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Se han encontrado 10 poemas con la palabra estudiante

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Lope de Vega

Contaba, Clori, ayer un estudiante

-- de Lope de Vega --

Contaba, Clori, ayer, un estudiante
que, Hércules, os hizo la mamona,
de cuya hazaña el bárbaro blasona
como si fuera trompa de elefante.
Que de veros tan frígida me espante,
no me puede negar vuestra persona,
pero no diré yo que fuiste mona
por más que lo pida el consonante.
Ninguno con razón en vos se emplea;
calva sois de nariz, y así no toma
nadie vuestra ocasión por más que os vea
Nacisteis cuervo y presumís paloma;
muchas faltas tenéis para ser fea,
pocas gracias tenéis para ser Roma.

Poema Contaba, Clori, ayer un estudiante de Lope de Vega con fondo de libro

Baltasar del Alcázar

El estudiante

-- de Baltasar del Alcázar --

Cierto día un estudiante
al revisar su ropilla,
se encontró en la pantorrilla,
un enorme interrogante.
Siguió el pobrete adelante,
y al ver que en puntos hervía
su calceta, maldecía
diciendo: "¡Cuán bueno fuera
si más estambre tuviera
y menos ortografía!"

Poema El estudiante de Baltasar del Alcázar con fondo de libro

Ramón María del Valle Inclán

rosa de mi abril

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Fui por el mar de las sirenas
como antaño rudel de blaya,
y ellas me echaron las cadenas
sonoras de la ciencia gaya.

¡Divina tristeza, fragante
de amor y dolor! ¡dulce espina!
¡soneto que hace el estudiante
a los ojos de una vecina!

la vecina que en su ventana
suspiraba de amor. Aquella
dulce niña, que la manzana
ofrecía como una estrella.

¡Ojos cándidos y halagüeños,
boca perfumada dc risas,
alma blanca llena de sueños
como un jardín lleno de brisas!

era el abril, cuando la llama
de su laurel adolescente,
daba el sol como un oriflama,
en el navío de mi frente.

¡Clara mañana de estudiante
con tristezas de amor ungida,
y aquella furia de gigante
por llenar de triunfos la vida!

en mi pecho daba su canto
el ave azul de la quimera,
y me coronaba de acanto
una lírica primavera.

Ciego de azul, ebrio de aurora,
era el vértigo del abismo
en el grano de cada hora,
y era el horror del silogismo.

¡Clara mañana de mi historia
de amor, tu rosa deshojada,
en los limbos de mi memoria
perfuma una ermita dorada!

Poema rosa de mi abril de Ramón María del Valle Inclán con fondo de libro

Lope de Vega

Llevóme Febo a su Parnaso un día

-- de Lope de Vega --

Llevóme Febo a su Parnaso un día,
y vi por el cristal de unos canceles
a Homero y a Virgilio con doseles,
leyendo filosófica poesía.

Vi luego la importuna infantería
de poetas fantásticos noveles,
pidiendo por principios más laureles
que anima Dafnes y que Apolo cría.

Pedíle yo también por estudiante,
y díjome un bedel: «Burguillos, quedo:
que no sois digno de laurel triunfante».

¿Por qué?», le dije; y respondió sin miedo:
Porque los lleva todos un tratante
para hacer escabeches en Laredo.»



Duque de Ribas

Receta segura

-- de Duque de Ribas --

Estudia poco o nada, y la carrera
acaba de abogado en estudiante,
vete, imberbe, a Madrid, y, petulante,
charla sin dique, estafa sin barrera.

Escribe en un periódico cualquiera;
de opiniones extremas sé el Atlante
y ensaya tu elocuencia relevante
en el café o en junta patriotera.

Primero concejal, y diputado
procura luego ser, que se consigue
tocando con destreza un buen registro;

no tengas fe ninguna, y ponte al lado
que esperanza mejor de éxito abrigue,
y pronto te verás primer ministro.



Pablo Neruda

fantasma

-- de Pablo Neruda --

Cómo surges de antaño, llegando,
encandilada, pálida estudiante,
a cuya voz aún piden consuelo
los meses dilatados y fijos.
Sus ojos luchaban como remeros
en el infinito muerto
con esperanza de sueño y materia
de seres saliendo del mar.
De la lejanía en donde
el olor de la tierra es otro
y lo vespertino llega llorando
en forma de oscuras amapolas.
En la altura de los días inmóviles
el insensible joven diurno
en tu rayo de luz se dormía
afirmado como en una espada.
Mientras tanto crece a la sombra
del largo transcurso en olvido
la flor de la soledad, húmeda, extensa,
como la tierra en un largo invierno.



José Ángel Buesa

te acordarás un día

-- de José Ángel Buesa --

Te acordarás un día de aquel amante extraño
que te besó en la frente para no hacerte daño.
Aquel que iba en la sombra con la mano vacía,
porque te quiso tanto que no te lo decía.
Aquel amante loco que era como un amigo,
y que se fue con otra para soñar contigo.
Te acordarás un día de aquel extraño amante,
profesor de horas lentas, con alma de estudiante.
Aquel hombre lejano que volvió del olvido
sólo para quererte como nadie ha querido.
Aquel que fue ceniza de todas las hogueras,
y te cubrió de rosas, sin que tú lo supieras.
Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente;
viajero silencioso de las noches de estío,
que sembraba en la arena su corazón tardío.
Te acordarás un día de aquel hombre lejano,
del que más te ha querido, porque te quiso en vano.
Quizás, así, de pronto, te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.
Tu rosal preferido se secará en el huerto,
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.
Y él andará en la sombra, con su sonrisa triste.
Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.



Mario Benedetti

semántica práctica

-- de Mario Benedetti --

Sabemos que el alma como principio de la vida
es una caduca concepción religiosa e idealista
pero que en cambio tiene vigencia en su acepción segunda
o sea hueco del cañón de las armas de fuego
hay que reconocer empero que el lenguaje popular no está rigurosamente al día
y que cuando el mismo estudiante que leyó en konstantinov que la idea del alma es fantástica e ingenua
besa los labios ingenuos y fantásticos de la compañerita que no conoce la acepción segunda
y a pesar de ello le dice te quiero con toda el alma



Evaristo Carriego

Como aquella otra

-- de Evaristo Carriego --

Sí, vecina: te puedes dar la mano,
esa mano que un día fuera hermosa,
con aquella otra eterna silenciosa
«que se cansara de aguardar en vano.

Tú también, como ella, acaso fuiste
la bondadosa amante, la primera,
de un estudiante pobre, aquel que era
un poco chacotón y un poco triste.

O no faltó el muchacho periodista
que allá en tus buenos tiempos de modista
en ocios melancólicos te amó

y que una fría noche ya lejana,
te dijo, como siempre: «Hasta mañana»...
Pero que no volvió.



Evaristo Carriego

La francesita que hoy salió a tomar el sol

-- de Evaristo Carriego --

Un poco paliducha y adelgazada,
— ¡estuvo tan enferma recientemente! —
caminando de prisa por la asoleada
vereda, va la rubia convaleciente

que, con rumbo a Palermo dobló hacia el Norte.
¡Salud, la linda rubia: cara traviesa,
gesto de ¡viva Francia! y airoso el porte:
como que para eso nació francesa.

¿Será el desconocido que va delante
o es la gracia burlona con que camina
que ahuyentó aquel capricho sentimental?

¡Adiós los ojos tristes del estudiante
que vió junto a la cama de su vecina
en la tarde de un jueves del hospital!...



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