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Lope de Vega

Pasando un valle escuro, al fin del día

-- de Lope de Vega --

Pasando un valle escuro, al fin del día,
tal que jamás, para su pie dorado,
el sol hizo tapete de su prado,
llantos crecieron la tristeza mía.

Entrando, en fin, por una selva fría,
vi un túmulo de adelfas coronado,
y un cuerpo en él vestido, aunque mojado,
con una tabla, en que del mar salía.

Díjome un viejo de dolor cubierto:
«Éste es un muerto vivo, (¡extraño caso!),
anda en el mar, y nunca toma puerto».

Como vi que era yo, detuve el paso:
que aun no me quise ver después de muerto.
Por no acordarme del dolor que paso.

Poema Pasando un valle escuro, al fin del día de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Un soneto me manda hacer Violante

-- de Lope de Vega --

Un soneto me manda hacer Violante, 11 A
que en mi vida me he visto en tanto aprieto; 11B
catorce versos dicen que es soneto: 11B
burla burlando van los tres delante. 11A

Yo pensé que no hallara consonante 11A
y estoy a la mitad de otro cuarteto; 11B
mas si me veo en el primer terceto 11B
no hay cosa en los cuartetos que me espante. 11A

Por el primer terceto voy entrando 11C
y parece que entré con pie derecho, 11D
pues fin con este verso le voy dando. 11C

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho 11D
que voy los trece versos acabando; 11C
contad si son catorce, y está hecho. 11D

Poema Un soneto me manda hacer Violante de Lope de Vega con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XXXIX

-- de César Vallejo --

Quién ha encendido fósforo!
Mésome. Sonrío
a columpio por motivo.
Sonrío aún más, si llegan todos
a ver las guías sin color
y a mí siempre en punto. Qué me importa.

Ni ese bueno del Sol que, al morirse de gusto,
lo desposta todo para distribuirlo
entre las sombras, el pródigo,
ni él me esperaría a la otra banda.
Ni los demás que paran solo
entrando y saliendo.

Llama con toque de retina
el gran panadero. Y pagamos en señas
curiosísimas el tibio valor innegable
horneado, trascendiente.
Y tomamos el café, ya tarde,
con deficiente azúcar que ha faltado,
y pan sin mantequilla. Qué se va a hacer.

Pero, eso sí, los aros receñidos, barreados.
La salud va en un pie. De frente: marchen!

Poema Trilce: XXXIX de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

quién ha encendido fósforo!

-- de César Vallejo --

xxxix
quién ha encendido fósforo!
mésome. Sonrío
a columpio por motivo.
Sonrío aún más, si llegan todos
a ver las guías sin color
y a mí siempre en punto. Qué me importa.
Ni ese bueno del sol que, al morirse de gusto,
lo desposta todo para distribuirlo
entre las sombras, el pródigo,
ni él me esperaría a la otra banda.
Ni los demás que paran solo
entrando y saliendo.
Llama con toque de retina
el gran panadero. Y pagamos en señas
curiosísimas el tibio valor innegable
horneado, trascendiente.
Y tomamos el café, ya tarde,
con deficiente azúcar que ha faltado,
y pan sin mantequilla. Qué se va a hacer.
Pero, eso sí, los aros receñidos, barreados.
La salud va en un pie. De frente: marchen!



Emilio Bobadilla

La rendición de la flota

-- de Emilio Bobadilla --

Ante el inglés su formidable flota
desfila humildemente, sin enseña:
¡ni una protesta de sus labios brota,
ni una arruga en sus frentes se diseña!

De luchar hasta el fin ¿dónde está el voto?
Sombra de Nelson, sombra de Churruca,
¿concebís de rodillas al piloto
ni aún al rendirse, la razón caduca?

¡Oh vil caricatura del guerrero,
que por salvarse del honor prescinde
y a todo se doblega pordiosero!

Ya no armará con su marina cisco;
no es flota de combate que se rinde:
¡son carneros entrando en el aprisco!



Garcilaso de la Vega

SONETO VIII

-- de Garcilaso de la Vega --

De aquella vista buena y excelente
salen espirtus vivos y encendidos,
y siendo por mis ojos recibidos,
me pasan hasta donde el mal se siente.

Entránse en el camino fácilmente,
con los míos, de tal calor movidos,
salen fuera de mí como perdidos,
llamados de aquel bien que está presente.

Ausente, en la memoria la imagino;
mis espirtus, pensando que la vían,
se mueven y se encienden sin medida;

mas no hallando fácil el camino,
que los suyos entrando derretían,
revientan por salir do no hay salida.



Garcilaso de la Vega

De aquella vista buena y excelente

-- de Garcilaso de la Vega --

De aquella vista pura y excelente
salen espirtus vivos y encendidos,
y siendo por mis ojos recibidos,
me pasan hasta donde el mal se siente.

Éntranse en el camino fácilmente,
con los míos, de tal calor movidos,
salen fuera de mí como perdidos,
llamados de aquel bien que está presente.

Ausente, en la memoria la imagino;
mis espirtus, pensando que la vían,
se mueven y se encienden sin medida;

mas no hallando fácil el camino,
que los suyos entrando derretían,
revientan por salir do no hay salida.



Carlos Guido y Spano

Sensualismo

-- de Carlos Guido y Spano --

¿Será un crimen rasgar la tenue gasa
con que ocultas el amor gracias terrenas,
o en la pomposa viña las ajenas
uvas gustar y el bien que raudo pasa?

Cuando el amor el alma nos abrasa,
que Venus arde en las henchidas venas,
desciende el cielo mismo a las amenas
ígneas regiones del placer sin tasa.

Júpiter sumó el trono esplendoroso
dejó, ya Leda en cisne transformado
sedujo, ya la tiria Europa en toro;

¡Y en la prisión entrando voluptuoso
de la blanca Danae, derramado
sobre ella se deshizo en lluvia de oro!



Ramón López Velarde

tus hombros son como un ara

-- de Ramón López Velarde --

¿qué elocuencia, desvalida
y casta, hay en tu persona
que en un perenne desastre
a las lágrimas convida?
la frente, amor, hoy levanto
hasta tu busto en otoño
que es un vaso de suspiros
y una invitación al llanto.
Tus hombros son como una ara
en que la rosa contrita
de un pésame sin sollozos
húmeda se deshojara.
Cuando conmigo estás sola
¿qué lágrimas ideales
te dan un súbito manto
con una súbita aureola?
te vas entrando al umbrío
corazón, y en él imperas
en una corte luctuosa
con doliente señorío.
Tus hombros son buenos para
un llanto copioso y mudo...
Amor, suave amor, amor,
tus hombros son como una ara.



Ramón López Velarde

Tus hombros son como una ara

-- de Ramón López Velarde --

¿Que elocuencia, desvalida
y casta, hay en tu persona
que en un perenne desastre
a las lágrimas convida?

La frente, Amor, hoy levanto
hasta tu busto en otoño
que es un vaso de suspiros
y una invitación al llanto.

Tus hombros son como un ara
en que la rosa contrita
de un pésame sin sollozos
húmeda se deshojara.

Cuando conmigo estás sola
¿qué lágrimas ideales
te dan un súbito manto
con una súbita aureola?

Te vas entrando al umbrío
corazón, y en él imperas
en una corte luctuosa
con doliente señorío.

Tus hombros son buenos para
un llanto copioso y mudo...
Amor, suave Amor, Amor,
tus hombros son como una ara.



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