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Emilio Bobadilla

Destrucción conciente

-- de Emilio Bobadilla --

¡Alemania, Alemania, destructora conciente
de pueblos que tu orgullo caquéxicos juzgaba!
Tus huestes desatadas cual hórrido torrente,
cayeron sobre Europa, de incandecente lava!

¡Y sojuzgaste a Bélgica, mutilando sus villas,
a polvo reduciendo sus grandes bibliotecas;
bombardeando sus templos —de arte maravillas-,
y arrancando a sus gentes de dolor crueles muecas!

¡Y la Francia del Norte, la laboriosa Francia,
cayó bajo tu fuego, maltrecha, no sumisa,
y en su agonía retándote con bélica arrogancia!

¡Y en tu fiebre imposible de brutal desvarío,
le cuajaste en los labios a París la sonrisa
y al gigantesco Londres le diste escalofrío!

Poema Destrucción conciente de Emilio Bobadilla con fondo de libro

Clemente Althaus

El paso del mar Rojo

-- de Clemente Althaus --

Alza el caudillo de Israel la mano,
tendiendo al mar la portentosa vara,
y obediente a Moisés, el océano
en dos mitades su caudal separa;
y cual paredes de cristal, levanta
a un lado y otro un gigantesco muro,
y por el centro con enjuta planta,
el pueblo de Israel pasa seguro.
El fiero egipcio, que escaparse mira
la presa que ya toca su venganza,
al prodigio cegándole la ira,
en seguimiento de Israel se lanza.
Y cuando el postrimer Israelita
huella con salvo pié la otra ribera,
y ya la hueste de Jehová maldita
el camino del mar ocupa entera,
dócil de nuevo de Moisés al mando,
torna la mar a su nivel primero,
en su profundo seno sepultando
«el carro y el caballo y caballero».

Poema El paso del mar Rojo de Clemente Althaus con fondo de libro

Ricardo Güiraldes

Reposo (Güiraldes)

-- de Ricardo Güiraldes --

Acostado sobre la tierra, en la calma absoluta de la noche, hilvano incoherencias.

Mis oídos se tienden hacia los sonidos. Un vago rumor, hecho de mil imperceptibles. Junto a mí, un pasto que escapa al peso del cuerpo cruje apenas. Y los otros, esos que crecen, también tendrán su canto.

Bruscamente evoco el zumbido inmenso de la tierra, en su girar sobre sí misma, mientras cruza el espacio. Ese ruido, como los otros, escapa a la receptividad de mis oídos incapaces.

¿Y si perdiera la tierra su atracción centrípeta?

Siéntome cruzar la atmósfera, despedido en impulso gigantesco.

Y mi alma va tras el infinito, infinitamente.

París, 1911.

Poema Reposo (Güiraldes) de Ricardo Güiraldes con fondo de libro

Ricardo Jaimes Freyre

el camino de los cisnes

-- de Ricardo Jaimes Freyre --

Crespas olas adheridas a las crines
de los ásperos corceles de los vientos;
alumbradas por rojizos resplandores,
cuando en yunque de montañas su martillo bate el trueno.

Crespas olas que las nubes obscurecen
con sus cuerpos desgarrados y sangrientos,
que se esfuman lentamente en los crepúsculos,
turbios ojos de la noche, circundados de misterio.

Crespas olas que cobijan los amores
de los monstruos espantables en su seno,
cuando entona la gran voz de las borrascas
su salvaje epitalamio, como un himno gigantesco.

Crespas olas que se arrojan a las playas
coronadas por enormes ventisqueros,
donde turban con sollozos convulsivos
el silencio indiferente de la noche de los hielos.



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