastra á un mal seguro?
Para volverte al bien ya no hay conjuro,
Y ruedas al abismo, despeñada.

¡Qué horrible despertar el que te espera
Tras ese sueño del amor insano!
¡Qué horrenda realidad tras la quimera

Del goce que imaginas soberano,
Al llegar la vejez adusta y fiera
Con sus arrugas y cabello cano....!



Francisco Sosa Escalante

A Lelia (Sosa Escalante II)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Hay en la luz de tus azules ojos,
¡Oh reina de la gracia y gentileza!
Irresistible imán, y tu belleza
Inspira glorias y disipa enojos.

Hay en la rosa de tus labios rojos
La dulzura que borra la tristeza,
Y pródiga te dió Naturaleza
Hechizos seductores por despojos.

Feliz quien pueda proclamar ufano
Que es dueño de tan cándida hermosura
Y escuche que le llames soberano;

Feliz quien goce tan sin par ventura,
Y desdichado aquel que implore en vano
El dulce beso de tu boca pura.



Francisco Sosa Escalante

A una viuda (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ostentabas ayer la negra toca,
Del luto el trage y el tupido velo,
Y no sentir piedad de tanto duelo
Era tener el corazón de roca.

Hoy en el baile seductor, provoca
Al gozo tu mirar; parece un cielo
Tu régio trage azul, y amante anhelo
Alienta al verte la esperanza loca.

Goce en la tumba de eternal reposo
Quien su nombre y amor te diera un día,
Jurando en el altar ser fiel esposo.

¡Quién en los muertos piensa! la alegría
Irradie, Célia, en tu semblante hermoso,
Sin llorar por quien tanto te quería.



Francisco Sosa Escalante

El baile

-- de Francisco Sosa Escalante --

Sus gratos sones melodiosa orquesta
Esparce por doquier, y las bujías
Derraman blanca luz, las alegrías
Iluminando de la hermosa fiesta.

Lucen su talle cual de palma apuesta,
Hechizos prodigando y simpatías,
Beldades seductoras cual los días
De Abril encantador en la floresta.

Rumor, cual nace al agitar sus alas
La brisa juguetona entre las flores,
De goce embriagador llena las salas,

Crujir de sedas, suspirar de amores,
De ardiente juventud todas las galas
Y el olvido de todos los dolores.



Francisco Sosa Escalante

La caída de las hojas (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Cayendo están las hojas; por el suelo
Las arrastra impetuoso torbellino;
Perdió la selva su esplendor divino,
Sus nubes de oro nuestro limpio cielo.

En las ramas del árbol no su duelo
Lamenta el ave en armonioso trino,
Ni halla sombra el viandante en su camino,
Ni hay para el pecho bienhechor consuelo.

Tristeza nada más! el alma mía
Al ver marchitas las hermosas flores
Que grata primavera ayer vestía,

Recuerda que así pasan los amores
Dejando solo la memoria impía
Del goce disfrutado en dias mejores.



José Martí

yo puedo hacer...

-- de José Martí --

Yo puedo hacer, puedo hacer
de esta desdicha una joya;
¡pero me la habrán de ver!
no, vive dios: ¡paso atrás!
mi pena es mi hija: ¡mi hija
no me la han de ver jamás!
son cómicos del dolor,
son llorones de su entierro,
son mercaderes de amor,
son indignos de placer
de sufrir y de querer
los que enseñan y venden
en libros y salas
su goce o dolor.



Clemente Althaus

A un recuerdo

-- de Clemente Althaus --

¿Por qué do quiera sin cesar me veo
de ti, triste recuerdo, perseguido,
en vano renovándome el deseo
de volver a gozar el bien perdido?

¡Quién las aguas me diera del Leteo
donde la paz se bebe del olvido!
¿De qué horrendo delito me hice reo
para dolor tan largo y desmedido?

Dulce felicidad desvanecida,
de mi memoria perenal castigo,
pues me diste tu eterna despedida,

y lejana esperanza ya no abrigo
de que te goce aún mi triste vida,
tu recuerdo perder debí contigo.



Invocación

-- de Clementina Isabel Azlor --

¡Oh Divino Pastor de las canciones!
Guía serás de mi rebaño lírico.
Confío más en tu saber empírico
que en el acierto de mis previsiones.
Estoy cansada ya de estas laderas,
y siento que mi vida se quebranta...
Para mí el manantial ¡gime!... ¡No canta!
Llévanos, ¡oh Pastor!, donde tú quieras.
¡Lejos, lejos!... Allá cerca del cielo
donde su vuelo audaz el cóndor tiende...
¡Oh! ¡Nada habrá que mi fervor no ofrende
por el goce instantáneo de mi anhelo!...
¿Riesgos?... ¡Avanza! Mi inquietud flamea,
y al paso seguirá mi mansedumbre,
sabiendo que un momento allá en la cumbre,
ebria de luz retozará la Idea.



Ramón María del Valle Inclán

rosaleda

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Cuando iba por la selva nocturna, sin destino,
escuché una esperanza cantar sobre el camino,
en la alborada de oro. Yo pasaba. Su canto
daba sobre una lírica fresca rama de acanto.

Saliendo de mi noche, me perdí en un recinto
de rosas. Por los métricos sellos de un laberinto,
los senderos en fuga culterana y ambigua,
conjugaban el tema de la fábula antigua.

Conversé con las rosas, y, como un amuleto,
recogí de las rosas el sideral secreto.
Los números dorados
de sus selladas cláusulas, me fueron revelados.

Mi alma se daba,
dándose gozaba,
y transcendía
su esencia en goce.
Se consumía
en la alegría
del que conoce.



Ricardo Güiraldes

El principio

-- de Ricardo Güiraldes --

Era el caos. Decir no y pensar cero.

En el eterno negar, fue brevemente la voluntad de ser. Origen del Sol.

El sol, en asombro de su luz, fue goce de existir; tanto amó su mirada, que pulularon las condensaciones de obscuridad; los astros.

Y los astros giraron de amor ante la gran pupila quieta.

Es el canto eterno en el caos sordo.

La tierra rueda, envuelta en hilachas de oro. Es esclava y amante. Su piel sensible tiene un escalofrío, pulsado por noches y días.

Y nosotros pasamos, como sobre un cutis que ama al contacto de una caricia, corre un tropel de mil vidas sensitivas, que nacen, gozan, sufren y mueren.

«La Porteña», 1914.



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