Buscar Poemas con Filis


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 42 poemas con la palabra filis

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

En media hora un soneto

-- de Dionisio de Solís --

¡En media hora un soneto! ¿A qué cristiano
a tan bárbaro afán se le condena?
¿Y es Filis quien lo quiere? ¿A qué otra pena
me sentenciara un Fálaris tirano?

Pues qué, ¿no hay más? O ¿están tan a la mano
los consonantes como en esta amena
margen del Turia la menuda arena
en que tu blanco pie se imprime ufano?

No, cara Filis; mándame otra cosa,
ora de riesgo sea, ora de afrenta;
que a cuanto de mis órdenes concedo.

Pero ¿un soneto, y qué, por ser tú hermosa,
en ello, al fin, mi necedad consienta?
No, Filis, no; perdóname: ¡no puedo!

Poema En media hora un soneto de Dionisio de Solís con fondo de libro

Vicente García de la Huerta

A un disgusto de Filis

-- de Vicente García de la Huerta --

Como si amor por sí, Filis, no fuera
bastante a ejercitar mi sufrimiento,
la malicia con ímpetu violento
en hacerme infeliz también se esmera.

Vierte la envidia su ponzoña fiera,
atosigando el alma con su aliento,
y la astucia a favor del valimiento
me calumnia, mi bien y me impropera.

Todos los males, Filis, mi constancia
podrá vencer; podré con mi paciencia
rendir del hado el proceder injusto.

Contrastará al rencor mi tolerancia
pero, ¿quién tendrá, Filis, resistencia
al verte, ay Dios, con el menor disgusto?

Poema A un disgusto de Filis de Vicente García de la Huerta con fondo de libro

Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 49

-- de Francisco de Quevedo --

Tan vivo está el retrato y la belleza
que amor tiene en el mundo por escudo,
que, con mirarle tan de cerca, dudo
cual de los dos formó naturaleza.
Teniéndole por filis, con presteza,
mi alma se apartó del cuerpo rudo,
en mí volví, corrido con tristeza.
En el llevar tras sí mi fe y deseo
es filis viva, pues su ser se incluye,
con cuyo disfavor siempre peleo.
Mas su rigor aquesto lo destruye,
y que no es filis al momento creo,
pues que de mí, mirándome, no huye.

Poema las tres musas últimas castellanas 49 de Francisco de Quevedo con fondo de libro

Alberto Lista

A Filis

-- de Alberto Lista --

En vano, Filis bella, afectas ira,
que es dulce siendo tuya, y más en vano
nos insulta ese labio soberano
do entre claveles la verdad respira.

Un tierno pecho que por ti suspira
esa linda esquivez adora en vano,
y por ser tuyo se contenta insano
si, no pudiendo amor, desdén te inspira.

No esperes que ofendidos tus amores
huyan de tu halagüeño menosprecio
ni de sufrir se cansen tus rigores;

aun más esclavos los tendrás que amores,
pues vale más, oh Filis, tu desprecio
que de mil hermosuras mil favores.



Diego de Torres Villarroel

a filis

-- de Diego de Torres Villarroel --

No encubras filis mía tus facciones
tus ojos apacibles y serenos,
solo en tus perfecciones se echa menos
el no comunicar tus perfecciones
no ves en las floridas estaciones
las flores en los cuadros más amenos
derramar su hermosura y dejar llenos
los sentidos rompiendo sus botones
tú eres un cuadro que el autor divino
plantó del mundo en el jardín hermoso
dando al sentido gloria en su pintura
no escondas, no, tu rostro peregrino
que le robas al mundo un bien precioso
mira que es bien ajeno la hermosura.



Diego de Torres Villarroel

al amor

-- de Diego de Torres Villarroel --

Ente chismoso, fábula, quimera,
diosecillo infernal, diablo cojuelo,
yo por ti ni un suspiro, ni un desvelo;
el diantre me llevará si tal diera
si filis con sus ojos no viniera
guardándote a mi rabia picaruelo
cuando tu arpón o tu carcaj o anzuelo
de haberme herido blasonar pudiera
si quieres ver al libre ceño mío
burlar el fuerte impulso de tus botes
sin filis ven conmigo a desafío
que sin más que mirarme a los bigotes
arañado saldrás de mi albedrío
y te daré muchísimos azotes.



Vicente García de la Huerta

Aprecio de las penas sufridas por Filis

-- de Vicente García de la Huerta --

Rodeado mi amor de inconvenientes,
víctima, Filis, soy de mi deseo;
y es mi fineza tal que hallo recreo
en que se frustren ansias tan ardientes.

Mas ¿que gloria mayor que al ver que sientes
mis desgracias por tuyas? Pues no creo
que pueda yo lograr mayor trofeo
ni ellas más premio que el que así me alientes.

Vengan pesares pues, vengan disgustos,
penas, fatigas, ansias, desconsuelos:
¡dichoso Hortelio cuanto más padece!

pues los males más graves trueca en gustos
saber que sólo a costa de desvelos,
y así penando, a Filis se merece.



Vicente García de la Huerta

Preferencia dada a todas las desdichas sobre los celos

-- de Vicente García de la Huerta --

De tu dueño tirano los recelos,
castigo de una vil desconfianza,
con dilatar el fin a mi esperanza
defraudan de su logro a mis anhelos.

Él pena, Filis, con sus duros celos,
y como tanto mal a mí me alcanza,
dudo a donde se inclina la balanza,
Filis, si a su pesar o mis desvelos.

Él goza, aunque celoso, tu hermosura,
si bien aborrecido; yo, privado
de tanta gloria, aunque adorado, muero.

Pero, ¿dónde me lleva mi locura?
Muera mil veces yo desesperado,
que antes morir que estar celoso quiero.



Vicente García de la Huerta

Remedio contra los celos de Filis

-- de Vicente García de la Huerta --

Si más me pides celos, Filis mía,
que te burlas creeré de mi fineza,
o que mal satisfecha tu belleza
de su merecimiento desconfía.

¿Quién goza de la luz del claro día
que busque de la noche la torpeza?
¿Y quién en la abundancia y la riqueza
que padece escasez persuadiría?

¿Será posible abrigues en tu idea
caprichos tan extraños o infundados
cuando te atreves a pedirme celos?

¿Quién habrá, Filis, que tus celos crea,
cuando en ti vea la copia de los cielos
y en mi el original del amor vea?



Mariano Melgar

Por no sé que capricho

-- de Mariano Melgar --

Por no sé qué capricho
Filis juró olvidarme.
Pasados pocos días,
Hizo otra ves las paces.
Pero fue tan gustoso
Aquel feliz instante,
Que le digo mil veces:
"Filis, vuelve a olvidarme,
Con tal que a pocos días
Vuelvas a hacer las paces".



Esteban Manuel de Villegas

Oda sáfica: Al Céfiro

-- de Esteban Manuel de Villegas --

Dulce vecino de la verde selva,
huésped eterno del abril florido,
vital aliento de la madre Venus,
Céfiro blando;

si de mis ansias el amor supiste,
tú, que las quejas de mi voz llevaste,
oye, no temas, y a mi ninfa dile,
dile que muero.

Filis un tiempo mi dolor sabía;
Filis un tiempo mi dolor lloraba;
quísome un tiempo, mas ahora temo,
temo sus iras.

Así los dioses con amor paterno,
así los cielos con amor benigno,
nieguen al tiempo que feliz volares
nieve a la tierra.

Jamás el peso de la nube parda
cuando amanece en la elevada cumbre,
toque tus hombros ni su mal granizo
hiera tus alas.



José Cadalso

renunciando al amor y a la poesía lírica con motivo de la muerte de filis

-- de José Cadalso --

Mientras vivió la dulce prenda mía,
amor, sonoros versos me inspiraste;
obedecí la ley que me dictaste,
y sus fuerzas me dio la poesía.
Mas ¡ay! que desde aquel aciago día
que me privó del bien que tu admiraste,
al punto sin imperio en mi te hallaste,
y hallé falta de ardor a mi talía.
Pues no borra su ley la parca dura,
a quien el mismo jove no resiste,
olvido el pindo y dejo la hermosura.
Y tú también de tu ambición desiste,
y junto a filis tengan sepultura
tu flecha inútil y mi lira triste.



José Cadalso

oda. filis doliente

-- de José Cadalso --

Si el cielo está sin luces
el campo está sin flores
los pájaros no cantan
los arroyos no corren
no saltan los corderos
no bailan los pastores
los troncos no dan frutos
los ecos no responden...
Es que enfermó mi filis
y está suspenso el orbe.



José Cadalso

muerta filis renuncia el poeta al amor y a la poesía

-- de José Cadalso --

Mientras vivió la dulce prenda mía,
amor, sonoros versos me inspiraste;
obedecí la ley que me dictaste,
y sus fuerzas me dio la poesía.
Mas ¡ay! que desde aquel aciago día
que me privó del bien que tú admiraste,
al punto sin imperio en mí te hallaste,
y hallé falta de ardor a mi talía.
Pues no borra su ley la parca dura,
a quien el mismo jove no resiste,
olvido el pindo y dejo la hermosura.
Y tú también de tu ambición desiste,
y junto a filis tengan sepultura
tu flecha inútil y mi lira triste.



Alberto Lista

La duda (Alberto Lista)

-- de Alberto Lista --

¿Si será de amistad, Filis hermosa,
la grata llama que en el pecho siento;
que como propio tu dolor lamento,
y soy feliz, cuando eres venturosa?

¿O será amor? Tu imagen deliciosa
grabada está en el alma, y el momento,
que obligado la deja el pensamiento,
me es ingrato el pensar, la vida odiosa.

Amor es. Este ardor de verte, este
inefable placer cuando te veo,
¿quién sino el dulce amor puede inspirarlo?

Mas ¡ay! es como tú puro y celeste;
e ignorando los fuegos del deseo,
halaga el corazón sin abrasarlo.



Lope de Vega

A Temis consultó Venus hermosa

-- de Lope de Vega --

A Temis consultó Venus hermosa,
viendo que el niño Amor no se aumentaba,
y que con otro, que esperando estaba,
se aumentaría, respondió la diosa.

Parió Venus a Anteros y, enfadosa,
también por lo bizarro greguizaba,
pues que correspondencia se llamaba,
y crecieron los dos edad dichosa.

Tus dientes fueron ya perlas de Oriente,
Filis, pero la edad (¡cruel sentencia!),
los de la encía superior desmiente.

No hay verdadero amor si hay diferencia;
porque aún para comer, de diente a diente,
es fuerza que ha de haber correspondencia.



Lope de Vega

Bien puedo yo pintar una hermosura

-- de Lope de Vega --

Bien puedo yo pintar una hermosura,
y de otras cinco retratar a Elena,
pues a Filis también, siendo morena,
ángel, Lope llamó, de nieve pura.
Bien puedo yo fingir una escultura,
que disculpe mi amor, y en dulce vena,
convertir a Filene en Filomena
brillando claros en la sombra escura.
Mas puede ser que algún lector extrañe
estas musas de amor hiperboleas,
y viéndola después se desengañe.
Pues si ha de hallar algunas partes feas,
Juana, no quiera Dios que a nadie engañe,
basta que para mí tan linda seas.



Lope de Vega

Erase el mes de más hermosos días

-- de Lope de Vega --

Bien puedo yo pintar una hermosura,
y de otras cinco retratar a Elena,
pues a Filis también, siendo morena,
ángel, Lope llamó, de nieve pura.

Bien puedo yo fingir una escultura,
que disculpe mi amor, y en dulce vena
convertir a Filene en Filomena,
brillando claros en la sombra escura.

Mas puede ser que algún letor extrañe
estas musas de Amor hiperboleas,
y viéndola después se desengañe.

Pues si ha de hallar algunas partes feas,
Juana, no quiera Dios, que a nadie engañe:
basta que para mi tan linda seas.



Lope de Vega

Quejósele una dama de un bofetón que le había dado su galán

-- de Lope de Vega --

Para que no compréis artificiales
rosas, señora Filis, Fabio os puso
las naturales, si el calor infuso
las puede conservar por naturales.

Ya que no os da regalos, da señales
de que os los ha de dar, galán al uso,
puesto que en la venganza estoy confuso,
viendo perlas en vos sobre corales.

¿Herir al sol en medio de su esfera?
¡Cruel temeridad! ¡Matad a Fabio!
Mas ¡ay, que vuestros brazos Fabio espera.

Y si amistades son el desagravio,
tantos celos me dais, que más quisiera
vengar las amistades que el agravio.



Lupercio Leonardo de Argensola

Dentro quiero vivir de mi fortuna

-- de Lupercio Leonardo de Argensola --

Dentro quiero vivir de mi fortuna
y huir los grandes nombres que derrama
con estatuas y títulos la Fama
por el cóncavo cerco de la luna.

Si con ellos no tengo cosa alguna
común de las que el vulgo sigue y ama,
bástame ver común la postrer cama,
del modo que lo fue la primer cuna.

Y entre estos dos umbrales de la vida,
distantes un espacio tan estrecho,
que en la entrada comienza la salida,

¿qué más aplauso quiero, o más provecho,
que ver mi fe de Filis admitida
y estar yo de la suya satisfecho?



Lupercio Leonardo de Argensola

Si quiere Amor que siga sus antojos

-- de Lupercio Leonardo de Argensola --

Si quiere Amor que siga sus antojos
y a sus hierros de nuevo rinda el cuello;
que por ídolo adore un rostro bello
y que vistan su templo mis despojos,

la flaca luz renueve de mis ojos,
restituya a mi frente su cabello,
a mis labios la rosa y primer vello,
que ya pendiente y yerto es dos manojos.

Y entonces, como sierpe renovada,
a la puerta de Filis inclemente
resistiré a la lluvia y a los vientos.

Mas si no ha de volver la edad pasada,
y todo con la edad es diferente,
¿por qué no lo han de ser mis pensamientos?



Diego de Torres Villarroel

Respuesta a Filis

-- de Diego de Torres Villarroel --

Mísero, pobre, solo y abatido,
vivo en este infeliz yermo poblado,
y no siendo elección ser desdichado
de ser tan desdichado estoy corrido:

no sirve la razón ni le ha servido
a quien domina lo cruel del hado,
que es infeliz a veces el cuidado,
como glorioso a veces el descuido.

En mandarme que viva alegremente
añades más tormentos a mis sustos,
pues no puedo ser, Filis, obediente.

¿Cómo podré esconderme a los disgustos
si es mártir cada cual del mal que siente,
y nadie es arquitecto de sus gustos?



Vicente García de la Huerta

A los desvelos de Hortelio

-- de Vicente García de la Huerta --

Busca el albergue en la tiniebla fría
de la noche el cansado caminante;
el rústico, artesano y negociante
acaban su fatiga con el día;

de los vientos la ruda rebeldía
en los puertos encierra al navegante,
y aun hace deponer su arnés brillante
a Marte del invierno la porfía;

reposa el ganadero en su majad
las abrasadas siestas del verano;
todos descansan por distintos modos.

Sólo Hortelio por ti, Filis amada,
nunca descansa de su afán tirano.
¿Por qué? porque interesa más que todos.



Vicente García de la Huerta

Agradecimiento a la memoria del amor

-- de Vicente García de la Huerta --

Acostumbrado, Filis, a tu halago
y privado ya de él por tiranía
de mi suerte, las glorias de algún día
con doblados tormentos satisfago.

¿Quién tan mortal y tan acerbo trago
de tan grade dulzura esperaría,
que ni tan corto tiempo trocaría
tanto placer en tan terrible estrago?

Pero, ¿cómo es posible que yo sienta
pesar alguno tras de gusto tanto,
por más que amor me niegue ya su gloria?

Pues para disipar cualquier tormenta,
en el mar proceloso del quebranto,
tengo un iris seguro en mi memoria.



Vicente García de la Huerta

La firmeza de Filis desarma la envidia

-- de Vicente García de la Huerta --

La envidia con su aliento venenoso,
Filis, pretende emponzoñar mi gusto,
haciéndome vivir con tanto susto
que no alcanza consuelo ni reposo.

Mas, quien a ser llegó tan venturoso
que mereció tu amor no fuera justo
que tanto bien gozase sin disgusto,
ni sin tanta pensión fuese dichoso.

Tanto bien es, mi bien, ser de ti amado
que mereciera ser aborrecido,
si pudiera extrañar ser envidiado.

Vengan envidias pues, calumnias pido,
promuevan maliciosos mi cuidado,
que yo en lo firme de mi bien descuido.



Vicente García de la Huerta

Volviendo a Filis sus elogios

-- de Vicente García de la Huerta --

Vuelven a tu poder, Filis divina,
prendas a quienes dio ser y existencia
el gozo, el desconsuelo y al impaciencia,
conceptos del amor que me domina.

Dichosas ellas, pues que las destina
a hacer cerca de ti su residencia
la suerte grata, cuando su violencia
con la más dura ausencia me conmina.

¡Con cuánto desconsuelo lucha el alma
vencida de un recelo que la embiste,
y contra quien en vano el juicio lidia!

¡Mas cómo yo podré esperar la palma,
cuando he llegado a término tan triste
que a mis mismos papeles tengo envidia!



Nicolás Fernández de Moratín

oda a los días del coronel don josé cadalso

-- de Nicolás Fernández de Moratín --

Hoy celebro los días
de mi dulce poeta,
del trágico dalmiro,
blasón de nuestra escena.
Venga la hermosa filis
y mi dorisa, venga
dorisa, la que canta
con la voz de sirena.
Brindaremos alegres
hasta perder la cuenta,
en las tazas penadas,
del oloroso néctar.
O si más nos agrada
la antigua usanza nuestra,
muchachos diligentes,
sacad la pipa añeja.
Y en aquel mar de vino,
como naves de guerra
naden con altas asas
las anchas tembladeras.
Bien hayan nuestros padres,
que en sus bárbaras mesas
bebieron con toneles,
brindaron en gamellas.
Así hacerlo debemos,
dalmiro, y vayan fuera
los cuidados molestos
que la vida atropellan.
Y si viene la muerte,
en semblante severa,
no podrá ya quitarnos
la celebrada fiesta.
Pues si para evitarla
no sirve la tristeza,
y es su venida al hombre
tan pronta, como cierta,
brindemos muchas veces
el tiempo que nos queda,
dancemos y cantemos,
y déjala que venga.



Juan Meléndez Valdés

El ruego encarecido

-- de Juan Meléndez Valdés --

Deja ya la cabaña, mi pastora;
déjala, mi regalo y gloria mía;
ven, que ya en el oriente raya el día,
y el sol las cumbres de los montes dora.

Ven, y al humilde pecho que te adora,
torna con tu presencia la alegría.
¡Ay!, que tardas, y el alma desconfía;
¡ay!, ven, y alivia mi pesar, señora.

Tejida una guirnalda de mil flores
y una fragante delicada rosa
te tengo, Filis, ya para en llegando.

Darételas cantando mil amores,
darételas, mi bien; y tú amorosa
un beso me darás sabroso y blando.



Juan Meléndez Valdés

La esquivez vencida

-- de Juan Meléndez Valdés --

No temas, simplecilla, del dichoso
galán pastor no tardes la ventura;
apenado a ti corre; su ternura
premio al fin halle y su anhelar, reposo.

De rosa en la coyunda el cuello hermoso
pon al yugo feliz; la copa apura
que amor te brinda, y de triunfar segura
entra en lides suaves con tu esposo.

¡La vista tornas! ¡Del nupcial abrazo
huyes tímida y culpas sus ardores
el rubor virginal la faz teñida!

Mas Venus... Venus... Su genial regazo
sobre el lecho feliz llueve mil flores
que Filis coge, y la esquivez olvida.



Julio Herrera Reissig

el alba

-- de Julio Herrera Reissig --

Humean en la vieja cocina hospitalaria
los rústicos candiles... Madrugadora leña
infunde una sabrosa fragancia lugareña;
y el desayuno mima la vocación agraria...

Rebota en los collados la grita rutinaria
del boyero que a ratos deja la yunta y sueña...
Filis prepara el huso. Tetis, mientras ordeña,
ofrece a dios la leche blanca de su plegaria.

Acongojando el valle con sus beatos nocturnos,
salen de los establos, lentos y taciturnos,
los ganados. La joven brisa se despereza...

Y como una pastora, en piadoso desvelo,
con sus ojos de bruma, de una dulce pereza,
el alba mira en éxtasis las estrellas del cielo.



Francisco de Aldana

¿Cuál es la causa?

-- de Francisco de Aldana --

—¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
en la lucha de amor juntos, trabados,
con lenguas, brazos, pies y encadenados
cual vid que entre el jazmín se va enredando,

y que el vital aliento ambos tomando
en nuestros labios, de chupar cansados,
en medio a tanto bien somos forzados
llorar y sospirar de cuando en cuando?

—Amor, mi Filis bella, que allá dentro
nuestras almas juntó, quiere en su fragua
los cuerpos ajuntar también, tan fuerte

que no pudiendo, como esponja el agua,
pasar del alma al dulce amado centro,
llora el velo mortal su avara suerte.



Francisco de Aldana

De sus hermosos ojos, dulcemente

-- de Francisco de Aldana --

De sus hermosos ojos, dulcemente,
un tierno llanto Filis despedía
que por el rostro amado parecía
claro y precioso aljófar transparente.

En brazos de Damón, con baja frente,
triste, rendida, muerta, helada y fría,
estas palabras breves le decía
creciendo a su llorar nueva corriente:

«¡Oh pecho duro, oh alma dura y llena
de mil durezas!, ¿dónde vas huyendo?,
¿do vas con ala tan ligera y presta?»

Y él, soltando de llanto amarga vena,
della las dulces lágrimas bebiendo,
besola, y solo un ¡ay! fue su respuesta.



Esta es, Tirsis, la fuente do solía

-- de Francisco de la Torre --

Esta es, Tirsis, la fuente do solía
contemplar tu beldad mi Filis bella;
éste el prado gentil, Tirsis, donde ella
su hermosa frente de su flor ceñía.

Aquí, Tirsis, la vi cuando salía
dando la luz de una y otra estrella;
allí, Tirsis, me vido; y tras aquella
haya se me escondió y ansí la vía.

En esta cueva deste monte amado
me dio la mano y me ciñó la frente
de verde hiedra y de violetas tiernas.

Al prado y haya y cueva y monte y fuente
y al cielo desparciendo olor sagrado,
rindo de tanto bien gracias eternas.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 51

-- de Francisco de Quevedo --

Soñé que el brazo de rigor armado,
filis, alzaba contra el alma mía,
diciendo: «este será el postrero día
que ponga fin a tu vivir cansado».
Y que luego, con golpe acelerado,
me dabas muerte en sombra de alegría,
y yo, triste, al infierno me partía,
viéndome ya del cielo desterrado.
Partí sin ver el rostro amado y bello;
mas despertose de este sueño un llanto,
ronca la voz, y crespo mi cabello.
Y lo que más en esto me dio espanto
es ver que fuese sueño algo de aquello
que me pudiera dar tormento tanto.



José Cadalso

sobre el anhelo con que cada uno trabaja para lograr su objeto

-- de José Cadalso --

El héroe joven en la atroz milicia;
supúltase en el mar por su avaricia
el necio, que engañaron mar y viento.
Hace prisión su lúgrube aposento
el sabio por saber; y por codicia
el que al duro metal de la malicia
fio su corazón y su contento.
Por su cosecha sufre el sol ardiente
el labrador, y pasa noche y día
el cazador de su familia ausente.
Yo también llevaré con alegría
cuantos sustos el orbe me presente,
sólo por agradarte, filis mía.



José Cadalso

a la muerte de filis II

-- de José Cadalso --

En lúgubres cipreses
he visto convertidos
los pámpanos de baco
y de venus los mirtos;
cual ronca voz del cuervo
hiere mi triste oído
el siempre dulce tono
del tierno jilguerillo;
ni murmura el arroyo
con delicioso trino;
resuena cual peñasco
con olas combatido.
En vez de los corderos
de los montes vecinos
rebaños de leones
bajar con furia he visto;
del sol y de la luna
los carros fugitivos
esparcen negras sombras
mientras dura su giro;
las pastoriles flautas,
que tañen mis amigos,
resuenan como truenos
del que reina en olimpo.
Pues baco, venus, aves,
arroyos, pastorcillos,
sol, luna, todos juntos
miradme compasivos,
y a la ninfa que amaba
al infeliz narciso,
mandad que diga al orbe
la pena de dalmiro.



José Cadalso

A la muerte de Filis I

-- de José Cadalso --

Mientras vivió la dulce prenda mía,
Amor, sonoros versos me inspiraste;
obedecí la ley que me dictaste,
y sus fuerzas me dio la poesía.

Mas, ay, que desde aquel aciago día
que me privó del bien que tú admiraste,
al punto sin imperio en mí te hallaste,
y hallé falta de ardor a mi Talía.

Pues no borra su ley la Parca dura
(a quien el mismo Jove no resiste),
olvido el Pindo y dejo la hermosura.

Y tú también de tu ambición desiste,
y junto a Filis tengan sepultura
tu flecha inútil y mi lira triste.



José Cadalso

A la primavera, después de la muerte de Filis

-- de José Cadalso --

No basta que en su cueva se encadene
el uno y otro proceloso viento,
ni que Neptuno mande a su elemento
con el tridente azul que se serene;

ni que Amaltea el fértil campo llene
de fruta y flor, ni que con nuevo aliento
al eco den las aves dulce acento,
ni que el arroyo desatado suene.

En vano anuncias, verde primavera,
tu vuelta de los hombres deseada,
triunfante del invierno triste y frío.

Muerta Filis, el orbe nada espera,
sino niebla espantosa, noche helada,
sombras y susto como el pecho mío.



José Cadalso

De la timidez natural de los hombres

-- de José Cadalso --

¡A cuánto susto el cielo te condena,
oh género mortal, flaco y cuitado!
Se espantan unos en el mar salado
y tiembla otros cuando Jove truena.

Otros si el eco del león resuena,
otros cuando el magnate está irritado,
otros cuando en la cárcel han pasado
días y noches tristes con cadena.

Yo sólo discurrí no temblaría
al trueno, ni al león, ni al poderoso,
ni a la prisión, ni a todo el orbe entero.

Mas se engañó mi débil fantasía:
el rostro de mi Filis desdeñoso
me cubre de terror, temblando muero.



José Cadalso

Sobre el anhelo

-- de José Cadalso --

Pierde tras el laurel su noble aliento
el héroe joven en la atroz milicia;
sepúltase en el mar por su avaricia
el necio, que engañaron mar y viento.

Hace prisión su lúgubre aposento
el sabio, por saber, y por codicia
el que al duro metal de la malicia
fio su corazón y su contento.

Por su cosecha sufre el sol ardiente
el labrador, y pasa noche y día
el cazador de su familia ausente.

Yo también llevaré con alegría
cuantos sustos el orbe me presente,
sólo por agradarte, Filis mía.



José Cadalso

Sobre el poder del tiempo

-- de José Cadalso --

Todo lo muda el tiempo, Filis mía,
todo cede al rigor de sus guadañas:
ya transforma los valles en montañas,
ya pone un campo donde un mar había.

El muda en noche opaca el claro día,
en fábulas pueriles las hazañas,
alcázares soberbios en cabañas,
y el juvenil ardor en vejez fría.

Doma el tiempo al caballo desbocado,
detiene el mar y viento enfurecido,
postra al león y rinde al bravo toro.

Sola una cosa al tiempo denodado
ni cederá, ni cede, ni ha cedido,
y es el constante amor con que te adoro.



José Cadalso

A la peligrosa enfermedad de Filis

-- de José Cadalso --

Si el cielo está sin luces,
el campo está sin flores,
los pájaros no cantan,
los arroyos no corren,
no saltan los corderos,
no bailan los pastores,
los troncos no dan frutos,
los ecos no responden...
Es que enfermó mi Filis
y está suspenso el orbe.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba