Buscar Poemas con Doblez


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César Vallejo

Trilce: LX

-- de César Vallejo --

Es de madera mi paciencia,
sorda, vejetal.

Día que has sido puro, niño, inútil,
que naciste desnudo, las leguas
de tu marcha, van corriendo sobre
tus doce extremidades, ese doblez ceñudo
que después deshiláchase
en no se sabe qué últimos pañales.

Constelado de hemisferios de grumo,
bajo eternas américas inéditas, tu gran plumaje,
te partes y me dejas, sin tu emoción ambigua,
sin tu nudo de sueños, domingo.

Y se apolilla mi paciencia,
y me vuelvo a exclamar: ¡Cuándo vendrá
el domingo bocón y mudo del sepulcro;
cuándo vendrá a cargar este sábado
de harapos, esta horrible sutura
del placer que nos engendra sin querer,
y el placer que nos DestieRRa!

Poema Trilce: LX de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

es de madera mi paciencia

-- de César Vallejo --

lx
es de madera mi paciencia,
sorda, vegetal.
Día que has sido puro, niño, inútil,
que naciste desnudo, las leguas
de tu marcha, van corriendo sobre
tus doce extremidades, ese doblez ceñudo
que después deshiláchase
en no se sabe qué últimos pañales.
Constelado de hemisferios de grumo,
bajo eternas américas inéditas, tu gran plumaje,
te partes y me dejas, sin tu emoción ambigua,
sin tu nudo de sueños, domingo.
Y se apolilla mi paciencia,
y me vuelvo a exclamar: ¡cuándo vendrá
el domingo bocón y mudo del sepulcro;
cuándo vendrá a cargar este sábado
de harapos, esta horrible sutura
del placer que nos engendra sin querer,
y el placer que nos destierra!

Poema es de madera mi paciencia de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

primavera tuberosa

-- de César Vallejo --

Esta vez, arrastrando briosa sus pobrezas
al sesgo de mi pompa delantera,
coteja su coturno con mi traspié sin taco,
la primavera exacta de picotón de buitre.
La perdí en cuanto tela de mis despilfarros,
juguéla en cuanto pomo de mi aplauso;
el termómetro puesto, puesto el fin, puesto el gusano,
contusa mi doblez del otro tia,
aguardéla al arrullo de un grillo fugitivo
y despedía uñoso, somático, sufrido.
Veces latentes de astro,
ocasiones de ser gallina negra,
entabló la bandida primavera
con mi chusma de aprietos,
con mis apocamientos en camisa,
mi derecho soviético y mi gorra.
Veces las del bocado lauríneo,
con símbolos, tabaco, mundo y carne,
deglusión translaticia bajo palio,
al són de los testículos cantores;
talentoso torrente el de mi suave suavidad,
rebatible a pedradas, ganable con tan sólo suspirar...
Flora de estilo, plena,
citada en fangos de honor por rosas auditivas...
Respingo, coz, patada sencilla,
triquiñuela adorada... Cantan... Sudan...

Poema primavera tuberosa de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

parís, octubre 1936

-- de César Vallejo --

París, octubre 1936
de todo esto yo soy el único que parte.
De este banco me voy, de mis calzones,
de mi gran situación, de mis acciones,
de mi número hendido parte a parte,
de todo esto yo soy el único que parte.
De los campos elíseos o al dar vuelta
la extraña callejuela de la luna,
mi defunción se va, parte mi cuna,
y, rodeada de gente, sola, suelta,
mi semejanza humana dase vuelta
y despacha sus sombras una a una.
Y me alejo de todo, porque todo
se queda para hacer la coartada:
mi zapato, su ojal, también su lodo
y hasta el doblez del codo
de mi propia camisa abotonada.



Esteban Echeverría

la diamela

-- de Esteban Echeverría --

Dióme un día una bella porteña,
que en mi senda pusiera el destino,
una flor cuyo aroma divino
llena el alma de dulce embriaguez;
me la dio con sonrisa halagüeña,
matizada de puros sonrojos,
y bajando hechicera los ojos,
incapaces de engaño y doblez.

En silencio y absorto toméla
como don misterioso del cielo,
que algún ángel de amor y consuelo
me viniese, durmiendo, a ofrecer;
en mi seno inflamado guardéla,
con el suyo mezclando mi aliento,
y un hechizo amoroso al momento
yo sentí por mis venas correr.

Desde entonces, do quiera que miro
allí está la diamela olorosa,
y a su lado una imagen hermosa
cuya frente respira candor;
desde entonces por ella suspiro,
rindo el pecho inconstante a su halago,
con su aroma inefable me embriago,
a ella sola consagro mi amor.

Iii



Ramón López Velarde

La saltapared

-- de Ramón López Velarde --

Volando del vértice
del mal y del bien,
es independiente
la saltapared.

Y su principado,
la ermita que fue
granero después.

Sobre los tableros
de la ruina fiel
la saltapared
juega su ajedrez,
sin tumbar la reina,
sin tumbar al rey...

Ave matemática
nivelada es
como una ruleta
que baja y que sube
feliz, a cordel.

Su voz vergonzante
llora la doblez
con que el mercader
se llevó al canario
y al gorrión también
a la plaza pública,
a sacar la suerte
del señor burgués.

Del tejado bebe
agua olvidadiza
de los aguaceros,
porque transparente
su cuerpo albañil
gratuito nivel.

Y al ángel que quiere
reconstruir la ermita
del eterno Rey
sirve de plomada
la saltapared.



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