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Se han encontrado 11 poemas con la palabra flexible

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Ramón López Velarde

Boca flexible, ávida

-- de Ramón López Velarde --

Cumplo a mediodía
Con el buen precepto de oír misa entera
Los domingos, y a estas misas cenitales
Concurres tú, agudo perfil; cabellera
Tormentosa, nuca morena, ojos fijos;
Boca flexible, ávida de lo concienzudo,
Hecha para dar los besos prolijos
Y articular la sílaba lenta
De un minucioso idilio, y también
Para persuadir a un agonizante
A que diga amén.

Figura cortante y esbelta, escapada
De una asamblea de oblongos vitrales
O de la redoma de un alquimista:
Ignoras que en estas misas cenitales,
Al ver, con zozobra,
Tus ojos nublados en una secuencia
De Evangelio, estuve cerca de tu llanto
Con una solicita condescendencia;
Y tampoco sabes que eres un peligro
Armonioso para mi filosofía
Petulante... Como los dedos rosados
De un párvulo para la torre baldía
De naipes o dados.

Poema Boca flexible, ávida de Ramón López Velarde con fondo de libro

José Tomás de Cuellar

En el baile (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

LIGERA entre la nube de gasa transparente
Que en torno de sus formas se mira derramar,
Cual silfide voluble sus giros muellemente
A sujetar acierta el rígido compás.

Flexible el talle erguido, rosada la mejilla,
Turgente el blanco pecho, los labios de rubí,
De sus divinos ojos en la pupila brilla
Eléctrico un destello de nuestro amor felíz.

Su seno vírgen, puro, contemplo que se agita
Como del lago manso la superficie azul.
El corazón inquieto de súbito palpita,
De la esperanza loca á la radiante luz.

Poema En el baile (Cuéllar) de José Tomás de Cuellar con fondo de libro

José Tomás de Cuellar

En la muerte de la niña D***

-- de José Tomás de Cuellar --

.............................
Porque al abrirse las puertas
Del misterioso ataúd
Hallan paz, vida y contento
Los que mueren como tú.

Zorrilla.

TIERNO botón que en el pensil florido
Tus matices apenas ostentabas,
Y en la rama flexible,
A impulso de las brisas odorantes,
Con muelle oscilación te columpiabas.

Virginea flor, purísima azucena
De los jardines del edén caída

Poema En la muerte de la niña D*** de José Tomás de Cuellar con fondo de libro

Andrés Héctor Lerena Acevedo

Mar pagano

-- de Andrés Héctor Lerena Acevedo --

Llega un viento salobre. Leve arrebol
ruboriza las nubes, níveas y puras,
donde duermen las diosas de albas cinturas.
Como una lona náutica se anuncia el sol.

Las olas espumosas, veloz cuadriga,
se encabritan hinchando sus pechos de oro,
y hace chasquear el viento, frío y sonoro,
su látigo flexible como un auriga.

Resuenan estruendosas las olas hímnicas;
azules y festivas las aguas rítmicas
retozan bajo el ancho cielo amapola.

Y, luciente de espumas y de mariscos
Anfitrite, desnuda, sopla en los riscos,
con sus pulmones jóvenes, la caracola.



Medardo Ángel Silva

Lo tardío

-- de Medardo Ángel Silva --

Madre: la vida triste y enferma que me has dado
no vale los dolores que ha costado;
no vale tu sufrir intenso, madre mía,
este brote de llanto y de melancolía!
¡Ay! ¿Por qué no expiró el fruto de tu amor,
así como agonizan tantos frutos en flor?

¿Por qué, cuando soñaba mis sueños infantiles,
en la cuna, a la sombra de las gasas sutiles,
de un ángulo del cuarto no salió una serpiente
que, al ceñir sus anillos a mi cuello inocente,
con la flexible gracia de una mujer querida,
me hubiera libertado del horror de la vida...?

Más valiera no ser a este vivir de llanto,
a este amasar con lágrimas el pan de nuestro canto,
al lento laborar del dolor exquisito
del alma ebria de luz y enferma de Infinito!



Julio Flórez

Cárcel perpetua

-- de Julio Flórez --

Poem

Yo vivo encadenado a tu hermosura, lo mismo que a su roca, Prometeo, sin poder quebrantar la ligadura que me une a ti por más que forcejeo!

De qué delito bárbaro fui reo, para tener que soportar tan dura y a la vez dulce pena?, mi deseo es un placer que llega a la tortura!

Me atraes como abismo luminoso: Lucho, por arrancarme de tu lado, con las fuerzas terribles de un coloso!

Inútil! A vivir siempre abrazado a tu cuerpo flexible y harmonioso, parece q‘estuviera condenado!



Evaristo Ribera Chevremont

la décima criolla

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

La décima criolla -jalón del continente,
puntal de lo indohispano- de espíritu se llena.

De autoctonía vasta, de espíritu potente,
corre por nuestras zonas de planta, mar y arena.
Propio es su contenido, propio es su continente.

La décima es caliente, la décima es morena;
y uña de gato y diente de perro juntamente
brinda cuando, con rústicos instrumentos, resuena.
Al cuerpo, que es flexible, la gracia se le anuda.

Pica si se sazona, quema si se desnuda.
Pegando o requiriendo, la décima es de bríos.

Son ácidos y dulces los jugos de su entraña;
y en mi país, vestida de sol y miel, huraña
y amante, se da en sombra de tierras y bohíos.

Suma de eternidades, tus legados
ofrecen, por las gracias enhebrados,
los más nobles decires en su estilo.



Francisco Sosa Escalante

En un álbum (Sosa Escalante II)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Formó tu tez purísima la nieve
Que el sol de Enero esplendoroso baña
En la cima del áspera montaña
Que solo el cóndor á escalar se atreve.

Rosa es tu labio; tu cintura breve
Tan flexible y gentil como la caña;
De seda tu negrísima pestaña;
Tu voz tan dulce cual el aura leve.

Eva al nacer en el Eden divino,
Ménos hermosa fué, no fué tan pura
Ni encanto poseyó tan peregrino.

Que los cielos bendigan tu hermosura
Alejando al dolor de tu camino,
Y amor eterno forme tu ventura.



Francisco Villaespesa

autorretrato

-- de Francisco Villaespesa --

Por la espaciosa frente pálida y pensativa,
desciende la melena en dos rizos iguales.
Negros ojos miopes, gruesa nariz lasciva,
la faz oval y fina, los labios sensuales.
Sobre el flexible cuerpo, perturban la negrura
del enlutado traje que su dolor retrata,
el d'annunziano cuello con su nívea blancura
y con manchas sangrientas la flotante corbata.
Apura un cigarrillo kedive, reclinado
en un diván oscuro, y entre el humo azulado
del tabaco, sus ojos contemplan con amor
el azul de las venas sobre las manos finas,
dignas de rasgar velos de princesas latinas
y ceñir el anillo del santo pescador.



Ramón López Velarde

a sara

-- de Ramón López Velarde --

A sara
a j. De j. Núñez y domínguez
a mi paso y al azar te desprendiste
como el fruto más profano
que pudiera concederme la benévola
actitud de este verano.
(Blonda sara, uva en sazón: mi apego franco
a tu persona, hoy me incita
a burlarme de mi ayer, por la inaudita
buena fe con que creí mi sospechosa
vocación, la de un levita).
Sara, sara: eres flexible cual la honda
de david y contundente
como el lírico guijarro del mancebo;
y das, paralelamente,
una tortura de hielo y una combustión de pira;
y si en vértigo de abismo tu pelo se desmadeja,
todavía, con brazo heroico
y en caída acelerada, sostienes a tu pareja.
Sara, sara, golosina de horas muelles;
racimo copioso y magno de promisión, que fatigas.
El dorso de dos hebreos:
siempre te sean amigas
la llamarada del sol y del clavel; si tu brava
arquitectura se rompe como un hilo inconsistente,
que bajo la tierra lóbrega
esté incólume tu frente;
y que refulja tu blonda melena, como tesoro
escondido; y que se guarden indemnes como real sello
tus brazos y la columna
de tu cuello.



Ramón López Velarde

A Sara (López Velarde)

-- de Ramón López Velarde --

A J. DE J. Núñez y Domínguez

A mi paso y al azar te desprendiste
Como el fruto más profano
Que pudiera concederme la benévola
Actitud de este verano.

(Blonda Sara, uva en sazón: mi apego franco
a tu persona, hoy me incita
a burlarme de mi ayer, por la inaudita
buena fe con que creí mi sospechosa
vocación, la de un levita.)

Sara, Sara: eres flexible cual la honda
De David y contundente
Como el lírico guijarro del mancebo;
Y das, paralelamente,
Una tortura de hielo y una combustión de pira;
Y si en vértigo de abismo tu pelo se desmadeja,
Todavía, con brazo heroico
Y en caída acelerada, sostienes a tu pareja.

Sara, Sara, golosina de horas muelles;
Racimo copioso y magno de promisión, que fatigas.
El dorso de dos hebreos:
Siempre te sean amigas
La llamarada del sol y del clavel; si tu brava
Arquitectura se rompe como un hilo inconsistente,
Que bajo la tierra lóbrega
Esté incólume tu frente;
Y que refulja tu blonda melena, como tesoro
Escondido; y que se guarden indemnes como real sello
Tus brazos y la columna
De tu cuello.



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