Buscar Poemas con Esa


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Se han encontrado 26 poemas cortos con la palabra esa

Julio Flórez

Flor dañina

-- de Julio Flórez --

Poem

¡Ah, me parece mentira que haya mi boca libado en esa flor de granado, en esa flor que suspira!

No es cierto, mi alma delira, pues si la hubiese besado, se habría esa flor secado de mis labios en la pira!

Pero, es verdad, niña amada, que mi boca hizo su nido en esa flor escarchada.

Mi labio, está dolorido tiene una herida adorada! Mira: esa flor me ha mordido!

Poema Flor dañina de Julio Flórez con fondo de libro

Juan Ramón Jiménez

rosa, niña

-- de Juan Ramón Jiménez --

Todo el otoño, rosa,
es esa sola hoja tuya
que cae.
Niña, todo el dolor
es esa sola gota tuya
de sangre.

Poema rosa, niña de Juan Ramón Jiménez con fondo de libro

Amado Nervo

¿por qué

-- de Amado Nervo --

¿por qué tú que me amabas con esa multiforme
solicitud celeste, me dejas hoy? ¿por qué
no acudes a mis lágrimas?
es un misterio enorme...
Es un misterio enorme..., ¡Pero yo lo sabré!

Poema ¿por qué de Amado Nervo con fondo de libro

Dolores Veintimilla

A Carmen (Veintimilla)

-- de Dolores Veintimilla --

Menos bella que tu, Carmela mía,
Vaya esa flor a ornar tu cabellera;
Yo misma la he cogido en la pradera
Y cariñosa mi alma te la envía.
Cuando seca y marchita caiga un día
No la arrojes, por Dios, a la ribera:
Guárdala cual memoria lisonjera
De la dulce amistad que nos unía.



Julián del Casal

flores

-- de Julián del Casal --

Mi corazón fue un vaso de alabastro
donde creció, fragante y solitaria,
bajo el fulgor purísimo de un astro
una azucena blanca: la plegaria.
Marchita ya esa flor de suave aroma,
cual virgen consumida por la anemia,
hoy en mi corazón su tallo asoma
una adelfa purpúrea: la blasfemia.



José Ángel Buesa

canzonetta ii

-- de José Ángel Buesa --

Era bella, muy bella. No fue mía.
Una tarde de lluvia la besé.
Y sin embargo yo no la quería,
y la recuerdo sin saber por qué.
No me debió dejar ninguna huella
en la memoria y en el corazón;
pero hay una canción que oí con ella,
y ahora me deja triste esa canción.



José Ángel Buesa

epílogo

-- de José Ángel Buesa --

Di que mi amor ha muerto de una forma habitual,
aunque tú, por la espalda, le clavaste un puñal.
Lo enterraremos juntos, sin pesar ni alegría,
aunque yo sólo sepa que vive todavía.
Pero no intentes nunca remover esa fosa:
déjala abandonada; déjala silenciosa...
Pues si un día la abrieras, tu mano desleal
no hallaría otra cosa que tu propio puñal.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xxii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

¿cómo vive esa rosa que has prendido
junto a tu corazón?
nunca hasta ahora contemplé en la tierra
sobre el volcán la flor.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xxxii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Pasaba arrolladora en su hermosura
y el paso le dejé,
ni aun mirarla me volví, y no obstante
algo en mi oído murmuró “esa es”.
¿Quién reunió la tarde a la mañana?
lo ignoro; sólo sé
que en una breve noche de verano
se unieron los crepúsculos y ... “Fue”.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xcv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

La gota de rocío que en el cáliz
duerme de la blanquísima azucena,
es el palacio de cristal en donde,
vive el genio feliz de la pureza.
Él le da su misterio y poesía;
él, su aroma balsámico le presta.
¡ Ay de la flor, si de la luz al beso
se evapora esa perla!



Que sea hasta el fin vestido blanco

-- de Vicenta Castro Cambón --

TEN cuidado que manchas el vestido
con el jugo que vierte ese durazno!
¿No sabes que las manchas de esa fruta
a1 agua y al jabón dejan burlados?

Evita en tu vestido toda mancha
que no pueda quitársele al lavarlo;
que se rompa y se acabe, eso no importa,
pero sea hasta el fin vestido blanco.



Medardo Ángel Silva

Feuille d'album

-- de Medardo Ángel Silva --

Tienes esa elegancia lánguida y exquisita
de las pálidas vírgenes que pintó Burne Jones;
y así pasas, como una visión prerrafaelita,
por los parques floridos de mis vagas canciones...

Y si el cielo azulado tu mirar extasia
cuando el poniente riega sus fantásticas flores;
eres como esos ángeles, que alabando a María,
se ven en los retablos de los viejos pintores!



Miguel Moreno

Perdida

-- de Miguel Moreno --

¿Qué he perdido? ¡Mi lengua se resiste
a pronunciar el adorado nombre!
Corazón, ¿qué perdiste?
-Lo que más dulce en la pasión existe,
Señor, lo más querido para el hombre:
¡Una alma! ¡Esa alma tuya que me diste!



Miguel Unamuno

A Mercurio cristiano

-- de Miguel Unamuno --

Oh cristiano Mercurio, de ti impetro
una patria feliz, pues de ti Marte
dependiendo su espada ha de ofrendarte;
ese que empuñas, formidable cetro

el de lira y afloja sutil metro
rige á la tierra; sobre tu baluarte
brilla la cruz en el áureo estandarte
de esa tu religión de pacto retro.



Miguel Unamuno

Dolor común I

-- de Miguel Unamuno --

Cállate, corazón, son tus pesares
de los que no deben decirse, deja
se pudran en tu seno; si te aqueja
un dolor de tí solo no acibares

á los demás la paz de sus hogares
con importuno grito. Esa tu queja
siendo egoista como es refleja
tu vanidad no más. Nunca separes



Miguel Unamuno

El lirio negro

-- de Miguel Unamuno --

El negro lirio del jardín monástico,
aquel que conocía tu congoja,
rinde su copa pues ya no la moja
ni de tu frente el sudor escolástico

ni el llanto de tus ojos eclesiástico,
desde que vistes esa capa roja
bajo la cual picado se te afloja
aquel cordón que hiciste tan elástico.



Miguel Unamuno

Incredulidad y fe

-- de Miguel Unamuno --

Sed de Dios tiene mi alma, de Dios vivo:
conviértemela, Cristo, en limpio aljibe
que la graciosa lluvia en sí recibe
de la fé. Me contento si pasivo

una gotica de sus aguas libo
aunque en el mar de hundirme se me prive
pues quien mi rostro ve —dice— no vive
y en esa gota mi salud estribo.



Miguel Unamuno

Salud no, ignorancia

-- de Miguel Unamuno --

Te vuelves ya de un lado ya del otro
en busca de reposo; ni á la izquierda
ni á la derecha le hallas, que es un potro
la cama para tí. Pero recuerda

cuando en tu vida pública perores
que esa dolencia a muchos les consume
el alma triste, y no se la empeores
con fáciles diatribas. Quien presume



Miguel Unamuno

Señor, no me desprecies

-- de Miguel Unamuno --

Señor, no me desprecies y conmigo
lucha; que sienta al quebrantar tu mano
la mía, que me tratas como á hermano.
Padre, pues beligerancia consigo

de tu parte; esa lucha es la testigo
del origen divino de lo humano.
Luchando así comprendo que el arcano
de tu poder es de mi fé el abrigo.



Miguel Unamuno

Siémbrate!

-- de Miguel Unamuno --

Sacude la tristeza y tu ánimo recobra,
no quieto mires de la fortuna la rueda
como gira al pasar rozando tu vereda
que á quien quiere vivir vida es lo que le sobra.

No haces sino nutrir esa mortal zozobra
que así en las redes del morir lento te enreda,
pues vivir es obrar y lo único que queda
la obra es; echa, pues, mano á la obra.



Miguel Unamuno

Sin historia

-- de Miguel Unamuno --

En los tiempos de paz y en los de guerra
desde esa cumbre vió secular haya
con terquedá en el valle férrea laya
mover y remover la ingrata tierra,

á la que ablandan aguas de la sierra,
mientras las rocas triturando en playa
bramaba el mar del golfo de Vizcaya
que una tragedia en cada ola encierra.



Juan Gelman

ropero

-- de Juan Gelman --

Esa ropita tuya que
tiene tu olor y apareció entre mis ropas
silencioso el total tal vez amándose
temblando lejos de los dos
lejos como los dos
al fondo del cajón



Juan Ramón Molina

Nada es todo

-- de Juan Ramón Molina --

Hermano mío en el arte y en la lira sagrada
Que de la vieja estigia sentado en un recodo
Me dices que las cosas de este mundo son nada
Pero que las del otro, las del celeste, todo

No siembres esa lívida seta emponzoñada
En mi jardín de sueños, con tan amable modo
Sino una vid de vida, de racimos cargada
Que de alegría deje el corazón beodo



Julio Flórez

En la agonía

-- de Julio Flórez --

Poem

Nó, retira esa droga, que no luche por más tiempo del doctor... ¡Es muy tenaz! Ven, que el latido de tu pecho escuche.

¡Ven, acércate más!

Dime, ¿quieres curarme? ¿Sí? Pues eso fácil es y un remedio hay eficaz: ¡pon tu boca en mi boca y dame un beso

que no acabe jamás!



Julio Flórez

Oro en polvo

-- de Julio Flórez --

Poem

¡Quién fuera mariposa! Flor del aire, luciente y fugitiva; envidio esa existencia temblorosa, que siempre en pago de la miel que liba, deja un polvo dë oro en cada rosa.



Arcano

-- de Clementina Isabel Azlor --

¿Qué mano misteriosa erizó de doradas,
promisorias espigas, el siniestro abrojal?
¿Qué vendaval maldito derramó la simiente
que hoy viste de esmeralda lujoso el cenagal?

¿Qué espíritu invisible llegó en la tarde lívida
a borrar con su magia la apariencia del mal?
¿Quién te dio esa sonrisa seductora y aviesa?
¿Quién te puso en los labios ese embrujo fatal?



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