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-- de Jaime Torres Bodet --
Menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.
Quevedo
enterrado vivo
en un infinito
dédalo de espejos,
me oigo, me sigo,
me busco en el liso
muro del silencio.
Pero no me encuentro.
Palpo, escucho, miro.
Por todos los ecos
de este laberinto,
un acento mío
está pretendiendo
llegar a mi oído...
Pero no lo advierto.
Alguien está preso
aquí, en este frío
lúcido recinto,
dédalo de espejos...
Alguien, al que imito.
Si se va, me alejo.
Si regresa, vuelvo.
Si se duerme, sueño.
«¿Eres tú?», me digo...
Pero no contesto.
Perseguido, herido
por el mismo acento
-que no sé si es mío-
contra el eco mismo
del mismo recuerdo,
en este infinito
dédalo de espejos
enterrado vivo.
Poema "dédalo" de Jaime Torres Bodet
-- de José Ángel Buesa --
i
no, nunca fue lo oscuro tan oscuro.
Y está acostado pero no en su lecho.
Quiere moverse y se lo impide un muro.
Un muro en derredor, largo y estrecho.
Llama, y su voz resuena extrañamente,
sin que acudan su madre ni su hijo.
Y un súbito sudor hiela su frente,
al palpar en su pecho un crucifijo.
No, no hay duda: esa sombra que lo aterra
es sombra de ataúd bajo la tierra,
y no es soñando, porque está despierto.
Y lo aturde un pavor definitivo
al comprender que se le dio por muerto
y al comprobar que fue enterrado vivo
ii
pero un día, al abrir la sepultura,
se sabría su muerte verdadera.
Si el ataúd mostrara la hendidura,
de un golpe de su mano en la madera.
Y al pensar de repente en el mañana,
piensa también enloquecidamente
en el espanto de la madre anciana
y en el horror del hijo adolescente.
Y allí, en la sombra, sin quejarse en vano
sin dar un grito, sin alzar la mano,
con una abnegación casi suicida
cierra los ojos y se queda quieto
porque así, solo así, será un secreto
su horrible muerte de enterrado en vida.
Poema "el resucitado" de José Ángel Buesa
-- de Jaime Sabines --
Dispongo a dormir una semana, un mes; no me hablen.
Que cuando abra los ojos hayan crecido los niños y todas lascosas sonrían.
Quiero dejar de pisar con los pies desnudos el frío. Échenmeencima todo lo que tenga calor, las sábanas, las mantas, algunospapeles y recuerdos, y cierren todas las puertas para que no se vaya misoledad.
Quiero dormir un mes, un año, dormirme. Y si hablo dormido nome hagan caso, si digo algún nombre, si me quejo. Quiero que hagande cuenta que estoy enterrado, y que ustedes no pueden hacer nada hastael día de la resurrección.
Ahora quiero dormir un año, nada más dormir.
Poema "soy mi cuerpo" de Jaime Sabines
-- de Diego de Torres Villarroel --
De asquerosa materia fui formado,
en grillos de una culpa concebido,
condenado a morir sin ser nacido,
pues estoy no nacido y ya enterrado.
De la estrechez obscura libertado,
salgo informe terrón no conocido,
pues sólo de que aliento es un gemido
melancólico informe de mi estado.
Los ojos abro, y miro lo primero
que es la esfera también cárcel obscura;
sé que se ha de llegar el fin postrero.
Pues ¿adónde me guía mi locura,
si del ser al morir soy prisionero,
en el vientre, en el mundo y sepultura?
Poema "cuenta los pasos de la vida" de Diego de Torres Villarroel
-- de Diego Hurtado de Mendoza --
Domado ya el Oriente, Saladino,
Desplegando las bárbaras banderas
Por la orilla del Nilo, le convino
Asentar su real en las riberas.
Lenguas le rodeaban lisonjeras,
Compaña que á los reyes de contino
Sola sigue en las burlas y en las veras,
Loándoles el bueno y mal camino.
Contaban el Egipto sojuzgado,
Francia rota y el mar Rojo en cadena
Mostrábanle su ejército y poder.
Respondióles: «Aquí se puede ver
Dónde acabó su gloria, en esta arena,
El gran Pompeo, muerto y no enterrado.»
Poema "Domado ya el Oriente, Saladino" de Diego Hurtado de Mendoza
-- de Octavio Paz --
Si tú eres la yegua de ámbar
yo soy el camino de sangre
si tú eres la primer nevada
yo soy el que enciende el brasero del alba
si tú eres la torre de la noche
yo soy el clavo ardiendo en tu frente
si tú eres la marea matutina
yo soy el grito del primer pájaro
si tú eres la cesta de naranjas
yo soy el cuchillo de sol
si tú eres el altar de piedra
yo soy la mano sacrílega
si tú eres la tierra acostada
yo soy la caña verde
si tú eres el salto del viento
yo soy el fuego enterrado
si tú eres la boca del agua
yo soy la boca del musgo
si tú eres el bosque de las nubes
yo soy el hacha que las parte
si tú eres la ciudad profanada
yo soy la lluvia de consagración
si tú eres la montana amarilla
yo soy los brazos rojos del liquen
si tú eres el sol que se levanta
yo soy el camino de sangre
Poema "movimiento" de Octavio Paz
-- de Pablo Neruda --
Soneto lxxxv
del mar hacia las calles corre la vaga niebla
como el vapor de un buey enterrado en el frío,
y largas lenguas de agua se acumulan cubriendo
el mes que a nuestras vidas prometió ser celeste.
Adelantado otoño, panal silbante de hojas,
cuando sobre los pueblos palpita tu estandarte
cantan mujeres locas despidiendo a los ríos,
los caballos relinchan hacia la patagonia.
Hay una enredadera vespertina en tu rostro
que crece silenciosa por el amor llevada
hasta las herraduras crepitantes del cielo.
Me inclino sobre el fuego de tu cuerpo nocturno
y no sólo tus senos amo sino el otoño
que esparce por la niebla su sangre ultramarina.
Poema "soneto lxxxv cien sonetos de amor (1959) noche" de Pablo Neruda
-- de Pedro Antonio de Alarcón --
¡Deténte Pasajero! Aquí reposa
el Adán de los vinos jerezanos,
padre de tantos ínclitos ancianos
como duermen en torno de su fosa.
¡Enterrado está el sol bajo esta losa!
Pero no se lo comen los gusanos,
sino que vida y alma los humanos
aun piden a su llama generosa.
«Abolengo» se llama aqueste vino,
y en cada gota concentrado encierra
de mil generaciones el destino...
Si las cuitas del mundo te hacen guerra,
cátalo media vez, ¡oh peregrino!
y jurarás que el cielo está en la tierra.
Poema "Al vino «Abolengo» de las bodegas de Misa (Jerez)" de Pedro Antonio de Alarcón
-- de Pedro Antonio de Alarcón --
Solo, negado, escarnecido, muerto,
enclavado en la Cruz, ¡oh Jesús mío!
la frente inclinas sobre el mundo impío,
en la cumbre del Gólgota desierto.
Ebrio, entre tanto, y de baldón cubierto,
el mortal, en su infame desvarío,
adora una beldad de aliento frío,
pálida y mustia cual cadáver yerto.
¡Perdónalo, Señor! Que si en tal hora
la majestad de tu dolor ultraja
e ingrato y loco tu pasión olvida,
su espíritu inmortal se agita y llora
por sacudir del cuerpo la mortaja...
Y vive en él como enterrado en vida!
Poema "El viernes santo" de Pedro Antonio de Alarcón
-- de Manuel Reina --
Al lado de la fosa
de la preciosa joven ha brotado
una encendida rosa;
y junto a la hermosura está enterrado
su amante enamorado.
Sobre esta tumba un sauce corpulento
su triste frente inclina,
y a veces, agitado por el viento,
besa la flor divina.
Poema "El sauce y la flor" de Manuel Reina
-- de Medardo Ángel Silva --
Tu juventud de música, de fragancia y de trino,
huele a magnolias húmedas, a mojada reseda...
Es un olor carnal y espiritual, un fino
olor que llevo en mí sin que olvidarlo pueda.
De tu blancura me habla el lucero divino,
el ruiseñor conoce tu voz y la remeda,
y la divagación del viento vespertino
trae el recuerdo de tus cabellos de seda.
Del luto de la ausencia mi corazón se viste,
y, porque te recuerdo, mi noche es menos triste...
Pero resuena en mi alma, siniestro y agresivo,
este reloj que cuenta las horas de no verte,
y lo escucho lo mismo que un enterrado vivo
oyera un imposible comentario a su muerte.
Poema "El reloj (Silva)" de Medardo Ángel Silva
-- de Miguel Hernández --
20
no me conformo, no: me desespero
como si fuera un huracán de lava
en el presidio de una almendra esclava
o en el penal colgante de un jilguero.
Besarte fue besar un avispero
que me clama al tormento y me desclava
y cava un hoyo fúnebre y lo cava
dentro del corazón donde me muero.
No me conformo, no: ya es tanto y tanto
idolatrar la imagen de tu beso
y perseguir el curso de tu aroma.
Un enterrado vivo por el llanto,
una revolución dentro de un hueso,
un rayo soy sujeto a una redoma.
Poema "20" de Miguel Hernández
-- de Juan Díaz Rengifo --
Ceniza espiritada, vil mixtura,
hombre de polvo, y lágrimas formado,
por ley divina a muerte condenado:
¿por qué no pones freno a tu locura?
Comienza ya a llorar con amargura,
lo mucho que a Dios tienes enojado,
la mala vida, el tiempo malgastado,
si no te quieres ver en apretura.
Llamándote está la sepultura,
lugar estrecho, do será enterrado
deleite, honra, mando y hermosura,
y cuanto en esta vida es estimado:
El alma es inmortal, y siempre dura,
en sola ella emplea tu cuidado.
Poema "Soneto continuo" de Juan Díaz Rengifo
-- de José Martí --
xxviii
por la tumba del cortijo
donde está el padre enterrado,
pasa el hijo, de soldado
del invasor: pasa el hijo.
El padre, un bravo en la guerra,
envuelto en su pabellón
alzase: y de un bofetón
lo tiende, muerto, por tierra.
El rayo reluce: zumba
el viento por el cortijo:
el padre recoge al hijo,
y se lo lleva a la tumba.
Poema "por la tumba del cortijo" de José Martí
-- de Carolina Coronado --
Si las flores del jardín
mueren, joven, con el día,
también las de mi poesía
muerte igual tendrán al fin
aunque un poco más tardía.
De abejas la turba ahora
el ramillete florido
de mis cantares adora;
mas cuando hayan perecido
abejas, arpa y cantora,
tras los años destructores,
¿sabes tú si de esas flores
que hoy brota mi pensamiento
no se habrá llevado el viento
hojas, aroma y colores?
más corto o más prolongado
a todos ha señalado
la suerte en la tierra fin;
muere la flor del jardín
después que la flor del prado,
y aunque un poco más tardía
quiera acercarse la muerte,
a la flor de mi poesía
también de la misma suerte
ha de llegarle su día.
Porque otros hombres vendrán
y mi libro carcomido
por acaso no verán,
o de mi ramo querido
las flores desdeñarán.
Y marchito, deshojado
como las flores del prado
y las flores del jardín,
con ellas quedará al fin
mi ramillete enterrado.
Poema "gloria de las flores" de Carolina Coronado
-- de Roberto Juarroz --
Hago un pozo
para buscar una palabra enterrada.
Si la encuentro,
la palabra cerrará el pozo.
Si no la encuentro,
el pozo quedará abierto para siempre en mi voz.
La búsqueda de lo enterrado
supone adoptar los vacíos que fracasan.
Poema "hago un pozo" de Roberto Juarroz
-- de Roberto Juarroz --
Lo enterraremos todo,
los brazos, el movimiento y la pala,
la pasión de los viernes,
la bandera de andar solos,
la pobreza, esa deuda,
la riqueza, esa otra.
Lo enterraremos hasta con sabiduría,
cortando sabiamente los terrones,
o cortándolos sin darnos cuenta, sabiamente.
Un resto de mirada
quedará flotando como un pincel absurdo
sobre la tregua doblemente fiel de todo ausente.
Y menos mal que no habrá nadie
para escarbar luego bien hondo
y descubrir que no hay nada enterrado.
Poema "lo enterraremos todo" de Roberto Juarroz