Buscar Poemas con Florecen


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Se han encontrado 14 poemas con la palabra florecen

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Abraham Valdelomar

Desolatrix

-- de Abraham Valdelomar --

Un álbum... Una dama que entre los folios tersos
ha de buscar inquieta la ofrenda primorosa...
La pluma está en mi mano vacilante y medrosa,
pero en mi corazón no florecen los versos.

Yo no creo que el lírico valor de mis esfuerzos
haga brotar en mi alma la ofrenda primorosa:
un secreto dolor, cual pétalos de rosa,
mis más amados ritmos se ha llevado dispersos.

Hoy quisiera, señora, cantar vuestros hermosos
prestigios, el divino don de vuestra belleza,
vuestro selecto espíritu elogiar en mi canto,

pero a mi derredor sólo escucho sollozos,
ya sólo me acompañan mi perenne tristeza
y este mi corazón que se deshace en llanto...

Poema Desolatrix de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Alfonsina Storni

Agrio está el mundo

-- de Alfonsina Storni --

Agrio está el mundo
inmaduro,
detenido;
sus bosques
florecen puntas de acero;
suben las viejas tumbas
a la superficie;
el agua de los mares
acuna
casas de espanto.

Agrio está el sol
sobre el mundo,
ahogados en los vahos
que de él ascienden,
inmaduro,
detenido.

Poema Agrio está el mundo de Alfonsina Storni con fondo de libro

Pablo Neruda

quién era aquella que te amó

-- de Pablo Neruda --

Quién era aquella que te amó
en el sueño, cuando dormías?
dónde van las cosas del sueño?
se van al sueño de los otros?
y el padre que vive en los sueños
vuelve a morir cuando despiertas?
florecen las plantas del sueño
y maduran sus graves frutos?

Poema quién era aquella que te amó de Pablo Neruda con fondo de libro

Pedro Julio Mir

pour toi

-- de Pedro Julio Mir --

Estoy de ti florecido
como los tiestos de rosas,
estoy de ti floreciendo
de tus cosas...
Menudo limo de amores
abona mis noches tuyas
y me florecen de sueños
como los cielos de luna...
Como tú mido los pasos
y la distancia es más corta,
hablo en tu idioma de amor
y me comprenden las rosas...
Es que ya estoy florecido.
Es que ya estoy floreciendo
de tus cosas.



José Ángel Buesa

mejor no quiero verte

-- de José Ángel Buesa --

Mejor no quiero verte...
Sería tan sencillo cruzar dos o tres calles
y tocar en tu puerta...
Y tú me mirarías con tus ojos sin brillo,
sin poder sonreírme:
con tu sonrisa muerta.
Mejor no quiero verte;
porque va a hacerme daño
pasar por aquel parque
de la primera cita.
Y no sé si aún florecen
los jazmines de antaño,
ni sé quién es ahora
la mujer más bonita.
Mejor no quiero verte;
porque andando en tu acera,
sentiré casi ajeno
todo lo que fue mío.
Aunque es sólo una esquina
donde nadie me espera,
y unos cristales rotos
en un balcón vacío.
Sí. Seguiré muriendo
de mi pequeña muerte
de hace ya tantos años,
el día que me fui.
Pues por no verte vieja,
mejor no quiero verte.
Pero tampoco quiero
que me veas tú a mí.



Salvador Rueda

sonetos I

-- de Salvador Rueda --

Venus, la de los senos adorados
que nutren de vigor savias y rosas;
la que al mirar derrama mariposas
y al sonreír florecen los collados;

la que en almas y cuerpos congelados
fecunda vierte llamas generosas,
de eros a las caricias amorosas
ostenta sus ropajes cincelados.

Ella es la fuerza viva, el soplo ardiente
de cuanto sueña y goza, piensa y siente;
de cuanto canta y ríe, vibra y ama.

En el niño es candor, eco en la risa;
en el agua canción, beso en la brisa,
ascua en corazón, flor en la rama.



Teófilo V. Méndez Ramos

El dolor de mi vida

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

Los sanos optimismos de mis mejores días,
aquellas soñaciones, perfume de mis años,
se van desvaneciendo con las melancolías
de las desilusiones y de los desengaños.

Jardines florecientes... Aromas... Luz de luna...
El parque rumoroso teñíase de plata;
los tibios besos de Ella y la tierna risa de una
fontana, desgranaban divina serenata,

Florecen los rosales... La fuente siempre ríe...
Y el beso de la amada mi boca no deslíe!

Mis ansías infinitas de ritmos y armonías,
anhelos imposibles de estrellas y de auroras,
rumores, aves, trinos y vagas melodías
me curan de la vida qué sangra a todas horas.



¡Oh, si fuera en el mes de las lilas!...

-- de Vicenta Castro Cambón --

EN setiembre florecen las lilas;
se puebla el jardín
de jacintos, narcisos y lirios
y el rosal empieza las rosas a abrir.

En setiembre las flores del pero
llueven mil a mil;
el naranjo se viste de azahares
y tiernos retoños ostenta e1 jazmín.

En setiembre las aves viajeras
vuelven al país,
y se llena de trinos el aire
y todo en setiembre convida a vivir.

Yo también soy un ave viajera;
al mundo nací
en el mes en que se abren las lilas
y exhalan los lirios perfume sutil;

pero a poco que anduve en la vida
mis alas sentí
destrozadas por flecha traidora
y fué un cautiverio mi triste existir.

Pero un día... De nuevo tendré alas.
Un día feliz
volaré como las golondrinas
y volaré lejos... Muy lejos de aquí!



Vicente Huidobro

Depart

-- de Vicente Huidobro --

De qué garganta sin plumas
brotaban las canciones

Una nube de humo y un pañuelo
Se batían al viento

Las flores del solsticio
Florecen al vacío

Y en vano hemos llorado
sin poder recogerlas

El último verso nunca será cantado

Levantando un niño al viento
Una mujer decía adiós desde la playa

Todas las golondrinas se rompieron las alas.



Vicente Huidobro

Sombra

-- de Vicente Huidobro --

La sombra es un pedazo que se aleja
Camino de otras playas

En mi memoria un ruiseñor se queja
Ruiseñor de las batallas
Que canta sobre todas las balas

Hasta cuando sangrarán la vida

La misma luna herida
No tiene sino una ala
El corazón hizo su nido
En medio del vacío

Sin embargo
Al borde del mundo florecen las encinas
Y la primavera viene sobre las golondrinas



Andrés Héctor Lerena Acevedo

Friso místico

-- de Andrés Héctor Lerena Acevedo --

Por el camino blanco marchan contritos
los monjes centenarios de la abadía,
meditando breviarios... Al irse el día,
por el camino blanco marchan contritos
en larga caravana, trágica y pía.

Barbas pontificales, barbas de plata,
idealizan sus férvidos rostros sagrados,
y, empuñando los mangos de sus cayados
que a la luz del crepúsculo florecen plata
como sombras que fueren marchan callados.

Venerables ascetas, austero rito,
practican en las horas santas del día.
Con los dorsos curvados hacia la vía
sus almas se remontan a lo Infinito
en un éxtasis mudo de eucaristía.

A lo lejos la torre del monasterio
comenta en lengua de oro sacros escritos,
mientras los viejos monjes marchan contritos
con su andar de fatiga, paz y misterio
que evoca, en el poniente, bíblicos mitos.

Muere el día. En el friso del horizonte
lucen las barbas cándidas como alabastros.
Y, al escalar los santos el arduo monte
en el altar supremo del horizonte
como si fueran cirios prenden los astros.



Evaristo Carriego

En el patio

-- de Evaristo Carriego --

Me gusta verte así, bajo la parra,
resguardada del sol del medio día,
risueñamente audaz, gentil, bizarra,
como una evocación de Andalucía.

Con olor a salud en tu belleza,
que envuelves en exóticos vestidos,
roja de clavelones la cabeza
y leyendo novelas de bandidos.

— ¡Un carmen andaluz, donde florecen,
en los viejos rincones solitarios,
los rosales que ocultan y ensombrecen
la jaula y el color de tus canarios! —

¡Cuántas veces no creo al acercarme,
todo como en un patio de Sevilla,
que tus más frescas flores vas a darme,
y a ofrecerme después miel con vainilla!



Francisco Villaespesa

la dama vestida de blanco

-- de Francisco Villaespesa --

Jardín blanco de luna, misterioso
jardín a toda indagación cerrado,
¿qué palabra fragante ha perfumado
de jazmines la paz de tu reposo?
es un desgranamiento prodigioso
de perlas, sobre el mármol ovalado
de la fontana clásica: un callado
suspirar; un arrullo tembloroso...
Es el amor, la vida... ¡Todo eso
hecho canción! la noche se ilumina;
florecen astros sobre la laguna...
¿Es la luna que canta al darte un beso,
o el ruiseñor que estremecido trina
al recibir los besos de la luna?



Francisco Villaespesa

los jardines de afrodita II

-- de Francisco Villaespesa --

Te vi muerta en la luna de un espejo encantado.
Has sido en todos tiempos elena y margarita.
En tu rostro florecen las rosas de afrodita
y en tu seno las blancas magnolias del pecado.
Por ti mares de sangre los hombres han llorado.
El fuego de tus ojos al sacrilegio incita,
y la eterna sonrisa de tu boca maldita
de pálidos suicidas el infierno ha poblado.
¡Oh, encanto irresistible de la eterna lujuria!
tienes cuerpo de ángel y corazón de furia,
y el áspid, en tus besos, su ponzoña destila...
Yo evoco tus amores en medio de mi pena...
¡Sansón, agonizante, se acuerda de dalila,
y cristo, en el calvario, recuerda a magdalena!



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