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-- de Adelardo López de Ayala --
Déjame penetrar por este oído,
camino de mi bien el más derecho,
y en el rincón más hondo de tu pecho
deja que labre mi amoroso nido.
Feliz eternamente y escondido,
viviré de ocuparlo satisfecho...
¡De tantos mundos como Dios ha hecho,
este espacio no más a Dios le pido!
Yo no codicio fama dilatada,
ni el aplauso que sigue a la victoria,
ni la gloria de tantos codiciada...
Quiero cifrar mi fama en tu memoria;
quiero encontrar mi aplauso en tu mirada;
y en tus brazos de amor toda mi gloria.
Poema "Al oído" de Adelardo López de Ayala
-- de Alberto Lista --
Dulce es a la codicia cuanto alcanza
doblar el oro inútil, que ha escondido;
sin tener otro afán, ni por sentido,
meditar ya el placer, ya la esperanza.
Dulce es también a la feroz venganza,
que no obedece al tiempo ni al olvido,
los sedientos rencores que ha sufrido
apagar entre el fuego y la matanza.
A un bien aspira todo vicio humano;
teñida en sangre, la ambición impía
sueña en el mando y el laurel glorioso.
Sola tú, envidia horrenda, monstruo insano,
ni conoces ni esperas la alegría;
que ¿dónde irás que no haya un venturoso?
Poema "La envidia" de Alberto Lista
-- de Amado Nervo --
¿y por qué no ha de ser verdad el alma?
¿qué trabajo le cuesta al dios que hila
el tul fosfóreo de las nebulosas
y que traza las tenues pinceladas
de luz de los cometas incansables
dar al espíritu inmortalidad?
¿es más incomprensible por ventura
renacer que nacer? ¿es más absurdo
seguir viviendo que el haber vivido,
ser invisible y subsistir, tal como
en redor nuestro laten y subsisten
innumerables formas, que la ciencia
sorprende a cada instante
con sus ojos de lince?
esperanza, pan nuestro cotidiano;
esperanza nodriza de los tristes;
murmúrame esas íntimas palabras
que en el silencio de la noche fingen,
en lo más escondido de mi mente,
cuchicheo de blancos serafines...
¿Verdad que he de encontrarme con mi muerta?
si lo sabes, ¿por qué no me lo dices?
Poema "esperanza" de Amado Nervo
-- de Amado Nervo --
Porque contemplo aún albas radiosas
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas
en que tiembla el lucero de belén,
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas
gracias, ¡está bien!
porque en las tardes, con sutil desmayo,
piadosamente besa el sol mi sien,
y aun la transfigura con su rayo:
gracias, ¡está bien!
porque en las noches una voz me nombra
(¡voz de quien yo me sél), y hay un edén
escondido en los pliegues de mi sombra:
gracias, ¡está bien!
porque hasta el mal en mí don es del cielo,
pues que, al minarme va, con rudo celo,
desmoronando mi prisión también;
porque se acerca ya mi primer vuelo:
gracias, ¡está bien!
Poema "¡está bien!" de Amado Nervo
-- de Lope de Vega --
Pruebo a engañar mi loco pensamiento
con la esperanza de mi bien perdido,
mostrándole en mil nubes escondido
un átomo no más de algún contento.
Mas él que sabe bien que cuanto intento
es apariencia de placer fingido,
se espanta de que estando al alma asido,
le engañe con fingir lo que no siento.
Voile llevando de uno en mil engaños,
como si yo sin él tratase dellos,
siendo el mayor testigo de mis daños.
Pero siendo forzoso padecellos,
¡oh quién nunca pensase en desengaños,
o se desengañase de tenellos!
Poema "Pruebo a engañar mi loco pensamiento" de Lope de Vega
-- de Luis Carrillo y Sotomayor --
De esas rojas mejillas, envidioso,
más sangriento el rubí, de más corrido,
afrenta, que del hurto ha convencido
el nácar, Celia, de tu rostro hermoso.
El cristal desatado, de lloroso,
tu blanca frente aqueja, que ha podido
robar —-dícelo él—- de lo escondido
de sus senos espejo tan lustroso.
Más blanca de enojada, blanca nieve,
hurtos gime en tu cuello; de esos ojos
el sol se queja o pide su hermosura.
Mas no cesan aquí, no, tus enojos,
que, si esto negar puedes, que me debe
tu rostro un alma que robó, es locura.
Poema "De esas rojas mejillas, envidioso" de Luis Carrillo y Sotomayor
-- de Luis Cernuda --
Este jardín me brinda
sus ramas y sus aguas
de secreta delicia.
Qué silencio. ¿Es así
el mundo?... Cruz al cielo
desfilando paisajes,
risueño hacia lo lejos.
Tierra indolente. En vano
resplandece el destino.
Junto a las aguas quietas
sueño y pienso que vivo.
Mas el tiempo ya tasa
el poder de esta hora;
madura su medida,
escapa entre sus rosas.
Y el aire fresco vuelve
con la noche cercana,
su tersura olvidando
las ramas y las aguas.
Poema "escondido en los muros" de Luis Cernuda
-- de Manuel del Palacio --
Hay en el valle que mi Laura habita
Un rincón entre arbustos escondido,
Donde tienen las tórtolas su nido
Y las auras se dan amante cita.
Levántase en su centro una casita,
Cuyo tejado, por el sol herido,
Brilla con el matiz de oro bruñido
Como torre de arábiga mezquita.
Cerca de esa mansión tan hechicera
Se abre en el bosque pabellón esbelto
Vestido de jazmin y enredadera.
Allí fué donde impávido y resuelto
Pinté á Laura mi afán de tal manera...
Que me dio un bofetón de cuello vuelto.
Poema "La recompensa" de Manuel del Palacio
-- de Joaquín Nicolás Aramburu --
¿En dónde está ese Dios que no me oído
cuando mil y mil veces le he llamado
con gritos de dolor desesperado,
en el naufragio de mi bien perdido?
¿En qué lugar del mundo se ha escondido
que en vano por doquiera le he buscado,
y en la lucha indefenso me ha dejado,
del mal esclavo, de la duda herido?
¿Arriba estás? Pues ve desde la altura
esta contienda desigual y horrible
que el mismo tiempo que mi vida dura.
Y si aún me juzgas corazón sensible,
amante y resignado en mi amargura,
pedirás, con ser Dios, un imposible.
Poema "A Dios (Aramburu)" de Joaquín Nicolás Aramburu
-- de Dulce María Loynaz --
Por la tarde,
a contraluz
te pareces
a san miguel arcángel.
Tu color oxidado,
tu cabeza de ángel-
guerrero, tu silencio
y tu fuerza...
Cuando arde
la tarde,
desciendes sobre mí
serenamente;
desciendes sobre mí,
hermoso y grande
como un arcángel.
Arcángel san miguel,
con tu lanza relampagueante
clava a tus pies de bronce
el demonio escondido
que me chupa la sangre...
Poema "san miguel arcángel" de Dulce María Loynaz
-- de Emilio Bobadilla --
Los troncos centenarios, retorcidos de yedras,
las viejas alquerías que en tarde de disanto
el violín campesino con su gemir de llanto
enterneció doliente hasta en las mismas piedras;
la cabaña perdida en la maleza hirsuta,
rodeada de terneros, gallinas y palomas;
los reticentes valles, las soñolientas lomas
y el huerto generoso de perfumada fruta;
el cenobio escondido en la espesura umbrosa,
la ermita visionaria del místico eremita,
la catedral de encaje, de crestería radiosa...
¡Qué son sino recuerdos que lloran entre escombros,
soledad en que brota la triste margarita,
desfile fantasmático de trágicos asombros!
Poema "Desolación (Bobadilla)" de Emilio Bobadilla
-- de Emilio Bobadilla --
La batalla ha cesado; la noche hospitalaria
al través de la lluvia isócrona se alonga,
sobre la inmensa mancha de tierra visionaria
que el fúnebre silencio con su ritmo prolonga.
La luna va saliendo y en la ruta desierta
traza sobre los charcos trémulos arabescos
y como estatuas rotas, en un jardín, abierta
la boca, vénse mútilos cadáveres grotescos.
Los árboles proyectan siluetas inquietantes;
el camino se alarga reluciente, aguanoso,
con reflejos sutiles; lucecillas distantes,
y a lo lejos —muy lejos— resuena todavía,
escondido en el bosque el cañón fragoroso,
—estertor del combate en su horrenda agonía—.
Poema "Después de la batalla (Bobadilla)" de Emilio Bobadilla
-- de Julián del Casal --
Noche de soledad. Rumor confuso
hace el viento surgir de la arboleda,
donde su red de transparente seda
grisácea araña entre las hojas puso.
Del horizonte hasta el confín difuso
la onda marina sollozando rueda
y, con su forma insólita, remeda
tritón cansado ante el cerebro iluso.
Mientras del sueño bajo el firme amparo
todo yace dormido en la penumbra,
sólo mi pensamiento vela en calma,
como la llama de escondido faro
que con sus rayos fúlgidos alumbra
el vacío profundo de mi alma.
Poema "tristissima nox" de Julián del Casal
-- de Pedro Bonifacio Palacios --
El mundo miserable es un estrado
donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser, tras el tocado:
No digas tu verdad ni al mas amado,
no demuestres temor ni al mas temido,
no creas que jamás te hayan querido
por mas besos de amor que te hayan dado.
Mira como la nieve se deslíe
sin que apostrofe al sol su labio yerto,
cómo ansia las nubes el desierto
sin que a ninguno su ansiedad confíe...
¡Trema como el infierno, pero ríe!
¡Vive la vida plena, pero muerto!
Poema "Molto Piu Avanti Ancora" de Pedro Bonifacio Palacios
-- de José Ángel Buesa --
Entre el ramaje en flor del limonero
está un ave dulcísima escondida,
rimando un blando verso sin medida
que fluye de su pico lastimero.
Pero un cruel cazador, desde el sendero,
eleva su ballesta distendida,
y el ave cae, mortalmente herida,
ensartada en el dardo traicionero.
Así, mi corazón, que libre andaba,
se sintió, donde menos lo esperaba
y donde menos lo temía, herido;
que el ciego cazador por mí temido,
para tomarme por sorpresa, estaba
en vuestros claros ojos escondido.
Poema "soneto (de luis de camões)" de José Ángel Buesa
-- de Garcilaso de la Vega --
Con ansia extrema de mirar qué tiene
vuestro pecho escondido allá en su centro,
y ver si a lo de fuera lo de dentro
en apariencia y ser igual conviene,
en él puse la vista: mas detiene
de vuestra hermosura el duro encuentro
mis ojos, y no pasan tan adentro
que miren lo que el alma en sí contiene.
Y así se quedan tristes en la puerta
hecha, por mi dolor, con esa mano
que aun a su mismo pecho no perdona;
donde vi claro mi esperanza muerta.
Y el golpe, que os hizo amor en vano
non esservi passato oltra la gona.
Poema "SONETO XXII" de Garcilaso de la Vega
-- de Garcilaso de la Vega --
Con ansia extrema de mirar qué tiene
vuestro pecho escondido allá en su centro,
y ver si a lo de fuera lo de dentro
en apariencia y ser igual conviene,
en él puse la vista; mas detiene
de vuestra hermosura el duro encuentro
mis ojos, y no pasan tan adentro,
que miren lo que el alma en sí contiene.
Y así se quedan tristes en la puerta
hecha, por mi dolor, con esa mano,
que aun a su mismo pecho no perdona;
donde vi claro mi esperanza muerta,
y el golpe, que en vos hizo amor en vano
''non esservi passato oltra la gona''.
Poema "Con ansia extrema de mirar qué tiene" de Garcilaso de la Vega
-- de Gaspar María de Nava Álvarez --
Cupido, como niño, se estremece
del temeroso son del bronce herido,
y en las faldas de Venus escondido,
mientras dura la guerra no aparece.
Como el numen, que el pecho me enardece,
a sus blancos halagos lo he debido,
con el bélico afán está abatido,
con el continuo susto se enflaquece.
Pues tiembla y huye de la lid el ciego,
pues sin él no hay ardor ¿por qué me afano?
¿Por qué en pos de las musas no sosiego?
No más versos, no más hasta que Jano
a la Discordia apague el turbio fuego,
y la graciosa Paz nos de la mano.
Poema "Razón de no hacer versos durante la guerra" de Gaspar María de Nava Álvarez
-- de Gustavo Adolfo Bécquer --
Antes que tú me moriré: escondido
en las entrañas ya
el hierro llevo con que abrió tu mano
la ancha herida mortal.
Antes que tú me moriré: y mi espíritu,
en su empeño tenaz,
sentándose a las puertas de la muerte,
allí te esperará.
Con las horas los días, con los días
los años volarán,
y a aquella puerta llamarás al cabo...
¿Quién deja de llamar?
entonces que tu culpa y tus despojos
la tierra guardará,
lavándote en las ondas de la muerte
como en otro jordán.
Allí, donde el murmullo de la vida
temblando a morir va,
como la ola que a la playa viene
silenciosa a expirar.
Allí donde el sepulcro que se cierra
abre una eternidad...
¡Todo lo que los dos hemos callado
lo tenemos que hablar!
Poema "rima xxxvii" de Gustavo Adolfo Bécquer
-- de Gutierre de Cetina --
Señora, el ser cruel, áspera y dura,
sin que por adornar la hermosura
que al mundo es hoy un sol, tal nombre os diera.
Bastar debiera, ¡ay, dios!, mostraros fiera
siempre a la obstinación de mi locura,
sin que por el color mi desventura
de nueva crueldad temor tuviera.
Si queréis que a entender me dé el vestido
cuál es la condición esquiva y dura,
volverlo del revés y será cierto:
lo encarnado cruel quede escondido,
mostrad lo blanco que es limpieza pura;
será el engaño así más encubierto.
Poema "bastar debiera, ¡ay, dios!, bastar debiera" de Gutierre de Cetina
-- de Gutierre de Cetina --
Por la quinta carrera el sol corría,
sin que del resplandor que dar solía
muestra de su beldad, luz haya dado.
O escondido o traspuesto o de un nublado
negro, lleno de horror, se le cubría
al mísero vandalio, el cual no vía
sin él por dó seguir con su ganado.
Llenos de un triste humor tenía los ojos
el cuitado pastor mirando al cielo,
mostrando sin hablar su desventura.
Cuando, por renovar viejos enojos,
quitándose y poniendo el sol un velo,
mostró y tornó a esconder su hermosura.
Poema "de las doce a las cuatro había pasado" de Gutierre de Cetina
-- de Hernando de Acuña --
Apenas el aurora había mostrado
las flores que en la noche había escondido,
cuando un pastor, de amor entristecido,
penoso estaba a un árbol arrimado.
Hablando con su hato y su cayado,
alzó con ronca voz un gran gemido,
diciendo: «¿Para qué dejas perdido
el cuerpo, pues el alma me has llevado,
pastora desleal? ¿En qué pusiste
el querer que con palabras me mostraste
en pago del amor que me ofreciste?
¿Por qué tan sin razón, di, me trocaste?
Pues otro mayor bien no pretendiste
que verme muerto aquí do me dejaste».
Poema "Apenas el aurora había mostrado" de Hernando de Acuña
-- de Santiago Montobbio --
Mujer de poeta (mascarilla)
para la verdadera dignidad la sociedad no tiene asiento;
pero eso se comprueba luego, y así primero fueron
los inexistentes triunfos pequeños, el manso ruido
de la colaboración diaria, esperanzadoras señales todasdel inicio
de una tan gloriosa como inevitable carrera literaria que nacía
de un extraño entusiasmo por las cosas
y también de las mordidas
lagunas de la sombra. Y aunque nunca
entendiste esas cosas con exceso
estuviste cerca, silenciosa columna
fuiste del sigilo y para navegar
por esas aguas de tu corazón
día a día hiciste pan muy blanco.
Pero para tu escondido quehacer diario
al cabo de los años resulta muy poco
y muy pobre el contrapeso del regalo aburrido
además de ocasional de algunos libros,
como recalentados ya los dedicados versos
y aún menos tolerable te parece el valor
de unos pretendidamente dolorosos
insomnios a destiempo. Y así dichoso,
de verdad dichoso será el día
en que comprendas todo eso y te decidas
a dejar ya para siempre abandonado
a tan miserable y estúpido sujeto.
Poema "mujer de poeta (mascarilla)" de Santiago Montobbio
-- de Teófilo V. Méndez Ramos --
Pueblo dormido entre el breñal salvaje,
tus ansias son mis ansias, pueblo mío;
si te alegras, también como tu río
discretamente, así como el frondaje.
En mi pupila absorta, tu paisaje
pensativo y senil, tiene el impío
alarde de cíclope bravío
Que se resuelve en blanco cortinaje.
Cortina de picachos gigantescos
que quisieran llegar a las estrellas
y abrazarlas en ímpetus dantescos.
Pueblo escondido, ¿seguirán tus huellas
de genial artista, en los arabescos
y tenues ritmos de tus fuentes bellas?
Poema "Pueblo mío" de Teófilo V. Méndez Ramos
-- de Vicente Huidobro --
Tierra que te alimentas de mi tristeza
que gozas de beber mi sangre
y cada herida de mi pecho te enriquece
eres hermosa como una gran borrasca
cómo te gusta mi soledad
eres terrible como un alma grandiosa
que se defiende sola contra todas las ansias
te esperaré escondido
en un encrucijada donde menos lo pienses
y lucharemos cuerpo a cuerpo
tierra que te alimentas de mi tristeza
nací con siglos de amargura
pero vamos a ver quién ríe ahora
Poema "poemas póstumos 7" de Vicente Huidobro
-- de Antonio Machado --
Crear fiestas de amores
en nuestro amor pensamos,
quemar nuevos aromas
en montes no pisados,
y guardar el secreto
de nuestros rostros pálidos,
porque en las bacanales de la vida
vacías nuestras copas conservamos,
mientras con eco de cristal y espuma
ríen los zumos de la vid dorados.
Un pájaro escondido entre las ramas
del parque solitario
silba burlón...
Nosotros exprimimos
la penumbra de un sueño en nuestro vaso...
Y algo, que es tierra en nuestra carne, siente la humedad del jardín como un halago.
Poema "Crear fiestas de amores" de Antonio Machado
-- de Marcelino Menéndez y Pelayo --
Por el perfume de azahar difuso,
El naranjo escondido se revela;
El pebetero con olor profuso,
Denuncia los tesoros que en sí cela;
El alma donde Dios su huella impuso
A otra alma rige y en sus obras vela;
Si en sus obras hay luz, paz y hermosura,
Es porque emanan de otra luz más pura.
Poema "En el abanico de la mujer de Pereda" de Marcelino Menéndez y Pelayo
-- de Rosalía de Castro --
Ansia que ardiente crece,
Vertiginoso vuelo
Tras de algo que nos llama
Con murmurar incierto.
Sorpresas celestiales,
Dichas que nos asombran;
Así cuando buscamos lo escondido,
Así comienzan del amor las horas.
Inacabable angustia,
Hondo dolor del alma,
Recuerdo que no muere,
Deseo que no acaba,
Vigilia de la noche,
Torpe sueño del día
Es lo que queda del placer gustado,
Es el amargo fruto de la vida.
Aunque mi cuerpo se hiela
Me imagino que me quemo,
Poema "Ansia que ardiente crece" de Rosalía de Castro
-- de Rosalía de Castro --
La palabra y la idea... Hay un abismo
Entre ambas cosas, orador sublime:
Si es que supiste amar, di: cuando amaste,
¿No es verdad, no es verdad que enmudeciste?
¿Cuando has aborrecido, no has guardado
Silencioso la hiél de tus rencores
En lo más hondo y escondido y negro
Que hallar puede en sí un hombre?
Un beso, una mirada,
Suavísimo lenguaje de los cielos;
Un puñal afilado, un golpe aleve,
Expresivo lenguaje del infierno.
Mas la palabra, en vano,
Cuando el odio o el amor llenan la vida,
Al convulsivo labio balbuciente
Se agolpa y precipita.
¡Qué ha de decir!; desventurada y muda,
De tan hondos, tan íntimos secretos,
La lengua humana, torpe, no traduce
El velado misterio.
Poema "La palabra y la idea... Hay un abismo" de Rosalía de Castro
-- de Medardo Ángel Silva --
¡De nuevo son las rosas de Octubre, Otoño mío...!
Han escondido el sol en una cueva obscura...
Y los pálidos dedos del inmortal Hastío
estrujan –rosa seca– mi pasada ventura.
¡Lacerante recuerdo de la extinta dulzura
que torna vanamente al corazón vacío...!
Perdimos el sendero y la noche perdura
–¡la noche!– y aún no brilla tu luminar, ¡Dios mío!
Los años son guirnalda florecida
–pensamos– una fiesta es nuestra vida...
E hicimos una fiesta de toda ella...
Pero sonó el Destino inexorable su hora
y el brusco despertar nos anunció la aurora
verdadera, la aurora sin flor y sin estrella.
Poema "Soneto de otoño" de Medardo Ángel Silva
-- de Miguel Unamuno --
Fué flor que al árbol arrancó el granizo
y luego en tierra el sol la vió, despojo,
entre el polvo rodar por el rastrojo
del viento al albedrío tornadizo.
Mantillo al fin la oscura flor se hizo
al pié escondido de espinoso tojo
y en el trascurso de un ocaso rojo
la enterró vil gusano. De su hechizo
Poema "El fin de la vida" de Miguel Unamuno
-- de Julio Herrera Reissig --
El astrónomo, el vate y el mentor se han reunido...
La montaña recoge la polémica agreste;
y en el aire sonoro de campana celeste,
las tres voces retumban como un solo latido.
Conjeturan fiebrosos del principio escondido...
Luego el mago predice la miseria y la peste;
el poeta improvisa, mientras, vuelto al oeste,
el astrónomo anuncia que en hispania ha llovido.
Ebrios de la divina majestad del tramonto,
los discursos se agravan.,. Es ya noche. De pronto,
arde en fuga una estrella... Interrogan sus rastros
cual mil ojos abiertos al enigma infinito:
se hace triple el silencio del consejo erudito...
Dedos entre la sombra se alzan hacia los astros.
Poema "el consejo" de Julio Herrera Reissig
-- de Federico García Lorca --
Diciembre de 1918
(granada)
tienen gotas de rocío
las alas del ruiseñor,
gotas claras de la luna
cuajadas por su ilusión.
Tiene el mármol de la fuente
el beso del surtidor,
sueño de estrellas humildes.
Las niñas de los jardines
me dicen todas adiós
cuando paso. Las campanas
también me dicen adiós.
Y los árboles se besan
en el crepúsculo. Yo
voy llorando por la calle,
grotesco y sin solución,
con tristeza de cyrano
y de quijote,
redentor
de imposibles infinitos
con el ritmo del reloj.
Y veo secarse los lirios
al contacto de mi voz
manchada de luz sangrienta,
y en mi lírica canción
llevo galas de payaso
empolvado. El amor
bello y lindo se ha escondido
bajo una araña. El sol
como otra araña me oculta
con sus patas de oro. No
conseguiré mi ventura,
pues soy como el mismo amor,
cuyas flechas son de llanto,
y el carcaj el corazón.
Daré todo a los demás
y lloraré mi pasión
como niño abandonado
en cuento que se borró.
Poema "canción menor" de Federico García Lorca
-- de Fernando de Herrera --
Aquí do me persiguen mis cuidados,
solo, sin mi Luz bella y ofendido,
en noche de dolor siempre escondido,
lamento mis deseos engañados.
Vuelvo a ver mis contentos ya pasados
para mayor afán; que el bien perdido
más duele al que se ve en confuso olvido,
y contra sí sus males con jurados.
Cuanto intento alentar mi acerba pena,
y cuanto fundo en esperanza y tengo,
todo gasta y destruye mi tormento.
Vos, que rota de amor la impía cadena,
respiráis del trabajo que sostengo,
dadme esfuerzo en tan grave sentimiento.
Poema "Aquí do me persiguen mis cuidados" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
¡Oh, fuera yo el olimpo, que con vuelo
de eterna luz girando resplandece
cuando mengua Timbreo y Cintia crece
en el medroso horror del negro velo!
En lo mejor del noble hesperio suelo,
que cerca baña el Betis, y enriquece,
viera la alma belleza que florece
y esparce lumbre y puro ardor del cielo;
y en su candor clarísimo encendido,
volviera todo en llama, como espira
en fuego cuanto asciende al alta etra.
Tal vigor en sus rayos escondido
yace, que si con fuerza alguno mira
en ella, con más fuerza en él penetra.
Poema "Oh, fuera yo el olimpo, que con vuelo" de Fernando de Herrera
-- de Francisco de Quevedo --
Sólo en ti, lesbia, vemos que ha perdido
el adulterio la vergüenza al cielo,
pues que tan claramente y tan sin velo
has los hidalgos huesos ofendido.
Por dios, por ti, por mí, por tu marido,
que no sepa tu infamia todo el suelo:
cierra la puerta, vive con recelo,
que el pecado nació para escondido.
No digo yo que dejes tus amigos,
mas digo que no es bien que sean notados
de los pocos que son tus enemigos.
Mira que tus vecinos, afrentados,
dicen que te deleitan los testigos
de tus pecados más que tus pecados.
Esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.
Poema "a una adúltera" de Francisco de Quevedo
-- de Francisco de Quevedo --
Escondido debajo de tu armada
gime el ponto, la vela llama al viento,
y a las lunas de tracia con sangriento
eclipse ya rubrica tu jornada.
En las venas sajónicas tu espada
el acero calienta, y, macilento,
te atiende el belga, habitador violento
de poca tierra, al mar y a ti robada.
Pues tus vasallos son el etna ardiente
y todos los incendios que a vulcano
hacen el metal rígido obediente,
arma de rayos la invencible mano:
caiga roto y deshecho el insolente
belga, el francés, el sueco y el germano.
Poema "parnaso español 9" de Francisco de Quevedo
-- de Francisco de Quevedo --
Con sacrílega mano el insolente
pueblo, de los milagros convencido,
alza las piedras, más endurecido
cuanto el señor atiende más clemente.
Muera quien al vivir eternamente,
que se negó a abrahán, nos ha ofrecido;
murieron los profetas, y, escondido,
yace moisés, caudillo más valiente.
Burló las piedras, que después miraron
con lástima a la cruz de dios, vestida,
y de noche por él, cielos y estrellas,
donde todas de envidia se quebraron
de que para instrumento de la vida
más quisiere a la cruz que a todas ellas.
Poema "las tres musas últimas castellanas 70" de Francisco de Quevedo
-- de Francisco Villaespesa --
La fiera de mi carne está ya ahíta,
y bostezando náuseas se ha dormido...
(¿Maduró ya el granado que, escondido,
el hambre torva del viajero evita?)
saciada ya su sed, mi ardor dormita
como un ebrio que al sueño pide olvido...
(Oculto manantial, ¿a dónde ha ido
tu frescura lustral de agua bendita?)
estos ojos viciosos e imprudentes
lanzan venenos, como las serpientes,
y estas manos voraces son dos hienas...
Mi sangre el cáliz de su boca aroma...
(¿En dónde están tus ojos de paloma?
¿en dónde están tus manos de azucenas?)
Poema "la fiera de mi carne está ya ahíta" de Francisco Villaespesa
-- de José Cadalso --
Naturaleza absorta en este día
contempla el precursor que del futuro
abriendo el escondido seno oscuro
trajo al linaje humano la alegría.
Los seres solemnizaron a porfía
la paz universal que muy más puro
tornó el placer y el bien muy más seguro
cumpliéndose la excelsa profecía.
También celebran el placer sabroso
que fundad, ¡oh Juan!, en la esperanza
de nueva prole, cual su madre hermosa.
Treparán por su cuello delicioso
y ella alegre por ver su semejanza
posteridad donare numerosa.
Poema "Naturaleza absorta en este día" de José Cadalso
-- de Carolina Coronado --
El sol a la mitad de su carrera
rueda entre rojas nubes escondido;
contra las rocas la oleada fiera
rompe el leucadio mar embravecido.
Safo aparece en la escarpada orilla,
triste corona funeral ciñendo:
fuego en sus ojos sobrehumano brilla,
el asombroso espacio audaz midiendo.
Los brazos tiende, en lúgubre gemido
misteriosas palabras murmurando;
y el cuerpo de las rocas desprendido
«faón» dice, a los aires entregando.
Giró un punto en el éter vacilante;
luego en las aguas se desploma y hunde:
el eco entre las olas fluctuante
el sonido tristísimo difunde.
Poema "el salto de léucades" de Carolina Coronado
-- de Ramón López Velarde --
A sara
a j. De j. Núñez y domínguez
a mi paso y al azar te desprendiste
como el fruto más profano
que pudiera concederme la benévola
actitud de este verano.
(Blonda sara, uva en sazón: mi apego franco
a tu persona, hoy me incita
a burlarme de mi ayer, por la inaudita
buena fe con que creí mi sospechosa
vocación, la de un levita).
Sara, sara: eres flexible cual la honda
de david y contundente
como el lírico guijarro del mancebo;
y das, paralelamente,
una tortura de hielo y una combustión de pira;
y si en vértigo de abismo tu pelo se desmadeja,
todavía, con brazo heroico
y en caída acelerada, sostienes a tu pareja.
Sara, sara, golosina de horas muelles;
racimo copioso y magno de promisión, que fatigas.
El dorso de dos hebreos:
siempre te sean amigas
la llamarada del sol y del clavel; si tu brava
arquitectura se rompe como un hilo inconsistente,
que bajo la tierra lóbrega
esté incólume tu frente;
y que refulja tu blonda melena, como tesoro
escondido; y que se guarden indemnes como real sello
tus brazos y la columna
de tu cuello.
Poema "a sara" de Ramón López Velarde
-- de Ramón López Velarde --
A J. DE J. Núñez y Domínguez
A mi paso y al azar te desprendiste
Como el fruto más profano
Que pudiera concederme la benévola
Actitud de este verano.
(Blonda Sara, uva en sazón: mi apego franco
a tu persona, hoy me incita
a burlarme de mi ayer, por la inaudita
buena fe con que creí mi sospechosa
vocación, la de un levita.)
Sara, Sara: eres flexible cual la honda
De David y contundente
Como el lírico guijarro del mancebo;
Y das, paralelamente,
Una tortura de hielo y una combustión de pira;
Y si en vértigo de abismo tu pelo se desmadeja,
Todavía, con brazo heroico
Y en caída acelerada, sostienes a tu pareja.
Sara, Sara, golosina de horas muelles;
Racimo copioso y magno de promisión, que fatigas.
El dorso de dos hebreos:
Siempre te sean amigas
La llamarada del sol y del clavel; si tu brava
Arquitectura se rompe como un hilo inconsistente,
Que bajo la tierra lóbrega
Esté incólume tu frente;
Y que refulja tu blonda melena, como tesoro
Escondido; y que se guarden indemnes como real sello
Tus brazos y la columna
De tu cuello.
Poema "A Sara (López Velarde)" de Ramón López Velarde
-- de Roberto Juarroz --
Menos que el circo ajado de tus sueños
y que el signo ya roto entre tus manos.
Menos que el lomo absorto de tus libros
y que el libro escondido
de páginas en blanco.
Menos que los amores que tuviste
y que el tizne que alarga los amores.
Menos que el dios que alguna vez fue ausencia
y hoy ni siquiera es ausencia.
Menos que el cielo que no tiene estrellas,
menos que el canto que perdió su música,
menos que el hombre que vendió su hambre,
menos que el ojo seco de los muertos,
menos que el humo que olvidó su aire.
Y ya en la zona del más puro menos
colocar todavía un signo menos
y empezar hacia atrás a unir de nuevo
la primera palabra,
a unir su forma de contacto oscuro,
su forma anterior a sus letras,
la vértebra inicial del verbo oblicuo
donde se funda el tiempo transparente
del firme aprendizaje de la nada.
Y tener buen cuidado
de no errar otra vez el camino
y aprender nuevamente
la farsa de ser algo.
Poema "menos que el circo ajado de tus sueños" de Roberto Juarroz