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Adelardo López de Ayala

Mi cuaderno de bitácora

-- de Adelardo López de Ayala --

ENERO

Día 1.º

Entró en mi cuarto de un brinco;
me miró con faz severa,
y me habló de esta manera
el año sesenta y cinco:

-«Sin razón quejas exhalas,
porque mi vuelo apresuro:
tienes un medio seguro
para arrancarme las alas.
Si escribiendo te señalas,
si tu inspiración recobras,
no experimentes zozobras
al perderme; que a tu lado
siempre estaré transformado
en el fruto de tus obras».

Día 2

Hoy Jovellanos se emplea
en ensayar con cuidado
el por mí resucitado
Alcalde de Zalamea;
y el cantor de Dulcinea
demanda mi inspiración...-
¡De buen pronóstico son
los trabajos de este día,
pues que me hacen compañía
Cervantes y Calderón!

Poema Mi cuaderno de bitácora de Adelardo López de Ayala con fondo de libro

Lope de Vega

Papeles rotos de las propias manos

-- de Lope de Vega --

Papeles rotos de las propias manos
que os estimaron por reliquia santa,
bien muestra ahora el viento que os levanta
que, cuanto más pesados, sois livianos.

Si de mi libertad fuistes tiranos
por la sirena que escribiendo encanta,
ya no tendrán conmigo fuerza tanta
palabras locas y concetos vanos.

Sosiéguense celosos alborotos,
sin tener en romperos mi osadía
torpes las manos y los dientes botos.

Venid ansí, mas, ¡ay, mortal porfía!
que pues os vuelvo a mis entrañas rotos,
hijos debéis de ser del alma mía.

Poema Papeles rotos de las propias manos de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Pedro, una vez que de la escuela vino

-- de Lope de Vega --

Pedro, una vez que de la escuela vino,
como tierno David, tejió de suerte
la honda de su fe divina y fuerte,
que hizo de tres lazos y de un lino,
qe cuando Goliat en el camino
pensó rendirle con violenta muerte,
de los rubíes, que en la tierra vierte,
honró su frente círculo divino.
Al paso de Milán salió el gigante
contra el pastor, que sin tenerle miedo,
le puso el pecho y la verdad delante.
Bajó la sangre a confesar el ''Credo'',
y fue Pedro escribiendo tan constante,
que pudo derribarle con un dedo.

Poema Pedro, una vez que de la escuela vino de Lope de Vega con fondo de libro

Gutierre de Cetina

dos sonetos a la muerte de pedro mexía

-- de Gutierre de Cetina --

i
«¿quién yace muerto aquí?» «pero mexía».
«¿Pero mexía es muerto?» «antes muriendo
comenzó ahora a vivir, porque viviendo
fuera de do hora vive, no vivía».
«¿Fue caballero?» «sí». «¿Y en qué entendía?»
«ora el cielo, ora el mar, iba midiendo,
ora de carlo máximo escribiendo
la fama de ambos, que inmortal hacía».
«Pues si lloró alexandre las memorias
famosas que de aquiles escribió homero,
¿cómo no llora cesar tan gran falta?»
«por que lo que escribió de sus historias
basta para dar fe en el fin postrero
de lo que no alcanzó pluma tan alta».



Salvador Rueda

coplas 32

-- de Salvador Rueda --

Mira qué casualidad,
tu nombre estuve escribiendo
en la escarcha de un cristal.



Antonia Díaz Fernández de Lamarque

A Doña María del Pilar Sinués de Marco

-- de Antonia Díaz Fernández de Lamarque --

Con motivo de estar escribiendo una obra
para el príncipe de Asturias, titulada
EL CETRO DE FLORES.

Hoy que brillantes páginas de oro
Anhelante preparas, oh María,
Para el vástago tierno que algun dia
Será sosten del español decoro;

Suene tu voz como raudal sonoro
Y enaltezca con plácida armonía,
Al par que la inmortal sabiduría
De la virtud el celestial tesoro.

¡Oh! reina entre las musas españolas,
Y aparezcan cual astros rutilantes
Los bellos cuadros que tu mente crea:

Ciñan tu sien fulgentes aureolas,
Y la fecunda pluma de Cervantes
Cetro de flores en tu mano sea.



Marilina Rébora

paz interior

-- de Marilina Rébora --

Paz interior
detrás de mis paredes, feliz a mi manera,
extraigo del azul la esencia de mi verso
y escribo entre las nubes ¡añorante quimera!,
con las letras del alma, un vocablo disperso.
Ignorando el tropel que redobla en la acera,
extraña a la vorágine que rige el universo,
no turba mi interior el bullicio de afuera
y así conmigo misma, escribiendo, converso.
Pero en el corazón no puede haber engaño,
como dentro del alma no cabe la mentira
que en solitaria paz nos vemos al desnudo,
sin vanidad ni orgullo, ajenos al cruel daño
de la simulación que hipócrita conspira
y entonces a los cielos, para inspirarme, acudo.



Mario Benedetti

vamos juntos

-- de Mario Benedetti --

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.



Rosalía de Castro

Aunque no alcancen gloria

-- de Rosalía de Castro --

Aunque no alcancen gloria,
Pensé escribiendo libro tan pequeño,
Son fáciles y breves mis canciones,
Y acaso alcancen mi anhelado sueño.
Pues bien puede guardarlas la memoria
Tal como pese al tiempo y la distancia
Y al fuego asolador de las pasiones
Sabe guardar, las que aprendió en la infancia,
Cortas, pero fervientes oraciones.
Por eso son, aunque no alcancen gloria,
Tan fáciles y breves mis canciones.



Carolina Coronado

la alegría del poeta escribiendo en un álbum

-- de Carolina Coronado --

Levanta lira caída;
ven, que el dolor te convida
con mil tonos acordados
tengan también en la vida
su fiesta los desdichados.
No temas ¡oh!que en tu acento
vaya el mundo a sorprender
vuestro ignorado tormento...
Lo mismo ha de comprender
tu canción que mi lamento.
¿Qué sabe si son gemidos,
canto risa, imprecaciones
lo que en mis trovas he oído?
la turba escucha el sonido
sin sentir sus vibraciones.
Y si al fin para ella iguales
son mis dichas y mis males,
alégrala con gemidos,
y broten en cien raudales
mis pesares comprimidos.
El mundo, arpa mía, en tanto
torpe nos envidiará
el ignorado quebranto:
¡y en cambio de nuestro canto
sus aplausos nos dará!
así el ciego musiquillo
discorde violín pulsando,
con monótono estribillo,
marcha su infantil corrillo
por las calles alegrando.
Canta, y su voz tembladora
el pecho anciano quebranta;
el niño que aplaude, ignora
que es más grande que el que llora
¡el infortunio que canta!



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