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Se han encontrado 88 poemas con la palabra divino

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Lope de Vega

¡Con qué artificio tan divino sales

-- de Lope de Vega --

¡Con qué artificio tan divino sales
de esa camisa de esmeralda fina,
oh rosa celestial alejandrina,
coronada de granos orientales!
Ya en rubíes te enciendes, ya en corales,
ya tu color a púrpura se inclina,
sentada en esa basa peregrina
que forman cinco puntas desiguales.
Bien haya tu divino autor, pues mueves
a su contemplación el pensamiento,
a aun a pensar en nuestros años breves.
Así la verde edad se esparce al viento,
y así las esperanzas son aleves
que tienen en la tierra el fundamento.

Poema ¡Con qué artificio tan divino sales de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Amor por ese sol divino jura

-- de Lope de Vega --

Amor por ese sol divino jura,
siendo negro color vuestros despojos,
quizá por luto, más que por enojos,
de muchos que mató vuestra hermosura.

Ojos, que un negro túmulo procura
al alma que de vos tuviere antojos;
tal fuera mi ventura, hermosos ojos,
que yo quiero tener negra ventura.

Ojos, no me guardé, que por honrados,
mirándoos de color negro vestidos,
fuistes de mis sospechas estimados.

Robásteme por eso los sentidos,
pero también quedastes engañados,
pues fuistes en el hurto conocidos.

Poema Amor por ese sol divino jura de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Ángel divino, que en humano y tierno

-- de Lope de Vega --

Ángel divino, que en humano y tierno
velo te goza el mundo, ¡oh!, no consuma
el mar del tiempo, ni su blanca espuma
cubra tu frente su nevado invierno

beldad que del artífice superno
imagen pura fuiste en cifra y suma,
sujeto de mi lengua y de mi pluma,
cuya hermosura me ha de hacer eterno;

centro del alma venturosa mía,
en quien el armonía y compostura
del mundo superior contemplo y veo.

Alba, Lucinda, cielo, sol, luz, día,
para siempre el altar de tu hermosura
ofrece su memoria mi deseo

Poema Ángel divino, que en humano y tierno de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Lucas, tan justamente peregrino

-- de Lope de Vega --

Lucas, tan justamente peregrino
al lado del pintor del firmamento,
de la primera imagen fundamento,
que a ser altar de nuestros ojos vino;
vos, que con el azul ultramarino
de vuestro celo, y con la fe por tiento,
en la tabla del Nuevo Testamento
pintáis la humanidad del ser divino,
¿qué pluma os ha de dar debidos loores?
¿Cuál humano pincel podrá pintaros?
¿Adónde habrá retóricos colores?
Mas para dignamente retrataros,
vos, divino patrón de los pintores,
al espejo de Dios poséis miraros.



Lope de Vega

Por celebrar, Domingo soberano

-- de Lope de Vega --

Por celebrar, Domingo soberano
vuestra fiesta mejor, Pedro divino,
a cantar a Milán el ''Credo'' vino,
llevándole el compás de Dios la mano.
Echó en efecto en vuestro canto llano
tan alto contrapunto en el camino,
que los coros celestes que previno,
fueron los ecos del acento humano.
Entróse por la Iglesia la herejía,
por suspender con pertinaz denuedo
del músico divino la armonía,
y cisne santo con el mismo dedo
mostró que el Evangelio dicho había,
pues que cantaba con su sangre el ''Credo''.



Lope de Vega

¡Qué bien se echa de ver, divino Diego

-- de Lope de Vega --

¡Qué bien se echa de ver, divino Diego,
que en Alcalá estudiastes teología,
pues tan divina Cátedra se os fía,
desde a donde enseñáis letras de fuego!
¿Mas cómo sois tan sabio, si sois lego,
pues dos maestros disputando un día,
de tantos argumentos la porfía
controvertida resolvistes luego?
Teólogo salistes admirable
de un libro, cuyas hojas milagrosas
hacen que un alma en todas ciencias hable.
Y entre las que sabéis maravillosas,
mirad si sois filósofo notable,
pues hacéis entender que el pan es rosas.



Lope de Vega

Suspenso aquel divino movimiento

-- de Lope de Vega --

Suspenso aquel divino movimiento
del sol de sus estrellas celestiales,
encendida la nieve en dos corales,
al pie de un lauro, haciendo son el viento,

durmió Lucinda, y el Amor atento
a la causa amorosa de mis males,
dijo, alzando la voz, palabras tales
que parece que hurtó mi pensamiento:

«Venus, hermosa y dulce madre mía,
con Psiques andarás de nuevo en puntos;
ésta es cárcel de amor, ya tengo dueño».

Oyó Lucinda lo que Amor decía,
y abrazando al rapaz, durmieron juntos
para quitarme eternamente el sueño.



San Juan de la Cruz

Otras del mismo a lo divino

-- de San Juan de la Cruz --

Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

1. Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino
que de vista me perdiese;
y, con todo, en este trance
en el vuelo quedé falto;
mas el amor fue tan alto,
que le di a la caza alcance.

2. Cuanto más alto subía
deslumbróseme la vista,
y la más fuerte conquista
en oscuro se hacía;
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto,
y fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

3. Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido,
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba;
dije: ¡No habrá quien alcance!
y abatíme tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

4. Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera;
esperé solo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.



Sor Juana Inés de la Cruz

Día de Comunión

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Amante dulce del alma,
bien soberano a que aspiro,
tú que sabes las ofensas
castigar a beneficios;
divino imán en que adoro
hoy que tan propicio os miro
que me animás a la osadía
de poder llamaros mío;
hoy, que en unión amorosa,
pareció a vuestro cariño,
que si no estabais en mí
era poco estar conmigo;
hoy, que para examinar
el afecto con que os sirvo,
al corazón en persona
habéis entrado vos mismo,
pregunto ¿es amor o celos
tan cuidadoso escrutinio?
que quien lo registra todo
da de sospechar indicios.
Mas ¡ay, bárbara ignorante,
y que de errores he dicho,
como si el estorbo humano
obstara al lince divino!
Para ver los corazones
no es menester asistirlos;
que para vos son patentes
las entrañas del abismo.
Con una intuición presente
tenéis en vuestro registro,
el infinito pasado,
hasta el presente finito;
luego no necesitabais,
para ver el pecho mío,
si lo estáis mirando sabio,
entrar a mirarlo fino;
luego es amor, no celos,
lo que en vos miro.



Antonio Machado

La noria

-- de Antonio Machado --

La tarde caía
triste y polvorienta.
El agua cantaba
su copla plebeya
en los cangilones
de la noria lenta.
Soñaba la mula,
¡pobre mula vieja!,
al compás de la sombra
que en el agua suena.
La tarde caía
triste y polvorienta.
Yo no sé qué noble,
divino poeta,
unió a la amargura
de la eterna rueda
la dulce armonía
del agua que sueña,
y vendó tus ojos,
¡pobre mula vieja!...
Mas sé que fue un noble,
divino poeta,
corazón maduro
de sombra y de ciencia.



Francisco Villaespesa

la rueca

-- de Francisco Villaespesa --

La virgen hilaba,
la dueña dormía,
la rueca giraba
loca de alegría.
¡Cordero divino,
tus blancos vellones
no igualan al lino
de mis ilusiones!
gira, rueca mía,
gira, gira al viento,
que se acerca el día
de mi casamiento.
Gira, que mañana
cuando el alba cante
la clara campana,
llegará mi amante.
Hila con cuidado
mi velo de nieve,
que vendrá el amado
que al altar me lleve.
Se acerca; lo siento
cruzar la llanura,
me trae la ternura
de su voz el viento.
Gira, gira, gira,
gira, rueca loca,
mi amado suspira
por besar mi boca.
Cordero divino,
tus blancos vellones
no igualan al lino
de mis ilusiones.
La niña cantaba,
la dueña dormía,
la luz se apagaba
y sólo se oía
la voz crepitante
de leña reseca
y el loco y constante
girar de la rueca.



José Asunción Silva

crepúsculo II

-- de José Asunción Silva --

En la tarde, en las horas del divino
crepúsculosereno,
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños.
Sobre un fondo de tonos nacarados
la silueta del templo
las altas tapias del jardín antiguo
y los árbolesnegros,
cuyas ramas semejan un encaje
movidas por el viento
se destacan oscuras, melancólicas
como un extrañoespectro!
en estas horas de solemne calma
vagan los pensamientos
y buscan a la sombra de lo ignoto
la quietud y el silencio.
Se recuerdan las caras adoradas
de los queridos muertos
que duermen para siempre en el sepulcro
y hace tanto no vemos.
Bajan sobre las cosas de la vida
las sombras de loeterno
y las almas emprenden su viaje
al país delrecuerdo.
También vamos cruzando lentamente
de la vida el desierto
también en el sepulcro helada sima
más tarde dormiremos.
Que en la tarde, en las horas del divino
crepúsculosereno
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños!



José Asunción Silva

Crepúsculo1

-- de José Asunción Silva --

En la tarde, en las horas del divino
crepúsculo sereno,
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños.

Sobre un fondo de tonos nacarados
la silueta del templo
las altas tapias del jardín antiguo
y los árboles negros,
cuyas ramas semejan un encaje
movidas por el viento
se destacan oscuras, melancólicas
como un extraño espectro!

En estas horas de solemne calma
vagan los pensamientos
y buscan a la sombra de lo ignoto
la quietud y el silencio.
Se recuerdan las caras adoradas
de los queridos muertos
que duermen para siempre en el sepulcro
y hace tanto no vemos.

Bajan sobre las cosas de la vida
las sombras de lo eterno
y las almas emprenden su viaje
al país del recuerdo.
También vamos cruzando lentamente
de la vida el desierto
también en el sepulcro helada sima
más tarde dormiremos.

Que en la tarde, en las horas del divino
crepúsculo sereno
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños!



Abraham Valdelomar

Desolatrix

-- de Abraham Valdelomar --

Un álbum... Una dama que entre los folios tersos
ha de buscar inquieta la ofrenda primorosa...
La pluma está en mi mano vacilante y medrosa,
pero en mi corazón no florecen los versos.

Yo no creo que el lírico valor de mis esfuerzos
haga brotar en mi alma la ofrenda primorosa:
un secreto dolor, cual pétalos de rosa,
mis más amados ritmos se ha llevado dispersos.

Hoy quisiera, señora, cantar vuestros hermosos
prestigios, el divino don de vuestra belleza,
vuestro selecto espíritu elogiar en mi canto,

pero a mi derredor sólo escucho sollozos,
ya sólo me acompañan mi perenne tristeza
y este mi corazón que se deshace en llanto...



Alberto Lista

A la amistad

-- de Alberto Lista --

La ilusión dulce de mi edad primera,
del crudo desengaño la amargura,
la sagrada amistad, la virtud pura
canté con voz ya blanda, ya severa.

No de Helicón la rama lisonjera
mi humilde genio conquistar procura;
memorias de mi mal y mi ventura,
robar al triste olvido sólo espera.

A nadie, sino a ti, querido Albino,
debe mi tierno pecho y amoroso
de sus afectos consagrar la historia.

Tú a sentir me enseñaste, tú el divino
canto y el pensamiento generoso:
Tuyos mis versos son y esa es mi gloria.



Alejandro Tapia y Rivera

El ángel del amor

-- de Alejandro Tapia y Rivera --

Dios hizo el mundo; con su voz divina
del caos lo sacó,
y admirando su obra peregrina
se dice que la amó.

Su grandioso querer cumplido estaba
magnífico, inmortal;
pero amante, colmar aun le faltaba
su afecto celestial.

Y ante el dulce mirar de su ternura
la esfera se extasió,
y el ángel de la luz y la hermosura
en luna se trocó.

Y el grato aroma de su noble aliento
lanzó sobre el Abril,
y el ángel del perfume en el momento
fue rosa del pensil.

Y emanando su labio regalado
al ángel de la miel,
fue emblema de su néctar delicado
la dulce abeja fiel.

Y formó de su voz la simpatía,
un eco seductor,
y el ángel de la plácida armonía
trocose en ruiseñor.

Empero deseaba el Dios potente
formar un nuevo ser;
y un ángel de su Edén trajo clemente
y fuiste tú, mujer.

Y te ornó con diadema de hermosura,
te alzó como deidad;
dio a tus ojos mil perlas de ternura,
de gozo y de piedad.

Y emblema, oh Celia, del amor divino
te quiso el Hacedor
consagrar al benéfico destino
del ángel del amor.



Alfonsina Storni

Noche divina

-- de Alfonsina Storni --

Este jardín nos cede su delicia,
nos cede el árbol de manzanas lleno.
Fuente de dioses a la sed propicia,
pan del instinto, para el hambre, bueno.

Mas blanco mármol sin igual pudicia
fija en nosotros su mirar sereno:
muslo desnudo, vigoroso el seno,
puro, como la luz que lo acaricia.

Se hacen tus ojos demasiado azules,
cubren tus manos impalpables tules
y algo divino te levanta en vuelo.

No cortemos la fruta deleitosa
y mira el alma en una nube rosa,
cómo es de azul la beatitud del cielo.



Alfonsina Storni

Una mirada

-- de Alfonsina Storni --

La perdí de mi vida; en vano en los plurales
rostros, el fulgor busco de su fluído divino;
no hay copias de sus ojos; tan sólo un hombre vino
con ellas a la tierra; no hay pupilas iguales:

Redondo el globo blanco, mundo que anda despacio;
y la pupila aguda, cazadora y ceñida;
y la cuenca de sombras por rayos recorrida.
(Pretextos de que nazca la llama y logre espacio.)

No más bellas que tantas otras bellas pupilas.
Tantas. Si las prendieran en desusadas filas,
como collar del mundo, serían su atavío.

Pero lo que adoraba no es lo mejor: yo busco
un modo de asomarse; el luminoso y fusco
resplandor de dos únicos orbes: lo que era mío.



Alfonsina Storni

El divino amor

-- de Alfonsina Storni --

Te ando buscando, amor que nunca llegas,
Te ando buscando, amor que te mezquinas,
Me aguzo por saber si me adivinas,
Me doblo por saber si te me entregas.

Las tempestades mías, andariegas,
Se han aquietado sobre un haz de espinas;
Sangran mis carnes gotas purpurinas
Porque a salvarte, oh niño, te me niegas.

Mira que estoy de pie sobre los leños,
Que a veces bastan unos pocos sueños
Para encender la llama que me pierde.

Sálvame, amor, y con tus manos puras
Trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.



Alfonsina Storni

Esta tarde

-- de Alfonsina Storni --

Ahora quiero amar algo lejano...
Algún hombre divino
Que sea como un ave por lo dulce,
Que haya habido mujeres infinitas
Y sepa de otras tierras, y florezca
La palabra en sus labios, perfumada:
Suerte de selva virgen bajo el viento...

Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
Blanda y tranquila como espeso musgo,
Tiembla mi boca y mis dedos finos,
Se deshacen mis trenzas poco a poco.

Siento un vago rumor... Toda la tierra
Está cantando dulcemente... Lejos
Los bosques se han cargado de corolas,
Desbordan los arroyos de sus cauces
Y las aguas se filtran en la tierra
Así como mis ojos en los ojos
Que estoy sonañdo embelesada...

Pero
Ya está bajando el sol de los montes,
Las aves se acurrucan en sus nidos,
La tarde ha de morir y él está lejos...
Lejos como este sol que para nunca
Se marcha y me abandona, con las manos
Hundidas en las trenzas, con la boca
Húmeda y temblorosa, con el alma
Sutilizada, ardida en la esperanza
De este amor infinito que me vuelve
Dulce y hermosa...



Alfonsina Storni

Llama

-- de Alfonsina Storni --

Sobre la cruz del tiempo
clavada estoy.
Mi queja abre la pulpa
del corazón divino
y su estremecimiento
aterciopela
el musgo de la tierra.

Un ámbar agridulce
destilado de las
flores cerúleas
cae a mojar
mis labios sedientos.

Ríos de sangre
bajan de mis manos
a salpicar el rostro
de los hombres.



Amado Nervo

al cristo

-- de Amado Nervo --

Para ezzequiel a. Chávez.
Señor, entre la sombra voy sin tino;
la fe de mis mayores ya no vierte
su apacible fulgor en mi camino:
¡mi espíritu está triste hasta la muerte!
busco en vano una estrella que me alumbre;
busco en vano un amor que me redima;
mi divino ideal está en la cumbre,
y yo, ¡pobre de mí!, yazgo en la sima...
La lira que me diste, entre las mofas
de los mundanos, vibra sin concierto;
¡se pierden en la noche mis estrofas,
como el grito de agar en el desierto!
y paria de la dicha y solitario,
siento hastío de todo cuanto existe...
Yo, maestro, cual tú, subo al calvario,
y no tuve tabor, cual lo tuviste...
Ten piedad de mi mal; dura es mi pena;
numerosas las lides en que lucho;
fija en mi tu mirada que serena,
y dame, como un tiempo a magdalena,
la calma: ¡yo también he amado mucho!



Amado Nervo

via, veritas et vita

-- de Amado Nervo --

Ver en todas las cosas
de un espíritu incógnito las huellas;
contemplar
sin cesar
en las diáfanas noche misteriosas,
la santa desnudez de las estrellas...
¡Esperar!
¡esperar!
¿qué? ¡quién sabe! tal vez una futura
y no soñada paz... Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte.
Mientras, amarlo todo, y no amar nada,
sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas;
cuidar de que en el áspera jornada
no se atrofien las alas, ni oleada
de cieno vil ensucie nuestras plumas.
Alma: tal es la orientación mejor,
tal es el instintivo derrotero
que nos muestra un lucero
interior.
Aunque nada sepamos del destino,
la noche a no temerlo nos convida.
Su alfabeto de luz, claro y divino,
nos dice: «ven a mí: soy el camino,
la verdad y la vida».



Amado Nervo

anathema sit

-- de Amado Nervo --

Para jesús urueta.

I
si negare alguno que santa maría,
del dios paracleto paloma que albea,
concibió sin mengua de su doncellía,
¡anatema sea!
anatema los que burlan el prodigio sin segundo
de la flor intacta y úber que da fruto siendo yema;
que los vientres que conozcan, como légamo infecundo,
no le brinde sino espurias floraciones. ¡Anatema!

ii
si alguno dijere que cristo divino
por nos pecadores no murió en judea
ni su cuerpo es hostia, ni su sangre vino,
¡anatema sea!
anatema los que ríen de oblaciones celestiales
en que un dios, loco de amores, es la víctima suprema;
que no formen para ellos ni su harina los trigales,
ni sus néctares sabrosos los viñedos. ¡Anatema!

iii
si alguno afirmare que el alma no existe,
que en los cráneos áridos perece la idea,
que la luz no surge tras la sombra triste,
¡anatema sea!
anatema los que dicen al mortal que tema y dude,
anatema los que dicen al mortal que dude y tema;
que en la noche de sus duelos ni un cariño los escude,
ni los bese la esperanza de los justos. ¡Anatema!



Amado Nervo

el éxodo y las flores del camino (1902). viejo estribillo

-- de Amado Nervo --

¿quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...
¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...
Di, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...
¿Quién regó sus collares en el agua, dios mío?
lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...
¡Oh señor! la belleza sólo es, pues, espejismo;
nada más tú eres cierto: ¡sé tú mi último dueño!
¿dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...



Amado Nervo

alquimia

-- de Amado Nervo --

Bien sé que para verte
he menester la alquimia de la muerte
que me transmute en alma, y delirante
de amor y de ansiedad, a cada instante
que llega, lo requiero
diciéndole: ah, si fueses tú el postrero!
es tan desmesurado, tan divino
y tan hondo el futuro que adivino
a través de las rutas estelares,
y de uno en otro de los avatares,
siempre contigo, noble compañera,
que por poder morir, ¡ay, qué no diera!



Amado Nervo

tanto amor

-- de Amado Nervo --

Hay tanto amor en mi alma que no queda
ni el rincón más estrecho para el odio.
¿Dónde quieres que ponga los rencores
que tus vilezas engendrar podrían?
impasible no soy: todo lo siento,
lo sufro todo... Pero como el niño
a quien hacen llorar, en cuanto mira
un juguete delante de sus ojos
se consuela, sonríe,
y las ávidas manos
tiende hacia él sin recordar la pena,
así yo, ante el divino panorama
de mi idea, ante lo inenarrable
de mi amor infinito,
no siento ni el maligno alfilerazo
ni la cruel afilada
ironía, ni escucho la sarcástica
risa. Todo lo olvido,
porque soy sólo corazón, soy ojos
no más, para asomarme a la ventana
y ver pasar el inefable ensueño,
vestido de violeta,
y con toda la luz de la mañana,
de sus ojos divinos en la quieta
limpidez de la fontana...



Amado Nervo

El celaje

-- de Amado Nervo --

¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste?
Se extinguió en el poniente el manso fuego,
y tú que me decías: "hasta luego,
volveré por la noche"... ¡No volviste!

¿En qué zarzas tu pie divino heriste?
¿Qué muro cruel te ensordeció a mi ruego?
¿Qué nieve supo congelar tu apego
y a tu memoria hurtar mi imagen triste?

¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso,
de mi balcón atalayando vivo
el campo verde y el confín brumoso.

Y me finge un celaje fugitivo
nave de luz en que, al final reposo,
va tu dulce fantasma pensativo.



Amado Nervo

Deidad

-- de Amado Nervo --

Como duerme la chispa en el guijarro
y la estatua en el barro,
en ti duerme la divinidad.
Tan sólo en un dolor constante y fuerte
al choque, brota de la piedra inerte
el relámpago de la deidad.
No te quejes, por tanto, del destino,
pues lo que en tu interior hay de divino
sólo surge merced a él.
Soporta, si es posible, sonriendo,
la vida que el artista va esculpiendo,
el duro choque del cincel.

Qué importan para ti las horas malas,
si cada hora en tus nacientes alas
pone una pluma bella más?
Ya verás al cóndor en plena altura,
ya verás concluida la escultura,
ya verás, alma, ya verás...



Amado Nervo

Exhalación

-- de Amado Nervo --

Cayó la tarde y el taimado anhelo
que noche a noche la extensión explora,
busca en vano la estrella donde mora
mi luminoso espíritu gemelo.

Como un ave de luz herida al vuelo,
que al caer bate el ala tembladora,
una blanca fotófuga desflora
la comba lapizlázuli del cielo.

¿Es lágrima de un dios ese astro errante?
¿Es «Ella» que dejó su edén distante
para buscarme en la existencia ingrata?

-Tú lo sabes, ¡oh luna dulce y fría,
que trazas, dividiendo noche y día,
tu divino paréntesis de plata!



Amado Nervo

Viejo estribillo

-- de Amado Nervo --

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
-Es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...

Dí, quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? -Son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...

¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío?
Lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
-Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...

¡Oh Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo;
nada más Tú eres cierto: ¡Se Tú mi último Dueño!
¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
-Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...



Leandro Fernández de Moratín

soneto. a clori, declamando en fábula trágica

-- de Leandro Fernández de Moratín --

¿qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿qué funeral adorno es éste?
¿qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?
¿pudo esfuerzo mortal, pudo el destino
así ofender su espíritu celeste?...
¿O es todo engaño?, y quiere amor que preste
a su labio y su acción poder divino.
Quiere que exenta del pesar que inspira,
silencio imponga al vulgo clamoroso,
y dócil a su voz se angustie y llore.
Que el tierno amante que la atiende y mira,
entre el aplauso y el temor dudoso,
tan alta perfección absorto adore.



Lope de Vega

¿Adónde vas con alas tan ligeras

-- de Lope de Vega --

«¿Adónde vas con alas tan ligeras,
del hemisferio nuestro al tuyo opuesto,
divino sol en el Orïente puesto,
dónde fuera más justo que nacieras?»

Apenas te gozaron las riberas
del Tajo, a ser tu antípoda dispuesto,
cuando las cubres de ciprés funesto,
robando en ti sus verdes primaveras.

«Los duros jaspes, los rebeldes bronces,
se ablandan escuchando mis enojos;
dime, pues ya te vas, si podré verte».

Así Fabio lloraba. Albania entonces
miróle, y quiso hablar, cerró los ojos,
y respondiole lo demás la Muerte.



Lope de Vega

Caiga el hermoso como cedro y palma

-- de Lope de Vega --

Caiga el hermoso como cedro y palma,
caiga el Querub, que fue su nacimiento
con el aurora, y tuvo atrevimiento
donde todo poder se humilla y calma.
Caiga, perdiendo la vitoria y palma,
del monte del excelso Testamento,
y suba la humildad al mismo asiento,
a vos, Francisco humilde, en cuerpo y alma.
Si al crucifijo Serafín divino,
volvéis los rayos, sois espejo claro
tan parecido, cuando en vos se mira,
que ya sois serafín, y al justo vino,
subiendo a ser del que cayó reparo,
ángel no es mucho, mas llagado admira.



Lope de Vega

Cleopatra a Antonio en oloroso vino

-- de Lope de Vega --

Cleopatra a Antonio en oloroso vino
dos perlas quiso dar de igual grandeza,
que por muestra formó naturaleza
del instrumento del poder divino.

Por honrar su amoroso desatino,
que fue monstruo en amor, como en belleza,
la primera bebió, cuya riqueza
honrar pudiera la ciudad de Nino

Mas no queriendo la segunda Antonio,
que ya Cleopatra deshacer quería,
de dos milagros, reservó el segundo.

Quedó la perla sola en testimonio
de que no tuvo igual, hasta aquel día,
bella Lucinda, que naciste al mundo.



Lope de Vega

Como es la patria celestial colonia

-- de Lope de Vega --

Como es la patria celestial colonia,
bien que el camino a los mortales agro,
ilustrísimo Conde, a quien consagro
los árboles de Apolo y de Tritonia,

fuiste contra la fiera Babilonia,
aunque cordero tierno por milagro,
nuevo, divino, heroico Meleagro
de la escocesa silva Caledonia.

Ya muerto, otro Mercurio te contemplo,
que tomando las arnas y la espada,
despojos de tu noble mausoleo,

en defensa de Cristo, y de su templo,
Julián y Babilonia derribada,
confiesen que ha vencido el Galileo.



Lope de Vega

Divino labrador, honor de España

-- de Lope de Vega --

Divino labrador, honor de España,
que, a pesar de la bárbara fiereza,
trujistes en las manos la cabeza,
por no morir en la heredad extraña,
el ejército muerto, la montaña
de cuerpos, troncos, tanta fortaleza
admira, y da lugar a la riqueza
del vuestro, insigne por tan alta hazaña.
Muertos responden a quien habla muerto,
y la patria de tales ciudadanos
de muro a muro a ser sepulcro viene.
Dichosa Zaragoza por Lamberto,
que tiene su cabeza por sus manos,
y ella su cuerpo por cabeza tiene.



Lope de Vega

Divino sucesor del nuevo Alcides

-- de Lope de Vega --

Divino sucesor del nuevo Alcides,
que puso en Francia, Italia, África y Flandes
pirámides más altos, y tan grandes
que fueron gloria de cristianos Cides;

puesto que agora (como tiernas vides)
de tus pasados en los troncos andes,
cuando esos brazos tan heroicos mandes,
verá la Fama que sus pasos mides.

Tú, que de aquellas águilas deciendes
que miraron del sol la excelsa llama,
serás el fénix que hoy su fuego enciendes;

y entonces yo, donde tu amor me llama,
iré, seguro que mi bien pretendes,
y a sombra de tus hechos tendré fama.



Lope de Vega

En lámimas de plata, en letras de oro

-- de Lope de Vega --

En láminas de plata, en letras de oro,
que en almas escribirse merecía,
vuestro nombre a la fama el mundo envía,
Girón divino del mayor tesoro.

Será sujeto del Castalio coro
mientras dura del cielo el armonía,
famoso en cuanto el sol dilata el día,
del Pez al Cantro, de la Libra al Toro.

Verá la envidia, en la mayor alteza
de títulos tan grandes y escogidos
el del ingenio fértil y abundante.

Igualará la pluma a la grandeza,
y el Parnaso de vos favorecido
tendrá en su frente el cielo como Atlante.



Lope de Vega

Formando Batüel castillos de oro

-- de Lope de Vega --

Formando Bathüel castillos de oro
en los camellos árabes gigantes,
y sobre los asirios elefantes
de las doncellas el honesto coro.
Parte Rebeca por mayor tesoro
que plata y oro y índicos diamantes,
ganados y pastores circunstantes
desde la blanca oveja al rubio toro.
Isaac adelantándose al camino
viole la honesta virgen, y del manto
hizo rebozo al rostro peregrino.
Ejemplo para el alma, esposo santo,
que cuando vos venís en pan divino,
se cubra de humildad a favor tanto



Lope de Vega

Jaque de aquí con este santo Roque

-- de Lope de Vega --

Jaque de aquí con este santo Roque,
peste cruel, que quiere Dios que aplaque
este bordón con su divino jaque
todo peligro que a los hombre toque;
y que las piezas del contrario apoque,
y el alma dama en el postrero escaque,
libre de tretas y peligros, saque
cualquiera que su nombre santo invoque.
Procura el negro alfil que el hombre peque,
y con sus tretas ya le pone a pique,
porque de la piedad la oliva seque.
Mas Roque hace que el bordón se aplique
a la espada de Dios, y el rigor trueque,
y que su cruz a Cristo signifique.



Lope de Vega

La santa Virgen, que en la sacra idea

-- de Lope de Vega --

La santa Virgen, que en la sacra idea
de Dios fue fabricada antes que el cielo,
del Verbo en carne original modelo,
que su estudio santísimo hermosea,
naciendo en la dichosa Galilea
fue cuadro celestial, en cuyo velo
de tela humana y de divino celo
Dios los pinceles de su ciencia emplea.
Lucas, gloria y honor de la pintura,
fue sólo digno de copiar un día,
con envidia del cielo su hermosura
¡Oh soberano Apeles de María,
pues retrató la virginal figura,
adonde Dios mostró lo que sabía.!



Lope de Vega

Matilde, no te espantes que Felino

-- de Lope de Vega --

Matilde, no te espantes que Felino
ame a Valeria en público y secreto,
que el albedrío no ha de estar sujeto
y cada cual lo vive a su destino.

¿Qué nombre pierdes? ¿qué valor divino?
¿qué estimación? ¿qué prendas? ¿qué conceto?
¿quién fue tu fundador? ¿quién tu arquitecto?
¿qué Alejandro? ¿qué Rómulo? ¿qué Nino?

Así naciste, así es razón que seas,
deja que goce lo que más le agrada;
y si vivir sin él no te conviene,

mátate como Elisa la de Eneas,
que aunque Felino no te deja espada,
basta el dolor para quien honra tiene.



Lope de Vega

Mientras el Austro rompe el pardo lino

-- de Lope de Vega --

Mientras el Austro rompe el pardo lino
y Scila suele dar voces dispares,
juntando al cielo los distintos mares,
es Bóreas santo y Júpiter divino.

No llora, antes se alegra el peregrino
sobre la lumbre de los patrios lares;
no llanto, plata ofrece a los altares
el que del indio Gange a Cádiz vino.

Gracias a Dios que la paloma escucho,
pues de oliva tu frente coronada,
podrás poner en paz tus elementos.

Reales esperanzas tardan mucho,
de la virtud al premio hay gran jornada.
Mejor es no llevar merecimientos.



Lope de Vega

Muere la vida, y vivo yo sin vida

-- de Lope de Vega --

Muere la vida, y vivo yo sin vida,
ofendiendo la vida de mi muerte.
Sangre divina de las venas vierte,
y mi diamante su dureza olvida.
Está la majestad de Dios tendida
en una dura cruz, y yo de suerte
que soy de sus dolores el más fuerte,
y de su cuerpo la mayor herida.
¡Oh duro corazón de mármol frio!,
¿tiene tu Dios abierto el lado izquierdo,
y no te vuelves un copioso río?
Morir por él será divino acuerdo,
mas eres tú mi vida, Cristo mío,
y como no la tengo, no la pierdo.



Lope de Vega

Padre de los humanos, Amor ciego

-- de Lope de Vega --

Padre de los humanos, Amor ciego,
de quien nació la vida de dos vidas,
y por quien tantas fueron consumidas,
destierro de la paz y del sosiego.

Amor, que a un tiempo eres troyano y griego,
breve placer, tesoro del rey Midas,
divino ensalmador de tus heridas,
luna, que porque crece, mengua luego,

¿por qué te llaman padre, si no eres
como Saturno que sus hijos come?
Que, en efeto, aborreces lo que quieres.

Amor, pues no hay quien residencia tome
a la poca verdad de tus placeres,
mi muerte será Alcides que te dome.



Lope de Vega

Pedro, una vez que de la escuela vino

-- de Lope de Vega --

Pedro, una vez que de la escuela vino,
como tierno David, tejió de suerte
la honda de su fe divina y fuerte,
que hizo de tres lazos y de un lino,
qe cuando Goliat en el camino
pensó rendirle con violenta muerte,
de los rubíes, que en la tierra vierte,
honró su frente círculo divino.
Al paso de Milán salió el gigante
contra el pastor, que sin tenerle miedo,
le puso el pecho y la verdad delante.
Bajó la sangre a confesar el ''Credo'',
y fue Pedro escribiendo tan constante,
que pudo derribarle con un dedo.



Lope de Vega

Pusieron los armígeros gigantes

-- de Lope de Vega --

Pusieron los armígeros gigantes
un monte en otro por subir al cielo,
que la soberbia, que produce el suelo,
engendra pensamientos semejantes.
Mas cuando de sus fúlgidos diamantes
tocar pensaron el celeste velo,
cayeron con Nembrod, y el fuego en hielo
sepultó sus cervices arrogantes.
Vos, Gigante divino, de otro modo
subís al cielo, sin que el paso os tuerza
para alcanzarle, la que más le impide;
pues le tenéis sobre los hombros todo,
que aunque el Reino de Dios padece fuerza
no la consiente a quien sin Dios le pide.



Lope de Vega

Quien dice que fue Adonis convertido

-- de Lope de Vega --

Quien dice que fue Adonis convertido
en flor de lirio y venus en estrella,
no vio, señor don Juan, la imagen bella
que a España habéis de Génova traído.

Transformación, que no escultura, ha sido,
y porque no quedó beldad sin ella
ni amor sin él, a las espaldas de ella
también en piedra se mudó Cupido.

Los mismos son, que no pudiera el arte
vencer al cielo en perfección tan rara;
testigo son las piedras de Anaxarte.

Y si todas a sí las transformara,
yo os diera un mármol tan divino en parte
que el olvidado amor resucitara.



Lope de Vega

Sacó Moisés de Egipto al pueblo hebreo

-- de Lope de Vega --

Sacó Moisés de Egipto al pueblo hebreo,
pasó el Jordán seguro, y por memoria
comió el cordero, y celebró la gloria
de aquel divino general trofeo.
Instituyó la Pascua con deseo
de eternizar aquella dulce historia,
la libertad, el triunfo, la vitoria
figura deste pan que adoro y creo.
Memoria sois, Cordero soberano,
de la salida de otro Egipto fiero,
Pascua divina del linaje humano.
Y así como Moisés más verdadero,
nos da la bendición de vuestra mano
Pascua, pasto, pastor, pan y cordero.



Lope de Vega

Si de la muerte rigurosa y fiera

-- de Lope de Vega --

Si de la muerte rigurosa y fiera
principios son la sequedad y el frío,
mi duro corazón, el hielo mío
indicios eran que temer pudiera
Mas si la vida conservarse espera
en el calor y humidad, formen un río
mis ojos que a tu mar piadoso envío,
divino autor de la suprema esfera
Calor dará mi amor, agua mi llanto,
huya la sequedad, déjeme el hielo,
que de la vida me apartaron tanto.
Y tú, que sabes ya mi ardiente celo,
dame los rayos de tu fuego santo
y los cristales de tu santo cielo.



Lope de Vega

Si ya después de Leviatán vencido

-- de Lope de Vega --

Si ya después de Leviatán vencido
y atravesado con la dura armella;
teñida en sangre Babilonia bella
la púrpura y el oro del vestido;
rota la copa, y el licor vertido,
que dio veneno a la mayor estrella,
en cítara suave, que con ella
cesara el llanto del eterno olvido,
el vencedor con dulce voz cantaba,
admirada de todas las naciones,
¿Quién no te teme, gran Señor, y alaba?
¡Oh cordero Divino, qué canciones
te cantará quien a sus pies estaba,
si en el sagrado de tu Cruz le pones!



Lope de Vega

Siempre te canten santo Sabaot

-- de Lope de Vega --

Siempre te canten, santo Sabaot,
tus ángeles, gran Dios, divino Hilec;
mi vida excede ya la de Lamec,
huir deseo como el justo Lot.

Cayó en viéndote el ídolo Behemot,
sacerdote mayor Melchisedeq;
no ha tocado a mi alma Abimelec,
ni Jezabel la viña de Nabot.

Profetas falsos dan la muerte a Acab,
David desea ya el agua de Bet,
por la paciencia con que espera Job.

Cruel está con Absalón Joab,
salga del arca a ver el sol Jafet,
y el cielo de la escala de Jacob.



Bien que sagrado incienso, bien que puede

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

«Bien que sagrado incienso, bien que puede
vencer ardiente víctima tu saña
esta corriente que tus basas baña,
lloroso soy, que en calidad le excede.

Este tierno pesar tu reino herede,
por culpa, ¡oh tiempo!, contra ti tamaña:
baste, pues, ya mi mal me desengaña
a que de él limpio y de su culpa quede».

Esto, tierno, lloré, y mi tierno acento
apenas alcanzó el divino oído,
cuando en brazos oí del manso viento:

«El poder restaurarte, ¡oh ya vencido,
Fabio, del tiempo, y de mi tiempo exento!,
será no perder más que lo perdido».



Al taparse y destaparse de una dama

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Mirásteme, vi el Sol, y en bellos lazos
ciñó —-dulce ceñir—- mi rostro y frente;
hízose ocaso su divino Oriente,
tomó la noche el hemisferio en brazos.
Temí —-bien pude—-, ¡oh Lisi!, sus abrazos:
dirálo bien quien de mis males siente;
lloré —-y amargo fue—-, como ausente,
robos del alma en sus escuros brazos.
Rompí el silencio de su tez oscura,
con desiguales quejas, y a mi llanto
mostró, ¡oh Lisi!, tu Sol su frente pura.
Dio nuevas de ella al alma alegre canto:
tal puede en mí tu Sol, tal tu hermosura;
tal el no verte, Lisi, el verte tanto.



Góngora

Hurtas mi vulto y cuanto más le debe

-- de Góngora --

Hurtas mi vulto y cuanto más le debe
a tu pincel, dos veces peregrino,
de espíritu vivaz el breve lino
en los colores que sediento bebe,

vanas cenizas temo al lino breve,
que émulo del barro le imagino,
a quien (ya etéreo fuese, ya divino)
vida le fió muda esplendor leve.

Belga gentil, prosigue al hurto noble;
que a su materia perdonará el fuego,
y el tiempo ignorará su contextura.

Los siglos que en sus hojas cuenta un roble,
árbol los cuenta sordo, tronco ciego;
quien más ve, quien más oye, menos dura.



Luis Gonzaga Urbina

así fue

-- de Luis Gonzaga Urbina --

Lo sentí; no fue una
separación, sino un desgarramiento;
quedó atónita el alma, y sin ninguna
luz, se durmió en la sombra el pensamiento.

Así fue; como un gran golpe de viento
en la serenidad del aire. Ufano,
en la noche tremenda,
llevaba yo en la mano
una antorcha con que alumbraba la senda,
y que de pronto se apagó: la oscura
acechanza del mal y el destino
extinguió así la llama y mi locura.

Ví un árbol a la orilla del camino,
y me senté a llorar mi desventura.
Así fue, caminante
que me contemplas con mirada absorta
y curioso semblante.

Yo estoy cansado, sigue tú adelante;
mi pena es muy vulgar y no te importa.
Amé, sufrí, gocé, sentí el divino
soplo de la ilusión y la locura;
tuve la antorcha, la apagó el destino,
y me senté a llorar mi desventura
a la sombra de un árbol del camino.



Luis Lloréns Torres

la negra(a félix matos bernier)

-- de Luis Lloréns Torres --

Bajo el manto de sombras de la primera noche,
la mano de elohím, ahíta en el derroche
de la bíblica luz del fiat omnifulgente,
te amasó con la piel hosca de la serpiente.

Puso en tu tez la tinta del cuero del moroco
y en tus dientes la espuma de la leche del coco.
Dio a tu seno prestigios de montañesa fuente
y a tus muslos textura de caoba incrujiente.

Virgen, cuando la carne te tiembla en la cadera,
remedas la potranca que piafa en la pradera.
Madre, el divino chorro que tu pecho desgarra,

rueda como un guarismo de luz en la pizarra.
Oh, tú, digna de aquel ebrio de inspiración
cántico de los cánticos del rey salomón.



Luis Muñoz Rivera

alea jacta est

-- de Luis Muñoz Rivera --

No, no cabe el abrazo de concordia
ni el ósculo de paz:
manando sangre la profunda herida
eternamente está.
Regó el ángel del odio la simiente
que empieza a germinar,
y dijo airado al abatir el vuelo:
¡jamás, jamás, jamás!

aunque el iris se tienda fulgurante
después del huracán;
aunque recobre su esplendor divino
la santa libertad:
aunque luzcan bellísimas auroras,
lo escrito, escrito está;
porque aún vibra en los aires el fatídico
¡jamás, jamás, jamás!



Manuel del Palacio

Al borde de la tumba

-- de Manuel del Palacio --

Pequé, Señor, mas no porque he pecado
De vuestra alta clemencia me despido,
Que cuanto más hubiere delinquido
Os tengo á perdonar más empeñado.

Si verme pecador os ha indignado
Cedereis al mirarme arrepentido;
La misma culpa con que os he ofendido
Os tiene á la indulgencia preparado.

Cuando vuelve al redil de sus amores
Una oveja perdida y recobrada,
En júbilo se inundan los pastores;

Yo soy, Señor, oveja descarriada;
Mirad, Pastor divino, mis dolores,
Y recobradme al fin de la jornada.



Manuel del Palacio

Al borde de la tumba (Melodías íntimas)

-- de Manuel del Palacio --

Pequé, Señor, mas no porque he pecado
De vuestra alta clemencia me despido,
Que cuanto más hubiere delinquido
Os tengo á perdonar más empeñado.

Si verme pecador os ha indignado
Cederéis al mirarme arrepentido;
La misma culpa con que os he ofendido
Os tiene á la indulgencia preparado.

Cuando vuelve al redil de sus amores
Una oveja perdida y recobrada,
En júbilo se inundan los pastores;

Yo soy, Señor, oveja descarriada;
Mirad, Pastor divino, mis dolores,
Y recobradme al fin de la jornada.



César Vallejo

Para el alma imposible de mi amada

-- de César Vallejo --

Amada: no has querido plasmarte jamás
como lo ha pensado mi divino amor.
Quédate en la hostia,
ciega e impalpable,
como existe Dios.

Si he cantado mucho, he llorado más
por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
Quédate en el seso,
y en el mito inmenso
de mi corazón!

Es la fé, la fragua donde yo quemé
el terroso hierro de tanta mujer;
y en un yunque impío te quise pulir.
Quédate en la eterna
nebulosa, ahí,
en la multicencia de un dulce no ser.

Y si no has querido plasmarte jamás
en mi metafísica emoción de amor,
deja que me azote,
como un pecador.



Delmira Agustini

El arroyo

-- de Delmira Agustini --

¿Te acuerdas? El arroyo fue la serpiente buena...
Fluía triste y triste como un llanto de ciego,
cuando en las piedras grises donde arraiga la pena,
como un inmenso lirio se levantó tu ruego.

Mi corazón, la piedra más gris y más serena,
despertó en la caricia de la corriente y luego
sintió como la tarde, con manos de agarena,
prendía sobre él una rosa de fuego.

Y mientras la serpiente del arroyo blandía
el veneno divino de la melancolía,
tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza,

la coroné de un beso fatal, en la corriente
vi pasar un cadáver de fuego... Y locamente
me derrumbó en tu abrazo profundo la tristeza.



Delmira Agustini

La cita (Agustini)

-- de Delmira Agustini --

En tu alcoba techada de ensueños, haz derroche
de flores y de luces de espíritu; mi alma
calzada de silencio y vestida de calma,
irá a tí por la senda más negra esta noche.

Apaga las bujías para ver cosas bellas;
cierra todas las puertas para entrar la ilusión;
arranca del misterio un manojo de estrellas
Y enflora como un vaso triunfal tu corazón.

¡Y esperarás sonriendo, y esperarás llorando!...
Cuando llegue mi alma, tal ves reces pensando
que el cielo dulcemente se derrama en tu pecho...

Para él, amor divino, ten un diván de calma
o con el lirio místico que es su arma, mi alma
Apagará una a una las rosas de tu lecho!



Delmira Agustini

Las alas

-- de Delmira Agustini --

Yo tenía... ¡Dos alas!...
Dos alas,
que del azur vivían como dos siderales
¡raíces!...
Dos alas,
con todos los milagros de la vida, la Muerte
y la ilusión. Dos alas.
Fulmíneas
como el velamen de una estrella en fuga;
dos alas
como dos firmamentos
como tormentas, con calmas y con astros...

¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?...
El áureo campaneo
del ritmo; el inefable
matiz atesorando
el Iris todo, más un Iris nuevo
ofuscante y divino.
Que adorarán las plenas pupilas del futuro
(¡Las pupilas maduras a toda luz!)... El vuelo...

El vuelo ardiente, adorante y único,
que tanto tiempo atormentó los cielos,
despertó soles, bólidos, tormentas,
abrillantó los rayos y los astros;
y la amplitud: tenían
calor y sombra para todo el mundo,
y hasta incubar más allá pudieron.

Un día, raramente
desmayados a la tierra,
yo me adormí en las felpas profundas de este bosque...
¡Soñe divinas cosas!...
Una sonrisa tuya me despertó, paréceme...
¡Y no siento mis alas!
¿Mis alas?...

-Yo las vi deshacerse entre mis brazos...
¡Era como un deshielo!



Diego de Torres Villarroel

a filis

-- de Diego de Torres Villarroel --

No encubras filis mía tus facciones
tus ojos apacibles y serenos,
solo en tus perfecciones se echa menos
el no comunicar tus perfecciones
no ves en las floridas estaciones
las flores en los cuadros más amenos
derramar su hermosura y dejar llenos
los sentidos rompiendo sus botones
tú eres un cuadro que el autor divino
plantó del mundo en el jardín hermoso
dando al sentido gloria en su pintura
no escondas, no, tu rostro peregrino
que le robas al mundo un bien precioso
mira que es bien ajeno la hermosura.



Ernesto Noboa y Caamaño

Rosa de Francia

-- de Ernesto Noboa y Caamaño --

Francesita adorable de los locos excesos,
de los labios en llama y las carnes en flor,
de las crueles caricias y los sádicos besos
y los muslos sapientes en batallas de amor!

Roja flor del divino paraíso vedado,
inconstante y traidora como una ola de mar,
que sabes hacer dulce el sabor del pecado
y derrochas el vino del amor... Sin amar.

Las palomas de Venus se embriagan de fragancias
al deshojar tus pétalos!... Dulce Rosa de Francia!
y así adornas la senda que perfumó Ninón,

embrujando a la Vida y engañando a la Muerte
sin sentir las espinas con que hiere la suerte
ni la inútil tristeza de tener corazón!...



Arturo Borja

Voy a entrar al olvido

-- de Arturo Borja --

Voici le masque pour la fête du mensonge.

HENRY DE REGNIER

A Francisco Guarderas

Hermano, si me río de la vida y sus cosas
notarás en mi risa cierto rezo de angustias,
sentirás las espinas que hay en todas las rosas,
comprenderás que casi mis flores están mustias.

Yo pongo a los cipreses de mi sendero, ahora,
una doliente gracia contradictoria y llena
de la azul ironía que aprendí de la Aurora
que es hija de los rojos Crepúsculos de pena.

Se apagaron aquellos ojos que me sonrieron
diabólicos y brujos detrás de una ventana,
y esta tarde yo he visto que en mi jardín murieron
pobres rosadas rosas que enterraré mañana.

Indiferentemente tiene mi herida abierta
el dorado veneno que me dio esa mujer:
Voy a entrar al olvido por la mágica puerta
que me abrirá ese loco divino: ¡BAUDELAIRE!



José María Blanco White

A Dorila

-- de José María Blanco White --

Te engañas, mi Dorila,
si juzgas que rendido
de amar sin esperanza
se verá el pecho mío;
que no, no es tan tirano,
cual dicen, el Dios niño,
y sabe aun con las ansias
dar premios exquisitos.
Son necios los amantes
que llaman su dominio
cruel, y que maldicen
sus cadenas y grillos.
Dorila, yo te adoro;
y el ardor en que vivo,
es el premio y la gloria
que el adorarte pido.
Peno ¡ay triste! mas tengo
en tu rostro divino
de mis crueles ansias
un dulce y cierto alivio:
pues aun cuando mi pecho
más agitado miro,
volviendo a ti los ojos
ledo que da y tranquilo.
Y si del rostro amable
el influjo benigno
me es negado, y ausente
mi fuego es más activo,
tu dulce nombre entonces
tiernamente repito,
y un nuevo fuego enciendo,
con que aplaco el antiguo.
¡Ay! de esta suave llama
los amantes deliquios
sólo es dado gozarlos
a quien sabe sentirlos.
Zagala, no te engañes,
que aun el más afligido
pagado está, si logra
dar a tiempo un suspiro.



Julián del Casal

la perla

-- de Julián del Casal --

balada
i
alrededor de una perla
que el mundo ostenta en su seno,
como divino presente
de las manos del eterno;
hay dos aves de rapiña
contemplando sus destellos:
una de plumaje áureo,
otra de plumaje negro.
Ii
viendo la perla romperse
entre su concha de cieno,
ya afilan los corvos picos,
para alcanzar sus fragmentos,
las dos aves de rapiña
que contemplan sus destellos:
una de plumaje áureo,
otra de plumaje negro.



Octavio Paz

la llama, el habla

-- de Octavio Paz --

En un poema leo:
conversar es divino.
Pero los diosa no hablan:
hacen, deshacen mundos
mientras los hombres hablan.
Los dioses, sin palabras,
juegan juegos terribles.
El espíritu baja
y desata las lenguas
pero no habla palabras:
habla lumbre. El lenguaje,
por el dios encendido,
es una profecía
de llamas y una torre
de humo y un desplome
de sílabas quemadas:
ceniza sin sentido.
La palabra del hombre
es hija de la muerte.
Hablamos porque somos
mortales: las palabras
no son signos, son años.
Al decir lo que dicen
los nombres que decimos
dicen tiempo: nos dicen.
Somos nombres del tiempo.
Mudos, también los muertos
pronuncian las palabras
que decimos los vivos.
El lenguaje es la casa
de todos en el flanco
del abismo colgada.
Conversar es humano.



Octavio Paz

conversar

-- de Octavio Paz --

En un poema leo:
conversar es divino.
Pero los diosa no hablan:
hacen, deshacen mundos
mientras los hombres hablan.
Los dioses, sin palabras,
juegan juegos terribles.
El espíritu baja
y desata las lenguas
pero no habla palabras:
habla lumbre. El lenguaje,
por el dios encendido,
es una profecía
de llamas y una torre
de humo y un desplome
de sílabas quemadas:
ceniza sin sentido.
La palabra del hombre
es hija de la muerte.
Hablamos porque somos
mortales: las palabras
no son signos, son años.
Al decir lo que dicen
los nombres que decimos
dicen tiempo: nos dicen.
Somos nombres del tiempo.
Conversar es humano.



Pablo Neruda

poema 4 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Poema 4
es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.



Pedro Antonio de Alarcón

Adiós al vino

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

No más, no más en piélagos de vino
sepultaré, insensato, mis dolores,
velando con quiméricos vapores
de la razón el resplandor divino.

No más, hurtando el rostro a mi destino,
pediré a la locura sus favores,
ni, ceñido de pámpanos y flores,
dormiré de la muerte en el camino.

Arrepentido estoy de haber hollado,
vate indigno, con planta entorpecida,
el laurel inmortal y el áurea ropa...

¡Néctar fatal!, licor envenenado,
acepta, al recibir mi despedida,
el brindis postrimer... ¡Llenad mi copa!



Pedro Antonio de Alarcón

A Fray Luis de León

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡Qué bien que conociste
el Amor soberano,
augustino León, Fray Luis divino!

(Lope de Vega.)

«¡Gloria!» las arpas, los salterios «¡gloria!»
resuenen por doquier... ¡Ved al Poeta
surgir triunfante, coronado atleta
del seno de la noche mortuoria!
¡Él es! —Un sueno de dolor han sido
trescientos años de pasada historia...
La tumba en pedestal se ha convertido,
y el pedestal en cátedra... ¡Silencio!
¡León, libre otra vez, como algun dia,
sube al alzado puesto,
mira al concurso con afable calma...
La multitud le aclama como entonce...
Y, con acento que percibe el alma,
«Decíamos ayer...» Prorumpe el bronce.

¡Él es, que torna á la vital arena,
no ya del fondo de prisión impia,



Pedro Bonifacio Palacios

Letanías a Jesús

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

I

Jesús de Galilea
para mí no eres Dios,
eres sólo una idea
de la que marcho en pos.

II

No me humillo ni ruego
a tus plantas Jesús,
llego a ti como un ciego
que va en busca de luz.

III

Jesucristo eres nuestro
más grande innovador,
Profeta ¡no! Maestro
de piedad y de amor.

IV

No le niegues al mundo
la gloria de tu ser,
que en su vientre fecundo
te engendró una mujer.

V

Pastor de la gleba,
sabio teorizador,
de la turba que lleva
el signo del dolor.

VI

¡Oh, si fuera divino
el destello de tu luz
que alumbró tu camino!
¿Qué valdría tu cruz?

VII

Tu doctrina redime,
de ella vamos en pos,
como hombre eres sublime,
¡Pequeño como Dios!



Pedro Calderón de la Barca

Soneto a San Isidro

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Los campos de Madrid, Isidro santo,
emulación divina son del cielo,
pues humildes los ángeles su suelo
tanto celebran y veneran tanto.

Celestes labradores, en cuanto
son amorosa voz, con santo celo
vos enviáis en angélico consuelo
dulce oración, que fertiliza el llanto.

Dichoso agricultor, en quien se encierra
cosecha de tan fértiles despojos,
que divino y humano os da tributo,

no receléis el fruto de la tierra,
pues cogerán del cielo vuestros ojos,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.



Pedro Soto de Rojas

Al pensamiento

-- de Pedro Soto de Rojas --

¿Dónde vuelas, soberbio pensamiento?
Ícaro mozo, mi consejo espera:
mira que al polvo humilde y blanda cera
ni el sol perdona, ni respeta el viento.

Fénix es sol, y su divino aliento
la procelosa de Aquilón esfera;
de cera y polvo tú porción ligera;
teme, vuelve a la tierra, que es tu asiento.

Pero sube, camina, no repares,
rompa tu fuerza los contrarios vientos
hasta ver de tu sol su luz a solas;

que, si muerto cual Ícaro bajares,
nombre darás al mar de mis tormentos
y eterno vivirás entre sus olas.



Pedro Soto de Rojas

Piedad declarada por rigor

-- de Pedro Soto de Rojas --

Puso en ti del Autor la sabia mano
alma quieta en sangre generosa,
anciano fruto en niña flor hermosa,
divino ingenio en un sujeto humano;

mas luego puso -¡ay, triste!- Amor tirano
entre blanco jazmín y fresca rosa
la ceraste mordaz más venenosa
que humor vertió de racional insano.

Tú, piadosa, quizá por no acabarme,
huyes y escondes su veneno esquivo,
como si esto bastara a remediarme;

pero es aumento que en mi mal recibo,
pues muero cuando dejas de matarme
y sólo al tiempo que me matas vivo.



Rafael María Baralt

A la Santa Cruz (3)

-- de Rafael María Baralt --

Alto Portento del amor divino
tus oprobios, ¡oh Cruz!, torna en blasones
y el suplicio de esclavos y ladrones
de Dios a la mansión abre el camino.

Lábaro fuiste al magno Constantino
y por ti victoriosas sus legiones
anunciaron a pueblos y a naciones
nueva luz, nuevo altar, nuevo destino.

Entre cielo y tierra lazo fuerte,
del orbe antorcha, de la historia guía
en quien eterna la verdad reposa;

cuando vive y respira vendrá a muerte;
Tú con Jesús en el postrero día
asistirás triunfante y gloriosa.



Rafael María Baralt

A un plagiario

-- de Rafael María Baralt --

Tranquilízate, amigo, tus escritos
libres están de crítica y censores;
pocas habrá de clásicos autores
quien, docto y fiel, no los aplauda a gritos.

Conviene de buen grado los peritos
en llamar a tus versos lindas flores
y añaden que recuerdan sus olores
a nuestros padres del Parnaso invictos.

Yo de mí sé decir que a Garcilaso.
León, Rioja, en tus escritos veo
y también a la estrella sin ocaso.

Divino Herrera, el hispalense Orfeo,
¿Mas que mucho bribón, si a cada paso
sus versos copias y sus versos leo?



Rafael María Baralt

Al nacimiento de la Princesa de Asturias

-- de Rafael María Baralt --

¡La Reina es madre! Venturoso día
luce por fin en el Oriente hispano:
présago de salud, con hondo arcano
a Trono y Pueblo el Hacedor le envía.

Cesa la guerra; la Discordia impía
huye al profano; y del bifronte Jano
cerrado el templo, con augusta mano
la regia prole a la virtud nos guía.

Y la patria revive; árbitro y dueño
es de la tierra; y su blasón divino
brilla otra vez con inmortal hazaña.

Ángel querido, así al mirarte, el ceño
la suerte depondrá, y alto destino
de honor y gloria labrarás a España.



José Tomás de Cuellar

El clarín de la selva

-- de José Tomás de Cuellar --

RASGANDO la tiniebla ya colora
En el Oriente, imperceptible, escasa,
Como cendal de transparente gasa,
La tibia luz de la risueña aurora.

Y apena el viento, que al follage orea,
Comienza fresco á susurrar sonoro,
Y presta al dulce matutino coro
El ave entre las ramas se menea;

Apenas el arroyo cristalino
Murmura entre las guijas mansamente,
Allá, sobre las rocas del torrente
Se escucha un canto de placer divino.



José Tomás de Cuellar

El viento de la noche

-- de José Tomás de Cuellar --

OYES? Ya baja á nuestro espacio umbrío
De las etéreas salas
El viento de la noche rudo y frío
Rasgando nubes con sus negras alas.

Oyes? Como rumor de tristes voces....
Ecos de llanto, vuelos de suspiros....
Como tropel de ayes.... Como voces
De incomprensibles y volubles jiros....

Es que el viento recoje con empeño
Escorias de dolor, restos de llanto,
En la hora del sueño,
En que por bien de Dios se olvida tanto.

Es que el viento, divino mensajero
De la morada pía,
Barre el valle de lágrimas entero;
Pues si la aurora del risueño día
Viera tanta miseria.... No saldría.



José Tomás de Cuellar

La estrella

-- de José Tomás de Cuellar --

SABES por qué la estrella misteriosa
Que miraste al través de tu balcón,
En mudo idioma á tu sensible pecho,
De mi pasión te habló?
Es por que el vuelo ardiente de mi espíritu
Llega de noche á la eternal región,
Y busca allá un intérprete divino
Que te hable de mi amor.
¿Sabes por qué me sientes desde lejos,
Y hasta en el ténue, pálido fulgor
De esa lejana cintilante estrella
Te encuentras con mi amor?
Es por que hay algo eterno en mí que te ama,
Y hay algo inmenso en tí, como mi amor.
Que aniquilando el tiempo y la distancia
Una alma sola forma de las dos.



José Tomás de Cuellar

La gota de miel

-- de José Tomás de Cuellar --

GOTA de miel depositó el destino
En el sagrario de tu amor divino.
Yo muero por beberla.
Sediento el labio trémulo la ansía.
Toma el alma, el amor, la vida mía,
Todo, por esa perla.

Céfiro esperas que con beso puro
De la flor de tu alma el inseguro
Broche desate leve.
Ya ese céfiro viene en lontananza.
Lo siento en mi deseo, en mi esperanza.
Dentro de mí se mueve.



José Tomás de Cuellar

Los ojos azules

-- de José Tomás de Cuellar --

TIENE el azul divino de tu ojos
El diáfano color
De las flotantes gasas de los aires
Bajo la luz del sol.

Tienen la transparencia del zafiro
Que deja percibir de tu alma ardiente
El fuego del amor.

Tienen ese matíz del mar en calma
Cuando lo baña el argentado lampo
Del matutino albor.
Son aire, luz y mar; amor y cielo
Más hermosos que el mar y que el amor,
Más hermosos que el cielo.... El cielo es uno
Y tus ojos son dos.



José Zorrilla

cristo, legislador

-- de José Zorrilla --

Cristo, legislador, no escribió nada;
ni papiro dejó ni un pergamino:
quedó tras él su espíritu divino,
su fe con su memoria inmaculada.
Cristo, rey, no empuñó cetro ni espada;
en el polvo sembró de su camino
de su fe la semilla; a su destino
dejándola y al tiempo encomendada.
Germen de amor, de paz, de fe y cariño,
culto del alma, religión interna,
de fausto exenta y de mundano aliño,
la propagó el amor, la amistad tierna,
la fe del pobre, la mujer y el niño:
y por eso es veraz, única, eterna.



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