Buscar Poemas con Flaqueza


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Se han encontrado 21 poemas con la palabra flaqueza

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Guarda mundo tu flaca fortaleza

-- de Juan Díaz Rengifo --

Guarda mundo tu flaca fortaleza,
fortaleza de carne no la quiero,
quiero servir a Aquel, en quien, si espero,
espero hará de roble mi flaqueza.

Flaqueza en la virtud es gran vileza,
vileza no consiente un caballero,
caballero en la sangre, no en dinero,
dinero, que oscurece la nobleza,

nobleza verdadera en Dios se halla,
hállala el que, a sí mismo despreciando,
preciando solo a Dios, en él se honra.

Honra Dios a los suyos, cuando calla,
calla porque en silencio está ayudando,
dando paciencia y honra en la deshonra.

Poema Guarda mundo tu flaca fortaleza de Juan Díaz Rengifo con fondo de libro

Lope de Vega

Dulce Señor, mis vanos pensamientos

-- de Lope de Vega --

Dulce Señor, mis vanos pensamientos
fundados en el viento me acometen,
pero por más que mi quietud inquieten
no podrán derribar tus fundamentos.
No porque de mi parte mis intentos
seguridad alguna me prometen
para que mi flaqueza no sujeten,
ligera más que los mudables vientos.
Mas porque si a mi voz, Señor, se inclina
tu defensa y piedad, ¿qué humana guerra
contra lo que Tú amparas será fuerte?
Ponme a la sombra de tu cruz divina,
y vengan contra mí fuego, aire, tierra,
mar, yerro, engaño, envidia, infierno y muerte.

Poema Dulce Señor, mis vanos pensamientos de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

¿Será bien aguardar, cuerpo indiscreto

-- de Lope de Vega --

¿Será bien aguardar, cuerpo indiscreto,
al tiempo que, perdidos los sentidos
escuchen, y no entiendan los oídos,
por la flaqueza extrema del sujeto?
¿Será bien aguardar a tanto aprieto,
que ya los tenga el final hielo asidos,
o en la vana esperanza divertidos,
que no siendo virtud no tiene efeto?
¿Querrá el jüez entonces ser piadoso?
¿Admitirá la apelación, si tiene
tan justas quejas, y es tan poderoso?
Oh vida, no aguardéis que el curso enfrene
el paso de la muerte riguroso:
que no es consejo el que tan tarde viene.

Poema ¿Será bien aguardar, cuerpo indiscreto de Lope de Vega con fondo de libro

César Vallejo

y no me digan nada

-- de César Vallejo --

Y no me digan nada,
que uno puede matar perfectamente,
ya que, sudando tinta,
uno hace cuanto puede, no me digan..
Volveremos, señores, a vernos con manzanas;
tarde la criatura pasará,
la expresión de aristóteles armada
de grandes corazones de madera,
la de heráclito injerta en la de marx,
la del suave sonando rudamente...
Es lo que bien narraba mi garganta:
uno puede matar perfectamente.
Señores,
caballeros, volveremos a vernos sin paquetes;
hasta entonces exijo, exijiré de mi flaqueza
el acento del día, que,
según veo, estuvo ya esperándome en mi lecho.
Y exijo del sombrero la infausta analogía del recuerdo,
ya que, a veces, asumo con éxito mi inmensidad llorada,
ya que, a veces, me ahogo en la voz de mi vecino
y padezco
contando en maíces los años,
cepillando mi ropa al son de un muerto
o sentado borracho en mi ataúd...



José María Heredia

Inmortalidad

-- de José María Heredia --

Cuando en el éter fúlgido y sereno
Arden los astros por la noche umbría,
El pecho de feliz melancolía
Y confuso pavor siéntese lleno.

¡Ay! ¡así girarán cuando en el seno
Duerma yo inmóvil de la tumba fría!...
Entre el orgullo y la flaqueza mía
Con ansia inútil suspirando peno,

Pero ¿qué digo? -Irrevocable suerte
También los astros a morir destina,
Y verán por la edad su luz nublada.

Mas superior al tiempo y a la muerte
Mi alma, verá del mundo la ruina,
A la futura eternidad ligada.



José Zorrilla

aparta de tus ojos la nube perfumada

-- de José Zorrilla --

Aparta de tus ojos la nube perfumada
que el resplandor nos vela que tu semblante da,
y tiéndenos, maría, tu maternal mirada,
donde la paz, la vida y el páramo está.
Tú, bálsamo de mirra; tú, cáliz de pureza;
tú, flor de paraíso y de los astros luz,
escudo sé y amparo de la mortal flaqueza
por la divina sangre del que murió en la cruz.
Tú eres, oh maría!, un faro de esperanza
que brilla de la vida junto al revuelto mar,
y hacia tu luz bendita desfallecido avanza
el náufrago que anhela en el edén tocar.
Impela, oh madre augusta!, tu soplo soberano
la destrozada vela de mi infeliz batel;
enséñale su rumbo con compasiva mano,
no dejes que se pierda mi corazón en él.



José Zorrilla

a maría plegaria

-- de José Zorrilla --

Aparta de tus ojos la nube perfumada
que el resplandor nos vela que tu semblante da,
y tiéndenos, maría, tu maternal mirada,
donde la paz, la vida y el paraíso está.
Tú, bálsamo de mirra; tú, cáliz de pureza:
tú, flor del paraíso y de los astros luz,
escudo sé y amparo de la mortal flaqueza
por la divina sangre del que murió en la cruz.
Tú eres ¡oh maría! un faro de esperanza
que brilla de la vida junto al revuelto mar,
y hacia tu luz bendita desfallecido avanza
el náufrago que anhela en el edén tocar.
Impela ¡oh madre augusta! tu soplo soberano
la destrozada vela de mi infeliz batel;
enséñale su rumbo con compasiva mano,
no dejes que se pierda mi corazón en él.



Garcilaso de la Vega

SONETO II

-- de Garcilaso de la Vega --

En fin, a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido;

mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuanto corta una espada en un rendido.

Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:

¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!



Garcilaso de la Vega

En fin, a vuestras manos he venido

-- de Garcilaso de la Vega --

En fin, a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido;

mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuanto corta una espada en un rendido.

Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:

¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!



Gutierre de Cetina

a la princesa de molfeta II

-- de Gutierre de Cetina --

Como el que de escorpión fue ya mordido,
si de allí en algún tiempo se le acuerda,
se altera, se demuda y desacuerda
y pierde la color y aun el sentido,
mi alma que improviso acaso vido
la beldad que a mi mal tan mal concuerda,
hizo que la color del rostro pierda
la memoria de haber sido ofendido.
No fue flaqueza, no, ni son amores:
la injuria al corazón ha salteado
y dio de justa cólera testigo.
No hace al caso, no, mudar colores,
señora, porque un hombre demudado
acomete mejor a su enemigo.



Hernando de Acuña

Pareciéndome flores los abrojos

-- de Hernando de Acuña --

Pareciéndome flores los abrojos,
teniendo por atajo un gran rodeo,
corrí tras la esperanza y el deseo,
dejada la razón por los antojos;

mas la miseria humana y sus enojos
me mostraron en fin mi devaneo
de suerte que, no viendo, ahora veo,
que, yendo a despeñarme, abrí los ojos.

Desde entonces quedé considerando
de cuán débil materia era el cimiento
donde fundé mil pensamientos vanos;

y esfuerza mi flaqueza, procurando
seguir con obras al entendimiento,
mas, señor don Martín, somos humanos.



Tomás de Iriarte

Al ver yo mil poetas zalameros

-- de Tomás de Iriarte --

Al ver yo mil poetas zalameros
que a sus damas llamaban serafines,
claveles, azucenas y jazmines,
diamantes, perlas, soles y luceros,

al ver cómo sus versos lisonjeros
de nácares llenaban y carmines,
los llamaba salvajes y rocines,
los trataba de locos y embusteros.

Hoy Cupido esta burla vengar quiere
mandando que de Orminta me apasione,
y con las armas que yo herí me hiere.

Que hable yo igual idioma ya dispone;
mas si hay quien mi flaqueza vitupere,
Amor, haz que de Orminta se aficione.



Antonio Ros de Olano

Eva (Antonio Ros de Olano)

-- de Antonio Ros de Olano --

Era, el Edén: la Creación, naciente,
tipos aislados del Autor divino,
y el Arte vislumbraba su destino
en la forma inicial de la serpiente.

Abrió la rosa al margen de la fuente:
mujer desnuda, en plácido camino,
llegó a mirarse el rostro peregrino
al limpio espejo de agua transparente.

Entonces fue la femenil flaqueza;
primera envidia, en donde al Arte cupo
enmendar la infantil naturaleza.

Eva la flor en su cabello supo
prender, y fueron de la ideal belleza
la mujer y la rosa el primer grupo.



Mariano José de Larra

A un mal artista

-- de Mariano José de Larra --

Tente, mentido Fidias que, profano,
dando al mármol inerte alma fingida
tornar imaginabas a la vida
a Cintia bella con esfuerzo vano.

La grosera facción tu inhábil mano
deja en la piedra a trechos esparcida,
que con torpe cincel hiere atrevida,
remedo informe del cincel de Cano.

No, si Apolo contigo fue severo,
te vengues crudo en la indefensa hermosa
del arte, con que lucha tu flaqueza.

Si la muerte, de hollarla temerosa,
sus rosas respetó, no tú más fiero
borrar pretendas su inmortal belleza.



Fernando de Herrera

Como en la cumbre ecelsa de Mimante

-- de Fernando de Herrera --

Como en la cumbre ecelsa de Mimante,
do en eterna prisión arde y procura
alzar la frente airada y guerra oscura
mover de nuevo al cielo el gran gigante,

se nota de las nubes, que delante
vuelan y encima en hórrida figura,
la calidad de tempestad futura,
que amenaza con áspero semblante,

así de mis suspiros y tristeza,
del grave llanto y grande sentimiento
se muestra el mal, que encierra el duro pecho.

Por eso no os ofenda mi flaqueza,
bella estrella de amor, que mi tormento
no cabe bien en vaso tan estrecho.



Fernando de Herrera

Dulce el fuego de amor, dulce la pena

-- de Fernando de Herrera --

Dulce el fuego de amor, dulce la pena,
y dulce de mi daño es la memoria
cuando renueva amor la antigua historia
que a su grave tormento me condena;

mas cuando hallo mi esperanza llena
de bien y de promesas de victoria,
un súbito dolor turba mi gloria,
y todos mis contentos desordena;

que será esta luz pura de belleza
la fe del justo amor en poca tierra
vuelta, y el fuego muerto que me inflama.

¡Oh vano ardor de la inmortal flaqueza!
¿Si el fin que ofrece paz de tanta guerra
no dejará aun ceniza de mi llama?



Fernando de Herrera

Si fuera esta la misma de belleza

-- de Fernando de Herrera --

Si fuera esta la misma de belleza
luz que mi dulce rey pintó serena,
juzgando lo que siento de mi pena,
pensara en ella ver vuestra grandeza;

mas tanta gloria y bien mortal flaqueza
no admite, y del deseo me condena,
que Amor no sufre, oh celestial sirena,
ni sufre veros cerca vuestra alteza.

Y es justo; que si viera de otra suerte,
creciera con tal ímpetu mi llama,
que mis cenizas fueran los despojos.

Mas, oh dichoso yo si de tal muerte
acabara; que el fuego que me inflama,
cual fénix me avivara en vuestros ojos.



Fernando de Herrera

Ya que nublosa sombra cubre, y frío

-- de Fernando de Herrera --

Ya que nublosa sombra cubre, y frío,
la blanca frente de este monte alzado,
y del grave Aquilón aliento helado
retarda el lento curso al hondo río,

siento de ingrata mano al pecho mío
nieve arrojada, y siento desmayado
mi fuego, y culpo mi deseo osado
y de Amor el tirano señorío;

que por un vano bien, que huye luego
y me deja dolor eterno, pierdo
de libertad amada la nobleza.

Mas ¡oh que acierta mal quien nada ciego!
y el que cuida, Fernando, ser más cuerdo,
descubre en tal hazaña más flaqueza.



Francisco de Quevedo

repite la fragilidad de la vida

-- de Francisco de Quevedo --

«qué otra cosa es verdad sino pobreza
en esta vida frágil y liviana?
los dos embustes de la vida humana,
desde la cuna, son honra y riqueza.
El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
en horas fugitivas la devana;
y, en errado anhelar, siempre tirana,
la fortuna fatiga su flaqueza.
Vive muerte callada y divertida
la vida misma; la salud es guerra
de su proprio alimento combatida.
¡Oh, cuánto, inadvertido, el hombre yerra:
que en tierra teme que caerá la vida,
y no ve que, en viviendo, cayó en tierra!



Clemente Althaus

A la naturaleza

-- de Clemente Althaus --

Que fiel logre mi verso retratarte
consiénteme, inmortal Naturaleza,
tú que de la verdad y la belleza
eres madre en la ciencia y en el arte.

Por poco que el mortal de ti se aparte,
en su profunda ceguedad tropieza;
mas, nunca escarmentada su flaqueza,
no cesa en todo tiempo de dejarte.

¡Cuántos vanos errores a porfía
reinar ves en tus locas criaturas,
muertos y renacientes cada día!

Pasan ellos: tú sola eterna duras,
siempre brindando al Arte y a Sofía
de belleza y verdad las fuentes puras.



Ramón López Velarde

A la traición de una hermosa

-- de Ramón López Velarde --

Tú que prendiste ayer los aurorales
Fulgores del amor en mi ventana;
Tú, bella infiel, adoración lejana
Madona de eucologios y misales:

Tú, que ostentas reflejos siderales
En el pecho enjoyado, grave hermana,
Y en tus ojos, con lumbre sobrehumana,
Brillan las tres virtudes teologales:

No pienses que tal vez te guardo encono
Por tus nupcias de hoy. Que te bendiga
Mi señor Jesucristo. Yo perdono

Tu flaqueza, y esclavo de tu hechizo
De tu primer hijuelo, dulce amiga,
Celebraré en mis versos el bautizo.



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