Buscar Poemas con Dondequiera


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 11 poemas con la palabra dondequiera

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Amado Nervo

la sombra de ala

-- de Amado Nervo --

Tú que piensas que no creo
cuando argüimos los dos,
no imaginas mi deseo,
mi sed, mi hambre de dios;
ni has escuchado mi grito
desesperante, que puebla
la entraña de la tiniebla
invocando al infinito;
ni ves a mi pensamiento,
que empañado en producir
ideal, suele sufrir
torturas de alumbramiento.
Si mi espíritu infecundo
tu fertilidad tuviese,
forjado ya un cielo hubiese
para completar su mundo.
Pero di, ¿qué esfuerzo cabe
en un alma sin bandera
que lleva por dondequiera
tu torturador ¿quién sabe?;
que vive ayuna de fe
y, con tenaz heroísmo,
va pidiendo a cada abismo
y a cada noche un ¿por qué?
de todas suertes, me escuda
mi sed de investigación,
mi ansia de dios, honda y muda;
y hay más amor en mi duda
que en tu tibia afirmación.

Poema la sombra de ala de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

inmortalidad

-- de Amado Nervo --

No, no fue tan efímera la historia
de nuestro amor: entre los folios tersos
del libro virginal de tu memoria,
como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.
No puedes olvidarme: te condeno
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno;
y sólo entre los légamos y el cieno
surge el pálido loto del olvido.
Me verás dondequiera: en el incierto
anochecer, en la alborada rubia,
y cuando hagas labor en el desierto
corredor, mientras tiemblan en tu huerto
los monótonos hilos de la lluvia.
¡Y habrás de recordar! esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.
¡Seré cumbre de luz en tu existencia,
y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmortal dentro de tu alma!

Poema inmortalidad de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

renunciación

-- de Amado Nervo --

¡oh, siddharta gautama!, tú tenías razón:
las angustias nos vienen del deseo; el edén
consiste en no anhelar, en la renunciación
completa, irrevocable, de toda posesión;
quien no desea nada, dondequiera está bien.
El deseo es un vaso de infinita amargura,
un pulpo de tentáculos insaciables, que al par
que se cortan, renacen para nuestra tortura.
El deseo es el padre del esplín, de la hartura,
¡y hay en él más perfidias que en las olas del mar!
quien bebe como el cínico el agua con la mano,
quien de volver la espalda al dinero es capaz,
quien ama sobre todas las cosas al arcano,
¡ése es el victorioso, el fuerte, el soberano...
Y no hay paz comparable con su perenne paz!

Poema renunciación de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

benedicta

-- de Amado Nervo --

No sé adónde llevóse la marea
de la muerte tu ser, pero yo exclamo,
con el inmenso amor con que te amo:
¡dondequiera que esté, bendita sea!



Amado Nervo

Doctrinando

-- de Amado Nervo --

«Ya que de Dios en conversar te empeñas,
ya que desprecia tu cerebro helado
el amor que te di por el que sueñas,
háblame de ese Dios, mi bien amado!»

Y el teólogo de faz de crucifijo,
de gran melena y de mirar profundo,
feliz de doctrinar, «¡Oh! Blanca, dijo,
Dios es el alma inmaterial del mundo».

«Existe dondequiera en vario modo:
per se, por su virtud y su presencia;
per se, ya que lo invade y llena todo,
penetrándolo todo de su esencia»;

«por su virtud también, que sometidos
a Dios están y su mandato arguyen,
Favonio blando si columpia nidos
o Boreas y Aquilón si los destruyen»;

«y en presencia, porque es omnividente:
su pupila equilátera fulgura
en el disco del sol indeficiente,
en Arturo, en Capella, en Cinosura».

«¿Qué, no adivinas con instinto infuso
de su eterna mirada el embeleso
alumbrando tu espíritu confuso?»

Y respondió: -«Tu Dios es muy abstruso,
yo prefiero tus labios... ¡Dame un beso!»



Amado Nervo

La sombra del ala

-- de Amado Nervo --

Tú que piensas que no creo
cuando argüímos los dos,
no imaginas mi deseo,
mi sed, mi hambre de Dios;

ni has escuchado mi grito
desesperante, que puebla
la entraña de la tiniebla
invocando al Infinito;

ni ves a mi pensamiento,
que empañado en producir
ideal, suele sufrir
torturas de alumbramiento.

Si mi espíritu infecundo
tu fertilidad tuviese,
forjado ya un cielo hubiese
para completar su mundo.

Pero di, qué esfuerzo cabe
en un alma sin bandera
que lleva por dondequiera
tu torturador quién sabe!;

que vive ayuna de fe
y, con tenaz heroísmo,
va pidiendo a cada abismo
y a cada noche un por qué?

De todas suertes, me escuda
mi sed de investigación,
mi ansia de Dios, honda y muda;
y hay más amor en mi duda
que en tu tibia afirmación.



Mario Benedetti

corazón coraza

-- de Mario Benedetti --

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.



Rosalía de Castro

¡Jamás lo olvidaré!... De asombro llena

-- de Rosalía de Castro --

¡Jamás lo olvidaré!... De asombro llena
Al escucharlo, el alma refugióse
En sí misma y dudó...; Pero al fin, cuando
La amarga realidad, desnuda y triste,
Ante ella se abrió paso, en luto envuelta,
Presenció silenciosa la catástrofe,
Cual contempló Jerusalén sus muros
Para siempre entre el polvo sepultados.

¡Profanación sin nombre! Dondequiera
Que el alma humana, inteligente, rinde
Culto á lo grande, a lo pasado culto,
Esas selvas agrestes, esos bosques
Seculares y hermosos, cuyo espeso
Ramaje abrigo y cariñosa sombra
Dieron á nuestros padres, fueron siempre
De predilecto amor, lugares santos
Que todos respetaron.
¡No! En los viejos
Robledales umbrosos, que hacen grata
La más yerma región, y de los siglos



Juana Rosa de Amézaga

A una amiga que envidia a los poetas

-- de Juana Rosa de Amézaga --

¿Sabes la suerte de los que cantan
goces y penas del corazón?
Son hortelanos que un huerto plantan,
do jamás gustan fruto en sazón.

Son peregrinos que nunca encuentran
en su camino dicha ni paz,
y dondequiera que habitan ó entran,
ven la injusticia de torva faz.

Viven buscando luz y consuelo,
viven ansiando grandeza y bien;
pero sólo hallan en este suelo
duras espinas para su sien.

Nadie comprende los sinsabores,
que para ellos en todo están;
aunque regando de bellas flores
siempre un camino de abrojos van.

No los envidies: tú eres dichosa
sin ese triste, nulo poder
con que ellos cantan la dicha hermosa
que nunca llegan á poseer.



Carolina Coronado

en otro. traducido de pastorini

-- de Carolina Coronado --

Si con tranquila faz, génova mía
tu bello cuerpo destrozado miro,
no es por ingratitud, es que un suspiro
me parece en tus hijos cobardía.
Trofeos de constancia y valentía
en tus ruinas orgullosa admiro,
pues dondequiera que la vista giro,
encuentro en tu peligro tu osadía.
Más que el triunfo valió tu sufrimiento,
y te vengaste bien del que te infama.
Quedando destruida hasta el cimiento:
así la libertad gozosa exclama
tus reliquias besando en las arenas:
ruinas... Sí; pero jamás cadenas.



Ramón López Velarde

Nuestras vidas son péndulos

-- de Ramón López Velarde --

¿Dónde estará la niña
que en aquel lugarejo
una noche de baile
me habló de sus deseos
de viajar, y me dijo
su tedio?

Gemía el vals por ella,
y ella era un boceto
lánguido: unos pendientes
de ámbar, y un jardín
en el pelo.

Gemían los violines
en el torpe quinteto...
E ignoraba la niña
que al quejarse de tedio
conmigo, se quejaba
con un péndulo.

Niña que me dijiste
en aquel lugarejo
una noche de baile
confidencias de tedio:
dondequiera que exhales
tu suspiro discreto,
nuestras vidas con péndulos...

Dos péndulos distantes
que oscilan paralelos
en una misma bruma
de invierno.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba