Buscar Poemas con Enseñar


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra enseñar

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Abraham Valdelomar

Ofertorio (Valdelomar)

-- de Abraham Valdelomar --

Cuando el rojo crepúsculo en la aldea ponía
la silenciosa nota de su melancolía,
desde la blanca orilla iba a mirar el mar.
Todo lo que él me dijo aún en mi alma persiste:
–«mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar»–

A veces, en la sombra, la vaguedad marina
cruzaba el blanco triángulo de una vela latina
y se esfumaba en el confín;
desgranaba las lágrimas de su espuma una ola
y una ave en el espacio se deslizaba sola
hacia la costa curva y gris.

El faro como un cíclope con el ojo encendido,
buscaba entre las sombras algún buque perdido,
–desnudo y fuerte como un pescador–,
ofreciendo su estela como un pródigo brazo
y sus férreas escalas como un duro regazo:
tal a los reyes magos la estrella del Señor...

Hoy, con mi barca débil navegando en la ignota
inmensidad brumosa, la blanca vela rota,
tu espíritu bueno me sepa guiar.
Tú, blanca, dulce, triste, pensativa, adorada,
recuerda y pon en estas palabras tu mirada
amorosa y profunda como el cielo y el mar...

Poema Ofertorio (Valdelomar) de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Abraham Valdelomar

Tristitia

-- de Abraham Valdelomar --

Mi infancia que fue dulce, serena, triste y sola
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.

Dábame el mar la nota de su melancolía,
el cielo la serena quietud de su belleza,
los besos de mi madre una dulce alegría
y la muerte del sol una vaga tristeza.

En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado del mar,

y lo que él me dijera aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar...

Poema Tristitia de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Fray Luis de León

Al salir de la prisión

-- de Fray Luis de León --

De nuevo, ¡oh Salamanca!
estoy aquí , de la prisión salido.
La frente toda blanca,
el cuerpo envejecido.
¡Si las canas me hiciese más temido!
Sosegado ya un tanto
vuelvo a emprender la vía abandonada
sin rencor ni quebranto.
¿Fe y vida está salvada?
¡Pues todo no ha quedado en la estacada!
Mañana hacia la ciencia
seguiré sin sentir recelo alguno
ni cargo de conciencia.
¡Dulce oficio oportuno
que enseñar y aprender es todo uno!
Pero es camino largo
que hay que seguir tenaz con firme anhelo.
A veces, cierto, amargo
hasta romper el hielo;
más grato cuanto más lejos del suelo.
¡Dulce camino loco!
¡Empresa más feliz cuanto más nueva!
Que si es cierto que el poco
saber nos pone a prueba,
el mucho, si se alcanza, a Dios nos lleva.

Poema Al salir de la prisión de Fray Luis de León con fondo de libro

Antonio Machado

A don Miguel de Unamuno

-- de Antonio Machado --

Este donquijotesco
don Miguel de Unamuno, fuerte vasco,
lleva el arnés grotesco
y el irrisorio casco
del buen manchego. Don Miguel camina,
jinete de quimérica montura,
metiendo espuela de oro a su locura,
sin miedo de la lengua que malsina.
A un pueblo de arrieros,
lechuzos y tahúres y logreros
dicta lecciones de caballería.
Y el alma desalmada de su raza,
que bajo el golpe de su férrea maza
aun duerme, puede que despierte un día.
Quiere enseñar el ceño de la duda,
antes de que cabalgue, al caballero;
cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda
cerca del corazón la hoja de acero.
Tiene el aliento de una estirpe fuerte
que soñó más allá de sus hogares,
y que el oro buscó tras de los mares.
El señala la gloria tras la muerte.
Quiere ser fundador y dice: Creo;
Dios y adelante el ánima española...
Y es tan bueno y mejor que fue Loyola:
sabe a Jesús y escupe al fariseo.



José Martí

tienes el don...

-- de José Martí --

Tienes el don, tienes el verso, tienes
todo el valor de ti, tienes la altiva
resolución que arrostra y que cautiva
y llama las coronas a las sienes.
Tienes la fuga, el verbo, los desdenes
divinos de quien es, y el habla viva
de quien cruza la tierra cielo arriba
y ni adula al feliz, ni aguarda bienes.
¡Pero no tengo el impudor odioso
de enseñar mis entrañas derretidas
en estuche de verso recamado!
viva mi nombre oscuro y en reposo
si he de comprar las palmas perseguidas
sacando al viento mi dolor sagrado.



Rubén Darío

rima xi

-- de Rubén Darío --

Voy a confiarte, amada,
uno de los secretos
que más me martirizan. Es el caso
que a las veces mi ceño
tiene en un punto mismo
de cólera y esplín los fruncimientos.
O callo como un mudo,
o charlo como un necio,
suplicando el discurso
de burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que me miran? agravio.
¿Me han hablado? zahiero.
Medio loco de atar, medio sonámbulo,
con mi poco de cuerdo.
¡Cómo bailan en ronda y remolino,
por las cuatro paredes del cerebro
repicando a compás sus consonantes,
mil endiablados versos
que imitan, en sus cláusulas y ritmos,
las músicas macabras de los muertos!
¡y cómo se atropellan,
para saltar a un tiempo,
las estrofas sombrías,
de vocablos sangrientos,
que me suele enseñar la musa pálida,
la triste musa de los días negros!
yo soy así. ¡Qué se hace! ¡boberías
de soñador neurótico y enfermo!
¿quieres saber acaso
la causa del misterio?
una estatua de carne
me envenenó la vida con sus besos.
Y tenía tus labios, lindos, rojos
y tenía tus ojos, grandes, bellos...



Rubén Darío

Rima XI (Rubén Darío)

-- de Rubén Darío --

Voy a confiarte, amada,
uno de los secretos
que más me martirizan. Es el caso
que a las veces mi ceño
tiene en un punto mismo
de cólera y esplín los fruncimientos.
O callo como un mudo,
o charlo como un necio,
suplicando el discurso
de burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que me miran? Agravio.
¿Me han hablado? Zahiero.
Medio loco de atar, medio sonámbulo,
con mi poco de cuerdo.
¡Cómo bailan en ronda y remolino,
por las cuatro paredes del cerebro
repicando a compás sus consonantes,
mil endiablados versos
que imitan, en sus cláusulas y ritmos,
las músicas macabras de los muertos!
¡Y cómo se atropellan,
para saltar a un tiempo,
las estrofas sombrías,
de vocablos sangrientos,
que me suele enseñar la musa pálida,
la triste musa de los días negros!
Yo soy así. ¡Qué se hace! ¡Boberías
de soñador neurótico y enfermo!
¿Quieres saber acaso
la causa del misterio?
Una estatua de carne
me envenenó la vida con sus besos.
Y tenía tus labios, lindos, rojos
y tenía tus ojos, grandes, bellos...



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