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Gutierre de Cetina

mil veces mientra en vos estoy pensando

-- de Gutierre de Cetina --

A tanta perfección buscando falta,
no hallo parte que no sea tan alta
que el seso desfallece imaginando.
Pero mientras así estoy considerando
el sentido se queja y sobresalta,
y prueba que piedad, señora, os falta,
pues tratáis mal quien por vos muere amando.
Bien sé que no tenéis de esto disculpa,
mas quiéroosla yo dar por encubriros
la falta que yo mismo os he hallado.
Quejaos de mí, ponedme alguna culpa
que os disculpe de haberme maltratado:
yo diré que es verdad por más serviros.

Poema mil veces mientra en vos estoy pensando de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Lope de Vega

Sobre ocho veces treinta el sol corría

-- de Lope de Vega --

Sobre ocho veces treinta el sol corría
los años de un enfermo, que aguardaba
junto a Betsaida el ángel que bajaba,
y a las sagradas aguas revolvía.
A Cristo, que salud le prometía,
de la falta del hombre se quejaba,
que la divina luz, que le llamaba,
la noche de su error desconocía.
Yo, que imito sus obras y su nombre,
ciego a la viva luz que me reduce,
aguardo mi remedio descuidado.
Mas no puedo decir por falta de hombre,
pues tengo un hombre en Dios que me conduce
a las aguas del mar de su costado.

Poema Sobre ocho veces treinta el sol corría de Lope de Vega con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XLII

-- de César Vallejo --

Esperaos. Ya os voy a narrar
todo. Esperaos sossiegue
este dolor de cabeza. Esperaos.

¿Dónde os habéis dejado vosotros
que no hacéis falta jamás?

Nadie hace falta! Muy bien.

Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.

¿Aspa la estrella de la muerte?
O son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.

No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!

Penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.

Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! No salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.

Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.

Poema Trilce: XLII de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

esperaos. ya os voy a narrar

-- de César Vallejo --

xlii
esperaos. Ya os voy a narrar
todo. Esperaos sossiegue
este dolor de cabeza. Esperaos.
¿Dónde os habéis dejado vosotros
que no hacéis falta jamás?
nadie hace falta! muy bien.
Rosa, entra del último piso.
Estoy niño. Y otra vez rosa:
ni sabes a dónde voy.
¿Aspa la estrella de la muerte?
o son extrañas máquinas cosedoras
dentro del costado izquierdo.
Esperaos otro momento.
No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
¡A dónde se han saltado tus ojos!
penetra reencarnada en los salones
de ponentino cristal. Suena
música exacta casi lástima.
Me siento mejor. Sin fiebre, y ferviente.
Primavera. Perú. Abro los ojos.
Ave! no salgas. Dios, como si sospechase
algún flujo sin reflujo ay.
Paletada facial, resbala el telón
cabe las conchas.
Acrisis. Tilia, acuéstate.



José Ángel Buesa

soneto lloviendo

-- de José Ángel Buesa --

No hace falta que llueva como llueve este día,
y, sin embargo, llueve desde el amanecer.
Si hay rosas y retoños, ¿para qué llovería?
si ya todo florece, ¿qué más va a florecer?
llueve obstinadamente y en la calle vacía
las gotas de la lluvia son pasos de mujer.
Pero cierro los ojos y llueve todavía,
y al abrirlos de nuevo no deja de llover.
Yo sé que no hace falta que llueva, pero llueve.
Y recuerdo una tarde maravillosa y breve,
que fue maravillosa porque llovía así...
Y es tan triste, tan triste, la lluvia en mi ventana,
que casi me pregunto, dulce amiga lejana,
si no estará lloviendo para que piense en ti.



Andrés Eloy Blanco

¿Cuántas estrellas tiene el cielo?

-- de Andrés Eloy Blanco --

La última noche que pasamos juntos,
lo preguntó:
-¿Cuántas estrellas tiene el cielo?
-Trescientas cincuenta mil.
-¿A que no?
-¿A que sí?

-Cállate. Esta noche
no quiero que preguntes esas cosas.
Esta noche, si quieres preguntar
cuántas estrellas tiene el cielo,
o cualquier otra cosa,
pregunta algo así como ¿me quieres?
¿tienes frío? ¿quién dice que tiene hambre?

Esta noche, pregunta algo que sea
contestado en el mundo sin palabras.
Interroga con toda tu sangre
algo en que toda la vida del mundo
esté preguntando,
algo así como ¿quién llora?
¿hace falta algo?

Y verás como todo hace falta
y sabrás cuántas estrellas tiene el cielo
cuando sepas que el cielo tiene una sola estrella
para cada momento,
porque con una que se pierda
dará un paso de sombra la luz del Universo.



Clemente Althaus

A Clorinda

-- de Clemente Althaus --

Siempre que miro, Clorinda,
tu hermosura, te cotejo
con el indio tominejo,
por lo pequeña y lo linda:
por su pequeñez graciosa,
entre las flores semeja,
aún más que pájaro, abeja
o brillante mariposa.
Es su pico fina aguja,
dos puntos sus ojos son;
mas con tanta perfección
el Creador la dibuja,
que en hermosura rival
no conoce esta avecilla,
y a su plumaje se humilla
el soberbio pavo real.
Hermosura tan extrema
adorna al pájaro mosca,
que fuera sin lustre y tosca
joya de imperial diadema,
que innumerable caudal
a su noble dueño cuesta,
comparada con aquesta
viva joya natural,
do las plumas verdes, gualdas,
azules y carmesíes,
topacios son y rubíes
y zafiros y esmeraldas.
Se esmeró Natura en ella,
y juzgar así se debe
que sólo la hizo tan breve
para formarla, más bella.
Pues, si en el ave menor
ostentó su mejor obra,
a la que en belleza sobra
lo que le falta en grandor,
no te pese no ser alta,
oh graciosa criatura,
si te sobra en hermosura
lo que en tamaño te falta.



Cristóbal de Castillejo

A una señora llamada Mencía

-- de Cristóbal de Castillejo --

Si mi voluntad erraba
Gozando de libertad,
Luego vi la ceguedad
Y tinieblas en que estaba,
En viendo vuestra beldad.
Peno porque no pené,
No pené mientras no os ví;
Mas en viéndoos conocí
La gloria que agora sé
Que en veros tarde perdí.

Porque vuestra hermosura,
Gracias y merecimiento
Dan tanto contentamiento,
Que fué falta de ventura
La falta deste tormento.
Y aunque ya mi vida espere
Por amaros peligrar,
La tengo de aventurar;
Que sí por vos la perdiere,
Tal perder será ganar.



Roberto Juarroz

la ventaja de los hombres planos

-- de Roberto Juarroz --

La ventaja de los hombres planos
es que pueden vivir en casas planas
y pensar pensamientos planos,
que caben entre las hojas de los libros.
No necesitan pasos en la noche
ni ramas en los árboles.
No necesitan muchas habitaciones,
ni templos, ni caricias, ni candados.
Los hombres planos tapan las miradas
con tapones de corcho.
Y en sus casas no puede entrar la muerte
porque no encuentra espacio.
Los hombres planos siempre nos despistan,
aunque no tengan sombra.
La luna les va tejiendo corazones
y el tiempo les va tejiendo resultados.
Si les falta un candil, siempre arde alguna vela.
Si les falta la voz, el viento los disfraza.
Y les basta un perfil para ubicarse,
mientras llega su noche sin relieves.



Roberto Juarroz

no nos mata un momento

-- de Roberto Juarroz --

No nos mata un momento,
sino la falta de un momento.
No nos mata una sombra,
sino la ausencia aleatoria de una sombra,
perdida probablemente en un declive
de esta insensata eternidad despareja.
No nos mata la falta de la vida,
sino el azar de un claroscuro
que se proyecta sobre una pantalla invisible.
No nos mata morir:
nos mata haber nacido.



Adelardo López de Ayala

A Antonio

-- de Adelardo López de Ayala --

Grande llaman, Antonio, -¡qué simpleza!-
a los que mueren por la patria cara...
¿Ves qué manera tan inculta y rara
tiene la plebe de adquirir grandeza?

Mete por esos hierros la cabeza;
derriba la columna, rompe el ara;
si te falta valor, vuelve la cara;
que, de espaldas, asusta tu fiereza.

¡Murieron de arrojados e inexpertos!...
Y ¿han de estar por tan fútiles motivos,
de grandeza y honor siempre cubiertos?

¡Acaben los recuerdos aflictivos!
¿Qué importan las cenizas de los muertos
a quien vende la sangre de los vivos?



Adelardo López de Ayala

A mi hermana Josefa

-- de Adelardo López de Ayala --

¡Un año más!... No mires con desvelo
la carrera veloz del tiempo alado,
que un año más en la virtud pasado
un paso es más que te aproxima al cielo.

Llora, sí, con amargo desconsuelo
(pues bastante jamás lo habrás llorado)
el año que al morir te haya dejado
de alguna falta el interior recelo...

Que el tiempo que bien obres no es perdido;
pues los años de paz, hermana mía,
que en la santa virtud habrás vivido

se convierten en siglos de alegría
en el eterno edén que hay prometido
al alma justa que en su Dios confía.



Alberti

EL TONTO DE RAFAEL

-- de Alberti --

Por las calles, ¿quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tonto llovido del cielo,
del limbo, sin un ochavo.
Mal pollito colipavo,
sin plumas, digo, sin pelo.
¡Pío-pic!, pica, y al vuelo
todos le pican a él.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tan campante, sin carrera,
no imperial, sí tomatero,
grillo tomatero, pero
sin tomate en la grillera.
Canario de la fresquera,
no de alcoba o mirabel.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tontaina tonto del higo,
rodando por las esquinas
bolas, bolindres, pamplinas
y pimientos que no digo.
Mas nunca falta un amigo
que le mendigue un clavel.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Patos con gafas, en fila,
lo raptarán tontamente
en la berlina inconsciente
de San Jinojito el lila.
¿Qué runrún, qué retahíla
sube el cretino eco fiel?
¡Oh, oh, pero si es aquél
el tonto de Rafael!



Lope de Vega

Probemos esta vez el sufrimiento

-- de Lope de Vega --

Probemos esta vez el sufrimiento,
tantas veces rendido a la fortuna;
quizá podrá de tantas veces una
resistir a la fuerza del tormento.

Y vos, rebelde y dulce pensamiento
que aun tiempo os engendraste con la luna,
¿de qué sirve tener firmeza alguna,
pues la mayor del mundo imita al viento?

Salid del alma, confianza vana,
esperanza fundada en apariencias,
si os falta calidad, ¿qué importa el nombre?

Quien hoy pasare, pasará mañana:
si enojada Lucinda sufre ausencias,
¿qué más vergüenza que rendirse un hombre?



Lope de Vega

Rompe las conchas Hércules famoso

-- de Lope de Vega --

Rompe las conchas Hércules famoso
de la Hidra feroz, y el campo esmalta
de veneno y de sangre, el tronco salta
por la violencia del bastón ñudoso;

pero súbitamente el escamoso
cuello brota, en lugar de aquella falta,
siete cabezas de cerviz más alta,
temblando el eco al silbo temeroso.

Así yo, triste (que vencer deseo
esta sierpe cruel de mi fortuna
en tantas diferencias de batallas),

con mis desdichas sin cesar peleo;
mas donde quiero remediar alguna,
resultan tantas que es mejor dejallas.



Lope de Vega

Suena el azote, corredor Apolo

-- de Lope de Vega --

Suena el azote, corredor Apolo,
sobre el carro que a Géminis alinda,
que falta para ver a mi Lucinda,
de tu carrera un paralelo sólo

Dafnes te espera en el opuesto polo,
que puede ser que su dureza rinda,
y a mí la imagen más hermosa y linda,
que ha visto el Panteón, ni el Mauseolo.

Si quieres ver, para que no te admires,
la razón que me esfuerza a que la quiera,
mira su rostro, aunque es grande osadía.

Mas, ¡ay sol envidioso! no le mires,
que no llegando al indio, que te espera,
harás eterno desta ausencia el día.



Manuel del Palacio

La Vénus de Médicis

-- de Manuel del Palacio --

Por la fuerza del genio concebida,
En un delirio de placer creada,
Eres la imágen del amor soñada
Que á la ventura celestial convida.

Nada te falta para ser querida;
Hermosura, candor, juventud, nada:
¡Ay! ¡quién al mármol de que estás formada
Llevar pudiera el fuego de la vida!

Más de una vez, cuando al pasar te veo
Del pedestal queriendo desprenderte
Buscando á tu belleza digno empleo,

Los brazos vuelvo á tí para cogerte:
¡Aberracion sublime del deseo
Que cura pronto el hielo de la muerte!



Manuel del Palacio

Semblanzas: II

-- de Manuel del Palacio --

Pasa entre sus amigos por discreto,
Su historia militar no vale un pito;
Y le falta en la cara un requisito
Que hasta en lo material lo hace incompleto.

De enriquecerse averiguó el secreto
Y lo explota, fingiéndose un bendito,
Mientras pretende en sueños dar el grito
Que no da por temor y por respeto.

Nadie al mirar su facha pensaría
Que alumno fué del arrojado Marte
Cuando bramaba la discordia impía,

Ni que después tuviera amor al arte,
Ni que al verse ya rico, el mejor dia
Se fuera con la música á otra parte.



Manuel del Palacio

Semblanzas: XIX

-- de Manuel del Palacio --

Cuando su arpada lengua se desata
Y brota de su labio la armonía,
Yo, que jamás contengo mi alegría,
Esto se llama, digo, hablar en plata.

Viene después la reflexión ingrata
Que de la mente el entusiasmo enfria,
Y encuentro en su brillante algarabía
Junto al águila real la garrapata.

Sensible corazón, gallardo estilo,
Arte, elegancia, erudición, dulzura,
De todo tiene cuando suelta el hilo.

Oyéndole se goza la ventura,
Y dice mi compadre don Camilo
Que no le falta nada... Para cura.



Jacinto de Salas y Quiroga

El soldado

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

Caballito, caballito,
el de la cola rizada,
hoy me dijo el capitán
que me puedo ir a mi casa.
Hace ya más de ocho años
que no duermo en buena cama,
que vivo sin padre y madre,
sin hermanos, sin hermanas,
que no tengo quien me cosa,
ni quien me diga: ¿qué extrañas?
Ya se acaban mis trabajos...
A Dios, caballo del alma;
cuando mi madre me abrace
le diré: «Sólo me falta
mi caballo para ser
dichoso, madre adorada».

Así decía el Soldado,
luego con dolor y calma
fue a casa del Capitán
Y recibió sin tardanza
su licencia. ¡Pobrecillo!
Quiso volver a la cuadra
a dar el último abrazo
al de la cola rizada.
Ve al caballo, y sin querer
una lágrima se escapa
de sus ojos... «Caballito,
caballito de mi alma,
no veré más a mi madre,
dormiré sobre unas tablas,
llevaré palos del cabo,
más cuidaré tu cebada.
No, no te puedo dejar...
Vales tú más que mi casa».

Dijo, y rompió la licencia.
¡Pobre! Volvió a sentar plaza.



Jaime Sabines

te quiero porque tienes las partes de la mujer

-- de Jaime Sabines --

En el lugar preciso
y estás completa. No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy una mancha, un punto en la pared, alguna raya
que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.



Jaime Sabines

me doy cuenta de que me faltas

-- de Jaime Sabines --

Y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.



Jaime Sabines

adán y eva iv

-- de Jaime Sabines --

Adán y eva iv
ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembrasson más tersas, más suaves y más dañinas. Antesde entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué?te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndotecuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía seencienden a diferentes horas?
ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiraciónes tranquilany tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podríasdecirlo todo sin aflicción, sin risas.
¿Es que somos distintos? ¿no te hicieron, pues, de micostado, no me dueles?
cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y meenvuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemosalgo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.
Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? todas lasnoches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezoa crecer como el día.
Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eresy que no has de darme nunca.
¿Por qué nos separaron? me haces falta para andar, paraver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé quetuve.



Jaime Sabines

boca del llanto

-- de Jaime Sabines --

Boca del llanto, me llaman
tus pupilas negras,
me reclaman, tus labios
sin ti me besan.
¡Cómo has podido tener
la misma mirada negra
con esos ojos
que ahora llevas!

sonreíste. ¡Qué silencio,
qué falta de fiesta!
¡cómo me puse a buscarte
en tu sonrisa, cabeza
de tierra,
labios de tristeza!

no lloras, no llorarías
aunque quisieras;
tienes el rostro apagado
de las ciegas.

Puedes reír. Yo te dejo
reír, aunque no puedas.



Jorge Debravo

esta canción amarga

-- de Jorge Debravo --

Sufro tanto que a veces ni siquiera
sé si sufro por mí o por el obrero.
El sufrimiento nace, simplemente.
Es como un árbol ciego.

No lo busco, lo llamo ni lo aguardo.
Nace cuando lo quiere.
Es como un chorro de alcohol, como una
almohada de alfileres.

Es amargo y sangriento a medianoche
y a veces -sin permiso- en las aceras.
Me anuda la camisa hasta asfixiarme.
Me riega ácidos malos en las venas.

Sin embargo, hermanos, cuando falta
es como si mi carne estuviera vacía.
Como si no corriera el jugo de mi sangre.
Como si a chorros, roja, se me huyera la vida.



Jorge Riechmann

15

-- de Jorge Riechmann --

He perdido la partida.
Me confié, subestimé las fuerzas
de mi adversario. ¿Cómo no hacerlo?
grande era cual fronda de destrucción, profundas
sus raíces invisibles; pero tamaño goce en la muerte
desafiaba la imaginación.
Los primeros intercambios de golpes
fueron casi un juego, un modo apenas hostil del conocimiento.
¿Queríamos estrangularnos o abrazarnos?
la situación parecía abierta y los momentos decisivos
aún por venir. No me daba cuenta
de que habían pasado ya y cada minuto perdido
redundaba en beneficio suyo
sumaba hierro y cieno a mi derrota.
Mi implacable adversario
economista del tiempo
feroz equilibrista de lo irreversible.
Estoy perdido.
La falta de imaginación me condenó.
Ya todo el tiempo restante se lo descuento a la muerte.



César Vallejo

la punta del hombre

-- de César Vallejo --

La punta del hombre,
el ludibrio pequeño de encojerse
tras de fumar su universal ceniza;
punta al darse en secretos caracoles,
punta donde se agarra uno con guantes,
punta el lunes sujeto por seis frenos,
punta saliendo de escuchar a su alma.
De otra manera,
fueran lluvia menuda los soldados
y ni cuadrada pólvora, al volver de los bravos desatinos,
y ni letales plátanos; tan sólo
un poco de patilla en la silueta.
De otra manera, caminantes suegros,
cuñados en misión sonora,
yernos por la vía ingratísima del jebe,
toda la gracia caballar andando
puede fulgir esplendorosamente!
¡oh pensar geométrico al trasluz!
i oh no morir bajamente
de majestad tan rauda y tan fragante!
¡oh no cantar; apenas
escribir y escribir con un palito
o con el filo de la oreja inquieta!
acorde de lápiz, tímpano sordísimo,
dondoneo en mitades robustas
y comer de memoria buena carne,
jamón, si falta carne,
y un pedazo de queso con gusanos hembras,
gusanos machos y gusanos muertos.



César Vallejo

A mi hermano Miguel

-- de César Vallejo --

In memoriam

Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa.
Donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá
nos acariciaba: “Pero, hijos...”

Ahora yo me escondo,
como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores.
Después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
hermano, en aquel juego.

Miguel, tú te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya
cae sombra en el alma.

Oye, hermano, no tardes
en salir. Bueno? Puede inquietarse mamá.



César Vallejo

Las piedras

-- de César Vallejo --

Esta mañana bajé
a las piedras, oh las piedras!
Y motivé y troquelé
un pugilato de piedras.

Madre nuestra, si mis pasos
en el mundo hacen dolor,
es que son los fogonazos
de un absurdo amanecer.

Las piedras no ofenden; nada
codician. Tan sólo piden
amor a todos, y piden
amor aun a la Nada.

Y si algunas. De ellas se
van cabizbajas, o van
avergonzadas, es que
algo de humano harán...

Mas, no falta quien a alguna
por puro gusto golpee.
Tal, blanca piedra es la luna
que voló de un puntapié...

Madre nuestra, esta mañana
me he corrido con las hiedras,
al ver la azul caravana
de las piedras,
de las piedras,
de las piedras...



Diego Hurtado de Mendoza

Planta enemiga al mundo, y aun al cielo

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Planta enemiga al mundo, y aun al cielo,
Que nos encubres tanta hermosura,
Véate yo perdida la verdura
Y esparcidas las hojas por el suelo.

Si la escondes movida con buen celo,
Porque no pueda verse tal figura
Sin muerte y conocida sepultura,
Aunque en miralla no falta consuelo.

El ser della vencido es la vitoria,
Y la muerte peor es el no vella;
Mas ya que porque no mueran los vivos

Acuerdas de engañarnos y escondella,
A los que somos muertos y cautivos
¿Por qué quieres quitarnos esta gloria?



Enrique Lihn

kafka

-- de Enrique Lihn --

Soy sensible a este abismo, me enternece
de otra manera la lectura de kafka:
pruebo, con frialdad, el gusto de la muerte
que nos hace falta algo
junto a lo cual no somos nada
una cámara oscura
que proyecta esta ausencia pavorosa
pruébese lo contrario
con lujo de razones luminosas,
igual el sol parece que cavila
sobre el origen de sus manchas, sí:
en cada cosa hay un fantasma oculto
nuestro trabajo, ¿no es un exorcismo,
una respuesta al desafío oscuro?



Pablo Neruda

la pródiga

-- de Pablo Neruda --

Yo te escogí entre todas las mujeres
para que repitieras
sobre la tierra
mi corazón que baila con espigas
o lucha sin cuartel cuando hace falta.
Yo te pregunto, dónde está mi hijo?
no me esperaba en ti, reconociéndome,
y diciéndome: «llámame para salir sobre la tierra
a continuar tus luchas y tus cantos»?
devuélveme a mi hijo!
lo has olvidado en las puertas
del placer, oh pródiga
enemiga,
has olvidado que viniste a esta cita,
la más profunda, aquella
en que los dos, unidos, seguiremos hablando
por tu boca, amor mío,
ay todo aquello
que no alcanzamos a decirnos?
cuando yo te levanto en una ola
de fuego y sangre, y se duplica
la vida entre nosotros,
acuérdate
que alguien nos llama
como nadie jamás nos ha llamado,
y que no respondemos
y nos quedamos solos y cobardes
ante la vida que negamos.
Pródiga,
abre las puertas,
y que en tu corazón
el nudo ciego
se desenlace y vuele
con tu sangre y la mía
por el mundo!



Pablo Neruda

soneto xiv cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xiv
me falta tiempo para celebrar tus cabellos.
Uno por uno debo contarlos y alabarlos:
otros amantes quieren vivir con ciertos ojos,
yo sólo quiero ser tu peluquero.
En italia te bautizaron medusa
por la encrespada y alta luz de tu cabellera.
Yo te llamo chascona mía y enmarañada:
mi corazón conoce las puertas de tu pelo.
Cuando tú te extravíes en tus propios cabellos,
no me olvides, acuérdate que te amo,
no me dejes perdido ir sin tu cabellera
por el mundo sombrío de todos los caminos
que sólo tiene sombra, transitorios dolores,
hasta que el sol sube a la torre de tu pelo.



Pablo Neruda

soneto lxv cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

Soneto lxv
matilde, dónde estás? noté, hacia abajo,
entre corbata y corazón, arriba,
cierta melancolía intercostal:
era que tú de pronto eras ausente.
Me hizo falta la luz de tu energía
y miré devorando la esperanza,
miré el vacío que es sin ti una casa,
no quedan sino trágicas ventanas.
De puro taciturno el techo escucha
caer antiguas lluvias deshojadas,
plumas, lo que la noche aprisionó:
y así te espero como casa sola
y volverás a verme y habitarme.
De otro modo me duelen las ventanas.



Pedro Soto de Rojas

Quejas disculpadas

-- de Pedro Soto de Rojas --

Del áspero segur la seca rama
se querella, si al fuego la condena;
la blanca vela, de la parda entena,
si su tesoro el Aquilón derrama;

si al coral falta su cerúlea cama,
se altera endurecido en tierra ajena;
el mal seguro leño en mar serena,
gimiendo, al monstruo que le rige infama.

Éstos se quejan sin tener sentido,
sin tener vida: pues que vivo, y siento
fuego en mi pecho, mares en mis ojos,

la boca en aire y a la tierra asido,
portentoso de amor soy vencimiento.
Deja, Fénix, que sienta mis enojos.



Rafael Carvajal

Una esperanza

-- de Rafael Carvajal --

¿Cómo queda, no ves, querida esposa,
la blanca helena que, a tu lado crece,
cuando el riego le falta que le ofrece
tu mano, cada vez más cariñosa?

Inclínase marchita y congojosa
al blando soplo que sus hojas mece,
sus pétalos desgreña, y desparece
del verde tallo que adornó graciosa.

De pena igual tu ausencia lastimera
me llena el corazón y triste, mustia,
mi faz se muestra de dolor transida,

¡Ay! morir cual la flor también debiera,
y si vivo, sólo es porque en mi angustia
la esperanza de verte me da vida.



Rafael María Baralt

A un ingenio de estos tiempos

-- de Rafael María Baralt --

Soy incapaz, Ernesto, de engañarte:
adoro la verdad, que el bien inspira,
y contra el vicio de falaz mentira
hay en mi corazón firme baluarte.

Ernesto, Ernesto, el corazón me parte
tu inútil afanar: rompe la lira
de tus cuerdas flojas «tu razón delira;
te falta inspiración; no tiene arte.»

Pero sírvate al menos de consuelo
que, si ascender no puedes la escabrosa
cumbre del Pindo en tu cansado vuelo,

tienes en tus escritos una cosa
mira si de franqueza soy modelo,
peor aún que tus versos... Y es tu prosa.



Juan Bautista Aguirre

Soneto moral (Aguirre)

-- de Juan Bautista Aguirre --

No tienes ya del tiempo malogrado
en el prolijo afán de tus pasiones,
sino una sombra, envuelta en confusiones,
que imprime en tu memoria tu pecado.

Pasó el deleite, el tiempo arrebatado
aun su imagen borró; las desazones
de tu inquieta conciencia son pensiones
que has de pagar perpetuas al cuidado.

Mas si al tiempo dejó para tu daño
su huella errante, y sombras al olvido
del que fue gusto y hoy te sobresalta,

para el futuro estudia el desengaño
en la imagen del tiempo que has vivido,
que ella dirá lo poco que te falta.



Juan Boscán

Soy como aquel que vive en el desierto

-- de Juan Boscán --

SONETO CXI

Soy como aquel que vive en el desierto,
del mundo y de sus cosas olvidado,
y a descuido veis donde le ha llegado
un gran amigo, al cual tuvo por muerto.

Teme luego de un caso tan incierto;
pero, después que bien se ha asegurado,
comienza a holgar pensando en lo pasado,
con nuevos sentimientos muy despierto.

Mas cuando ya este amigo se le parte,
al cual partirse presto le conviene,
la soledad empieza a selle nueva;

con las yerbas del monte no se aviene,
para el yermo le falta toda el arte,
y tiembla cada vez que entra en su cueva.



Juan de Arguijo

Venus en la muerte de Adonis

-- de Juan de Arguijo --

Despues que en tierno llanto desordena
Cíterea la voz por el violento
Fin de su Adónis, y con triste acento
El bosque Idalio á su dolor resuena,

Y en flor sobre el acanto y azucena
Hermosa trueca el mísero y sangriento
Jóven, modera el grave sentimiento,
Y el ímpetu á sus lágrimas enfrena;

Y no hallando en su tristeza medio,
Vuelve al usado ornato, y reflorece
Del ya sereno rostro la luz pura;

Asi el pesar con la razon descrece
Desesperado el bien: que tal vez cura
A un grande mal la falta de remedio.



Garcilaso de la Vega

SONETO XXXVIII

-- de Garcilaso de la Vega --

Estoy continuo en lágrimas bañado,
rompiendo el aire siempre con sospiros;
y más me duele el no osar deciros
que he llegado por vos a tal estado;

que viéndome do estoy, y lo que he andado
por el camino estrecho de seguiros,
si me quiero tornar para huiros,
desmayo, viendo atrás lo que he dejado;

y si quiero subir a la alta cumbre,
a cada paso espántanme en la vía,
ejemplos tristes de los que han caído.

Sobre todo, me falta ya la lumbre
de la esperanza, con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima iv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira:
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;
mientras la humanidad siempre avanzando,
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
mientras sintamos que se alegra el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!



Gutierre de Cetina

dos sonetos a la muerte de pedro mexía

-- de Gutierre de Cetina --

i
«¿quién yace muerto aquí?» «pero mexía».
«¿Pero mexía es muerto?» «antes muriendo
comenzó ahora a vivir, porque viviendo
fuera de do hora vive, no vivía».
«¿Fue caballero?» «sí». «¿Y en qué entendía?»
«ora el cielo, ora el mar, iba midiendo,
ora de carlo máximo escribiendo
la fama de ambos, que inmortal hacía».
«Pues si lloró alexandre las memorias
famosas que de aquiles escribió homero,
¿cómo no llora cesar tan gran falta
«por que lo que escribió de sus historias
basta para dar fe en el fin postrero
de lo que no alcanzó pluma tan alta».



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli VII

-- de Gutierre de Cetina --

No es falta de dolor faltarme el llanto,
antes dulce memoria enamorada,
que mientras contemplando está ocupada,
del usado llorar se deja al cuanto.
Estoy de este mi mal pagado tanto
por la gloria que entre él viene mezclada,
que mi propio sentir me desagrada
si la fuerza del mal le causa espanto.
Así viene el dolor a adelgazarse,
así el mal se transforma y se enajena
y hace que del llanto el uso pierda.
Mas ¿quién podrá, señor, desagradarse
del mal que tanto bien causa y ordena,
ni llorar mientra en él piensa y se acuerda?



Gutierre de Cetina

quien tanto de su propio mal se agrada

-- de Gutierre de Cetina --

Señora, como yo, razón le falta,
ni por nuevo dolor se sobresalta,
ni del que ha de venir recela nada.
Quien tiene el alma ya tan transformada
en vos, por ocasión justa tan alta,
si de un extremo grande en otro salta,
bástale la memoria enamorada.
Si no os puede gozar, que os ha gozado,
quien no puede con lágrimas moveros,
con la esperanza puede remediarse.
Mas ¿en qué esperará un desesperado
quien tan lejos está del bien de veros?
¿basta pensar que os vio, basta acordarse?



Gutierre de Cetina

a don juan de guevara

-- de Gutierre de Cetina --

Ejemplo del valor de las españas,
don juan, si así supiese ahora alabarte,
cuanto tus obras dan de gloria a marte
darían a mi pluma tus hazañas.
Las francesas insidias y las mañas
que en falta de virtud sufren con arte,
acrecen en la tuya y de tu parte
cosas de admiración muy más extrañas.
Gloriosa nación, pues que venciendo
el enemigo, su vencer os honra
mucho más que os pudiera honrar perdiendo.
De ellos fue la victoria y la deshonra.
¡Dichosas vidas que ganáis muriendo
do se suelen perder la vida y honra!



Gutierre de Cetina

entre osar y temer, entre esperanza

-- de Gutierre de Cetina --

Y un triste recelar desesperado,
entre gozo y dolor, entre un cuidado
y un cierto no sé qué de confianza,
entre aquel bien que un amador alcanza
mientra espera gozar lo deseado,
y entre aquel mal que siente un desdichado
que teme de fortuna en la bonanza,
vandalio, enamorado y temeroso,
está entre un cierto sí y un no más cierto,
no suceda a su bien fortuna aviesa,
cuando dijo: «¡dolor fiero, rabioso!,
hoy triunfas de mi vida, hoy seré muerto
si amarílida falta a su promesa».



Gutierre de Cetina

si no os digo verdad, si en algo os miento

-- de Gutierre de Cetina --

Sobre mi vida torne el desengaño;
si falta hay en mi fe, si os trato engaño,
dolor no quepa en vos del mal que siento;
si no sois causa vos del mal que siento
de vos sea yo tratado como extraño;
si por vos tengo en algo el mayor daño,
no pueda en vos caber consentimiento;
si no estáis hecha ya sola señora
de aquella libertad que no era mía,
¡plega a dios que sin vos y ella me vea!
mas si la mísera ánima os adora,
si está llena de vos mi fantasía,
¿qué puedo yo decir que a sí no sea?



Gutierre de Cetina

solía cantar de amor dulces clamores

-- de Gutierre de Cetina --

Ahora lloro triste, y de año en año
se seca la esperanza y crece el daño,
falta seguridad, sobran temores.
Vosotros, que al frescor de los favores
vivís alegres, sin temor de engaño,
sabed que nuevo mal, tormento extraño,
se os apareja al fin de los amores.
¡Dichoso aquél a quien concede el cielo
medir con su fortuna sus cuidados
y vive en un estado satisfecho!
las altas esperanzas vanse a vuelo
con el humo del mundo y los estados,
y pierde más quien más aquesto ha hecho.



Gutierre de Cetina

a la princesa de molfeta I

-- de Gutierre de Cetina --

Como al rayo de sol nueva serpiente
en virtud del calor sale y se aviva,
muéstrase más lozana y más altiva
y el esfuerzo y valor doblado siente,
y como mientra el sol no es tan caliente,
la falta del calor hace que viva
tímida, solitaria, obscura, esquiva,
do ni la puede ver ni vea la gente,
tal ha sido de mí, señora mía,
que en virtud del calor de los favores
mientra el sol me duró, ledo vivía,
hasta que los helados disfavores
hicieron encoger mi fantasía,
esconderme y huir de los amores.



Gutierre de Cetina

ay, mísero pastor!, ¿dó voy huyendo

-- de Gutierre de Cetina --

¿curar pienso un ardor con otro fuego?
¡cuitado!, ¿adónde voy? ¿estoy ya ciego
que ni veo mi bien ni el mal entiendo?
¿dó me llevas, amor? si aquí me enciendo,
¿tendré do voy más paz o más sosiego?
si huyo de un peligro, ¿a dó voy luego?
¿es menor el que voy hora siguiendo?
¿fue más ventura el betis, por ventura,
que era agora pisuerga? ¿aquél no ha sido
tan triste para mí como ese agora?
si falta en amarílida mesura,
¿cómo la tendrá dórida, sabido
que llevo ya en el alma otra señora?



Gutierre de Cetina

huyendo va la trabajosa vida

-- de Gutierre de Cetina --

Del cansado vivir, que no lo quiere,
y el alma, de contenta en ver que muere,
en sus males no acierta a dar salida.
La esperanza cansada, embobecida,
tras un bien que será más mal si fuere,
viendo que falta ya fuerza en que espere,
a los pies del dolor queda rendida.
Poco puede tardar el bien que espero:
si el curso natural se ha detenido,
acabará el dolor tantos enojos.
Ya siento yo la muerte, y si no muero,
es que quiere el dolor que me ha vencido
poco a poco gozar de los despojos.



Hernando de Acuña

En cuanto la materia es más subida

-- de Hernando de Acuña --

En cuanto la materia es más subida
y más se aparta de profanidad,
en tanto, señor, vuestra habilidad
ha quedado de mí más conocida.

Y pues el santo tiempo nos convida
a dejar todo vicio y vanidad,
volvamos con amor y caridad
a Cristo, que es bondad summa cumplida;

y olvidando por él toda otra cosa,
vaga de su pasión el fundamento,
para la gloria que apetece, el alma;

que, sin él, vuestra vida trabajosa
es nave rota que le falta el viento
y en playa de enemigos queda en calma.



Hernando de Acuña

En leyendo, señor, vuestro soneto

-- de Hernando de Acuña --

En leyendo, señor, vuestro soneto,
acabé de saber lo que creía
y afirmé la opinión en que os tenía
de honrado, virtuosos y de discreto;

mas he hallado en él sólo un defecto,
que no es por falta vuestra sino mía,
y es que a un alto decir se requería
igual con las palabras el sujeto;

mas tanto más ingenio en vos se muestra,
cuanto cosa más baja habéis alzado
con estilo delgado y elocuente;

y yo a la voluntad y virtud vuestra
quedo de corazón tan obligado
cuanto debo quedarlo justamente.



Hernando de Acuña

Si amor, así como extremó mi pena

-- de Hernando de Acuña --

Si amor, así como extremó mi pena,
mi estilo en alabaros extremara,
vuestra fama, señora, ya llegara
donde jamás llegó ninguna ajena.

Y aquella Laura cuyo nombre suena
del toscano poeta en voz tan clara
en le nombre tan sólo os igualara,
mas mi bajo decir lo desordena.

Así, de no emprender obra tan alta
tengo justa disculpa, pues excede
tan claro la materia toda historia;

pero en vuestros loores esta falta,
de poderse igualar, hace que quede
para siempre de vos digna memoria.



Idea Vilariño

carta ii

-- de Idea Vilariño --

Estás lejos y al sur
allí no son las cuatro.

Recostado en tu silla
apoyado en la mesa del café
de tu cuarto
tirado en una cama
la tuya o la de alguien
que quisiera borrar
-estoy pensando en ti no en quienes buscan
a tu lado lo mismo que yo quiero-.
Estoy pensando en ti ya hace una hora
tal vez media
no sé.

Cuando la luz se acabe
sabré que son las nueve
estiraré la colcha
me pondré el traje negro
y me pasaré el peine.

Iré a cenar
es claro.

Pero en algún momento
me volveré a este cuarto
me tiraré en la cama
y entonces tu recuerdo
qué digo
mi deseo de verte
que me mires
tu presencia de hombre que me falta en la vida
se pondrán
como ahora te pones en la tarde
que ya es la noche
a ser
la sola única cosa
que me importa en el mundo.



Salvador Novo

junto a tu cuerpo

-- de Salvador Novo --

Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío
junto a tus hombros tersos
de que nacen las rutas de tu abrazo,
de que nacen tu voz y tus miradas, claras y remotas,
sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia.

Si todos estos años que me falta
como una planta trepadora que se coge del viento
he sentido que llega o que regresa en cada contacto
y ávidamente rasgo todos los días un mensaje
que nada contiene sino una fecha
y su nombre se agranda
y vibra cada vez más profundamente
porque su voz no era más que para mí oído,
porque cegó mis ojos cuando apartó los suyos
y mi alma es como un gran templo deshabitado.

Pero este cuerpo tuyo es un dios extraño
forjado en mis recuerdos, reflejo de mí mismo,
suave de mi tersura, grande por mis deseos,
máscara, estatua que he erigido a su memoria.



Tirso de Molina

Al molino del amor

-- de Tirso de Molina --

Al molino del amor
alegre la niña va
a moler sus esperanzas;
quiera Dios que vuelva en paz;
en la rueda de los celos
el amor muele su pan,
que desmenuzan la harina,
y la sacan candeal.
Río con sus pensamientos,
que unos vienen y otros van,
y apenas llego a la orilla,
cuando ansí escucho cantar:
Borbollicos hacen las aguas
cuando ven a mi bien pasar;
cantan, brinca, bullen, corren
entre conchas de coral;
y los pájaros dejan sus nidos,
y en las ramas del arrayán
vuelan, cruzan, saltan, pican
toronjil, murta y azahar.

Los bueyes de las sospechas
el río agotando van;
que donde ellas se confirman,
pocas esperanzas hay;
y viendo que a falta de agua
parado el molino está,
desta suerte le pregunta
la niña que empieza a amar:

-Molinico, ¿por qué no mueles?

-Porque me beben el agua los bueyes.

Vió el amor lleno de harina
moliendo la libertad
de las almas que atormenta,
y ansí le cantó al llegar:

-Molinero sois, amor,
y sois moledor.

-Sí lo soy, apártense,
que le enharinaré.



Tomás de Iriarte

Lamiendo reconoce el beneficio

-- de Tomás de Iriarte --

Lamiendo reconoce el beneficio
el can más fiero al hombre que le halaga.
Yo, escritor, me desvelo por quien paga
o tarde, o mal, o nunca el buen servicio.

La envidia, la calumnia, el artificio,
cuya influencia vil todo lo estraga,
con más rabiosos dientes abren llaga
en quien abraza el literato oficio.

Así la fuerza corporal padece,
falta paciencia, el ánimo decae;
poca es la gloria, mucha la modestia.

El libro vive, y el autor perece.
Y ¿amar la ciencia tal provecho trae?
Pues doy gusto a Forner, y me hago bestia.



Angel González

me falta una palabra, una palabra

-- de Angel González --

Sólo.
Un niño pide pan; yo pido menos.
Una palabra dadme, una sencilla
palabra que haga juego
con...
Qué torpes
mujeres sucias me interrumpen
con su lento
llorar...
Comprended: cualquiera de vosotros,
olvidada en sus bolsos, en su cuerpo,
puede tener esa palabra.
Cruza más gente rota, llegan miles
de muertos.
La necesito: ¿no veis
que sufro?
casi la tenía ya y vino ese hombre
ceniciento.
Ahora...
¡Una vez más!
así no puedo.



Manuel Reina

A una mujer (1 - Reina)

-- de Manuel Reina --

Es de rayos de sol tu cabellera
la línea de tu rostro seductora;
eres la encarnación de la hermosura;
de las gracias la diosa.

La voluptuosidad, ave de fuego,
tiene por nido tus divinas formas;
y hay un cielo de esencias y rubíes
en tu risueña boca.

Sólo te falta el alma, hermosa mía
no tienes alma, no; pero, ¡qué importa!
tampoco tienen alma las estrellas,
las perlas, ni las rosas.



Marilina Rébora

mi físico

-- de Marilina Rébora --

Mi físico
no he sido nunca linda tal vez quise ser alta
y la piel de mis hombros se acentúa morena
(al decir esto, claro, una verdad resalta:
que tampoco mi espalda ha de ser de azucena).
No tuve grandes ojos, y ahora aún me falta
el gracioso caer de ondulada melena;
tampoco es mío el rosa que reanima y esmalta
las mejillas y labios, con tono de verbena.
Se dice que subyuga por lo manso mi acento
puede que a fuer de cauto alcance a ser ternura,
un eco susurrante del jardín bajo el viento,
pero quien describiese con justeza mi traza
verá cómo responde toda la arquitectura
al tobillo delgado de la mujer de raza.



Marilina Rébora

no le digas a cristo

-- de Marilina Rébora --

No le digas a cristo
no le digas a cristo:
he de ir, mas espera.
Me falta, todavía, algo que me he propuesto;
el mundo me reclama, complacerle quisiera.
Ten paciencia, he de ir. Un poco y ya me apresto.
No le digas a cristo:
he de ir, aunque espera
solamente a que acabe lo que tengo dispuesto;
me conoces devota y me sabes sincera.
He de ir. Sí; después que termine con esto.
No le digas a cristo:
espera, o bien: aguarda.
¿Hay algo más urgente que sus pasos seguir?
¿no es, el mismo, la fuerza que te conforta hoy?
(¡pobre alma confundida! sabiendo que retarda
el encuentro con el tan sólo por vivir,
decirle que se espere en lugar de ¡ya voy!)



Marilina Rébora

dios existe

-- de Marilina Rébora --

Dios existe
dos de la madrugada. En trémula zozobra;
los silencios, vivientes; la oscuridad sin borde;
cuando la fuerza falta y la tristeza sobra,
en soledad infinita para estar más acorde.
De improviso resuena el son de un benteveo
con tono tan alegre que regocija el alma,
y es tal la donosura de su simple gorjeo
que sonrío, infantil, renacida la calma.
Y digo: dios existe; es el quien me conversa
como a niña medrosa perdida en la espesura,
para que no me queje sintiéndome en olvido.
La breve melodía, al viento se dispersa.
Y me quedo pensando por tierna conjetura:
¿en qué rincón de cielo habrá colgado un nido?



Marilina Rébora

confianza en la providencia de dios

-- de Marilina Rébora --

Confianza en la providencia de dios
no os acongojéis por falta de comida
y menos todavía por lo que el cuerpo cubre,
ya que más que el comer vale la propia vida
y más aún el cuerpo que lo que lo recubre.
Mirad las azucenas, no hilan pero crecen
y nadie se ha ataviado como ellas hasta ahora;
si dios así las viste y de nada adolecen,
qué no os dará a vosotros cuando llegue la hora.
Son las gentes del mundo las que corren en pos
de tantas de estas cosas que el mundo les procura,
mas sabe vuestro padre lo que habéis menester.
Buscad primero entrar en el reino de dios
para que a su presencia podáis comparecer
y todo lo demás tendréis de añadidura.
Lucas 12, 22, 23, 28-32.



Mario Benedetti

el aguafiestas falta sin aviso

-- de Mario Benedetti --

El aguafiestas no ha venido esta tarde
josé lezama lima
tal vez se le olvidó tu santo y seña
después de todo no es tan importante
no va a flamear el cielo por su ausencia
ayúdate secúndate solázate
búscate en la quimera de los otros
inventa tus estrellas y repártelas
besa los nombres en sus dos mejillas
deja que el corazón te elija el mundo
abrázate del miedo y no lo sueltes
vuélvete sombra pero no te envicies
sálvate de turbiones y de nieblas
ponte el otoño con su sol de gala
libérate en las manos que te avisan
descúbrete en los ojos que te nombran
ya no vendrá deslígate distánciate
de su resuello de sus sortilegios
de sus malas noticias de su rabia
no dejes que te ensalme de amargura
defiende como loba tu alegría
el tiempo no diseña el pasatiempo
el canto no reclama el desencanto
el viento no vindica el aspaviento
la fiesta no perdona al aguafiestas



Mario Benedetti

currículum

-- de Mario Benedetti --

El cuento es muy sencillo
usted nace en su tiempo
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
y el temerario insecto
que será pisoteado
por su zapato nuevo
usted sufre de veras
reclama por comida
y por deber ajeno
o acaso por rutina
llora limpio de culpas
benditas o malditas
hasta que llega el sueño
y lo descalifica
usted se transfigura
ama casi hasta el colmo
logra sentirse eterno
de tanto y tanto asombro
pero las esperanzas
no llegan al otoño
y el corazón profeta
se convierte en escombros
usted por fin aprende
y usa lo aprendido
para saber que el mundo
es como un laberinto
en sus momentos claves
infierno o paraíso
amor o desamparo
y siempre siempre un lío
usted madura y busca
las señas del presente
los ritos del pasado
y hasta el futuro en cierne
quizá se ha vuelto sabio
irremediablemente
y cuando nada falta
entonces usted muere



Medardo Ángel Silva

Diálogo (Silva)

-- de Medardo Ángel Silva --

Abril canta en mi oído con sus rosas y brisas,
con fresca boca ríen las rosadas auroras,
la primavera esparce su guirnalda de risas...
¿Por qué obstinadamente melancólico lloras?

Cipris ofrece el vino de sus púrpureas viñas,
Leda y el Cisne ensayan el dulce simulacro,
y son rubias manzanas los senos de las niñas
en cuyos labios tiernos palpita el himno sacro.

¡Bien sé yo —dije— cuánto dura la primavera,
comparable a la vida de la pompa ligera
de tules erizados que desvanece el viento!

Yo esperaré a la Esposa que no falta a la cita,
en cuyos labios mora la verdad infinita
que rebusca mi espíritu de eternidad sediento.



Medardo Ángel Silva

Espera

-- de Medardo Ángel Silva --

Bajo el oro del sol, sedeña y pura
vendrás para curar mis hondos males,
trayendo en mil redomas, orientales
bálsamos de consuelo y de ventura.

Ungirás mi dolor con tu hermosura,
y con tus dedos finos y liliales;
derramarás en mí los manantiales
que guardas, de Piedad y de Dulzura

Al arrumbar feliz a mi ribera,
Tú serás en mis campos, Primavera,
y flor y aroma en mi jardín desierto.

Y en una noche tibia y perfumada
rodará por la alfombra empurpurada,
el negro monstruo de mis penas, muerto.

En vano te he esperado, cada Aurora,
mudos los labios, triste el pensamiento,
me sorprendió mirando el pulimiento
de los senderos blancos, ¡Mi Señora!...

En vano te he esperado, hora tras hora;
me falta ya el valor... Y hasta el aliento,
y cada vez más desgarrante siento
el puñal del dolor que me devora...

... Ya nunca has de venir?... Nunca en tus labios
que son de todas las caricias sabios,
apagaré mi sed de peregrino?...

¡Oh, voz nefasta que mi ensueño trunca!
sólo el eco repite, en el camino
inmensamente triste: Nunca!... Nunca!...



Miguel Unamuno

En horas de insomnio

-- de Miguel Unamuno --

Me voy de aquí, no quiero más oírme;
de mi voz toda voz suéname a eco,
ya falta así de confesor, si peco
se me escapa el poder arrepentirme.

No hallo fuera de mí en que me afirme
nada de humano y me resulto hueco;
si esta cárcel por otra al fin no trueco
en mi vacío acabaré de hundirme.

Oh triste soledad, la del engaño
de creerse en humana compañía
moviéndose entre espejos, ermitaño.

He ido muriendo hasta llegar al día
en que espejo de espejos, soy me extraño
a mí mismo y descubro no vivía.



Miguel Unamuno

Música

-- de Miguel Unamuno --

¿MÚSICA? ¡no! No así en el mar de bálsamo
Me adormezcas el alma;
No, no la quiero;
No cierres mis heridas — mis sentidos—
Al infinito abiertas,
Sangrando anhelo.

Quiero la cruda luz, la que sacude
Los hijos del crepúsculo
Mortales sueños;
Dame los fuertes; a la luz radiante
Del lleno medio día
Soñar despierto.

¿Música? ¡no! no quiero los fantasmas
Flotantes e indecisos,
Sin esqueleto;
Los que proyectan sombra y que mi mano
Sus huesos crujir haga,
Fuera del tiempo;
Toda finalidad se ahoga en ella.
La voluntad se duerme
Falta de peso.



Miguel Unamuno

Ofelia de Dinamarca

-- de Miguel Unamuno --

Rosa de nube de carne
Ofelia de Dinamarca,
tu mirada, sueñe o duerma,
es de Esfinge la mirada.

En el azul del abismo
de tus niñas? todo o nada,
¡ser o no ser!?, ¿es espuma
o poso de vida tu alma?

No te vayas monja, espérame
cantando viejas baladas,
suéñame mientras te sueño,
brízame la hora que falta.

Y si los sueños se esfuman
? el resto es silencio?, almohada
hazme de tus muslos, virgen
Ofelia de Dinamarca.



Juan Gelman

hace frío en esta zona del país...

-- de Juan Gelman --

Hace frío en esta zona del país
donde tu cuerpo no está y hace falta
el calor de tu cuerpo y no vivo
dolorido o arrepentido o triste sino
solo nomás
hemos aprendido a tenernos
hemos aprendido a perdernos
¿por qué hace tanto frío mi dios?
no comprendo qué pasa los cosmonautas
rajan la noche por encima de aquí
y nosotros
que no hemos salido al espacio
que no hemos salido a tocar las estrellas
que ni siquiera hemos salido de esta casa
temblamos como locos crepitábamos
como cegados por el sol
desnudos puros sin hablar como bestias
o mundos
girando en la paciencia universal



Juan Gelman

todo el día viví con tu ausencia mejor dicho...

-- de Juan Gelman --

Todo el día viví con tu ausencia mejor dicho
todo el día viví de tu ausencia ya que los
terremotos
otros desastres internacionales
no me distrajeron de ti
yo soy un hombre mundial me interesa
la revolución en pakistán la falta
de revolución en el yorkshire donde
una vez vi que lloraban
de hambre o de rabia nomás
¿cómo es posible entonces que
entre las tempestades o sus calmas
que vienen a ser lo mismo desde
cierto punto de vista yo
no haya olvidado tu valor la
suave apariencia que adquirís y todo
sea como tu olor después de haber amado
antes de haber amado sea como tu olor?



Juan Nicasio Gallego

En el álbum de la señora Tomasa de Bretón

-- de Juan Nicasio Gallego --

¡Cuál como tú feliz, bella Tomasa,
en quien Bretón extático se mira,
y en tu amor quincenal (no, no es mentira:
vuelve la hoja y lo verás) se abrasa.

«Hermosa, mucho más, la tengo en casa»,
dice a toda beldad que el mundo admira.
Tus ojos son el numen que le inspira;
tuyo el hechizo que a sus versos pasa.

Sólo falta ¡oh dolor! que en la terneza
de sus deliquios conyugales, cuando
a la diosa de Amor, no a Febo, invoque,

la gran fecundidad de su cabeza,
la unidad de lugar atropellando,
en punto menos alto se coloque.



Juan Pablo Forner

Definición de una niña de moda

-- de Juan Pablo Forner --

Yo soy de poca edad, rica y bonita;
tengo lo que suelen llamar salero,
y toco, y canto, y bailo hasta el bolero,
y ando que vuelo con la ropa altita;

si entro en ella, revuelvo una visita,
y más si hay militar o hay extranjero;
voy a tertulia, y hallo peladero;
a paseo, y me llevo la palmita;

soy marcial: hablo y trato con despejo;
a los lindos los traigo en ejercicio,
y dejo y tomo a mi placer cortejo;

visto y peino con gracia y artificio...
Pues ¿qué me falta?... Oyola un tío viejo,
y le dijo gruñendo: «Loca, el juicio.»



Juan Ramón Jiménez

voces de mi copla vi agua mujer

-- de Juan Ramón Jiménez --

Agua mujer
¿qué me copiaste en ti,
que cuando falta en mí
la imajen de la cima,
corro a mirarme en ti?



Evaristo Carriego

En el café

-- de Evaristo Carriego --

Desde hace una semana falta ese parroquiano
que tiene una mirada tan llena de tristeza
y, que todas las noches, sentado junto al piano
bebe, invariablemente, su vaso de cerveza

y fuma su cigarro... Que silenciosamente
contempla a la pianista que agota un repertorio
plebeyo, agradeciendo con aire indiferente
la admiración ruidosa del modesto auditorio.

Hace ya cinco noches que no ocupa su mesa
y en el café su ausencia se nota con sorpresa.
¡Es raro, cinco noches... Y sin aparecer!

Entre los habituales hay algún indiscreto
que asegura a los otros, en tono de secreto,
que hoy está la pianista más pálida que ayer.



Evaristo Ribera Chevremont

creación

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

Cuando el señor, la mano fatigada
de modelar en barro las figuras,
quiso formarle a él, notó que el barro
era muy poco, preparó el que había
para plasmarle, y meditó un momento:

con el poco de barro lo haré enjuto,
pero lo apretaré con energía;
lo haré delgado, resistente, como
vara de acero .

Realizó la obra;
y después coronándola de gracia
para suplir la ausencia
de robustez, le transmitió un espíritu
de los mejores, y quedó gozoso:
a falta de la fuerza del atleta,
dotóle del poder maravilloso
de la inmortalidad: ¡lo hizo poeta!



Fernando de Herrera

Al Betis

-- de Fernando de Herrera --

Igual al Tebro, al Arno y al Metauro;
superior al Tajo, Duero y Ebro,
sagrado Ispalo río, a quien celebro,
corre ufano al ondoso ponto mauro.

Tu bello mirto rinde al verde lauro
y a las mejores hojas del enebro;
cuanto es mayor el lauro que el enebro
tanto es el mirto inferior el lauro.

Sólo falta, conforme a tu alta gloria,
lugar en el luciente y firme cielo
con el nombre de Eridano trocado.

Mas, ya que se te niegue esta victoria,
serás en el dichoso hesperio suelo
cual Eliconio Olmeo venerado.



Fernando de Herrera

Cuando mi pecho ardió en su dulce fuego

-- de Fernando de Herrera --

Cuando mi pecho ardió en su dulce fuego,
osé cantar, Mosquera, el mal que siento,
y diome al tierno canto ufano aliento
el sol en cuyo ardor estuve ciego.

Osé mostrar mi llanto en blando ruego
a quien amor desprecia y su tormento,
y el humilde quejar de mi lamento
me dio osadía y dio esperanza luego.

Ahora, que la luz yo pierdo ausente,
y crece mi dolor con su belleza,
notad el grande error de mi porfía.

Lloro el pasado bien y el mal presente,
y puesto en soledad de mi tristeza,
la esperanza me falta y la osadía.



Fernando de Herrera

Lloro solo mi mal, y el hondo río

-- de Fernando de Herrera --

Lloro solo mi mal, y el hondo río
en sus turbadas ondas lleva el llanto;
ya es tiempo, digo, Amor, en triste canto,
que pongas justo fin al dolor mío;

que sigo ausente sin tu desvarío,
y en tu vana esperanza me levanto,
y en este paso desamparas cuanto
de tu promesa y tu valor confío.

Ya es tiempo, Amor, que el áspero tormento
acabe, o que mi vida se deshaga,
la esperanza, el deseo y osadía;

que en tanto mal ya falta el sufrimiento,
y el crudo golpe de esta acerba llaga
al íntima llegó del alma mía.



Fernando de Herrera

Osé y temí; más pudo la osadía

-- de Fernando de Herrera --

Osé y temí; más pudo la osadía
tanto, que desprecié el temor cobarde.
Subí a do el fuego más me enciende y arde
cuanto más la esperanza se desvía.

Gasté en error la edad florida mía;
ahora veo el daño, pero tarde,
que ya mal puede ser que el seso guarde
a quien se entrega ciego a su porfía.

Tal vez pruebo -mas, ¿qué me vale?- alzarme
del grave peso que mi cuello oprime;
aunque falta a la poca fuerza el hecho.

Sigo al fin mi furor, porque mudarme
no es honra ya, ni justo que se estime
tan mal de quien tan bien rindió su pecho.



Fernando de Herrera

Sol, que con alas de oro vas luciente

-- de Fernando de Herrera --

Sol, que con alas de oro vas luciente,
y al Euro tu primer ardor colora,
mostrando al blanco cerco de la aurora
la fogosa corona y roja frente;

cuando el ondoso claustro de occidente
entrares, donde reina alegre Flora,
si la luz que esté ausente amante adora
vieres, lleva esta triste voz doliente:

«Después que vos dejé, mis bellos ojos,
y en puras perlas hebras enlazadas,
la noche oscureció al sereno día;

el bien me falta, y sobran los enojos,
y en horas de tristeza mal contadas
ningún lugar me queda de alegría».



Fernando de Herrera

Subo con tan gran peso quebrantado

-- de Fernando de Herrera --

Subo con tan gran peso quebrantado
por esta alta, empinada, aguda sierra,
que aun no llego a la cumbre cuando yerra
el pie y trabuco al fondo despeñado.

Del golpe y de la carga maltratado,
me alzo a pena y a mi antigua guerra
vuelvo ¿mas qué me vale? Que la tierra
mesma me falta al curso acostumbrado.

Pero aunque en el peligro desfallesco
no desamparo el paso; que antes torno
mil veces a cansarme en este engaño.

Crece el temor y en la porfía cresco,
y sin cesar, cual rueda vuelve en torno,
así revuelvo a despeñarme al daño.



Fernando de Herrera

Un tiempo, aunque fue breve, osé atrevido

-- de Fernando de Herrera --

Un tiempo, aunque fue breve, osé atrevido,
por ventura atendiendo la victoria,
quejarme, y de mi afán mostrar la historia
a quien me trae en ciego error perdido.

Ahora, o con más lástima ofendido,
o cierto de la falta de mi gloria,
no hago de mis males más memoria
que si yacieran solos en olvido.

Pero el silencio al fin no puede tanto,
que en soledad no rompa, y lo que impide
su vista escribo, del dolor forzado.

Comienza el día, y doy principio al canto
y llanto que en la noche amor despide,
y llanto y canto avivan mi cuidado.



Francisco de Quevedo

represéntase la brevedad de lo que se vive

-- de Francisco de Quevedo --

¡ah de la vida..! ¿Nadie me responde?
¡aquí de los antaños que he vivido!
la fortuna mis tiempos ha mordido,
las horas mi locura las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni adónde
la salud y la edad se hayan huido!
falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue, mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.



Francisco de Quevedo

parnaso español 36

-- de Francisco de Quevedo --

Ya llena de sí solo la litera
matón, que apenas anteayer hacía
(flaco y magro malsín) sombra, y cabía,
sobrado sitio, en una ratonera.
Hoy, mal introducido con la esfera
su casa, al sol los pasos le desvía,
y es tropezón de estrellas; y algún día,
si fuera más capaz, pocilga fuera.
Cuando a todos pidió, le conocimos;
no nos conoce cuando a todos toma;
y hoy dejamos de ser lo que ayer dimos.
Sóbrale tanto cuanto falta a roma;
y no nos puede ver, porque le vimos:
lo que fue esconde; lo que usurpa asoma.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 97

-- de Francisco de Quevedo --

Pura, sedienta y mal alimentada,
medrosa luz, que, en trémulos ardores,
hace apenas visible los horrores
en religiosa noche derramada,
arde ante ti, que un tiempo, de la nada,
encendiste a la aurora resplandores,
y pobre y dios, en templo de pastores,
barata y fácil devoción te agrada.
Piadosas almas, no ruego logrero,
aprecia tu justicia con metales,
que falta aliento contra ti al dinero.
Crezcan en tu pobreza los raudales,
que den alegre luz a dios severo,
y se verá en tu afecto cuanto vales.



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