Buscar Poemas con Espiritual


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Se han encontrado 15 poemas con la palabra espiritual

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Salvador Díaz Mirón

Rimas (Salvador Díaz Mirón)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Al ver mi honda aflicción por tus desvíos,
fijas en mi tu angelical mirada
y hundes tus dedos pálidos y fríos
en mi oscura melena alborotada.

¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo?

Me aproximo... Y te tiñes de escarlata
y huyes... ¡Oh niña pudorosa y bella!
¡Sensitiva que tiembla y se recata
hasta de sospechar que pienso en ella!

Te llamo, abro los brazos... Y no vienes...
Inútilmente solicito y lloro.
¡Tú no alientas pasión! por eso tienes
ojos de cielo y cabellera de oro.

Tu mano espiritual y transparente,
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.

¡Tu mano espiritual y transparente
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.

Poema Rimas (Salvador Díaz Mirón) de Salvador Díaz Mirón con fondo de libro

Amado Nervo

resurrección

-- de Amado Nervo --

Yo soy tan poca cosa, que ni un dolor merezco...
Mas tú, padre, me hiciste merced de un gran dolor.
Ha un año que lo sufro, y un año ya que crezco
por él en estatura espiritual, señor.
¡Oh dios, no me lo quites! él es la sola puerta
de luz que yo vislumbro para llegar a ti.
Él es la sola vida que vive ya mi muerta:
mi llanto, diariamente, la resucita en mí.

Poema resurrección de Amado Nervo con fondo de libro

Luisa de Carvajal y Mendoza

Soneto espiritual de Silva

-- de Luisa de Carvajal y Mendoza --

En el siniestro brazo recostada
de su amado Pastor, Silva dormía,
y con la diestra mano la tenía
con un estrecho abrazo a sí allegada.
Y de aquel dulce sueño recordada,
le dijo: "El corazón del alma mía
vela, y yo duermo. ¡Ay! Suma alegría,
cuál me tiene tu amor tan traspasada.
Ninfas del paraíso soberanas,
sabed que estoy enferma y muy herida
de unos abrasadísimos amores.
Cercadme de odoríferas manzanas,
pues me veis, como fénix, encendida;
y cercadme también de amenas flores".

Poema Soneto espiritual de Silva de Luisa de Carvajal y Mendoza con fondo de libro

César Vallejo

tengo un miedo terrible de ser un animal

-- de César Vallejo --

Tengo un miedo terrible de ser un animal
de blanca nieve, que sostuvo padre
y madre, con su sola circulación venosa,
y que, este día espléndido, solar y arzobispal,
día que representa así a la noche,
linealmente
elude este animal estar contento, respirar
y transformarse y tener plata.
Sería pena grande
que fuera yo tan hombre hasta ese punto.
Un disparate, una premisa ubérrima
a cuyo yugo ocasional sucumbe
el gonce espiritual de mi cintura.
Un disparate... En tanto,
es así, más acá de la cabeza de dios,
en la tabla de locke, de bacon, en el lívido pescuezo
de la bestia, en el hocico del alma.
Y, en lógica aromática,
tengo ese miedo práctico, este día
espléndido, lunar, de ser aquél, éste talvez,
a cuyo olfato huele a muerto el suelo,
el disparate vivo y el disparate muerto.
¡Oh revolcarse, estar, toser, fajarse,
fajarse la doctrina, la sien, de un hombro al otro,
alejarse, llorar, darlo por ocho
o por siete o por seis, por cinco o darlo
por la vida que tiene tres potencias.



Julián del Casal

paisaje espiritual

-- de Julián del Casal --

Perdió mi corazón el entusiasmo
al penetrar en la mundana liza,
cual la chispa al caer en la ceniza
pierde el ardor en fugitivo espasmo.
Sumergido en estúpido marasmo
mi pensamiento atónito agoniza
o, al revivir, mis fuerzas paraliza
mostrándome en la acción un vil sarcasmo.
Y aunque no endulcen mi infernal tormento
ni la pasión, ni el arte, ni la ciencia,
soporto los ultrajes de la suerte,
porque en mi alma desolada siento,
el hastío glacial de la existencia
y el horror infinito de la muerte.



Pedro Bonifacio Palacios

A tus pies

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Nocturno canto de amor
que ondulas en mis pesares,
como en los negros pinares
las notas del ruiseñor.

Blanco jazmín entre tules
y carnes blancas perdido,
por mi pasión circuído
de pensamientos azules.

Coloración singular
que mi tristeza iluminas,
como al desierto y las ruinas
la claridad estelar.

Nube que cruzas callada
la extensión indefinida,
dulcemente perseguida
por la luz de mi mirada.

Ideal deslumbrador
en el espíritu mío,
como el collar del rocío
con que despierta la flor.

Sumisa paloma fiel
dormida sobre mi pecho,
como si fuera en un lecho
de mirtos y de laurel.

Música, nube, ideal,
ave, estrella, blanca flor,
preludio, esbozo, fulgor
de otro mundo espiritual.

Aquí vengo, aquí me ves,
aquí me postro, aquí estoy,
como tu esclavo que soy,
abandonado a tus pies.



José Pedroni

la gota de agua

-- de José Pedroni --

Oh gota musical que se separa
de la inmortalidad y oye mi oído
caer continuamente en el olvido
de mi honda penumbra, oh gota clara!

una estrofilla de infantil dulzura,
sólo en la fuente alguna vez oída,
me ejecuta en el alma la caída
inmaterial de aquella gota pura.

De un agua fresca como cisterna,
mi pozo espiritual colma la gota;
y sin querer tengo una voz remota
y a todas horas la mirada tierna.

Oh gota de agua dulce que te estancas
en mi profundidad, de cuyo hueco
interminable sube un eco
que es como un vuelo de palabras blancas.

Oh gota musical que me deparas
el milagro ideal de tu caída,
cáeme siempre, siempre, que mi vida
vive en el canto de tus notas claras.



Salvador Díaz Mirón

Copo de nieve

-- de Salvador Díaz Mirón --

Para endulzar un poco tus desvíos
fijas en mí tu angelical mirada
y hundes tus dedos pálidos y fríos
en mi oscura melena alborotada.

¡Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas?
¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo?

Tu mano espiritual y transparente,
cuando acaricia mi cabeza esclava,
es el copo glacial sobre el ardiente
volcán cubierto de ceniza y lava.



Medardo Ángel Silva

Amada

-- de Medardo Ángel Silva --

¡El duro son de hierro tornaré melodía
para cantar tus ojos! —violetas luminosas—
la noche de tu negra cabellera y el día
de tu sonrisa, pura más que las puras rosas.

Tú vienes con el alba y con la primavera
espiritual, con toda la belleza que existe,
con el olor de lirio azul de la pradera
y con la alondra alegre y con la estrella triste.

La historia de mi alma es la del peregrino
que extraviado una noche en un largo camino
pidió al cielo una luz... Y apareció la luna;

pues, estaba de un viejo dolor convaleciente,
y llegaste lo mismo que una aurora naciente,
en el momento amargo y en la hora oportuna.



Medardo Ángel Silva

El reloj (Silva)

-- de Medardo Ángel Silva --

Tu juventud de música, de fragancia y de trino,
huele a magnolias húmedas, a mojada reseda...
Es un olor carnal y espiritual, un fino
olor que llevo en mí sin que olvidarlo pueda.

De tu blancura me habla el lucero divino,
el ruiseñor conoce tu voz y la remeda,
y la divagación del viento vespertino
trae el recuerdo de tus cabellos de seda.

Del luto de la ausencia mi corazón se viste,
y, porque te recuerdo, mi noche es menos triste...
Pero resuena en mi alma, siniestro y agresivo,

este reloj que cuenta las horas de no verte,
y lo escucho lo mismo que un enterrado vivo
oyera un imposible comentario a su muerte.



Nicolás Guillén

canción

-- de Nicolás Guillén --

¡de qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(yo, muriendo.)
Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
(no soy tanto.)
En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
¡de qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
(yo, muriendo.)



Julio Flórez

Deshielo

-- de Julio Flórez --

Nunca mayor quietud se vió en la muerte;
ni frío más glacial que el de esa mano
que tú alargaste al expirar, en vano!
y que cayó en las sábanas, inerte!

¡Ah.... Yo no estaba allí! Mi aciaga suerte,
no quiso que en el trance soberano,
cuando tú entrabas en el hondo arcano,
yo pudiera estrecharte.... Y retenerte!

Al llegar, me atrajeron tus despojos;
cogí esa mano espiritual y breve
y la junté á mis labios y á mis ojos!....

Y en ella, al ver mi llanto que corría,
pensé que aquella mano, hecha de nieve,
de mi boca al calor se derretía!



Francisco Villaespesa

vaso espiritual

-- de Francisco Villaespesa --

Por no sé qué refinamiento oscuro
que goza al prometer lo que nos veda,
en ti, es el cuerpo lo único que queda
perversamente inmarcesible y puro.
Pones freno al ardor y al ansia muro,
para que nunca amor devorar pueda
la áurea pulpa que esconde, bajo seda,
todas las mieles de un pomar maduro.
Me miras en las pausas de un suspiro;
y en el ligero y transparente halago
del húmedo mirar en que te pierdes,
toda tu alma desnudarse miro,
como una ninfa ante el cristal de un lago,
en el remanso de tus ojos verdes.



Ramón López Velarde

despilfarra el tiempo

-- de Ramón López Velarde --

Despilfarras el tiempo
prolóngase tu doncellez
como una vacua intriga de ajedrez.
Torneada como una reina
de cedro, ningún jaque te despeina.
Mis peones tantálicos
al rondarte a deshora,
fracasan en sus ímpetus vandálicos.
La lámpara sonroja tu balcón;
despilfarras el tiempo y la emoción.
Yo despilfarro, en una absurda espera,
fantasía y hoguera.
En la velada incompatible,
frústrase el yacimiento espiritual
y de nuestras arterias el caudal.
Los pródigos al uso
que vengan a nosotros a aprender
cómo se dilapida todo el ser.
Tu destino y el mío, contrapuestos,
vuelcan el apogeo de la vida
febril e insomne que se va, en la ida
de un cofre que rebosa
y se malgasta en una fecha ociosa.
Las monedas excomulgadas
de nuestro adulto corazón
caen al vacío, con
lúgubre opacidad, cual si cayera
una irreparable sordera.
Y frente al ínclito derroche
de los tesoros que atesora
el yacimiento de las almas, algo
muy hondo en mí, se escandaliza y llora.



Ramón López Velarde

Despilfarras el tiempo...

-- de Ramón López Velarde --

Prolóngase tu doncellez
como una vacua intriga de ajedrez.

Torneada como una reina
de cedro, ningún jaque te despierta.

Mis peones tantálicos
al rondarte a deshora,
fracasan en sus ímpetus vandálicos.

La lámpara sonroja tu balcón;
despilfarras el tiempo y la emoción.

Yo despilfarro, en una absurda espera,
fantasía y hoguera.

En la velada incompatible,
frústrase el yacimiento espiritual
y de nuestras arterias el caudal.

Los pródigos al uso
que vengan a nosotros a aprender
cómo se dilapida todo el ser.

Tu destino y el mío, contrapuestos,
vuelcan el apogeo de la vida
febril e insomne que se va, en la ida
de un cofre que rebosa
y se malgasta en una fecha ociosa.

Las monedas excomulgadas
de nuestro adulto corazón
caen al vacío, con
lúgubre opacidad, cual si cayera
una irreparable sordera.

Y frente al ínclito derroche
de los tesoros que atesora
el yacimiento de las almas, algo
muy hondo en mi se escandaliza y llora.



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