Buscar Poemas con Gentes


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Se han encontrado 58 poemas con la palabra gentes

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Lope de Vega

Sentado estaba el Padre de las gentes

-- de Lope de Vega --

Sentado estaba el Padre de las gentes
a los umbrales de su casa un día,
que en la mitad del cielo el sol ardía,
cuando miró tres ángeles presentes.
Las manos, que después tan obedientes
hallaron el cuchillo y la osadía,
juntó arrojado por la tierra fría,
y dijo a los varones eminentes:
«Para, Señor, aquí come y descansa
debajo de esta sombra entre estas flores,
si con tu gracia mi humildad abonas.
Lavaos los pies, el agua corre mansa».
Mas ¿cómo Señor dijo y no señores?
Porque adoraba un Dios en tres personas.

Poema Sentado estaba el Padre de las gentes de Lope de Vega con fondo de libro

Jaime Sabines

espero curarme de ti

-- de Jaime Sabines --

De pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? noes mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todaslas palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puedeprender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y tambiénel silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dosgentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivodel que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuandodigo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «sehizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías,te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «tequiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo.Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarloa la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entenderlas cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomiopara entrar a un panteón.

Poema espero curarme de ti de Jaime Sabines con fondo de libro

Hernando de Acuña

Cuando era nuevo el mundo y producía

-- de Hernando de Acuña --

Cuando era nuevo el mundo y producía
gentes, como salvajes, indiscretas,
y el cielo dio furor a los poetas
y el canto con que el vulgo los seguía,

fingieron dios a Amor, y que tenía
por armas fuego, red, arcos y saetas,
porque las fieras gentes no sujetas
se allanasen al trato y compañía;

después, viniendo a más razón los hombres,
los que fueron más sabios y constantes
al Amor figuraron niño y ciego,

para mostrar que de él y de estos hombres
les viene por herencia a los amantes
simpleza, ceguedad, desasosiego.

Poema Cuando era nuevo el mundo y producía de Hernando de Acuña con fondo de libro

Antonio Machado

He andado muchos caminos

-- de Antonio Machado --

He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra...
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.



Cristóbal de Castillejo

sonetos - gentes en estas partes tan extraña

-- de Cristóbal de Castillejo --

Gentes en estas partes tan extraña,
¿cómo habéis venido a nuestra españa
tan nuevas y hermosas clavellinas?

o ¿quién os ha traído a ser vecinas
del tajo, de sus montes y campaña?
o ¿quién es el que os guía y acompaña
de tierras tan ajenas peregrinas?-

-don diego de mendoça y garcilaso
nos truxeron, y boscán y luis de haro
por orden y favor del dios apolo.

Los dos llevó la muerte paso a paso,
solimán el uno y por amparo
nos queda don diego, y basta solo.

3



Alberti

EL ÁNGEL AVARO

-- de Alberti --

Gentes de las esquinas
de pueblos y naciones que no están en el mapa
comentaban.
Ese hombre está muerto
y no lo sabe.
Quiere asaltar la banca,
robar nubes, estrellas, cometas de oro,
comprar lo más difícil:
el cielo:
Y ese hombre está muerto.
Temblores subterráneos le sacuden la frente.
Tumbos de tierra desprendida,
ecos desvariados,
sones confusos de piquetas y azadas,
los oídos.
Los ojos,
luces de acetileno,
húmedas, áureas galerías.
El corazón,
explosiones de piedras, júbilos, dinamita.
Sueña con las minas.



Alfonsina Storni

La mirada

-- de Alfonsina Storni --

Mañana, bajo el peso de los años,
Las buenas gentes me verán pasar,
Mas bajo el peño oscuro y la piel mate
Algo del muerto fuego asomará.

Y oiré decir: ¿quién es esa que ahora
Pasa? Y alguna voz contestará:
-Allá en sus buenos tiempos
Hacía versos. Hace mucho ya.

Y yo tendré mi cabellera blanca,
Los ojos limpios, y en mi boca habrá
Una gran placidez y mi sonrisa
Oyendo aquéllo no se apagará.

Seguiré mi camino lentamente,
Mi mirada a los ojos mirará,
Irá muy hondo la mirada mía,
Y alguien, en el montón, comprenderá.



Alfonsina Storni

La mirada (Storni)

-- de Alfonsina Storni --

Mañana, bajo el peso de los años,
Las buenas gentes me verán pasar,
Mas bajo el peño oscuro y la piel mate
Algo del muerto fuego asomará.

Y oiré decir: ¿quién es esa que ahora
Pasa? Y alguna voz contestará:
-Allá en sus buenos tiempos
Hacía versos. Hace mucho ya.

Y yo tendré mi cabellera blanca,
Los ojos limpios, y en mi boca habrá
Una gran placidez y mi sonrisa
Oyendo aquéllo no se apagará.

Seguiré mi camino lentamente,
Mi mirada a los ojos mirará,
Irá muy hondo la mirada mía,
Y alguien, en el montón, comprenderá.



Amado Nervo

eso me basta

-- de Amado Nervo --

Este libro tiene muchos precedentes¹,
tantos como gentes
habrán sollozado
por un bien amado,
desaparecido,
por un gran amor extinguido.
Tal vez muchos otros lloraron mejor
su dolor que yo mi inmenso dolor,
quizá (como eran poetas mayores)
había en sus lágrimas muchos más fulgores...
Yo en mis tristes rimas no pretendo nada:
para mí es bastante
con que mi adorada
para siempre ida,
detrás de mi hombro las lea anhelante
y diga: este sí que es un buen amante
que nunca me olvida .



Amado Nervo

reparación

-- de Amado Nervo --

¡en esta vida no la supe amar!
dame otra vida para reparar,
¡oh dios!, mis omisiones,
para amarla con tantos corazones
como tuve en mis cuerpos anteriores;
para colmar de flores,
de risas y de gloria sus instantes;
para cuajar su pecho de diamantes
y en la red de sus labios dejar presos
los enjambres de besos
que no le di en las horas ya perdidas...
Si es cierto que vivimos muchas vidas
(conforme a la creencia
teosófica), señor, otra existencia
de limosna te pido
para quererla más que la he querido,
para que en ella nuestras almas sean
tan una, que las gentes que nos vean
en éxtasis perenne ir hacia dios
digan: ¡como se quieren esos dos!
a la vez que nosotros murmuramos
con un instinto lúcido y profundo
(mientras que nos besamos
como locos): ¡quizá ya nos amamos
con este mismo amor en otro mundo!



Góngora

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas

-- de Góngora --

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:
cascarse nubes, desbocarse vientos,
altas torres besar sus fundamentos,
y vomitar la tierra sus entrañas;

duras puentes romper, cual tiernas cañas;
arroyos prodigiosos, ríos violentos,
mal vadeados de los pensamientos
y enfrenados peor de las montañas;

los días de Noé, gentes subidas
en los más altos pinos levantados,
en las robustas hayas más crecidas.

Pastores, perros, chozas y ganados
sobre las aguas vi, sin forma y vidas,
y nada temí más que mis cuidados.



Góngora

A Don Cristobal de Mora

-- de Góngora --

Árbol de cuyos ramos fortunados
Las nobles moras son quinas reales,
Teñidas en la sangre de leales
Capitanes, no amantes desdichados;

En los campos del Tajo más dorados
Y que más privilegian sus cristales,
A par de las sublimes palmas sales,
Y más que los laureles levantados.

Gusano, de tus hojas me alimentes,
Pajarilla, sosténganme tus ramas,
Y ampáreme tu sombra, peregrino.

Hilaré tu memoria entre las gentes,
Cantaré enmudeciendo ajenas famas,
Y votaré a tu templo mi camino.



Líber Falco

Destino (Falco, 1954)

-- de Líber Falco --

La tarde declinaba
buscando lentamente
los pliegues de la noche.

Las gentes pasaban presurosas.
Todo en el mundo cumplía su destino.
Sólo tú y yo quedamos en sus bordes.
Mas, miré a mi costado, te busqué,
y ya no estabas a mi lado.



Manuel del Palacio

La hipocresía

-- de Manuel del Palacio --

¿Qué hacer, si de un color andan vestidos
El vicio y la virtud? ¿Con qué mirada
Distinguirá la mente atribulada
De los puros afectos los fingidos?

Sonrisas de placer, ayes sentidos,
¿Sois lo que ser debeis, ó no sois nada?
¿Quién adivina la verdad ansiada
Cuando mienten del pecho los latidos?

Disfrázase de ingenio la osadía,
La astucia de valor, y entre las gentes
Muestra el crímen aspecto de hidalguía.

Tal del Índico mar en las corrientes
Arroyos mil desaguan á porfía
¡Que pareciendo arroyos son torrentes!



Manuel del Palacio

Los santitos y los santones

-- de Manuel del Palacio --

— Díme, Colás, ¿qué gentes son aquellas?
— ¡Ay, Gil! de la plazuela son vecinos.
— ¿Cuál es su ocupación? —Mondar pepinos
Y ver de cuando en cuando las estrellas.

— ¿No han tenido ilusiones? —Y muy bellas.
— ¿Y hoy? — Comulgan con ruedas de molinos.
— ¡Desgraciados! —No tal; mira qué finos
Del que sube al poder siguen las huellas.

— Santitos me parecen. —Son santones.
— Deben estar tronados. —Ni por pienso.
— ¿Quién les trajo á tal punto? —Sus engaños.

Del campo liberal son cigarrones;
Su atmósfera mejor es el incienso,
Y su enemigo capital los años!



Manuel del Palacio

Semblanzas: XI

-- de Manuel del Palacio --

La patria de Pelayo y de Favila
Fué la patria también de este sugeto;
Vino á Madrid, y hablando á lo paleto
En la gente de Astúrias se hizo fila.

Según en cierto círculo se estila
Buscó de una influencia el amuleto,
Y un Conde, cuya historia yo respeto,
Le bautizó de sabio siendo un lila.

Ministro y diplomático famoso
Fué luego en ocasiones diferentes,
Y en casi todas ellas hizo el oso.

Jamás para reir mostró sus dientes;
Pasa por hábil, y aunque no es gracioso
Se repiten sus dichos por las gentes.



Jaime Sabines

me doy cuenta de que me faltas

-- de Jaime Sabines --

Y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.



Jaime Sabines

el mediodía en la calle, atropellando ángeles

-- de Jaime Sabines --

Violento, desgarbado;
gentes envenenadas lentamente
por el trabajo, el aire, los motores;
árboles empeñados en recoger su sombra,
ríos domesticados, panteones y jardines
transmitiendo programas musicales.
¿Cuál hormiga soy yo de estas que piso?
¿qué palabras en vuelo me levantan?
«lo mejor de la escuela es el recreo»,
dice judit, y pienso:
¿cuándo la vida me dará un recreo?
¡carajo! estoy cansado. Necesito
morirme siquiera una semana.



Jaime Sabines

los días inútiles

-- de Jaime Sabines --

Los días inútiles son como una costra
de mugre sobre el alma.
Hay una asfixia lenta que sonríe,
que olvida, que se calla.
¿Quién me pone estos sapos en el pecho
cuando no digo nada?
hay un idiota como yo andando,
platicando con gentes y fantasmas,
echándose en el lodo y escarbando
la mierda de la fama.
Puerco de hocico que recita versos
en fiestas familiares, donde mujeres sabias
hablan de amor, de guerra,
resuelven la esperanza.
Puerco del mundo fácil
en que el engaño quiere hacer que engaña
mientras ácidos lentos
llevan el asco a la garganta.
Hay un hombre que cae días y días
de pie, desde su cara,
y siente que en su pecho van creciendo
muertes y almas.
Un hombre como yo que se avergüenza,
que se cansa,
que no pregunta porque no pregunta
ni quiere nada.
¿Qué viene a hacer aquí tanta ternura fracasada?
¡díganle que se vaya!



Jorge Luis Borges

proteo

-- de Jorge Luis Borges --

Antes que los remeros de odisea
fatigaran el mar color de vino
las inasibles formas adivino
de aquel dios cuyo nombre fue proteo.
Pastor de los rebaños de los mares
y poseedor del don de profecía,
prefería ocultar lo que sabía
y entretejer oráculos dispares.
Urgido por las gentes asumía
la forma de un león o de una hoguera
o de árbol que da sombra a la ribera
o de agua que en el agua se perdía.
De proteo el egipcio no te asombres,
tú, que eres uno y eres muchos hombres.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 19

-- de Jorge Manrique --

Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan febridas,
los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados,
¿dónde iremos a buscallos?
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?
↑ cosas que se dan gratuitamente
↑ desproporcionadas
↑ bruñidas, relucientes
↑ enriques y reales: monedas
↑ adornos
↑ atrevidos
↑ buscarlos
↑ lluvias temporales
↑ las tierras húmedas



Diego Hurtado de Mendoza

Ahora en la dulce ciencia embebecido

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Ahora en la dulce ciencia embebecido
Ora en el uso de la ardiente espada,
Ahora esté la mano y el sentido
Puesto en seguir la caza levantada;

Ora el pesado cuerpo esté dormido,
Ahora el alma atenta y desvelada,
Siempre mi corazon tendrá esculpido
Tu sér y hermosura entretallada.

Entre gentes extrañas, do se encierra
El sol fuera del mundo y se desvia,
Viviré y moriré siempre desta arte.

En el mar y en el cielo y en la tierra
Contemplaré la gloria de aquel dia
Que mi vista te vió, y en toda parte.



Emilio Bobadilla

Destrucción conciente

-- de Emilio Bobadilla --

¡Alemania, Alemania, destructora conciente
de pueblos que tu orgullo caquéxicos juzgaba!
Tus huestes desatadas cual hórrido torrente,
cayeron sobre Europa, de incandecente lava!

¡Y sojuzgaste a Bélgica, mutilando sus villas,
a polvo reduciendo sus grandes bibliotecas;
bombardeando sus templos —de arte maravillas-,
y arrancando a sus gentes de dolor crueles muecas!

¡Y la Francia del Norte, la laboriosa Francia,
cayó bajo tu fuego, maltrecha, no sumisa,
y en su agonía retándote con bélica arrogancia!

¡Y en tu fiebre imposible de brutal desvarío,
le cuajaste en los labios a París la sonrisa
y al gigantesco Londres le diste escalofrío!



Emilio Bobadilla

El reloj de la iglesia

-- de Emilio Bobadilla --

El río se desangra por invisibles venas
y a veces por lo denso parece que se para.
¡De cuántas sollozantes y ominosas escenas
fué testigo su linfa, ayer tranquila y clara!

Resuenan por las calles monásticas los sables
y proyecta la luna sombras escurridizas:
sombras escurridizas de gentes miserables,
sin hogar y famélicas, las ropas hechas trizas.

Sin cabeza, a lo lejos, maltrecho el campanario,
que vigilaba el llano, sombrío se destaca
y clavado en el muro del templo milenario

del reloj el cuadrante, que se paró marcando
la hora —como en brusca parálisis cardíaca—
¡la hora inolvidable del bombardeo nefando!



Emilio Bobadilla

Sarcófagos y cunas

-- de Emilio Bobadilla --

Embermejan el aire las fábricas de guerra;
el hierro por el hierro martirizado grita
en las fraguas y tiembla hecha polvo la tierra
en que ayer espontánea brotó la margarita.

Monótonos osarios se han vuelto las campiñas;
los hogares sin lumbre, sin muebles las alcobas,
sin aves los corrales dejaron las rapiñas
y andan sin rumbo fijo las gentes, como bobas.

El bosque roto, negro, decapitado llora
la pérdida violenta de sus hojosas ramas
y ya no tiene pájaros que canten a la aurora...

Las urbes se despueblan comuna por comuna,
por la epidemia extintas, el asedio y las llamas...
¡Por cada cien sarcófagos se fabrica una cuna!



Ernesto Cardenal

epigrama XV

-- de Ernesto Cardenal --

Tú eres sola
entre las multitudes
como son sola
la luna
y sólo el sol
en el cielo
ayer estabas en el estadio
en medio de miles de gentes
y te divisé desde
que entré
igual que si hubieras
estado sola



Julián del Casal

día de fiesta

-- de Julián del Casal --

Un cielo gris. Morados estandartes
con escudo de oro; vibraciones
de altas campanas; báquicas canciones;
palmas verdes ondeando en todas partes;
banderas tremolando en los baluartes;
figuras femeninas en balcones;
estampido cercano de cañones;
gentes que lucran por diversas artes.
Mas, ¡ay!, mientras la turba se divierte
y se agita en ruidoso movimiento
como un mar de embravecidas olas,
circula por mi ser frío de muerte
y en lo interior del alma sólo siento
ansia infinita de llorar a solas.



Oliverio Girondo

corso

-- de Oliverio Girondo --

La banda de música le chasquea el lomo
para que siga dando vueltas
cloroformado bajo los antifaces
con su olor a pomo y a sudor
y su voz falsa
y sus adioses de naufragio
y su cabellera desgreñada de largas tiras de papel
que los árboles le peinan al pasar
junto al cordón de la vereda
donde las gentes
le tiran pequeños salvavidas de todos los colores
mientras las chicas
se sacan los senos de las batas
para arrojárselos a las comparsas
que espiritualizan
en un suspiro de papel de seda
su cansancio de querer ser feliz
que apenas tiene fuerzas para llegar
a la altura de las bombitas de luz eléctrica.



Pablo Neruda

poema 10 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.
Entonces, dónde estabas?
entre qué gentes?
diciendo qué palabras?
por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?
cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.



Pedro Salinas

luz de la noche

-- de Pedro Salinas --

Estoy pensando, es de noche,
en el día que hará allí
donde esta noche es de día.
En las sombrillas alegres,
abiertas todas las flores,
contra ese sol, que es la luna
tenue que me alumbra a mí.
Aunque todo está tan quieto,
tan en silencio en lo oscuro,
aquí alrededor,
veo a las gentes veloces
prisa, trajes claros, risa
consumiendo sin parar,
a pleno goce, esa luz
de ellos, la que va a ser mía
en cuanto alguien diga allí
«ya es de noche».
La noche donde yo estoy
ahora,
donde tú estás junto a mí
tan dormida y tan sin sol
en esa
noche y luna del dormir,
que pienso en el otro lado
de tu sueño, donde hay luz
que yo no veo.
Donde es de día y paseas
te sonríes al dormir
con esa sonrisa abierta,
tan alegre, tan de flores,
que la noche y yo sentimos
que no puede ser de aquí.



Pedro Salinas

la voz a ti debida - para vivir no quiero

-- de Pedro Salinas --

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«yo te quiero, soy yo».



José Pedroni

el grillo

-- de José Pedroni --

Un grillo manso que te quiere, amiga,
y que en quererte vanamente insiste,
cada vez que el silencio rehace
te silabea su reclamo triste.

Abre los ojos. No te duermas. Ponte
bien cerca, amiga, de mi pecho añoso;
y así, callados, escuchemos juntos
la campanita del cri-cri amoroso

entre las gentes del camino, siempre
un hombre humilde me propongo ser,
como el grillito que te quiere tanto
y que te canta sin dejarse ver.

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Juan Bautista Arriaza

La guarida del amor

-- de Juan Bautista Arriaza --

Amor, como se vio desnudo y ciego,
pasando entre las gentes mil sonrojos,
pensó en buscar unos hermosos ojos
donde vivir oculto y con sosiego.

¡Ay, Silvia!, vio los tuyos, vio aquel fuego
que rinde a tu beldad tantos despojos,
y hallando satisfechos sus antojos
en ellos parte a refugiarse, luego.

¡Qué extraño ver a tantos corazones
rendir, bien mío, los soberbios cuellos
y el yugo recibir que tú le pones!

Si a más de que esos ojos son tan bellos
está todo el amor con sus traiciones
haciéndonos la guerra dentro de ellos.



Gabriela Mistral

piececitos

-- de Gabriela Mistral --

A doña lsaura dinator
piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
dios mío!
¡piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!
el hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
una flor de luz viva
dejáis;
que allí donde ponéis
la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.
Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heroicos como sois
perfectos.
Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!



Garcilaso de la Vega

SONETO III

-- de Garcilaso de la Vega --

La mar en medio y tierras he dejado
de cuanto bien, cuitado, yo tenía;
y yéndome alejando cada día,
gentes, costumbres, lenguas he pasado.

Ya de volver estoy desconfiado;
pienso remedios en mi fantasía;
y el que más cierto espero es aquel día
que acabará la vida y el cuidado.

De cualquier mal pudiera socorrerme
con veros yo, señora, o esperallo,
si esperallo pudiera sin perdello;

mas no de veros ya para valerme,
si no es morir, ningún remedio hallo,
y si éste lo es, tampoco podré habello.



Garcilaso de la Vega

La mar en medio y tierras he dejado

-- de Garcilaso de la Vega --

La mar en medio y tierras he dejado
de cuanto bien, cuitado, yo tenía;
y yéndome alejando cada día,
gentes, costumbres, lenguas he pasado.

Ya de volver estoy desconfiado;
pienso remedios en mi fantasía;
y el que más cierto espero es aquel día
que acabará la vida y el cuidado.

De cualquier mal pudiera socorrerme
con veros yo, señora, o esperallo,
si esperallo pudiera sin perdello;

mas no de veros ya para valerme,
si no es morir, ningún remedio hallo,
y si éste lo es, tampoco podré habello.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxxv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

¿será verdad que cuando toca el sueño
con sus dedos de rosa nuestros ojos,
de la cárcel que habita huye el espíritu
en vuelo presuroso?
¿será verdad que, huésped de las nieblas,
de la brisa nocturna al tenue soplo,
alado sube a la región vacía
a encontrarse con otros?
¿y allí desnudo de la humana forma,
allí los lazos terrenales rotos,
breves horas habita de la idea
el mundo silencioso?
¿y ríe y llora y aborrece y ama
y guarda un rastro del dolor y el gozo,
semejante al que deja cuando cruza
el cielo un meteoro?
¡yo no sé si ese mundo de visiones
vive fuera o va dentro de nosotros:
lo que sé es que conozco a muchas gentes
a quienes no conozco!



Gutierre de Cetina

triste avecilla que te vas quejando

-- de Gutierre de Cetina --

Por feos ramos y por turbias fuentes,
pues que no son mis males diferentes,
vente agora aquí do estoy llorando.
Verásme de pesar desesperando,
de placer apartado y de las gentes,
después que aquellos ojos son ausentes,
por quien vivo muriendo y sospirando.
Tú lloras tu soledad y yo la mía:
consolémonos los dos pues que tenemos
una mesma razón de estar muriendo.
Y aquí, desamparados de alegría,
por aquestos desiertos andaremos
en llantos tristes contino gimiendo.



Gutierre de Cetina

siendo de vuestro bien, ojos ausentes

-- de Gutierre de Cetina --

¿qué veréis donde vais que no os ofenda?»
«oscuro sol, monstruosa luna horrenda,
tigres, osos, leones y serpientes».
«Oídos, ¿qué oiréis entre las gentes
«llanto, suspiros, lágrimas, contienda».
«Por el cuál camino iréis o por cuál senda
que espinas no piséis, pies diligentes
«boca, ¿qué gustarás?» «mortal veneno».
«Manos, ¿qué haréis» «cruel oficio».
«¿Y tú, mi corazón?» «dolor sin alma».
«Alma, ¿qué haréis vos?» «penar cual peno».
«Pues, ¡sus!, aparejaos al sacrificio,
oídos, ojos, pies, manos, boca, alma».



Gutierre de Cetina

vete, falsa visión, no me atormentes

-- de Gutierre de Cetina --

Déjame estar, que no quiero creerte;
mi ventura consiste en que no acierte,
tú quieres que lo sepa yo y las gentes.
Vete, temor villano y no me cuentes
cosa que con mi fe no se concierte;
vete, sospecha loca; ésta es mi suerte:
que me maten mil sombras aparentes.
Vete, fuego infernal, celosa furia,
fiera imaginación, cruel, dañosa;
no me deis, pues no os pido, el desengaño.
Creyendo el bien a nadie hago injuria.
¿Por qué queréis hacer tan sospechosa
a mi señora, y a mí un mal extraño?



Salvador Díaz Mirón

A mis versos

-- de Salvador Díaz Mirón --

Insensibles a fiestas y grimas
y con alas de luz de centellas,
pero esquivos a cautas doncellas,
difundíos por gentes y climas.

No sois gemas inmunes a limas
y con lampos de fijas estrellas,
sino chispas de golpes y mellas
y ardéis lascas de piedras de simas.

Pero hay siempre valer en las rimas.
Por que duran refranes? Por ellas,
y no suelen llevarlas opimas.

Id, las mías, deformes o bellas:
inspirad repugnancias o estimas,
pero no sin dejar hondas huellas.



San Juan de la Cruz

Cantar del Alma

-- de San Juan de la Cruz --

UÉ bien sé yo la fuente que mana y corre.
Aunque es de noche.

Aquella eterna fiante está escondida...
Qué bien sé yo do tiene su manida,
Aunque es de noche.

Su origen no lo sé, pues no le tiene,
Mas sé que todo origen de ella viene,
Aunque es de noche.

Sé que no puede ser cosa tan bella,
Y que cielos y tierra beben de ella.
Aunque es de noche.

Bien sé que suelo en ella no se halla,
Y que ninguno puede vadealla.
Aunque es de noche.

Su claridad nunca es escurecida,
Y sé que toda luz de ella es venida,
Aunque es de noche.

De ser tan caudalosas sus corrientes,
Que infiernos, cielos riegan, y a las gentes,
Aunque es de noche.

Aquesta eterna fuente está escondida,
En este vivo pan, por damos vida,
Aunque es de noche.

Aquí se está llamando a las criaturas,
Porque de esta agua se harten, aunque a escuras,
Aunque es de noche.

Aquesta viva fuente, que deseo.
En este pan de vida yo la veo.
Aunque es de noche.



Susurros

-- de Vicenta Castro Cambón --

YO escucho cuando el aura
conversa con las hojas,
y oirlas me divierte:
se dicen tantas cosas...!

Entonces me parece
que seres de mil formas
surgen por todas partes,
y viven, y dialogan.

Y no estoy sola nunca
y no estoy nunca sorda
si cerca de mí el viento
susurra entre las hojas.

En cambio, a veces, cerca
de gentes bulliciosas
se cierran mis oídos
y me siento tan sola...!



Vicente Ruiz Llamas

A la razón

-- de Vicente Ruiz Llamas --

Hermoso sol de la conciencia humana
que alumbras el sendero de la vida.
Antorcha inmaterial nunca extiguida,
reina del mundo y de su autor hermana.

Si el necio orgullo y la ambición insana
te tuvieron ayer obscurecida,
potente luz para reinar nacida,
tú regirás los mundos del mañana.

Darás leyes sin fin, justos renombres
alcanzarás y glorias esplendentes
de Polo a Polo con distintos nombres

y con ritos e idiomas diferentes,
altares te alzarán todos los hombres
y culto te darán todas las gentes.



Anónimo

Por Guadalquivir arriba...

-- de Anónimo --

Por Guadalquivir arriba
cabalgan caminadores,
que, según dicen las gentes,
ellos eran buenos hombres:
ricas aljubas vestidas,
y encima sus albornoces,
capas traen aguaderas,
a guisa de labradores.
Daban cebada de día
y caminaban de noche,
no por miedo de los moros,
mas por las grandes calores.
Por sus jornadas contadas
llegados son a las Cortes;
sálelos a recibir
el rey con sus altos hombres.
-Viejo que venís, el Cid,
viejo venís y florido.
-No de holgar con las mujeres,
mas de andar en tu servicio,
de pelear con el rey Búcar,
rey que es de gran señorío,
de ganarle las sus tierras,
sus villas y sus castillos;
también le gané yo al rey,
el su escaño tornido.



Marilina Rébora

multiplicación de los panes

-- de Marilina Rébora --

Multiplicación de los panes
tan sólo cinco panes, tenemos, y dos peces
exclaman los discípulos mientras jesús observa,
son cinco mil las gentes, hasta más que otras veces.
No importa, que se sienten allí, sobre la hierba;
y ya panes y peces multiplica su arte.
Y son peces y panes lo que se distribuye
para que cada uno saboree su parte,
que el refrigerio al fin en saciedad concluye.
Después que se recogen con prontitud los restos,
en verdad, esparcidos, no parecían tanto;
llenos hasta los bordes se colman doce cestos
y al obrar diligentes al maestro recuerdan,
que cauto les ha dicho, previsor entretanto:
recoged los pedazos, cuidad que no se pierdan,
el pan de dios por siempre será alimento santo.
Juan 6, 6-15.



Marilina Rébora

san juan bautista

-- de Marilina Rébora --

A bautizarse acuden las gentes al jordán.
Preguntaban algunos: ¿y qué haremos nosotros?
quien tiene dos vestidos, respondíales juan,
dé uno al que no tenga. Y preguntaban otros
(esta vez publicanos): y nosotros ¿qué haremos?
no exigir más, decíales, de lo que está ordenado.
Y a nosotros, maestro, dinos cómo obraremos
en nombre de los suyos, le requería un soldado.
No hagáis nunca extorsiones, contentaos con el sueldo.
Yo os bautizo con agua; mas otro ha de venir,
que ya está entre vosotros aunque no lo hayáis visto,
que con fuego bautiza. El usará del bieldo
para limpiar la era de acuerdo a lo previsto:
el trigo irá al granero, la paja a consumir.
Lucas 3, 10-14, 16,17.
Mateo 3, 11.
Juan 1, 26.



Marilina Rébora

confianza en la providencia de dios

-- de Marilina Rébora --

Confianza en la providencia de dios
no os acongojéis por falta de comida
y menos todavía por lo que el cuerpo cubre,
ya que más que el comer vale la propia vida
y más aún el cuerpo que lo que lo recubre.
Mirad las azucenas, no hilan pero crecen
y nadie se ha ataviado como ellas hasta ahora;
si dios así las viste y de nada adolecen,
qué no os dará a vosotros cuando llegue la hora.
Son las gentes del mundo las que corren en pos
de tantas de estas cosas que el mundo les procura,
mas sabe vuestro padre lo que habéis menester.
Buscad primero entrar en el reino de dios
para que a su presencia podáis comparecer
y todo lo demás tendréis de añadidura.
Lucas 12, 22, 23, 28-32.



Julio Herrera Reissig

La dicha (Herrera y Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

Todas -blancas ovejas fieles a su pastora-
recogidas en torno del modesto santuario,
agrúpanse las pobres casas del vecindario,
en medio de una dulce paz embelesadora.

La buena grey asiste a la misa de aurora...
Entran gentes oscuras, en la mano el rosario;
bendiciendo a los niños, pasa el pulcro vicario
y detrás la llavera, siempre murmuradora...

Se come el santuario musgoso la borrica
del doctor, que indignado un sochantre aporrea.
Transparente, en la calle principal, la botica

sugestiona a las moscas la última panacea.
Y a «ras» de su cuchillo cirujano, platica
el barbero intrigante: folletín de la aldea.



Julio Herrera Reissig

La procesión

-- de Julio Herrera Reissig --

El señor Cura, impuesto de sus oros sagrados,
Acaudilla el piadoso rebaño serraniego;
En voz alta exorciza los demonios, y luego
Salpica de agua santa las siembras y los prados.

Corean cien ladridos la procesión. Por grados,
Las músicas naufragan en el ancho sosiego...
Todo vuelve al divino mutismo solariego:
Gentes, rebaños, eras, parroquias y collados.

La emoción del crepúsculo pesa solemnemente.
Pájaros en triángulo vuelan sobre el torrente...
De cuando en cuando gime con unción oportuna,

La inválida miseria de un viejo carricoche...
Todo es grave. El castillo encantado de luna,
Llena de cuentos de hadas los campos y la noche.



Julio Herrera Reissig

las madres

-- de Julio Herrera Reissig --

Verde luz y heliotropo en los amplios confines...
El cielo, paso a paso, deviénese incoloro;
en la fuente decrépita iza un iris canoro
la escultura musgosa de los cuatro delfines.

Suena, de roca en roca, sus cándidos trintrines
la vagabunda esquila del rebaño, y en coro,
ante dios que retumba en la tarde, urna de oro,
los charcos panteístas entonan sus maitines.

Y a grave paso acuden, por los senderos todos,
gentes que rememoran los antiguos éxodos:
mujeres matronales de perfiles oscuros,

cuyas carnes a trébol y a tomillo trascienden,
ostentando el pletórico seno de donde penden
sonrosados infantes, como frutos maduros.



Julio Herrera Reissig

la dicha

-- de Julio Herrera Reissig --

Todas -blancas ovejas fieles a su pastora-
recogidas en torno del modesto santuario,
agrúpanse las pobres casas del vecindario,
en medio de una dulce paz embelesadora.

La buena grey asiste a la misa de aurora...
Entran gentes oscuras, en la mano el rosario;
bendiciendo a los niños, pasa el pulcro vicario
y detrás la llavera, siempre murmuradora...

Se come el santuario musgoso la borrica
del doctor, que indignado un sochantre aporrea.
Transparente, en la calle principal, la botica

sugestiona a las moscas la última panacea.
Y a «ras» de su cuchillo cirujano, platica
el barbero intrigante: folletín de la aldea.



Federico García Lorca

Café cantante

-- de Federico García Lorca --

Lámparas de cristal
y espejos verdes.

Sobre el tablado oscuro,
la Parrala sostiene
una conversación
con la muerte.
La llama,
no viene,
y la vuelve a llamar.
Las gentes
aspiran los sollozos.
Y en los espejos verdes,
largas colas de seda
se mueven.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 62

-- de Francisco de Quevedo --

O dulces, frescas aguas, transparentes,
que vuestra claridad a celia hurtaste,
cuando otra vez mis glorias murmuraste,
haciéndote dicho entere las gentes.
Si acaso, río ufano, acaso sientes
mi mal, y vos, o flores escuchaste
mis quejas, y algún tiempo acompañaste
vergonzosas mi fe con las corrientes.
Decid, pues sois testigos, este río
a mí, y a celia todo en un momento
no representa con dibujo raro:
murmurando decís a favor mío,
que a ella se parece en movimiento,
y a mí tan solamente en el ser claro.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 53

-- de Francisco de Quevedo --

Osar, temer, amar y aborrecerse,
alegre con la gloria atormentarse;
de olvidar los trabajos olvidarse;
entre llamas arder, sin encenderse;
con soledad entre las gentes verse,
y de la soledad acompañarse;
morir continuamente; no acabarse;
perderse, por hallar con qué perderse;
ser fucar de esperanza sin ventura,
gastar todo el caudal en sufrimientos,
con cera conquistar la piedra dura,
son efectos de amor en mis lamentos;
nadie le llame dios, que es gran locura:
que más son de verdugo sus tormentos.



Francisco de Quevedo

A un bujarrón

-- de Francisco de Quevedo --

Epitafio

Aquí yace Misser de la Florida,
y dicen que le hizo buen provecho
a Satanás su vida.
Ningún coño le vio jamás arrecho.
De Herodes fue enemigo, y de sus gentes,
no porque degolló los inocentes,
mas porque, siendo niños, y tan bellos,
los mando degollar, y no jodellos,
pues tanto amó los niños, y de suerte
(inmenso bujarrón hasta la muerte)
que si él en Babilonia se hallara,
por los tres niños en el horno entrara.

¡Oh tú, cualquiera cosa que seas,
pues por su sepultura te paseas,
o niño o sabandija,
o perro o lagartija,
o mico o gallo o mulo,
o sierpe o animal que tengas cosa
que de mil leguas se parezca a culo:
Guárdate del varón que aquí reposa,
que tras un rabo, bujarrón profundo,
si le dejan, vendrá del otro mundo!

No en tormentos eternos
condenaron su alma a los infiernos;
mas los infiernos fueron condenados
a que tengan su alma y sus pecados.
Pero si honrar pretendes su memoria,
di que goze de mierda, y no de gloria;
y pues tanta lisonja se le hace,
di: «Requiescat in culo, mas no in pace.»



José Martí

no leas en libros ajenos

-- de José Martí --

no leas en libros ajenos,
amores de gentes extrañas;
lee mejor los poemas que escribo
en tu frente gentil con mis miradas...
Y ve las de mirra e incienso
torres de humo azuladas,
que verde luz desde hoy que te he visto
de mí se escapan como de urna sagrada.



Roque Dalton García

estudio con algo de tedio

-- de Roque Dalton García --

Clov: llora
hamm: luego vive.
(Diálogo de fin de partida de beckett).
Tengo quince años y lloro por las noches.
Yo sé que ello no es en manera alguna peculiar
y que antes bien hay otras cosas en el mundo
más apropiadas para decíroslas cantando.
Sin embargo hoy he bebido vino por primera vez
y me he quedado desnudo en mis habitaciones para sorber la tarde
hecha minúsculos pedazos
por el reloj.
Pensar a solas duele. No hay nadie a quien golpear.No hay nadie
a quien dejar piadosamente perdonado.
Está uno y su cara. Uno y su cara
de santón farsante.
Surge la cicatriz que nadie ha visto nunca,
el gesto que escondemos todo el día,
el perfil insepulto que nos hará llorar y hundirnos
el día en que lo sepan todo las buenas gentes
y nos retiren el amor y el saludo hasta los pájaros.
Tengo quince años de cansarme
y lloro por las noches para fingir que vivo.
En ocasiones, cansado de las lágrimas,
hasta sueño que vivo.
Puede ser que vosotros no entendáis lo queson estas cosas.
Os habla, más que yo, mi primer vino mientras la piel que
sufro bebe sombra



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