Buscar Poemas con Escapar


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra escapar

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Jaime Torres Bodet

amor

-- de Jaime Torres Bodet --

Para escapar de ti
no bastan ya peldaños,
túneles, aviones,
teléfonos o barcos.
Todo lo que se va
con el hombre que escapa:
el silencio, la voz,
los trenes y los años,
no sirve para huir
de este recinto exacto
sin horas ni reloj,
sin ventanas ni cuadros
que a todas partes va
conmigo cuando viajo.
Para escapar de ti
necesito un cansancio
nacido de ti misma:
una duda, un rencor,
la vergüenza de un llanto;
el miedo que me dio
por ejemplo poner
sobre tu frágil nombre
la forma impropia y dura
y brusca de mis labios...
El odio que sentí
nacer al mismo tiempo
en ti que nuestro amor,
me hará salir de tu alma
más pronto que la luz,
más deprisa que el sueño,
con mayor precisión
que el ascensor más raudo:
el odio que el amor
esconde entre las manos.

Poema amor de Jaime Torres Bodet con fondo de libro

Gutierre de Cetina

por el airado mar a la ventura

-- de Gutierre de Cetina --

Va el marinero con tormenta fiera,
y viéndose perder, salvarse espera
en el batel do su morir procura;
porque lo ordena así su desventura
por allí donde pensó salvarse muera,
volviendo al puerto, al fin, salva y entera
la nave que juzgó menos segura.
Así, señora, yo buscando un medio
que me pueda escapar de un mal tan fuerte,
do me pensé ganar vine a perderme.
Mas ¿qué puedo hacer quien su remedio
vio puesto en el arbitrio de la suerte?
¿de quién sino de vos puedo valerme?

Poema por el airado mar a la ventura de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Gutierre de Cetina

sin poderse alegrar de cosa alguna

-- de Gutierre de Cetina --

De invidia, de ira y rabia ardiendo el pecho,
mirando la ocasión de su despecho,
en brazos de endimión decía la luna:
«¡ah, dichosa amarílida!, fortuna
que el más fiel pastor siervo te ha hecho;
te asegura del mal, de quien sospecho
que si no tú, escapar puede ninguna.
»Tú sola vivirás leda y contenta,
de aquel desimular de amor sigura,
que en los hombres sin fe se anida y sella».
Endimión, que oyendo esto se afrenta,
responde así: «hizo igual ventura
a la fe del pastor, la beldad della».

Poema sin poderse alegrar de cosa alguna de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Vicente Huidobro

Las ciudades

-- de Vicente Huidobro --

En las ciudades
Hablan
Hablan
Pero nadie dice nada

La tierra desnuda aún rueda
Y hasta las piedras gritan

Soldados vestidos de nubes azules
El cielo envejece entre las manos
Y la canción en la trinchera

Los trenes se alejan por sobre cuerdas paralelas

Lloran en todas las estaciones

El primer muerto ha sido un poeta
Se vio escapar un pájaro de su herida

El aeroplano blanco de nieve
Gruñe entre las palomas del atardecer

Un día
se había perdido en el humo de los cigarros

Nublados de las usinas
Nublados del cielo

Es un espejismo

Las heridas de los aviadores sangran en todas las estrellas

Un grito de angustia
Se ahogó en medio de la bruma
Y un niño arrodillado
Alza las manos

TODAS LAS MADRES DEL MUNDO LLORAN



Antonio de Zayas

Plazuela

-- de Antonio de Zayas --

OR los balcones de la antigua casa
El sol al ras, y por las rotas tejas
De las bohardillas, perezoso pasa.

No hay ni una flor en las salientes rejas
Veladas por zurcidos cortinajes
De listado percal. Flotan consejas

De hidalgos pobres de harapientos trajes
Por la angosta plazuela adonde, vanos,
Hazañas a contar de sus linajes

Fueron ayer, con las siniestras manos
El arriaz amparando del acero
Salido de los hornos toledanos.

Abre sus puertas al calor de Enero
La humilde vecindad. ¡Que el sol el hambre
Próvido aplaca cuando no el puchero!

De chiquillos famélicos enjambre
Va a apoyar la cabeza en las rodillas
De mozas que les hurgan la pelambre.

¿Dó estáis, golas de olán, negras ropillas,
Pomposas faldas y agarenos mantos.
Nubes de estrellas en las dos Castillas?

Oigo repique de campanas... Cantos
Siento de monjas escapar de un coro...
Por la vida de ayer corren sus llantos...

¡Y yo también con lágrimas la añoro!



Mario Benedetti

memorándum

-- de Mario Benedetti --

Uno llegar e incorporarse al día
dos respirar para subir la cuesta
tres no jugarse en una sola apuesta
cuatro escapar de la melancolía
cinco aprender la nueva geografía
seis no quedarse nunca sin la siesta
siete el futuro no será una fiesta
y ocho no amilanarse todavía
nueve vaya a saber quién es el fuerte
diez no dejar que la paciencia ceda
once cuidarse de la buena suerte
doce guardar la última moneda
trece no tutearse con la muerte
catorce disfrutar mientras se pueda



Nicolás Guillén

fusilamiento

-- de Nicolás Guillén --

Fusilamiento
van a fusilar
a un hombre que tiene los brazos atados.
Hay cuatro soldados
para disparar.
Son cuatro soldados
callados,
que están amarrados,
lo mismo que el hombre amarrado que van
a matar.
¿Puedes escapar?
¡no puedo correr!
¡ya van a tirar!
¡qué vamos a hacer!
quizá los rifles no estén cargados...
¡Seis balas tienen de fiero plomo!
¡quizá no tiren esos soldados!
¡eres un tonto de tomo y lomo!
tiraron.
(¿Cómo fue que pudieron tirar?)
mataron.
(¿Cómo fue que pudieron matar?)
eran cuatro soldados
callados,
y les hizo una seña, bajando su sable,
un señor oficial;
eran cuatro soldados
atados,
lo mismo que el hombre que fueron
los cuatro a matar.



Federico García Lorca

El diamante

-- de Federico García Lorca --

El diamante de una estrella
Ha rayado el hondo cielo,
Pájaro de luz que quiere
Escapar del universo
Y huye del enorme nido
Donde estaba prisionero
Sin saber que lleva atada
Una cadena en el cuello.

Cazadores extrahumanos
Están cazando luceros,
Cisnes de plata maciza
En el agua del silencio.

Los chopos niños recitan
La cartilla. Es el maestro
Un chopo antiguo que mueve
Tranquilo sus brazos viejos.

Ahora en el monte lejano
jugarán todos los muertos
a la baraja. ¡Es tan triste
la vida en el cementerio!

¡Rana, empieza tu cantar!
¡Grillo, sal de tu agujero!
Haced un bosque sonoro
Con vuestras flautas. Yo vuelo
Hacia mi casa intranquilo.

Se agitan en mi recuerdo
Dos palomas campesinas
Y en el horizonte, lejos,
Se hunde el arcaduz del día.
¡Terrible noria del tiempo!



José Asunción Silva

Crisálidas

-- de José Asunción Silva --

Cuando enferma la niña todavía
salió cierta mañana
y recorrió, con inseguro paso
la vecina montaña,
trajo, entre un ramo de silvestres flores
oculta una crisálida,
que en su aposento colocó, muy cerca
de la camita blanca...
.................................................................
Unos días después, en el momento
en que ella expiraba,
y todos la veían, con los ojos
nublados por las lágrimas,
en el instante en que murió, sentimos
leve rumor de alas
y vimos escapar, tender al vuelo
por la antigua ventana
que da sobre el jardín, una pequeña
mariposa dorada...
.................................................................
La prisión, ya vacía, del insecto
busqué con vista rápida;
al verla vi de la difunta niña
la frente mustia y pálida,
y pensé ¿si al dejar su cárcel triste
la mariposa alada,
la luz encuentra y el espacio inmenso,
y las campestres auras,
al dejar la prisión que las encierra
qué encontrarán las almas?



Carlos Pellicer

tema para un nocturno

-- de Carlos Pellicer --

Cuando hayan salido del reloj todas las hormigas
y se abra por fin la puerta de la soledad,
la muerte,
ya no me encontrará.
Me buscará entre los árboles, enloquecidos
por el silencio de una cosa tras otra.
No me hallará en la altiplanicie deshilada
sintiéndola en la fuente de una rosa.
Estoy partiendo el fruto del insomnio
con la mano acuchillada por el azar.
Y la casa está abierta de tal modo,
que la muerte ya no me encontrará.
Y ha de buscarme sobre los árboles y entre las nubes.
(¡Fruto y color la voz encenderá!)
y no puedo esperarla: tengo cita
con la vida, a las luces de un cantar.
Se oyen pasos ¿muy lejos?... Todavía
hay tiempo de escapar.
Para subir la noche sus luceros,
un hondo son de sombras cayó sobre el mar.
Ya la sangre contra el corazón se estrella.
Anochece tan claro que me puedo desnudar.
Así, cuando la muerte venga a buscarme,
mi ropa solamente encontrará.



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