Buscar Poemas con Existen


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Se han encontrado 13 poemas con la palabra existen

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Líber Falco

Para no pensar lo que debes pensar

-- de Líber Falco --

Para no pensar lo que debes pensar
para no decirte lo que debes decirte,
ibas mirando algo que no existe.
Pero debes pensar y oír como se debe.

Mira los árboles.
Tienen hojas verdes ahora
y tú no las has mirado.
Palpaste más de una vez sus troncos
viste latir y subir su savia
Mira sus hojas ahora.

Qué manía tienes.
Quieres estar en el fondo de las cosas
quieres ver las hojas cuando no existen
todavía.
Te quedarás ciego así, confundido;
olvidarás el verde
la forma de toda cosa, morirás.
Olvidarás todo así, todo.
Mira las hojas.
Tienen forma de hojas
y son verdes.

Poema Para no pensar lo que debes pensar de Líber Falco con fondo de libro

Jorge Isaacs

En la noche callada

-- de Jorge Isaacs --

Ay! cuántas veces en las lentas horas
De la noche callada, antes que el sueño
Venga á cerrar mis párpados, recorre
Mi memoria tenaz los bellos días
De lloros y de risas infantiles
A que siguieron tan hermosos años!
Sus palabras de amor entonces oigo,
Sus votos de constancia...No cumplidos,
Y vuelvo á ver la luz de esa mirada
Que hundióse en el Ocaso de la vida
Para ya no lucir...Ay! para siempre!
Ay! cuántas veces los amigos caros
Al corazón desde la infancia unidos,
Que ya no existen...Mi memoria evoca,
Y hallo en torno de mí sólo sus tumbas,
A do bajaron, como al soplo frío
Del invierno, las hojas macilentas...
Imagínome entonces que recorro
Un salón de banquete ya desierto,
Do algunas luces oscilando mueren...
Donde se ven aquí y allá dispersas
Las guirnaldas marchitas... Lo han dejado
Todos, excepto yo; y así en la vida
Ay! cuántas veces me contemplo solo!

Poema En la noche callada de Jorge Isaacs con fondo de libro

Jorge Luis Borges

infierno, v, 129

-- de Jorge Luis Borges --

Dejan caer el libro, porque ya saben
que son las personas del libro.
(Lo serán de otro, el máximo,
pero eso qué puede importarles.)
Ahora son paolo y francesca,
no dos amigos que comparten
el sabor de una fábula.
Se miran con incrédula maravilla.
Las manos no se tocan.
Han descubierto el único tesoro;
han encontrado al otro.
No traicionan a malatesta,
porque la traición requiere un tercero
y sólo existen ellos dos en el mundo.
Son paolo y francesca
y también la reina y su amante
y todos los amantes que han sido
desde aquel adán y su eva
en el pasto del paraíso.
Un libro, un sueño les revela
que son formas de un sueño que fue soñado
en tierras de bretaña.
Otro libro hará que los hombres,
sueños también, los sueñen.

Poema infierno, v, 129 de Jorge Luis Borges con fondo de libro

Jorge Luis Borges

el enamorado

-- de Jorge Luis Borges --

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
persépolis y roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.



Jorge Luis Borges

spinoza

-- de Jorge Luis Borges --

Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de aquel que es todas sus estrellas.



César Vallejo

entre el dolor y el placer median tres criaturas

-- de César Vallejo --

Entre el dolor y el placer median tres criaturas,
de las cuales la una mira a un muro,
la segunda usa de ánimo triste
y la tercera avanza de puntillas;
pero, entre tú y yo,
sólo existen segundas criaturas.
Apoyándose en mi frente,
el día conviene en que, de veras,
hay mucho de exacto en el espacio;
pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamaño,
principia ¡ay! por mi boca,
¿quién me preguntará por mi palabra?
al sentido instantáneo de la eternidad
corresponde
este encuentro investido de hilo negro,
pero a tu despedida temporal,
tan sólo corresponde lo inmutable,
tu criatura, el alma, mi palabra.



Ernesto Cardenal

epigrama XXII

-- de Ernesto Cardenal --

Recuerdo tantas
muchachas bellas
que han existido
todas las bellazas
de troya y las de acava
y las de tebas y
de la roma de propercio
y muchas de ellas
dejaron pasar el amor,
y murieron, y hace
siglos que no existen
tú que eres bella
ahora en las calles de
managua
un día serás como ellas
de un tiempo lejano,
cuando las gasolineras
sean ruinas románticas.
¡Acuérdate de las
bellezas de las
calles de troya!
ah tu despiada
más cruel



José Ángel Buesa

poema de las cosas

-- de José Ángel Buesa --

Quizás estando sola, de noche, en tu aposento
oirás que alguien te llama sin que tu sepas quién
y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento
que existen ciertamente, pero que no se ven...
Y también es posible que una tarde de hastío
como florece un surco, te renazca un afán
y aprenderás entonces que hay cosas como el río
que se estan yendo siempre, pero que no se van...
O al cruzar una calle, tu corazón risueño
recordará una pena que no tuviste ayer
y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño,
cosas que nunca han sido, pero que pueden ser...
Por más que tu prefieras ignorar estas cosas
sabrás por qué suspiras oyendo una canción
y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,
cosas que son hermosas, sin saber que lo son...
Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido
y un soplo de ceniza regará tu jardín
y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido
son las únicas cosas que nunca tienen fin.



José Ángel Buesa

con la simple palabra

-- de José Ángel Buesa --

Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son mar.
Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.
Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.
Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.
Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás.



Marilina Rébora

vértigo

-- de Marilina Rébora --

Vértigo
¿y esta melancolía? ¿por qué tanto abandono
si no hay una razón o por lo menos nueva,
si no existen rencores ni nos muerde el encono?
¿de qué ese sentimiento que al ánimo subleva?
¿a qué causa atribuir tan ciego pesimismo?
¿qué motivo encontrar a esta tenaz congoja
si son nuestros estados un puro fatalismo?
¿qué es, por fin, lo que al alma tanto y tanto la enoja?
la ansiedad de vivir en vértigo, de prisa,
exacerba la mente a punto culminante,
ya que ante el tiempo escaso en todo se improvisa
y el destino de un ser se juega en un instante.
Y es eso lo que al cabo del día nos aplasta
para cuyo consuelo la oración sólo basta.



Mario Benedetti

después

-- de Mario Benedetti --

El cielo de veras que no es éste de ahora
el cielo de cuando me jubile
durará todo el día
todo el día caerá
como lluvia de sol sobre mi calva.
Yo estaré un poco sordo para escuchar los árboles
pero de todos modos recordaré que existen
tal vez un poco viejo para andar en la arena
pero el mar todavía me pondrá melancólico
estaré sin memoria y sin dinero
con el tiempo en mis brazos como un recién nacido
y llorará conmigo y lloraré con él
estaré solitario como una ostra
pero podré hablar de mis fieles amigos
que como siempre contarán desde europa
sus cada vez más tímidos contrabandos y becas.
Claro estaré en la orilla del mundo contemplando
desfiles para niños y pensionistas
aviones
eclipses
y regatas
y me pondré sombrero para mirar la luna
nadie pedirá informes ni balances ni cifras
y sólo tendré horario para morirme
pero el cielo de veras que no es éste de ahora
ese cielo de cuando me jubile
habrá llegado demasiado tarde.



Blanca Andreu

yo te di huesos de palomas rojas

-- de Blanca Andreu --

Los muertos odian el número dos.
F. G. Lorca
yo te di huesos de palomas rojas
de palomas que alientan dentro de los rasguños
desdeñoso licor de herida
pequeño peldaño de muerte
atrapé las palomas que habitaban en la sangre alterada de los niños perversos
robé vuelos morados
vuelos de adelfa y alarido
vuelos de arteria y arañazo
espejos
fiestas
del jacinto del sur
yo te di huesos de palomas muy pequeñas
astrolabios de tierno esqueleto
guías luciérnagas y otras luces nerviosas
para que oyeras cómo el fósforo declama los viejos versos del número par
para anclarte a mi noche
para anclarte a mi noche con la cal delicada
yo te di huesos
anclas pequeñitas
para que te encallaras en la sal de las puertas
y dije las palabras que así existen
filtros de melibea
brujas líquidas
o la voz fuerte de rilke el poeta:
retenle
sí retenle.



Roberto Juarroz

no hay regreso

-- de Roberto Juarroz --

No hay regreso.
Pero existen algunos movimientos
que se parecen al regreso
como el relámpago a la luz.
Es como si fueran
formas físicas del recuerdo,
un rostro que vuelve a formarse entre las manos,
un paisaje hundido que se reinstala en la retina,
tratar de medir de nuevo la distancia que nos separa de la tierra,
volver a comprobar que los pájaros nos siguen vigilando.
No hay regreso.
Sin embargo,
todo es una invertida expectativa
que crece hacia atrás.



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