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Se han encontrado 80 poemas con la palabra eres

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Octavio Paz

movimiento

-- de Octavio Paz --

Si tú eres la yegua de ámbar
yo soy el camino de sangre
si tú eres la primer nevada
yo soy el que enciende el brasero del alba
si tú eres la torre de la noche
yo soy el clavo ardiendo en tu frente
si tú eres la marea matutina
yo soy el grito del primer pájaro
si tú eres la cesta de naranjas
yo soy el cuchillo de sol
si tú eres el altar de piedra
yo soy la mano sacrílega
si tú eres la tierra acostada
yo soy la caña verde
si tú eres el salto del viento
yo soy el fuego enterrado
si tú eres la boca del agua
yo soy la boca del musgo
si tú eres el bosque de las nubes
yo soy el hacha que las parte
si tú eres la ciudad profanada
yo soy la lluvia de consagración
si tú eres la montana amarilla
yo soy los brazos rojos del liquen
si tú eres el sol que se levanta
yo soy el camino de sangre

Poema movimiento de Octavio Paz con fondo de libro

Efraín Huerta

eres, amor...

-- de Efraín Huerta --

Eres, amor, el brazo con heridas
y la pisada en falso sobre un cielo.

Eres el que se duerme, solitario,
en el pequeño bosque de mi pecho.

Eres, amor, la flor del falso nombre.

Eres el viejo llanto y la tristeza,
la soledad y el río de la virtud,
el brutal aletazo del insomnio
y el sacrificio de una noche ciega.

Eres, amor, la flor del falso nombre.

Eres un frágil nido, recinto de veneno,
despiadada piedad, ángel caído,
enlutado candor de adolescencia
que hubiese transcurrido como un sueño.

Eres, amor, la flor del falso nombre.
Eres lo que me mata, lo que ahoga
el pequeño ideal de ir viviendo.

Eres desesperanza, triste estatua
de polvo nada más, de envidia sorda.
Eres, amor, la flor del falso nombre.

Poema eres, amor... de Efraín Huerta con fondo de libro

Mauricio Bacarisse

Fragilidad

-- de Mauricio Bacarisse --

Mi alma tierna y melancólica
se ha enamorado de ti,
Magdalena hecha en mayólica
por Bernardo Palissy.

Serás mi único tesoro
hasta que venga la Intrusa;
eres lo que más adoro
con mi madre y con mi musa.

Como un ópalo en mi dedo
turba mi felicidad
ese inexpresable miedo
a tu gran fragilidad.

Eres un alma perdida
del Infortunio en las fauces;
eres Ofelia subida
a las ramas de los sauces.

Eres de nieve y cristal,
y si te estrecho en mis brazos
la copa del Ideal
ha de quebrarse en pedazos.

Eres un astro de oros
en mi existencia confusa;
eres lo que más adoro
con mi madre y con mi musa.

Por si algún día estoy falto
de tu amor y tu bondad,
vivo en triste sobresalto
por tu gran fragilidad.

Poema Fragilidad de Mauricio Bacarisse con fondo de libro

Lope de Vega

quién eres, celemín ¿quién eres, fiera

-- de Lope de Vega --

A un zapato muy grande y desaseado de una dama
¿quién eres, celemín? ¿quién eres, fiera?
¿qué pino te bastó de guadarrama?
¿qué buey que a medellín pació la grama
te dio la suela en toda su ribera?
¿eres, ramplón, de polifemo cuera,
bolsa de arzón, alcoba o media cama?
aquí, de los zapatos de mi dama,
que me suelen servir de bigotera.
¡Oh, zapato cruel!, ¿cuál será el anca
de mula que tiró tal zapateta?
¡y aun me aseguran que el talón le manca!
pues no te iguala bota de vaqueta,
este verano voy a salamanca
y te pienso llevar para maleta.



Lope de Vega

Quién eres, celemín? ¿Quién eres, fiera?

-- de Lope de Vega --

¿Quién eres, celemín? ¿Quién eres, fiera?
¿Qué pino te bastó de Guadarrama?
¿Qué buey que a Medellín pació la grama
te dio la suela en toda su ribera?

¿Eres, ramplón, de Polifemo cuera,
bolsa de arzón, alcoba o media cama?
Aquí, de los zapatos de mi dama,
que me suelen servir de bigotera.

¡Oh, zapato cruel!, ¿cuál será el anca
de mula que tiró tal zapateta?
¡Y aun me aseguran que el talón le manca!

Pues no te iguala bota de vaqueta,
este verano voy a Salamanca
y te pienso llevar para maleta.



Pablo Neruda

soneto xxvii cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Desnuda eres tan simple como una de tus manos,
lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente,
tienes líneas de luna, caminos de manzana,
desnuda eres delgada como el trigo desnudo.
Desnuda eres azul como la noche en cuba,
tienes enredaderas y estrellas en el pelo,
desnuda eres enorme y amarilla
como el verano en una iglesia de oro.
Desnuda eres pequeña como una de tus uñas,
curva, sutil, rosada hasta que nace el día
y te metes en el subterráneo del mundo
como en un largo túnel de trajes y trabajos:
tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.



Pablo Neruda

poema 16 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Paráfrasis a r. Tagore
en mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.
La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios:
oh segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.
En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.



Mario Benedetti

corazón coraza

-- de Mario Benedetti --

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.



Carlos Pellicer

recinto XIII

-- de Carlos Pellicer --

viii
eres más que mis ojos porque ves
lo que en mis ojos llevo de tu vida.
Y así camino ciego de mí mismo
iluminado por mis ojos que arden
con el fuego de ti.
eres más que mi oído porque escuchas
lo que en mi oído llevo de tu voz.
Y así camino sordo de mí mismo
lleno de las ternuras de tu acento.
¡La sola voz de ti!
eres más que mi olfato porque hueles
lo que mi olfato lleva de tu olor.
Y así voy ignorando el propio aroma,
emanando tus ámbitos perfumes,
pronto huerto de ti.
eres más que mi lengua porque gustas
lo que en mi lengua llevo de ti sólo,
y así voy insensible a mis sabores
saboreando el deleite de los tuyos,
sólo sabor de ti.
eres más que mi tacto porque en mí
tu caricia acaricias y desbordas.
Y así toco en mi cuerpo la delicia
de tus manos quemadas por las mías.
Yo solamente soy el vivo espejo
de tus sentidos. La fidelidad
del lago en la garganta del volcán.



Manuel González Prada

No me pidas una flor

-- de Manuel González Prada --

No me pidas una flor,
que en el jardín y el vergel
eres tú la flor mejor.

A mí -tu firme cantor-
pídeme laude y rondel;
no me pidas una flor.

Por tu aroma y tu color;
venciendo a rosa y clavel,
eres tú la flor mejor.

Diosa, pídeme el loor;
reina, pídeme el dosel,
no me pidas una flor.

Para dar sabor y olor
a los panales de miel,
eres tú la flor mejor.

Pídeme siempre el amor
y la constancia más fiel;
no me pidas una flor:
eres tú la flor mejor.



Pedro Bonifacio Palacios

Letanías a Jesús

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

I

Jesús de Galilea
para mí no eres Dios,
eres sólo una idea
de la que marcho en pos.

II

No me humillo ni ruego
a tus plantas Jesús,
llego a ti como un ciego
que va en busca de luz.

III

Jesucristo eres nuestro
más grande innovador,
Profeta ¡no! Maestro
de piedad y de amor.

IV

No le niegues al mundo
la gloria de tu ser,
que en su vientre fecundo
te engendró una mujer.

V

Pastor de la gleba,
sabio teorizador,
de la turba que lleva
el signo del dolor.

VI

¡Oh, si fuera divino
el destello de tu luz
que alumbró tu camino!
¿Qué valdría tu cruz?

VII

Tu doctrina redime,
de ella vamos en pos,
como hombre eres sublime,
¡Pequeño como Dios!



Amado Nervo

Identidad

-- de Amado Nervo --

Tat tuam asi (Tú eres esto: es decir, tú eres uno
y lo mismo que cuanto te rodea;
eres la cosa en sí)

El que sabe que es uno con Dios, logra el Nirvana:
un Nirvana en que toda tiniebla se ilumina;
vertiginoso ensanche de la conciencia humana,
que es sólo proyección de la Idea Divina
en el Tiempo...

El fenómeno, lo exterior, vano fruto
de la ilusión, se extingue: ya no hay pluralidad,
y el yo, extasiado, abísmase por fin en lo absoluto,
y tiene como herencia toda la eternidad!



Amado Nervo

Tú vienes con el alba

-- de Amado Nervo --

Tú vienes con el alba, por eso eres rosada;
tus ojos, que se acuerdan del trópico,
son dos gemelos del ensueño... Mi almita enamorada,
que la ilusión te mime, ¡que te bendiga Dios!

Mi verso fue paloma, paloma querellosa;
mas hoy turba es de abejas que giran en tropel,
buscando tus perfumes, ¿acaso no eres rosa?
libando en tus pistilos, ¿acaso no eres miel?

Un hada, mi madrina risueña y leve, un hada
que tuvo por alcázar el cáliz de una flor,
bendijo nuestras nupcias en fresca madrugada.
Yo me llamé Tristeza, me llamo hoy Alborada;
tú te llamaste Infancia, ¡te llamas hoy Amor!



Lope de Vega

Amor, no se engañaba el que decía

-- de Lope de Vega --

Amor, no se engañaba el que decía
que eres monstruo engendrado de la tierra,
que de los elementos eres guerra,
luz de la noche, escuridad del día,

dios por temor, y rey por tiranía,
hijo de Marte, que la paz destierra,
y de una errada, por quien siempre yerra,
vencida la razón de tu porfía.

No te espantes de ver que te adoramos:
que de gentiles a temor sujetos,
la Muerte fue adorada por dios fuerte.

Así como a la muerte, altar te damos,
pues todos dicen, viendo tus efetos,
que eres hijo del tiempo y de la muerte



Luis Cernuda

contigo

-- de Luis Cernuda --

¿mi tierra?
mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?



Manuel Acuña

Por eso

-- de Manuel Acuña --

Porque eres buena, inocente
como un sueño de doncella,
porque eres cándida y bella
como un nectario naciente.

Porque en tus ojos asoma
con un dulcísimo encanto,
todo lo hermoso y lo santo
del alma de una paloma.

Porque eres toda una esencia
de castidad y consuelo,
porque tu alma es todo un cielo
de ternura y de inocencia.

Porque al sol de tus virtudes
se mira en ti realizado
el ideal vago y soñado
de todas las juventudes;

por eso, niña hechicera,
te adoro en mi loco exceso;
por eso te amo, y por eso
te he dado mi vida entera.

Por eso a tu luz se inspira
la fe de mi amor sublime;
¡por eso solloza y gime
como un corazón mi lira!

Por eso cuando te evoca
mi afán en tus embelesos,
siento que un mundo de besos
palpita sobre mi boca.

Y por eso entre la calma
de mi existencia sombría,
mi amor no anhela más día
que el que una mi alma con tu alma.



Manuel del Palacio

Al despertar

-- de Manuel del Palacio --

— ¿Quién eres, ángel, que ante mí apareces,
Como en nublado cielo blanca aurora,
Y al corazón, que desengaños llora,
Paz y consuelo y esperanza ofreces?

Yo te he visto en mis sueños muchas veces
Juguete de ilusión fascinadora,
Y vive en mi tu imágen seductora,
Y con tu puro aliento me estremeces.

¿Eres quizá la silfíde hechicera
Que amada de las nubes y las brisas
Llevarme quieres á su azul esfera?

Flores hollando vas por donde pisas...
— ¿Quién eres? — Soy, señor, la lavandera,
Y vengo á que me pague las camisas.



Jaime Torres Bodet

continuidad ii

-- de Jaime Torres Bodet --

Me toco... Y eres tú. Palpo en mi frente
la forma de tu cráneo. Y, en mi boca,
es tu palabra aún la que consiente
y es tu voz, en mi voz, la que te invoca.
Me toco... Y eres tú la que me toca.
Es tu memoria en mí la que te siente;
ella quien, con mis lágrimas, te evoca;
tú la que sobrevives; yo, el ausente.
Me toco... Y eres tú. Es tu esqueleto
que yergue todavía el tiempo vano
de una presencia que parece mía.
Y nada queda en mí sino el secreto
de este inmóvil crepúsculo inhumano
que al par augura y desintegra el día.



Dulce María Loynaz

espejismo

-- de Dulce María Loynaz --

eres un espejismo en mi vía.
eres una mentira de agua
y sombra en el desierto. Te miran
mis ojos y no creen en ti.
No estás en mi horizonte, no brillas
aunque brilles con una luz de agua...
¡No amarras aunque amarres la vida!...
No llegas aunque llegues, no besas
aunque beses... Reflejo, mentira
de agua tus ojos. Ciudad
de plata que me miente el prisma,
tus ojos... El verde que no existe,
la frescura de ninguna brisa,
la palabra de fuego que nadie
escribió sobre el muro... ¡Yo misma
proyectada en la noche por mi
ensueño, eso tú eres!... No brillas
aunque brilles... No besa tu beso...
¡Quien te amó sólo amaba cenizas!...



Pablo Neruda

la tierra

-- de Pablo Neruda --

La tierra
la tierra verde se ha entregado
a todo lo amarillo, oro, cosechas,
terrones, hojas, grano,
pero cuando el otoño se levanta
con su estandarte extenso
eres tú la que veo,
es para mí tu cabellera
la que reparte las espigas.
Veo los monumentos
de antigua piedra rota,
pero si toco
la cicatriz de piedra
tu cuerpo me responde,
mis dedos reconocen
de pronto, estremecidos,
tu caliente dulzura.
Entre los héroes paso
recién condecorados
por la tierra y la pólvora
y detrás de ellos, muda,
con tus pequeños pasos,
eres o no eres?
ayer, cuando sacaron
de raíz, para verlo,
el viejo árbol enano,
te vi salir mirándome
desde las torturadas
y sedientas raíces.
Y cuando viene el sueño
a extenderme y llevarme
a mi propio silencio
hay un gran viento blanco
que derriba mi sueño
y caen de él las hojas,
caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.
Y cada herida tiene
la forma de tu boca.



Pablo Neruda

soneto viii cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto viii
si no fuera porque tus ojos tienen color de luna,
de día con arcilla, con trabajo, con fuego,
y aprisionada tienes la agilidad del aire,
si no fuera porque eres una semana de ámbar,
si no fuera porque eres el momento amarillo
en que el otoño sube por las enredaderas
y eres aún el pan que la luna fragante
elabora paseando su harina por el cielo,
oh, bienamada, yo no te amaría!
en tu abrazo yo abrazo lo que existe,
la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia,
y todo vive para que yo viva:
sin ir tan lejos puedo verlo todo:
veo en tu vida todo lo viviente.



Pedro Antonio de Alarcón

A Carmen, al piano

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

No mujer... ¡Hada eres! Si amorosa
las manos tiendes al callado viento,
en él despiertas lánguido concierto
como la brisa en arpa melodiosa.

No mujer, bella Carmen... Eres diosa;
y de tu rostro el celestial portento
irradia el infinito sentimiento,
ser de tu ser, inspiración hermosa.

No mujer... ¡Eres ángel! Tu pureza
eclipsa la del sol: la sensitiva
no es como tú modesta y delicada.

Yo admiro arrebatado tu grandeza;
pero calla mi voz, no osando altiva
cantar a la que es ángel, diosa y hada.



Pedro Antonio de Alarcón

El llanto del soltero

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

Sin ti...¡Cuán negra y angustiosa y larga
pasé la noche toda, amada mía!
¡Sin ti me encuentra el implacable día;
sin ti y en honda soledad amarga!

Ya el sueño, que mis párpados embarga,
sin ti mis pasos hacia el lecho guía;
y pues no estás en él, en él querría
dejar por siempre del vivir la carga.

Pero ¿quién eres tú? ¿Luz postrimera
eres del bien perdido, o vaga sombra
de un nuevo bien que al porvenir demando?

No sé, no sé quién eres. «Compañera»
te llama el corazón cuando te nombra,
y las noches sin ti paso llorando.



Pedro Bonifacio Palacios

Vade Retro

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Tu eres joven, como un lirio de los valles,
que recién abre su cáliz,
¡que recién!
los cendales candorosos de sus pétalos de seda
suelta al viento de la aurora...
¡Yo soy el trágico laurel!.
Yo soy viejo, carcomido, lamentable,
como un roble centenario,
¡que cayó!
que cayó para in eternum, para nunca más alzarse
por los siglos de los siglos,
¡bajo el látigo de Dios!.
Son tus carnes, azucenas y jazmines
sonrojados a los besos
!de la luz!;
de la luz de cien incendios pavorosos,
de cien soles fulgurantes...
¡Más tu carne, no eres tú!.
Tu eres sombra, sombra enorme, sombra misma,
sombra llena de ansias
¡de gozar!.
Tus deseos se retuercen como sierpes iracundas,
insaciadas, insaciables...
¡Pubertades de satán!.



Pedro Salinas

versos 388 a 424

-- de Pedro Salinas --

Versos 388 a 424
yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
el que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.



José Ángel Buesa

poema de la espera

-- de José Ángel Buesa --

Yo sé que tú eres de otro. Y, a pesar de eso, espero.
Y espero sonriente, porque yo sé que un día,
como en amor el último vale más que el primero,
tú tendrás que ser mía.
Yo sé que tú eres de otro, pero eso no me importa,
porque nada es de nadie, si hay alguien que lo ansía,
y mi amor es tan largo, y la vida es tan corta,
que tendrás que ser mía.
Yo sé que tú eres de otro pero la sed se sacia
solamente, en el fondo de la copa vacía;
y, como la paciencia puede más que la audacia,
tú tendrás que ser mía.
Por eso, en lo profundo de mis sueños despiertos,
yo seguiré esperando, porque sé que algúndía
buscarás el refugio de mis brazos abiertos,
y tendrás que ser mía.



Gutierre de Cetina

temor desventurado y trabajoso

-- de Gutierre de Cetina --

Trabajoso temor desventurado!
quien supiese mostrar de ti un traslado
bien se podría llamar pintor famoso;
quien tu desasosiego sospechoso,
tu recelar, tus bascas, tu cuidado,
con palabras pintase, habría pintado
lo que es, aunque a pensar, dificultoso.
Eres sin proporción incomparable,
eres mal que se siente y no se entiende,
sueño que el alma aduerme y la desvela;
eres fuego infernal, intolerable,
hielo que de un rabioso ardor enciende,
ardor que de un mortal hielo nos hiela.



Salvador Díaz Mirón

A Berta

-- de Salvador Díaz Mirón --

Ya que eres grata como el cariño
ya que eres bella como el querub,
ya que eres blanca como el armiño,
¡sé siempre ingenua, sé siempre tú!

El torpe engaño que el vicio fragua
nunca se aviene con la virtud.
¡Sé transparente como es el agua,
como es el aire, como es la luz

Que tu palabra -dulce armonía
que tu alma exhala como un laúd,
como una alondra que anuncia el día
presa en la sombra que flota aún-

sea un arroyo sereno y puro
do, al inclinarme como un saúz,
mire las guijas del fondo oscuro
y las estrellas del cielo azul.



Nicolás Guillén

no sé por qué piensas tú

-- de Nicolás Guillén --

No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.
eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú...
¡No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!



Francisco Sosa Escalante

A una vieja

-- de Francisco Sosa Escalante --

No te pido perdón; jamás perdona
La que se oyó nombrar antigua y fea;
Y lo vuelvo á decir: no me recrea
Edificio que ya se desmorona.

¿Que tu eres rica? el mundo lo pregona,
¿Que eres sábia? no falta quien lo crea;
¿Que eres tesoro de virtud? pues sea,
Mas la virtud en vieja nada abona.

Sé muy bien que la gracia y la hermosura
Acaban, y que solo permanece
El noble corazón de Dios hechura;

Mas sé tambien que con los años crece
El horror que nos causa la figura
Que seca momia á la mirada ofrece.



Clemente Althaus

A la guerra

-- de Clemente Althaus --

No ya, no ya, cual las aciagas veces
en que hermanos armaste contra hermanos,
las almas afligidas estremeces
de los buenos peruanos.
De Sur a Norte, de Ocaso al Este,
armado se levanta el Perú entero,
como una sola e impaciente hueste,
como un solo guerrero.
Que no eres hoy el execrable horrendo
monstruo maldito cuyo nombre espanta:
hermosas apariencias revistiendo,
hoy eres justa y santa:
santa para la patria y quien derrame
su sangre y por tal madre dé la vida;
mas para el torpe Ibero eres infame
e injusta y maldecida.
Hoy doble faz ostentas: una bella,
otra feroz que el corazón aterra:
ésta conviertes a la mar, aquélla
conviertes a la tierra.
Una faz a mi patria alborozada
alto honor y victoria vaticina:
presagia la otra a la española armada
derrotada, oprobio, ruina.



Amado Nervo

el fantasma soy yo

-- de Amado Nervo --

Vivants, vous êtes des fantômes.
C'est nous qui sommes les vivants!
v. H.
Mi alma es una princesa en su torre metida,
con cinco ventanitas para mirar la vida.
Es una triste diosa que el cuerpo aprisionó.
Y tu alma, que desde antes de morirte volaba,
es un ala magnífica, libre de toda traba...
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!
¡qué entiendo de las cosas! las cosas se me ofrecen,
no como son de suyo, sino como aparecen
a los cinco sentidos con que dios limitó
mi sensorio grosero, mi percepción menguada.
Tú lo sabes hoy todo...; ¡Yo, en cambio, no sénada!
tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo!



Amado Nervo

intra vulnera tua absconde me

-- de Amado Nervo --

La desventura me quitó el regalo
y la serena paz de la existencia,
y sembré muchos odios; mi conciencia
clamaba sin cesar: ¡eres muy malo!
después, la dicha me libró del cieno:
un rayito de sol doró mi frente,
y sembré mucho amor, y dulcemente
clamaba mi conciencia: ¡eres muy bueno!
«¡ay! me dije, con tono de reproche,
qué menguada virtud la que me alienta
si sólo en el placer abre su broche...»
¡Hoy bendigo a jesús en la tormenta,
hoy su roto costado es mi sangrienta
guarida, en lo infinito de mi noche!



Amado Nervo

el éxodo y las flores del camino (1902). viejo estribillo

-- de Amado Nervo --

¿quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...
¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...
Di, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...
¿Quién regó sus collares en el agua, dios mío?
lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...
¡Oh señor! la belleza sólo es, pues, espejismo;
nada más tú eres cierto: ¡sé tú mi último dueño!
¿dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...



Amado Nervo

lejanía

-- de Amado Nervo --

¡parece mentira que hayas existido!
te veo tan lejos...
Tu mirada, tu voz, tu sonrisa,
me llegan al fondo de un pasado inmenso...
Eras más sutil
que mi propio ensueño;
eres el fantasma de un fantasma,
eres el espectro de un espectro...
Para reconstruír tu imagen remota
he menester ya de un enorme esfuerzo.
¿De veras me quisiste? ¿de veras me besabas?
¿de veras recorrías la casa, hoy en silencio?
¿de veras, en diez años, tu cabecita rubia
reposó por las noches, confiada en mi pecho?
¡ay qué perspectivas esas de la muerte!
¡qué horizontes tan bellos!
¡cuál os divinizan, oh difuntas jóvenes,
con sus lejanías llenas de misterio!
¡qué consagraciones tan definitivas
las que da el silencio!...
¡Cuál os vuelve míticas, casi fabulosas!
¡qué tristes mujeres de carne y de hueso,
con sus pobres encantos efímeros,
podrían venceros?
tenéis un augusto prestigio de estatua,
y por un fenómeno de rareza lleno,
mientras más distantes, más imperïosas
vais agigantandoos en el pensamiento.



Amado Nervo

Uno con él

-- de Amado Nervo --

Eres uno con Dios, porque le amas,
¡Tu pequeñez qué importa y tu miseria!;
eres uno con Dios, porque le amas.

Le buscaste en los libros,
le buscaste en los templos,
le buscaste en los astros,
y un día el corazón te dijo, trémulo:
"aquí está", y desde entonces ya sois uno,
ya sois uno los dos, porque le amas.

No podrán separaros
ni el placer de la vida
ni el dolor de la muerte.

En el placer has de mirar su rostro,
en el valor has de mirar su rostro
en vida y muerte has de mirar su rostro.

"¡Dios!" dirás en los besos,
dirás "Dios" en los cantos,
dirás "Dios" en los ayes.

Y comprendiendo al fin que es ilusorio
todo pecado (como toda vida),
y que nada de El puede separarte,
uno con Dios te sentirás por siempre:
¡uno solo con Dios porque le amas!



Amado Nervo

Viejo estribillo

-- de Amado Nervo --

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
-Es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...

Dí, quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? -Son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...

¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío?
Lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
-Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...

¡Oh Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo;
nada más Tú eres cierto: ¡Se Tú mi último Dueño!
¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
-Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...



Lope de Vega

Deja los judiciarios lisonjeros

-- de Lope de Vega --

Deja los judiciarios lisonjeros,
Lidia, con sus aspectos intrincados,
sus opuestos, sus trinos, sus cuadrados,
sus planetas benévolos o fieros;

las hierbas y carácteres ligeros
a Venus vanamente dedicados:
que siempre son sus dueños desdichados,
y recíproco amor, cuando hay Anteros.

Sin duda te querrán, si eres hermosa;
la verde edad es bella geomancía;
si sabes, tú sabrás si eres dichosa.

Toma un espejo al apuntar del día;
y si no has menester jazmín ni rosa,
no quieras más segura astrología.



Lope de Vega

Más eres sol que sastre (¡extraño caso!)

-- de Lope de Vega --

Más eres sol que sastre (¡extraño caso!),
Jaime, pues sólo el sol dicen que ha sido
quien a la aurora le cortó vestido
con randas de oro, en turquesado raso.

Tú le mides el pecho, aunque de paso,
y yo en mis versos mis desdichas mido,
cortando galas en papel perdido,
a manera de sastre del Parnaso.

Este soneto, Jaime, cosa es clara,
que si dijese aquí lastre o arrastre
el consonante dice en lo que para.

Mas si envidiar un sastre no es desastre,
cuando te acerques a su hermosa cara,
sé tú el poeta y déjame ser sastre.



Lope de Vega

Padre de los humanos, Amor ciego

-- de Lope de Vega --

Padre de los humanos, Amor ciego,
de quien nació la vida de dos vidas,
y por quien tantas fueron consumidas,
destierro de la paz y del sosiego.

Amor, que a un tiempo eres troyano y griego,
breve placer, tesoro del rey Midas,
divino ensalmador de tus heridas,
luna, que porque crece, mengua luego,

¿por qué te llaman padre, si no eres
como Saturno que sus hijos come?
Que, en efeto, aborreces lo que quieres.

Amor, pues no hay quien residencia tome
a la poca verdad de tus placeres,
mi muerte será Alcides que te dome.



Líber Falco

Sábelo

-- de Líber Falco --

Tras la luz con que alumbra
esta sangre de hoy,
está la luz que alumbrará mañana.

Amigo, si tú eres bueno
lo serás mañana.
Si tú eres dulce
lo serás mañana.



Ignacio María de Acosta

Al plan de Matanzas

-- de Ignacio María de Acosta --

¿Quién eres tú, gigante, en cuya frente
se detienen las nieblas apiñadas,
en tanto que a tus plantas, humilladas
rugen las tempestades sordamente?...

Tu fantástica forma sorprendente,
tus crestas a los cielos levantadas,
tus abismos, tus rocas despeñadas,
¿qué misterios encubren a la mente?...

¿Y pretendo tu origen misterioso
penetrar, al través del tiempo inmenso
que miraste pasar?... De luz un rayo

ilumina mi espíritu; y lloroso,
que eres la tumba perdurable pienso
del pueblo antiguo que habitó en Yucayo.



Jaime Sabines

he aquí que tú estás sola y que yo estoy solo

-- de Jaime Sabines --

Haces cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tu me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en estos brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.



Jaime Torres Bodet

continuidad iii

-- de Jaime Torres Bodet --

Todo, así, te prolonga y te señala:
el pensamiento, el llanto, la delicia
y hasta esa mano fiel con que resbala,
ingrávida, sin dedos, tu caricia.
Oculta en mi dolor eres un ala
que para un cielo póstumo se inicia;
norte de estrella, aspiración de escala
y tribunal supremo que me enjuicia.
Como lo eliges, quiero lo que ordenas:
actos, silencios, sitios y personas.
Tu voluntad escoge entre mis penas.
Y, sin leyes, sin frases, sin cadenas,
eres tú quien, si caigo, me perdonas,
si me traiciono, tú quien te condenas...
Y tú quien, si te olvido, me abandonas.



Jorge Debravo

resurrección

-- de Jorge Debravo --

Esta noche sedienta yo me he preguntado
quién eres y quién eres.
Porqué es triste tu carne como un leño apagado
y porqué tienes llena la boca de alfileres.

Y despacio, esta noche yo te he separado
como un árbol de amor, de las demás mujeres,
y haciendo de mi sangre un agua he bautizado
con ella tus angustias y placeres.

Y le he dicho a la muerte que no puede matarme!
y le he dicho a la vida que no puede vencerme!
y le he dicho a la tierra que si logra enterrarme,
a donde ella me entierre tú irás a recogerme!
y le he dicho a la nada que si logra apagarme,
tú, con tus grandes besos, volverás a encenderme!



Jorge Luis Borges

proteo

-- de Jorge Luis Borges --

Antes que los remeros de odisea
fatigaran el mar color de vino
las inasibles formas adivino
de aquel dios cuyo nombre fue proteo.
Pastor de los rebaños de los mares
y poseedor del don de profecía,
prefería ocultar lo que sabía
y entretejer oráculos dispares.
Urgido por las gentes asumía
la forma de un león o de una hoguera
o de árbol que da sombra a la ribera
o de agua que en el agua se perdía.
De proteo el egipcio no te asombres,
tú, que eres uno y eres muchos hombres.



Jorge Luis Borges

el ápice

-- de Jorge Luis Borges --

No te habrá de salvar lo que dejaron
escrito aquellos que tu miedo implora;
no eres los otros y te ves ahora
centro del laberinto que tramaron
tus pasos. No te salva la agonía
de jesús o de sócrates ni el fuerte
siddharta de oro que aceptó la muerte
en un jardín, al declinar el día.
Polvo también es la palabra escrita
por tu mano o el verbo pronunciado
por tu boca. No hay lástima en el hado
y la noche de dios es infinita.
Tu materia es el tiempo, el incesante
tiempo. Eres cada solitario instante.



Jorge Luis Borges

montevideo

-- de Jorge Luis Borges --

Resbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive.
La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.
Eres el buenos aires que tuvimos, el que en los años se alejóquietamente.
Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las aguas.
Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.
Claror de donde la mañana nos llega, sobre las dulces aguasturbias.
Antes de iluminar mi celosía tu bajo sol bienaventura tus quintas.
Ciudad que se oye como un verso.
Calles con luz de patio.



Emilio Bobadilla

El valor de la vida

-- de Emilio Bobadilla --

Del frío y de la nieve con temor te resguardas
y al amago tan sólo de una fiebre benigna,
llamas de prisa al médico, cual si fuese maligna,
y arropado hasta el cuello, cama afligido guardas.

Si te roban o atentan a tu vida, castigan
a presidio o al palo al audaz delincuente,
y si cualquiera en público te grita o te desmiente
le mandas los padrinos y a batirse le obligan.

Aun en defensa propia matar a alguien te aterra.
En la guerra, al contrario, matar es un deporte:
no es lo mismo la vida en la paz que en la guerra.

Qué más da que te maten, que caigas prisionero,
o que un médico ignaro una pierna te corte...
En la paz eres alguien; en la guerra eres cero...



Emilio Bobadilla

La hierba mala

-- de Emilio Bobadilla --

Bajo el agua y la nieve gimen en las trincheras
de reúma y de anquilosis los míseros soldados;
y con graznido lúgubre las aves agoreras
promulgan el fin hórrido de dramas ignorados.

Solitarios los pueblos, llenos los hospitales
—amputación de piernas y brazos a porrillo—;
en los campos miseria, luto en las capitales;
las iglesias en llamas y saqueado el castillo.

Ni la nieve, ni el agua, ni el dolor, ni la ruina
a tu ambición y tu odio, hombre cruel, ponen freno;
que en ti demoledora propensión predomina.

Exterminar al hombre tu sevicia no espere.
¿A la verdad acaso eres, di, tan ajeno
que no ves que eres malo y lo malo no muere?



Estanislao del Campo

Epílogo

-- de Estanislao del Campo --

Ahora sí que eres mía... En el sepulcro
Puedo llorarte solo mi Lucila.
Te envenenó el gusano, rico, enfermo,
Pero tu estrella para mí rutila.

En las joyantes noches del estío,
Cuando era tu vivir una alborada
teñida cual las plumas de un flamenco
Por una luz dulcísima y rosada;

Tu amor fue mi perfume, mi esperanza,
La novela de mi alma, mi alegría,
Cuando tú me decías: Mi poeta,
Me inundabas de luz y de poesía.

Y cuando te entregaron al gusano
Yo lloré en el altar del firmamento,
Pero si a mí me mata tu partida
¡Cómo los matará el remordimiento!

Yo he pedido el perdón para tus culpas
Y pido para Ti, toda delicia...
eres, entre el rayo de la luna
El plateado fulgor que me acaricia.



Pablo Neruda

soneto lxix cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

Tal vez no ser es ser sin que tú seas,
sin que vayas cortando el mediodía
como una flor azul, sin que camines
más tarde por la niebla y los ladrillos,
sin esa luz que llevas en la mano
que tal vez otros no verán dorada,
que tal vez nadie supo que crecía
como el origen rojo de la rosa,
sin que seas, en fin, sin que vinieras
brusca, incitante, a conocer mi vida,
ráfaga de rosal, trigo del viento,
y desde entonces soy porque tú eres,
y desde entonces eres, soy y somos,
y por amor seré, serás, seremos.



Pablo Neruda

soneto xliii cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Un signo tuyo busco en todas las otras,
en el brusco, ondulante río de las mujeres,
trenzas, ojos apenas sumergidos,
pies claros que resbalan navegando en la espuma.
De pronto me parece que diviso tus uñas
oblongas, fugitivas, sobrinas de un cerezo,
y otra vez es tu pelo que pasa y me parece
ver arder en el agua tu retrato de hoguera.
Miré, pero ninguna llevaba tu latido,
tu luz, la greda oscura que trajiste del bosque,
ninguna tuvo tus diminutas orejas.
eres total y breve, de todas eres una,
y así contigo voy recorriendo y amando
un ancho mississippi de estuario femenino.



Pablo Neruda

soneto xv cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xv
desde hace mucho tiempo la tierra te conoce:
eres compacta como el pan o la madera,
eres cuerpo, racimo de segura sustancia,
tienes peso de acacia, de legumbre dorada.
Sé que existes no sólo porque tus ojos vuelan
y dan luz a las cosas como ventana abierta,
sino porque de barro te hicieron y cocieron
en chillán, en un horno de adobe estupefacto.
Los seres se derraman como aire o agua o frío
y vagos son, se borran al contacto del tiempo,
como si antes de muertos fueran desmenuzados.
Tú caerás conmigo como piedra en la tumba
y así por nuestro amor que no fue consumido
continuará viviendo con nosotros la tierra.



Pablo Neruda

la infinita

-- de Pablo Neruda --

La infinita
ves estas manos? han medido
la tierra, han separado
los minerales y los cereales,
han hecho la paz y la guerra,
han derribado las distancias
de todos los mares y ríos,
y sin embargo
cuanto te recorren
a ti, pequeña,
grano de trigo, alondra,
no alcanzan a abarcarte,
se cansan alcanzando
las palomas gemelas
que reposan o vuelan en tu pecho,
recorren las distancias de tus piernas,
se enrollan en la luz de tu cintura.
Para mí eres tesoro más cargado
de inmensidad que el mar y su racimos
y eres blanca y azul y extensa como
la tierra en la vendimia.
En ese territorio,
de tus pies a tu frente,
andando, andando, andando,
me pasaré la vida.



Pablo Neruda

soneto xxix cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xxix
vienes de la pobreza de las casas del sur,
de las regiones duras con frío y terremoto
que cuando hasta sus dioses rodaron a la muerte
nos dieron la lección de la vida en la greda.
Eres un caballito de greda negra, un beso
de barro oscuro, amor, amapola de greda,
paloma del crepúsculo que voló en los caminos,
alcancía con lágrimas de nuestra pobre infancia.
Muchacha, has conservado tu corazón de pobre,
tus pies de pobre acostumbrados a las piedras,
tu boca que no siempre tuvo pan o delicia.
Eres del pobre sur, de donde viene mi alma:
en su cielo tu madre sigue lavando ropa
con mi madre. Por eso te escogí, compañera.



Pablo Neruda

i

-- de Pablo Neruda --

Odas y germinaciones
el sabor de tu boca y el color de tu piel,
piel, boca, fruta mía de estos días veloces,
dímelo, fueron sin cesar a tu lado
por años y por viajes y por lunas y soles
y tierra y llanto y lluvia y alegría
o sólo ahora, sólo
salen de tus raíces
como a la tierra seca el agua trae
germinaciones que no conocía
o a los labios del cántaro olvidado
sube en el agua el gusto de la tierra?
no sé, no me lo digas, no lo sabes.
Nadie sabe estas cosas.
Pero acercando todos mis sentidos
a la luz de tu piel, desapareces,
te fundes como el ácido
aroma de una fruta
y el calor de un camino,
el olor del maíz que se desgrana,
la madreselva de la tarde pura,
los nombres de la tierra polvorienta,
el perfume infinito de la patria:
magnolia y matorral, sangre y harina,
galope de caballos,
la luna polvorienta de la aldea,
el pan recién nacido:
ay todo de tu piel vuelve a mi boca,
vuelve a mi corazón, vuelve a mi cuerpo,
y vuelvo a ser contigo
la tierra que tú eres:
eres en mi profunda primavera:
vuelvo a saber en ti cómo germino.



Pablo Neruda

soneto xx cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xx
mi fea, eres una castaña despeinada,
mi bella, eres hermosa como el viento,
mi fea, de tu boca se pueden hacer dos,
mi bella, son tus besos frescos como sandías.
Mi fea, dónde están escondidos tus senos?
son mínimos como dos copas de trigo.
Me gustaría verte dos lunas en el pecho:
las gigantescas torres de tu soberanía.
Mi fea, el mar no tiene tus uñas en su tienda,
mi bella, flor a flor, estrella por estrella,
ola por ola, amor, he contado tu cuerpo:
mi fea, te amo por tu cintura de oro,
mi bella, te amo por una arruga en tu frente,
amor, te amo por clara y por oscura.



Pablo Neruda

soneto lxxxi cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

Ya eres mía. Reposa con tu sueño en mi sueño.
Amor, dolor, trabajos, deben dormir ahora.
Gira la noche sobre sus invisibles ruedas
y junto a mí eres pura como el ámbar dormido.
Ninguna más, amor, dormirá con mis sueños.
Irás, iremos juntos por las aguas del tiempo.
Ninguna viajará por la sombra conmigo,
sólo tú, siempreviva, siempre sol, siempre luna.
Ya tus manos abrieron los puños delicados
y dejaron caer suaves signos sin rumbo,
tus ojos se cerraron como dos alas grises,
mientras yo sigo el agua que llevas y me lleva:
la noche, el mundo, el viento devanan su destino,
y ya no soy sin ti sino sólo tu sueño.



Juan Antonio Pérez Bonalde

Tienen Razón

-- de Juan Antonio Pérez Bonalde --

Tienen razón! Se equivocó mi mano
cuando guiada por noble patriotismo,
tu infamia títuló de despotismo,
verdugo del honor venezolano!

Tienen razón! Tú no eres Diocleciano,
ni Sila, ni Nerón, ni Rosas mismo!
Tú llevas la vileza al fanatismo
eres muy bajo para ser tirano!

“Oprimir á mi patria”: esa es tu gloria,
“Egoísmo y codicia: ese es tu lema
“Vergüenza y deshonor: esa es tu historia;

Por eso, aún en su infortunio recio,
ya el pueblo no te lanza su anatema
El te escupe a la cara su desprecio!



Salvador Díaz Mirón

Dedicatoria (Salvador Díaz Mirón)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Cuanto en mí vierte luz y armonía
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma mía,
porque tú eres aliento y laurel.

Si he lanzado una piedra a los cielos,
si fui cruel, no me guardes rencor;
confesando que ha sido por celos,
harto digo que fue por amor.

No te aflijas si el nauta suspira
tanto nombre en las noches del mar;
si son muchos los astros que mira,
uno solo es la Estrella Polar.

La esperanza, luchando y venciendo,
me promete sin par galardón;
¡a ti vaya, sangrando y gimiendo,
este libro, que es un corazón!

Cuanto en mí vierte luz y armonía
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma mía,
porque tú eres aliento y laurel.



Vicente Gallego

oda

-- de Vicente Gallego --

eres canto de amor
bajo la piel traslúcida del día,
circulación del alma en las vistosas alas
de las formas terrestres,
destello que delata, jubiloso,
la condición solar de la materia.
Tú has sembrado en la noche
tu plateada flor iridiscente,
y es la muerte por ti una perla negra.
eres alta embajada
del subterráneo fruto,
y está arriba tu sitio, en la fugaz
superficie lograda de las cosas:
brillo eterno del mundo,
rocío del mirar enamorado.



Vicente Huidobro

poemas póstumos 7

-- de Vicente Huidobro --

Tierra que te alimentas de mi tristeza
que gozas de beber mi sangre
y cada herida de mi pecho te enriquece
eres hermosa como una gran borrasca
cómo te gusta mi soledad
eres terrible como un alma grandiosa
que se defiende sola contra todas las ansias
te esperaré escondido
en un encrucijada donde menos lo pienses
y lucharemos cuerpo a cuerpo
tierra que te alimentas de mi tristeza
nací con siglos de amargura
pero vamos a ver quién ríe ahora



Vicente Riva Palacio

Al viento

-- de Vicente Riva Palacio --

Cuando era niño, con pavor te oía
en las puertas gemir de mi aposento;
doloroso, tristísimo lamento
de misteriosos seres te creía.

Cuando era joven, tu rumor decía
frases que adivino mi pensamiento,
y cruzando después el campamento,
Patria', tu ronca voz me repetía.

Hoy te siento azotando, en las oscuras
noches, de mi prisión las fuertes rejas;
pero hánme dicho ya mis desventuras

que eres viento, no más, cuando te quejas,
eres viento si ruges o murmuras,
viento si llegas, viento si te alejas.



Vital Aza

Retrato a pluma

-- de Vital Aza --

RETRATO A PLUMA

Me mandas, caprichosa Dorotea,
que te haga en un soneto tu retrato,
y pues no soy ni descortés, ni ingrato,
acepto gustosísimo tu idea.

No soy de los que dicen que eres fea.
¡Quien lo diga es un necio, un mentecato!
Yo probaré, cumpliendo tu mandato,
que eres casi una Venus Citerea.

Voy a empezar... Con el deseo lucho
de hacer aquí un retrato tan completo
que no lo iguale el del pintor más ducho...

¡Manos, pues, a la obra! Yo prometo...
Pero otra vez será. ¡Lo siento mucho!
Me he distraído ¡y se acabó el soneto!



Medardo Ángel Silva

El alba de Jesús

-- de Medardo Ángel Silva --

Señor, en mí me busco y no me encuentro...
¿Dónde la claridad del nuevo día
cuya luz inmortal fulgura dentro
del corazón sin pena ni alegría?

eres la paz, y yo soy la contienda;
eres la luz, la noche va conmigo...
Mis ojos, ciegos por la negra venda,
no distinguen amigo ni enemigo...

¡Pero una voz en mi interior te nombra
y dulcemente hacia tu fin me lleva,
porque tú estás en mí como en la sombra
la luz celeste de la aurora nueva!



Juan Gelman

preguntas

-- de Juan Gelman --

Ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites y medespiertas en la mitad del día para acostarme en tu recuerdo yeres furia de mí paciencia para mí dime quédiablos hago por qué te necesito quién eres muda solarecorriéndome razón de mi pasión por quéquiero llenarte solamente de mí y abarcarte acabarte mezclarme atus huesitos y eres única patria contra las bestias el olvido



Juan Ramón Jiménez

el dechado

-- de Juan Ramón Jiménez --

¡qué hermosa muestra eres, cielo azul del día,
a los despiertos ojos,
de lo despierto!
¡qué ejemplo hermoso eres, cielo azul nocturno,
a los ojos dormidos,
de lo que sueña!



Juan Ramón Jiménez

el impulso

-- de Juan Ramón Jiménez --

Subes de ti misma,
como un surtidor
de una fuente.
No
se sabe hasta donde
llegará tu amor,
porque no se sabe
dónde está el venero
de tu corazón.
(Eres ignorada,
eres infinita,
como el mundo y yo)



Evaristo Ribera Chevremont

la palabra

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

Palabra que te niegas a mi empeño;
palabra esquiva, más ardiente y pura,
cede al milagro de mi antiguo sueño
y entrégame tu amor y tu hermosura.

Yo sé que eres resumen y diseño.
Yo sé que eres espíritu y figura,
y que, si al dios de tu metal desdeño,
nunca podré tener tu arquitectura.

Sé para mí columna y también arco.
Sé para mí la flecha que del arco
hacia la luz del infinito parte.

Sé, por dominio creador, la cima
en la que, por empuje de la rima,
he de gozar la excelsitud del arte.



Federico García Lorca

Soneto de la dulce queja

-- de Federico García Lorca --

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.



Francisco Sosa Escalante

A la invención del telégrafo eléctrico

-- de Francisco Sosa Escalante --

De las corrientes de la mar sonora,
Del rayo de la luz que baña el suelo,
Del águila caudal que eleva el vuelo
A los espacios do la nube mora;

Del eco del cañon que aterradora
Llama vomita derramando el duelo;
De cuanto el hombre concibió en su anhelo
De poder, eres tú la vencedora.

¡Quién igualarte puede, mensajera
Que cruzas el espacio, y el profundo
Abismo de la mar airada y tiera!

Prodigio entre prodigios sin segundo,
Consuelo das al que anhelante espera
Y eres lazo de amor que liga el mundo.



Francisco Sosa Escalante

Trasformación

-- de Francisco Sosa Escalante --

¿Y eres tú, y eres tú, la ninfa hermosa,
Mi dulce amor en los risueños dias
De mi temprana edad, cuando vivias
En mí pensando amante y cariñosa?

Eran, ¿te acuerdas? para mi alma ansiosa
Nido de amor tus labios, armonías
Los ecos de tu voz; resplandecías
Por bella y por gentil y por graciosa.

Por contemplar tu rostro soberano
Quise mil veces arrostrar la muerte,
De mi pasión en el delirio insano;

Y hoy que á mi paso la voluble suerte
Te vuelve á colocar, anhelo en vano
En esta sombra triste conocerte.



Francisco Villaespesa

eres como una ola

-- de Francisco Villaespesa --

Eres como una ola
de sombra que me envuelve,
y espumeando de amargura pasa,
y entre otras negras olas va a perderse...

¿Adónde vas?...
¿De dónde vienes?
¡sólo sé que soy tuyo, que me arrastras!...
¡Y cuando tú me dejes,
vendrá acaso otra ola,
como tú ignota y como tú inconsciente,
y sin querer me arrastrará de nuevo
gin saber dónde va ni dónde viene!...



José de Diego

arte poética

-- de José de Diego --

A una coqueta

una leyenda, tu azarosa vida;
tu espíritu voluble, una dolora;
tu boca un madrigal es que atesora
la dulzura en sus frases escondida.

Es de tu frente la risueña aurora
idilio tierno que al amor convida
y en tu faz palpitante y encendida
una égloga de flores puso flora.

De una armonía celestial emblema,
tienen tus ojos la cantante llama
que alumbre y da la inspiración suprema.

¡Y todo en ti es poesía y todo ama!
¡y no eres un magnifico poema
porque eres un magnifico epigrama!



Bartolomé de Argensola

Dime, Padre común, pues eres justo

-- de Bartolomé de Argensola --

«Dime, Padre común, pues eres justo,
¿por qué ha de permitir tu providencia,
que, arrastrando prisiones la inocencia,
suba la fraude a tribunal augusto?

»¿Quién da fuerzas al brazo, que robusto
hace a tus leyes firme resistencia,
y que el celo, que más la reverencia,
gima a los pies del vencedor injusto?

»Vemos que vibran vitoriosas palmas
manos inicas, la virtud gimiendo
del triunfo en el injusto regocijo.»

Esto decía yo, cuando, riendo,
celestial ninfa apareció, y me dijo:
«¡Ciego!, ¿es la tierra el centro de las almas?»



Carolina Coronado

a una estrella

-- de Carolina Coronado --

Chispa de luz que fija en lo infinito
absorbes mi asombrado pensamiento,
tu origen, tu existencia, tu elemento
menos alcanzo cuanto más medito.
Si eres ardiente, inamovible hoguera,
¿dónde el centro descansa de tu lumbre?
si eres globo de luz, ¿cómo en la cumbre
no giras tú de la insondable esfera?
¿por qué la tierra sin descanso rueda?
¿por qué la luna el globo majestoso
mueve, mientras tu carro misterioso
inmóvil, fijo en el espacio queda?
¿es que mi vista de mortal no alcanza
a percibir desde su oscuro asiento
allá en la altura suma el movimiento
de tu carroza que en lo inmenso avanza?
¡ah, sí! que por espíritu movida
la creación sin descanso se sostiene,
y todo en la creación marcado tiene
forma y destino, movimiento y vida.
Tú giras, sí: tus alas soberanas
sulcan el mundo y sus confines tocan...
Mas ¿cómo en tu carrera no se chocan
tus millares sin número de hermanas?
más allá de su límite prescrito
sediento avanza, audaz el pensamiento,
y tu origen, tu vida, tu elemento
menos alcanzo cuanto más medito.



Carolina Coronado

¡Oh, cuál te adoro!

-- de Carolina Coronado --

¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aun te llama exaltada el alma mía.

eres el tiempo que mis horas guía,
eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando tu amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento;

Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.



Clemente Althaus

A París

-- de Clemente Althaus --

Nada presta tu ruido a mi contento,
París, de gente y de placeres lleno:
¡Vasta y altiva capital! no cuento
ni un solo amigo en tu gigante seno.
Gozan en ti os ojos y la mente
con lo grandioso y opulento y vario:
mas siempre gime el corazón doliente,
en ti sin alimento y solitario.
Con tus fiestas y pompas y placeres
y vasta agitación que nunca calma,
Babel segunda a mis sentidos eres,
pero eres un desierto para mi alma.



Clemente Althaus

A un reloj (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

¡Oh dulce y triste presente!
¡Oh más preciado reloj,
que si fúlgidos diamantes
te ornaran en derredor!
Dulce eres por las queridas
manos de que fuiste don,
y el sincero y puro afecto
que a las mías te ofreció!
Y eres triste porque mides
a mi pena y mi dolor
las pausadísimas horas
que lejos pasando voy
de los que a mí te ofrecieron,
y a quienes el mutuo amor
y la pronta simpatía
aún más que el deudo me unió!
¡Ah! ¡cuán tardo al ansía mía
es tu acero medidor!
Las horas son días, y horas
los breves minutos son.
En tu círculo callado
huya el tiempo más veloz;
y adelántame esos días
en que sueña mi dolor,
Cuando, unido a aquellos seres
que adora mi corazón,
tan raudo las horas midas
cuan lento las mides hoy.



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