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Hernando de Acuña

Cuál doloroso estilo bastaría

-- de Hernando de Acuña --

¡Cuál doloroso estilo bastaría,
en el común dolor que nos aterra,
a mostrar parte, o lamentar la guerra
que al mundo le hizo muerte en sólo un día,

cuando dispuso de quien disponía
del mundo, con valor tal, que se encierra
muerto, más inmortal, en poca tierra
el que todo le amaba y le temía!

Y como otro dolor no se ha igualado
al de este triste y lamentable caso,
así debe llorar eternamente;

y el nombre justamente tan nombrado
del Vasto, por las cumbres del Parnaso
celebrándose irá de gente en gente.

Poema Cuál doloroso estilo bastaría de Hernando de Acuña con fondo de libro

Francisco Villaespesa

los jardines de afrodita I

-- de Francisco Villaespesa --

El ritmo, el gran rebelde, me rinde vasallaje,
y cuando quiero ríe, y cuando quiero vuela,
y he domado a mi estilo como a un potro salvaje,
a veces con el látigo y a veces con la espuela.
Conozco los secretos del alma del paisaje,
y sé lo que entristece, y sé lo que consuela,
y el viento traicionero y el bárbaro oleaje
conocen la invencible firmeza de mi vela.
Amo los lirios místicos y las rosas carnales,
la luz y las tinieblas, la pena y la alegría,
los ayes de las víctimas y los himnos triunfales.
Y es el eterno y único ensueño de mi estilo
la encarnación del alma cristiana de maría
en el mármol pagano de la venus de milo.

Poema los jardines de afrodita I de Francisco Villaespesa con fondo de libro

Amado Nervo

nihil novum...

-- de Amado Nervo --

¡cuántos, pues, habrán amado
como mi alma triste amó...
Y cuántos habrán llorado
como yo!
¡cuántos habrán padecido
lo que padecí,
y cuántos habrán perdido
lo que perdí!
canté con el mismo canto,
lloro con el mismo llanto
de los demás,
y esta angustia y este tedio
ya los tendrán sin remedio
los que caminan detrás.
Mi libro sólo es, en suma,
gotícula entre la bruma,
molécula en el crisol
del común sufrir, renuevo
del gran dolor: ¡nada nuevo
bajo el sol!
mas tiene cada berilo
su manera de brillar,
y cada llanto su estilo
peculiar.

Poema nihil novum... de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

al sepulcro de amor, que contra el filo

-- de Lope de Vega --

Al sepulcro de amor, que contra el filo
del tiempo hizo artemisia vivir claro,
a la torre bellísima de faro,
un tiempo de las naves luz y asilo;
al templo efesio de famoso estilo,
al coloso del sol, único y raro,
al muro de semíramis reparo,
y a las altas pirámides del nilo;
en fin, a los milagros inauditos,
a júpiter olímpica, y al templo,
pirámides, coloso y mauseolo;
y a cuantos hoy el mundo tiene escritos,
en fama vence de mi fe el ejemplo,
que es mayor maravilla mi amor solo.



Lope de Vega

Al doctor Francisco de Quintana

-- de Lope de Vega --

Nacieron en Madrid el docto Herrera;
Velasco, Eclesiastés; Márquez, Cirilo;
Francisco Sánchez, que, fecundo Nilo,
inunda el coro de la sacra esfera;

Montero, luz en monte, primavera;
Soria, Basilio; y, en florido estilo,
Hortensio Fénix, que al eterno asilo
huyó los ojos de la invidia fiera.

Entre estas luces coronada sale,
Quintana, de esplendor tu nueva aurora,
porque si no los vence, los iguale.

Que ya tu ingenio que las cumbres dora,
y por el sol más encendido vale,
honra la patria y la virtud decora.



Lope de Vega

Cuando el mejor planeta en el diluvio

-- de Lope de Vega --

Cuando el mejor planeta en el diluvio
templa de Etna y volcán la ardiente fragua,
y el mar pasado el límite desagua,
encarcelando al sol dorado y rubio;

Cuando cuelgan del Cáucaso y Vesubio
mil cuerpos entre verdes ovas y agua,
cuando balas de nieve y rayos fragua,
y el Gange se juntó con el Danubio;

cuando el tiempo perdió su mismo estilo
y el infierno pensó tener sosiego
y excedió sus pirámides el Nilo;

cuando el mundo quedó turbado y ciego,
¿dónde estabas, Amor, cuál fue tu asilo,
que en tantas aguas se escapó tu fuego?



Lope de Vega

En las riberas del Egipcio Nilo

-- de Lope de Vega --

En las riberas del egipcio Nilo,
cuando los hombres desde lejos huele,
imitando sus quejas, llorar suele
con triste voz el falso cocodrilo.

Y tú que imitas su engañoso estilo,
quieres que con tu llanto me desvele,
pues cuando veo que mi mal te duele,
por ti llorando el corazón distilo.

Voy a tus manos, porque al fin me obliga
la vista de tus lágrimas traidoras,
blandas llamando, agradeciendo ingratas.

¡Oh fiera en condición, y en llanto amiga!,
si me quieres matar, ¿por qué me lloras?
y si me has de llorar, ¿por qué me matas?



Lope de Vega

Si estáis enfermos, dulces ojos claros

-- de Lope de Vega --

Si estáis enfermos, dulces ojos claros,
no os espantéis, pues tantos os desean,
que no es posible, si dejáis que os vean,
que dejen de quereros o envidiaros.

Mis pensamientos, no temiendo hallaros,
libres de la justicia se pasean;
como al sol, cuando nubes le rodean,
dicen mis ojos que podrán miraros.

Enfermos soles y nublados cielos,
hoy tomarán venganza mis enojos,
porque en la condición mudéis de estilo.

Si azules fuistes por matar con celos,
hoy como espada quedaréis, mis ojos,
que tienen de cortar gastado el filo.



Manuel de Zequeira

Epigramas (Zequeira)

-- de Manuel de Zequeira --

Como suele en viva llama
Pronto arder la Mariposa;
Así la vista curiosa
Se quema en un epigrama:
Y si es el estilo terso,
Claro y lleno de alusiones,
Puedan bien cuatro renglones
Incendiar el Universo.



Manuel del Palacio

La historia del pollo

-- de Manuel del Palacio --

Se levanta y almuerza de una á dos,
Se viste y se va al Círculo á las tres,
Habla allí de política en francés,
Y un poco en castellano contra Dios.

Sale, y compra unos guantes á Dubós,
Encarga unas babuchas al Leonés,
Y en la Carrera instálase después,
Fumando un puro que le causa tos.

Allí encuentra á Ventura y á Tomás,
Se burla del atraso del país,
Y hace muecas á niñas y á mamás.

Come á las ocho á estilo de París,
Va al teatro si hay baile, y nada más:
— ¿Pero son éstos hombres, ó titís?



Manuel del Palacio

Semblanzas: XIX

-- de Manuel del Palacio --

Cuando su arpada lengua se desata
Y brota de su labio la armonía,
Yo, que jamás contengo mi alegría,
Esto se llama, digo, hablar en plata.

Viene después la reflexión ingrata
Que de la mente el entusiasmo enfria,
Y encuentro en su brillante algarabía
Junto al águila real la garrapata.

Sensible corazón, gallardo estilo,
Arte, elegancia, erudición, dulzura,
De todo tiene cuando suelta el hilo.

Oyéndole se goza la ventura,
Y dice mi compadre don Camilo
Que no le falta nada... Para cura.



César Vallejo

primavera tuberosa

-- de César Vallejo --

Esta vez, arrastrando briosa sus pobrezas
al sesgo de mi pompa delantera,
coteja su coturno con mi traspié sin taco,
la primavera exacta de picotón de buitre.
La perdí en cuanto tela de mis despilfarros,
juguéla en cuanto pomo de mi aplauso;
el termómetro puesto, puesto el fin, puesto el gusano,
contusa mi doblez del otro tia,
aguardéla al arrullo de un grillo fugitivo
y despedía uñoso, somático, sufrido.
Veces latentes de astro,
ocasiones de ser gallina negra,
entabló la bandida primavera
con mi chusma de aprietos,
con mis apocamientos en camisa,
mi derecho soviético y mi gorra.
Veces las del bocado lauríneo,
con símbolos, tabaco, mundo y carne,
deglusión translaticia bajo palio,
al són de los testículos cantores;
talentoso torrente el de mi suave suavidad,
rebatible a pedradas, ganable con tan sólo suspirar...
Flora de estilo, plena,
citada en fangos de honor por rosas auditivas...
Respingo, coz, patada sencilla,
triquiñuela adorada... Cantan... Sudan...



César Vallejo

Babel

-- de César Vallejo --

Dulce hogar sin estilo, fabricado
de un solo golpe y de una sola pieza
de cera tornasol. Y en el hogar
ella daña y arregla; a veces dice:
“El hospicio es bonito; aquí no más!”
¡Y otras veces se pone a llorar!



Pablo Neruda

soneto xxvi cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xxvi
ni el color de las dunas terribles en iquique,
ni el estuario del río dulce de guatemala,
cambiaron tu perfil conquistado en el trigo,
tu estilo de uva grande, tu boca de guitarra.
Oh corazón, oh mía desde todo el silencio,
desde las cumbres donde reinó la enredadera
hasta las desoladas planicies del platino,
en toda patria pura te repitió la tierra.
Pero ni huraña mano de montes minerales,
ni nieve tibetana, ni piedra de polonia,
nada alteró tu forma de cereal viajero,
como si greda o trigo, guitarras o racimos
de chillán defendieran en ti su territorio
imponiendo el mandato de la luna silvestre.



Juan de Tassis y Peralta

es tan glorioso y alto el pensamiento

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Que me mantiene en vida y causa muerte,
que no sé estilo o medio con que acierte
a declarar el mal y el bien que siento.
Dilo tú, amor, que sabes mi tormento,
y traza un nuevo modo que concierte
estos varios extremos de mi suerte
que alivian con su causa el sentimiento;
en cuya pena, si es glorioso efecto
el sacrificio de la fe más pura
que está ardiendo en las alas del respeto,
ose el amor, si teme la ventura,
que entre misterios de un amor secreto
amar es fuerza y esperar locura.



Gutierre de Cetina

al príncipe [de ascoli]

-- de Gutierre de Cetina --

Deje el estilo ya la usada vena,
mude el suave en doloroso canto;
mudar conviene el llanto en mayor llanto
y pasar de una grande a mayor pena.
Muerto es el que hacer solía serena
la vida, y nuestra edad alegre tanto;
muerta es virtud, muerto es el vivir santo;
no viva puede haber ya cosa buena.
Eterno lamentar, lloroso verso,
lágrimas de dolor, obscuro luto
hagan al mundo fe de común daño.
Lloran, príncipe invicto, a quien adverso
hado cortó, en el dar de primer fruto,
el árbol más hermoso. ¡Ay, fiero engaño!



Gutierre de Cetina

si tras de tanto mal me está guardado

-- de Gutierre de Cetina --

Algún bien, de que estoy tan fuera agora,
aún espero por vos cantar, señora,
con estilo más alto que he llorado.
Entonces será el bien más estimado
por no haber del jamás sabido un hora,
cual madre que por muerto el hijo llora
se alegra en verlo vivo así tornado.
Entonces contaré de la tormenta,
seguro de zozobras en el puerto,
y placeráme la pasada afrenta.
Desterraré el dolor que sin concierto
me suele fatigar, do nunca sienta
nueva, ni sepa del si es vivo o muerto.



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli X

-- de Gutierre de Cetina --

Si está en opinión, lavinio caro,
del más dulce pastor, del más sabroso,
si por mil buenas partes glorioso
te ha hecho el cielo señalado y claro,
¿por qué de tu cantar único y raro,
del estilo tan alto y tan famoso,
de las pinturas de tu mal rabioso,
pues tan honrosas son, eres avaro?
ya que el mundo escuchar no te meresce,
¿no miras que no es bien entre los bienes
si no se comunica y se reparte?
ni en leyes de amistad se compadesce,
pues das a todo el mundo lo que tienes,
que de tanta virtud no nos des parte.



Hernando de Acuña

Así, cual de mi mal he mejorado

-- de Hernando de Acuña --

Así, cual de mi mal he mejorado,
se me hubiera doblado el accidente,
yo tengo por muy cierto que al presente
me hallara, mi señor, muy aliviado;

que, si de sus congojas y cuidado
se alivia todo espíritu doliente,
aliviárase un cuerpo mayormente
al son de un dulce estilo delicado.

Yo conozco, señor, doliente o sano,
deberos tanto, que no sé en que suerte
os me pueda mostrar agradecido:

sólo tendréis de mí, como en la mano,
que a nadie es vuestro mal tan grave y fuerte,
ni vuestro bien de nadie es tan querido.



Hernando de Acuña

Atenta al gran rumor la musa mía

-- de Hernando de Acuña --

Atenta al gran rumor la musa mía
del armígero son de Marte fiero,
cesó del dulce estilo que primero
en sujeto amoroso se extendía;

mas ahora, con la vuestra en compañía,
me vuelve al sacro monte, donde espero
levantarme más alto y, por grosero,
dejar con nuevo canto el que solía.

Así sus horas con la espada a Marte,
y los ratos del ocio con la pluma
pienso, señor, enderezar a Apolo;

dando a los dos de mí tan larga parte,
y tomándola de ellos tal, que en suma
no me cause tristeza el verme solo.



Hernando de Acuña

Contra la ciega y general dolencia

-- de Hernando de Acuña --

Contra la ciega y general dolencia
de la triste ignorancia miserable,
que de común se ha hecho comportable,
siendo tan insufrible pestilencia,

quiero que valga en esto mi sentencia:
que vuestro dulce estilo tan loable
os hará en Helicona memorable
sin contraste ninguno o diferencia;

ya vuestro claro ingenio nos lo muestra,
y ya el fruto gentil que de él procede
a la cumbre del monte os encamina,

do subís sin errar por la vía diestra
camino que a tan pocos se concede,
que ya por vuestro mal no se camina.



Hernando de Acuña

Del bien del pensamiento se sustenta

-- de Hernando de Acuña --

Del bien del pensamiento se sustenta
el triste corazón entre mil males
que en mí se tratan como naturales,
y el alma hace ya la misma cuenta.

El no sufrirlos tiene por afrenta,
y por honra y valor sufrirlos tales,
y págase, sintiéndolos mortales,
con sólo consentirle que los sienta.

Esto por bien muy grande se le niega,
y la vida ha tomado por partido
seguir en padecer su estilo usado,

que llegando al extremo donde llega,
lo que con desearlo nunca ha sido,
no puede por razón serle negado.



Hernando de Acuña

Después, Amor, que me privó tu mano

-- de Hernando de Acuña --

Después, Amor, que me privó tu mano
de aquella vista en que vivía seguro,
es vuelto en escabroso estilo y duro
el mío, que antes era humilde y llano;

y en tal extremo, que si el más liviano
dolor que siento declarar procuro,
voy por áspera peña o alto muro
para haber de llegar al más cercano.

La lengua al pronunciar está turbada,
que en tantas tan dañosas ocasiones
cada cual se le ofrece por primera:

así sale la voz flaca y cansada,
y tan confusa de entre mil pasiones,
que de ninguna da razón entera.



Hernando de Acuña

En leyendo, señor, vuestro soneto

-- de Hernando de Acuña --

En leyendo, señor, vuestro soneto,
acabé de saber lo que creía
y afirmé la opinión en que os tenía
de honrado, virtuosos y de discreto;

mas he hallado en él sólo un defecto,
que no es por falta vuestra sino mía,
y es que a un alto decir se requería
igual con las palabras el sujeto;

mas tanto más ingenio en vos se muestra,
cuanto cosa más baja habéis alzado
con estilo delgado y elocuente;

y yo a la voluntad y virtud vuestra
quedo de corazón tan obligado
cuanto debo quedarlo justamente.



Hernando de Acuña

Jamás pudo quitarme el fiero Marte

-- de Hernando de Acuña --

Jamás pudo quitarme el fiero Marte,
por más que en su ejercicio me ha ocupado,
que en medio de su furia no haya dado
a Apolo de mi tiempo alguna parte;

pero quiero, Lavinio, ahora avisarte
que ya me tiene ausencia en un estado
do casi yerran el discurso usado
mi estilo, mi razón, mi ingenio y arte.

Lo que en mí fue cantar silencio sea,
y canten los que esperan de su canto
que el amor baste a mejorar su suerte;

a mí me quede sólo el triste llanto,
pues muero no mirando a Galatea,
y el poderla mirar también es muerte.



Hernando de Acuña

Si amor, así como extremó mi pena

-- de Hernando de Acuña --

Si amor, así como extremó mi pena,
mi estilo en alabaros extremara,
vuestra fama, señora, ya llegara
donde jamás llegó ninguna ajena.

Y aquella Laura cuyo nombre suena
del toscano poeta en voz tan clara
en le nombre tan sólo os igualara,
mas mi bajo decir lo desordena.

Así, de no emprender obra tan alta
tengo justa disculpa, pues excede
tan claro la materia toda historia;

pero en vuestros loores esta falta,
de poderse igualar, hace que quede
para siempre de vos digna memoria.



Hernando de Acuña

Siendo por Alejandro ya ordenado

-- de Hernando de Acuña --

Siendo por Alejandro ya ordenado
que Lausato ciudad se deshiciese,
como venir su buen maestro viese
a suplicar por ella apresurado,

en viéndole, juró determinado
de no le conceder lo que pidiese;
él pidió entonces que la destruyera,
por do el mísero pueblo fue librado.

Así, viendo por vos determinada
mi perdición, señora, conocida,
estilo mudaré por mudar suerte,

pidiéndoos contra la costumbre usada,
o que para morir me deis la vida
o que para vivir me deis la muerte.



Evaristo Ribera Chevremont

baila manuel

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

Un farol y dos velas. Baila manuel. La bomba.
Se voltea en el fondo su tostada figura;
y, a los golpes del cuero primitivo, se comba.
Ardor de animal joven descubre su cintura.

Resalta su finura de estilo en el conjunto
de ágiles bailadores. Vigor el de su traza.
Su piel oscura y lisa tiene brillos de unto.
Cuanto hay en él, denuncia su calidad de raza.

Surge canto de niñas tras el brusco sonido
de la bomba. Hervorean de etíopes los senderos.
El cielo, de azul puro, fieramente mordido
de soles. En los campos, cocales, limoneros.

El aire está cargado dcl aroma caliente
de la tierra y los hombres. Baila manuel. Sus manos,
sus pies dicen todo lo que es él. Raudamente,
cruzan en la noche sombras de cuadrumanos.



Evaristo Ribera Chevremont

la décima criolla

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

La décima criolla -jalón del continente,
puntal de lo indohispano- de espíritu se llena.

De autoctonía vasta, de espíritu potente,
corre por nuestras zonas de planta, mar y arena.
Propio es su contenido, propio es su continente.

La décima es caliente, la décima es morena;
y uña de gato y diente de perro juntamente
brinda cuando, con rústicos instrumentos, resuena.
Al cuerpo, que es flexible, la gracia se le anuda.

Pica si se sazona, quema si se desnuda.
Pegando o requiriendo, la décima es de bríos.

Son ácidos y dulces los jugos de su entraña;
y en mi país, vestida de sol y miel, huraña
y amante, se da en sombra de tierras y bohíos.

Suma de eternidades, tus legados
ofrecen, por las gracias enhebrados,
los más nobles decires en su estilo.



Evaristo Ribera Chevremont

idioma castellano

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

Verbo macizo y señorial, lenguaje
de recia y transparente arquitectura.
Voz extrañada de la tierra pura,
la tierra paridora del linaje.

Horadas la centurias de tu mensaje,
urdido de vigor y de finura,
de grande consistencia en su textura:
oro, marfil, piedra preciosa, encaje.

La rancidez de tu riqueza brilla
en los viejos infolios de castilla,
que prestigiase el imperial sigilo.

Suma de eternidades, tus legados
ofrecen, por las gracias enhebrados,
los más nobles decires en su estilo.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 19

-- de Francisco de Quevedo --

Ondea el oro en hebras proceloso;
corre el humor en perlas hilo a hilo;
juntó la pena al tajo con el nilo,
éste creciente, cuando aquél precioso.
Tal el cabello, tal el rostro hermoso
asiste en fili al doloroso estilo,
cuando por las ausencias de batilo,
uno derrama rico, otro lloroso.
Oyó gemir con músico lamento
y mustia y ronca voz tórtola amante,
amancillando querellosa el viento.
Dijo: «si imitas mi dolor constante,
eres lisonja dulce de mi acento;
si le compites, no es tu mal bastante».



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 38

-- de Francisco de Quevedo --

Petrarca celebró su laura bella
con ingenio, y estilo levantado,
y hizo al mundo eterno su cuidado,
y la rara belleza, que vio en ella.
Viven y envidiosas muchas de ella,
porque es digno de ser muy envidiado
un bien tan alto, y tan dichoso estado,
que nunca pueda el tiempo contra ella.
Yo solo a ti gallarda silvia hermosa,
a quien di el corazón en sacrificio,
querría dejarte de la misma suerte.
Que esta alma en adorarte venturosa
sólo te puede hacer este servicio,
que no te ofenda el tiempo, ni la muerte.



Clemente Althaus

Santa Teresa

-- de Clemente Althaus --

Con voladora pluma que no cesa,
y ardiente estilo que las almas doma,
la divina Teresa
los conceptos altísimos expresa
que le dicta la célica Paloma.
Y sobre los sublimes inflamados
renglones, suspendidos tras la silla,
dos ángeles callados
inclínanse curiosos a ambos lados,
leyendo con placer y maravilla.
Y, cual de aplauso y de contento en muestra,
se miran sonriendo entre sí a veces,
con la inclinada diestra
mostrando de la mística maestra
cada alto rasgo, los divinos jueces.



Cristóbal de Castillejo

a una dama

-- de Cristóbal de Castillejo --

¡qué buen caballero era,
perdónele dios, amén,
dexando tal heredera!
si antes de escribir muriera,
¡oh, cómo muriera bien!
su pensamiento fué vano,
aunque sano
si le terciara el estilo.
Válgale por codicilo,
pues lo escribió de su mano.

Mas si acuerda de aceptar
vuesamerced esta herencia,
quiéroos, señora, avisar
que no os podéis escusar
de pleito ni diferencia;
porque el alma que os dió a vos
es de dios,
si quisiere recibirla;
la fe no pudo partirla,
pues no puede ser de dos.



Rubén Darío

Yo persigo una forma

-- de Rubén Darío --

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
al abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.



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Ariiba