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Se han encontrado 18 poemas con la palabra entender

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Nicanor Parra

imposible entender a los chilenos

-- de Nicanor Parra --

Imposible entender a los chilenos
los que se quedaron aquí
no piensan en otra cosa que en irse
«este país no sirve para nada»
los que se fueron sueñan con volver
inútilmente porque no se puede
madre mía que estás en el cielo
santificado sea tu nombre
déjalos regresar a la patria
no permitas que mueran en el destierro.

Poema imposible entender a los chilenos de Nicanor Parra con fondo de libro

Lope de Vega

¡Qué bien se echa de ver, divino Diego

-- de Lope de Vega --

¡Qué bien se echa de ver, divino Diego,
que en Alcalá estudiastes teología,
pues tan divina Cátedra se os fía,
desde a donde enseñáis letras de fuego!
¿Mas cómo sois tan sabio, si sois lego,
pues dos maestros disputando un día,
de tantos argumentos la porfía
controvertida resolvistes luego?
Teólogo salistes admirable
de un libro, cuyas hojas milagrosas
hacen que un alma en todas ciencias hable.
Y entre las que sabéis maravillosas,
mirad si sois filósofo notable,
pues hacéis entender que el pan es rosas.

Poema ¡Qué bien se echa de ver, divino Diego de Lope de Vega con fondo de libro

Góngora

De un caballero que llamó soneto a un romance

-- de Góngora --

Música le pidió ayer su albedrío
a un descendiente de don Peranzules;
templáronle al momento dos baúles
con más cuerdas que jarcias un navío.

Cantáronle de cierto amigo mío
un desafío campal de dos Gazules,
que en ser por unos ojos entreazules
fue peor que gatesco el desafío.

Romance fue el cantado, y que no pudo
dejarle de entender, si el muy discreto
no era sordo, o el músico era mudo.

Y de que le entendió yo os lo prometo,
pues envió a decir con don Bermudo:
«que vuelvan a cantar aquel soneto».

Poema De un caballero que llamó soneto a un romance de Góngora con fondo de libro

Jorge Luis Borges

juan lópez y john ward

-- de Jorge Luis Borges --

Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cadauno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sinduda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar,de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y desímbolos. Esa división, cara a los catógrafos,auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil;ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó father brown.Habíaestudiado castellano para leer el quijote.
El otro profesaba el amor de conrad, que le había sido reveladoen una aula de la calle viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unasislas demasiado famosas, y cada uno de los dos fuecaín, y cada uno, abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 40

-- de Jorge Manrique --

Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
(en cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria.
↑ Nos dejó



Diego Hurtado de Mendoza

A la ribera de la mar sentada

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

A la ribera de la mar sentada,
Sobre el sepulcro de Ayax Telamon,
La Fortaleza estaba despechada,
Moviendo contra Grecia indignacion.

Los cabellos de hierro y la acerada
Veste rompia al llanto y turbacion;
La gente se alteró, y aunque espantada,
Quiso della entender su alteracion.

Respondió, vuelto el rostro á los troyanos:
«Aun por haceros Grecia mayor mengua,
Contra Ayax por Ulises sentenció.

Desposeyendo aquellas fuertes manos,
Y entregando á la vil y flaca lengua
Las armas con que Aquiles os venció.»



Octavio Paz

hermandad

-- de Octavio Paz --

Homenaje a claudio ptolomeo
soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.



Garcilaso de la Vega

SONETO XII

-- de Garcilaso de la Vega --

Si para refrenar este deseo
loco, imposible, vano, temeroso,
y guarecer de un mal tan peligroso,
que es darme a entender yo lo que no creo.

No me aprovecha verme cual me veo,
o muy aventurado o muy medroso,
en tanta confusión que nunca oso
fiar el mal de mí que lo poseo,

¿qué me ha de aprovechar ver la pintura
de aquél que con las alas derretidas
cayendo, fama y nombre al mar ha dado,

y la del que su fuego y su locura
llora entre aquellas plantas conocidas
apenas en el agua resfríado?



Garcilaso de la Vega

Si para refrenar este deseo

-- de Garcilaso de la Vega --

Si para refrenar este deseo
loco, imposible, vano, temeroso,
y guarecer de un mal tan peligroso,
que es darme a entender yo lo que no creo.

No me aprovecha verme cual me veo,
o muy aventurado o muy medroso,
en tanta confusión que nunca oso
fiar el mal de mí que lo poseo,

¿qué me ha de aprovechar ver la pintura
de aquél que con las alas derretidas
cayendo, fama y nombre al mar ha dado,

y la del que su fuego y su locura
llora entre aquellas plantas conocidas
apenas en el agua resfrïado?



Gutierre de Cetina

bastar debiera, ¡ay, dios!, bastar debiera

-- de Gutierre de Cetina --

Señora, el ser cruel, áspera y dura,
sin que por adornar la hermosura
que al mundo es hoy un sol, tal nombre os diera.
Bastar debiera, ¡ay, dios!, mostraros fiera
siempre a la obstinación de mi locura,
sin que por el color mi desventura
de nueva crueldad temor tuviera.
Si queréis que a entender me dé el vestido
cuál es la condición esquiva y dura,
volverlo del revés y será cierto:
lo encarnado cruel quede escondido,
mostrad lo blanco que es limpieza pura;
será el engaño así más encubierto.



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli VIII

-- de Gutierre de Cetina --

El que está como yo tan desvalido,
tan sujeto a su mal, tan desmayado,
no puede su dolor mostrar pintado,
ni con palabra ser bien referido.
Liviano es aquel mal, ya lo has leído,
que el seso puede en sí tener guardado;
pero muy más liviano el que contado
puede ser de la suerte que es sentido.
No quieras, pues, pastor, importunarme
que te muestre en dibujo mis pasiones
para que la ocasión se entienda luego:
que como por la luz se saca el fuego,
se puede de tan altas ocasiones
entender quien las causa y condenarme.



Gutierre de Cetina

pues todavía queréis ir mis suspiros

-- de Gutierre de Cetina --

Do siempre soléis ser tan mal tratados,
trabajad de llegar disimulados,
quizá con tal ardid querrán oíros.
Sabe amor si quisiera hora seguiros
para ver si osaréis ser tan osados;
mas, ¿para qué?, si van dos mil cuidados
míos allá, tras vos, para serviros.
Si os llegáis, al llegar, con la osadía
que hora partís de mí, decilde manso:
«señora, pïedad, ¿por qué tan fiera?»
mas si, como he temor, de sí os desvía,
básteos darle a entender con un descanso
cómo el verme sin él hace que muera.



Gutierre de Cetina

a don luis de cotes, obispo de empurias

-- de Gutierre de Cetina --

Ando siempre, señor, de pena en pena,
de llanto en llanto y de uno en otro fuego;
ni por andar ni por tener sosiego
dolor afloja o mi fortuna es buena.
El alma de años ya y de daños llena,
que ciega nuestros apetitos ciego
debría volver de tan dañoso juego
a vida más tranquila y más serena.
Si el alma misma es causa de su daño,
¿por qué la causa? y si la fuerza el hado,
el arbitrio ¿qué es del?, ¿qué libre tiene?
pues yo no sé entender mal tan extraño,
suplícoos me digáis de este pecado
quién es primera causa o dónde viene.



Vicente Gallego

septiembre, 27

-- de Vicente Gallego --

He releído hoy la historia antigua
que tú me regalaste, las batallas
entre griegos y persas, las conquistas
innumerables de alejandro,
el fuego y la pasión que ahora parecen
un absurdo derroche
que no acierto a entender. Quizá, los tiempos...
El curso de esta tarde tan alejada y lenta,
sin afanes y solo,
esta tarde tranquila en la que amar
lo gris, lo no tan brusco ni glorioso:
perderme en mi interior sin ambiciones,
asumir la penumbra y deslizarme.
Reflexiono en mi cuarto
mientras llueve, parece innecesaria
cualquier exaltación.
Las cosas, lo que exigen.
Me ejercito
en la absoluta calma,
escucho los sonidos que producen
la cisterna, el desagüe, la anticuada
fontanería de esta casa,
y examino los dedos de mis pies.
Es sólo el tiempo lento, el oleaje
que me eleva despacio hacia mí mismo,
un dejarse arrastrar por la marea.
Existir: todo y nada,
este instante tan mío que ahora habito.



Anónimo

Romance de la gentil dama y el rústico pastor

-- de Anónimo --

Estáse la gentil dama
paseando en su vergel,
los pies tenía descalzos,
que era maravilla ver;
desde lejos me llamara,
no le quise responder.
Respondile con gran saña:
-¿Qué mandáis, gentil mujer?
Con una voz amorosa
comenzó de responder:
-Ven acá, el pastorcico,
si quieres tomar placer;
siesta es del mediodía,
que ya es hora de comer,
si querrás tomar posada
todo es a tu placer.
-Que no era tiempo, señora,
que me haya de detener,
que tengo mujer e hijos,
y casa de mantener,
y mi ganado en la sierra,
que se me iba a perder,
y aquellos que me lo guardan
no tenían qué comer.
-Vete con Dios, pastorcillo,
no te sabes entender,
hermosuras de mi cuerpo
yo te las hiciera ver:
delgadica en la cintura,
blanca soy como el papel,
la color tengo mezclada
como rosa en el rosel,
el cuello tengo de garza,
los ojos de un esparver,
las teticas agudicas,
que el brial quieren romper,
pues lo que tengo encubierto
maravilla es de lo ver.
-Ni aunque más tengáis, señora,
no me puedo detener.



Mario Benedetti

cero

-- de Mario Benedetti --

Mi saldo disminuye cada día
qué digo cada día
cada minuto cada
bocanada de aire
muevo mis dedos como si pudieran
atrapar o atraparme
pero mi saldo disminuye
muevo mis ojos como si pudieran
entender o entenderme
pero mi saldo disminuye
muevo mis pies cual si pudieran
acarrear o acarrearme
pero mi saldo disminuye
mi saldo disminuye cada día
qué digo cada día
cada minuto cada
bocanada de aire
y todo porque ese
compinche de la muerte
el cero
está esperando



Juan Gelman

qué hicieron...

-- de Juan Gelman --

Qué hicieron de aquel día lleno de tigres suaves
como tu pielo nidos locos
donde temblaban tus telitas
dando a entender otra canciónno ésta
llena de hojas de sal
ojos de sol te habían crecido
en tus pies empezaban las piernas de la luz
y nadie recibía cartitas de la nada
qué hicieron de aquel tigre
lleno de díassuavidadesvos
como los árboles que dibujabas
para dar sombra en medio de la noche
contra este fuego que crepita
triste en el ojo de pensar



Rosario Castellanos

agonía fuera del muro

-- de Rosario Castellanos --

Miro las herramientas,
el mundo que los hombres hacen, donde se afanan,
sudan, paren , cohabitan.

El cuerpo de los hombres prensado por los días,
su noche de ronquido y de zarpazo
y las encrucijadas en que se reconocen.

Hay ceguera y el hambre los alumbra
y la necesidad, más dura que metales.

Sin orgullo (¿qué es el orgullo? ¿una vértebra
que todavía la especie no produce?)
los hombres roban, mienten,
como animal de presa olfatean, devoran
y disputan a otro la carroña.

Y cuando bailan, cuando se deslizan
o cuando burlan una ley o cuando
se envilecen, sonríen,
entornan levemente los párpados, contemplan
el vacío que se abre en sus entrañas
y se entregan a un éxtasis vegetal, inhumano.

Yo soy de alguna orilla, de otra parte,
soy de los que no saben ni arrebatar ni dar,
gente a quien compartir es imposible.

No te acerques a mi, hombre que haces el mundo,
déjame, no es preciso que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
de algo peor que vergüenza.
Yo muero de mirarte y no entender.



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