Buscar Poemas con Diana


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Se han encontrado 19 poemas con la palabra diana

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Gutierre de Cetina

a la marquesa del vasto

-- de Gutierre de Cetina --

Cual en la deseada primavera
suelen venir a nos favonio y flora,
cual se suele mostrar la bella aurora
ante el rector de la celeste esfera,
cual en aquella dulce edad primera
diana en selva se mostró a deshora,
tal vos, excelentísima señora,
parecéis a este pueblo que os espera.
Alégrate hora, pues, liguria mía,
que si grande ocasión para gozarte
deseabas hallar, hoy es el día.
Si de dolor te queda alguna parte,
sea por no haber visto en compañía
de la nueva diana el nuevo marte.

Poema a la marquesa del vasto de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Lope de Vega

El ave santa, en cuyo pico asido

-- de Lope de Vega --

El ave santa, en cuyo pico asido
vio el mundo el ramo de la paz humana,
y a cuyos pies el cielo de Diana
sirve de trono, aunque de sol vestido,
con más süave y más sutil sonido
que el aura al alba envuelta en nieve y grana,
batió bañada en dulce tramontana
las alas de oro al Carmelita nido.
Simón, nuevo Eliseo, pastor santo,
adornando la fénix del Carmelo,
«Éstas, dijo, serán la salas mías».
Asió la fimbria del celeste manto,
formando entre los dos escala al cielo,
hasta que vuelva de su carro Elías.

Poema El ave santa, en cuyo pico asido de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

La noche viene descorriendo el velo

-- de Lope de Vega --

La noche viene descorriendo el velo
bordado de las luces de Diana,
vense la bella Copa y Ariana
con la corona de que ilustra el cielo.

Vense la hermosa Andrómeda y el vuelo
del alado Pegaso y la inhumana
espada de Orión, y con su hermana
Helice clara, tan notoria al suelo.

Sólo faltan aquí mis luces bellas
que, si salieran no se viera alguna
de cuantas hace el resplandor de Apolo.

Salid, que a vuestra luz, mis dos estrellas,
esconderase la envidiosa luna,
y gozaré mi bien secreto y solo.

Poema La noche viene descorriendo el velo de Lope de Vega con fondo de libro

Manuel González Prada

Adónde vas tan hermosa

-- de Manuel González Prada --

¿Adónde vas tan hermosa,
con beldad tan sobrehumana,
que pareces una diosa?

Por la campiña olorosa,
bajo el Sol de la mañana
¿Adónde vas tan hermosa?

Irradiación tan gloriosa
de tus pupilas emana
que pareces una diosa.

Con pie que vuela y no posa,
igualándote con Diana
¿Adónde vas tan hermosa?

Picaflor y mariposa
te repiten: -«Salve, hermana,
que pareces una diosa».

Todo ser y toda cosa
te preguntan: -«Soberana
¿Adónde vas tan hermosa?

Fuera alabanza injuriosa
llamarte reina o sultana,
que pareces una diosa.

Con esos labios de rosa,
con ese talle de liana
¿Adónde vas tan hermosa
que pareces una diosa?



Efraín Huerta

buenos días a diana cazadora

-- de Efraín Huerta --

Muy buenos días, laurel, muy buenos días, metal, bruma y silencio.
Desde el alba te veo, grandiosa espiga, persiguiendo a la niebla,
y eres, en mi memoria, esencia de horizonte, frágil sueño.
Olaguíbel te dio la perfección del vuelo y el inefable encanto de estar quieta,
serena, rodilla al aire y senos hacia siempre, como pétalos
que se hubiesen caldo, mansamente, de la espléndida rosa de toda adolescencia.

Muy buenos días, oh selva, laguna de lujuria, helénica y ansiosa.
Buenos días en tu bronce de violetas broncíneas, y buenos días, amiga,
para tu vientre o playa donde nacen deseos de espinosa violencia.
¡Buenos días, cazadora,.Flechadora del alba, diosa de los crepúsculos!
dejo a tus pies un poco de anhelo juvenil y en tus hombros, apenas,
abandono las alas rotas de este poema.



Manuel Reina

La Diana

-- de Manuel Reina --

(DE HEINE.)

Toca, toca el tambor y pierde el miedo,
y abraza a la preciosa cantinera;
éste es el gran sentido de los libros,
ésta es la ciencia.

¡Que tu tambor al mundo adormecido
de su sueño despierte!
¡Joven, toca con fuerza la diana!
¡Siempre adelante y a tambor batiente!

Ésta es de Hegel la profunda ciencia,
éste es el gran sentido de los libros.
Yo los he comprendido a maravilla;
soy buen tambor y aprovechado chico.



Medardo Ángel Silva

Las florestas de oro

-- de Medardo Ángel Silva --

Contemplaron los silfos su escultura
tras el sedoso vuelo del ramaje,
en la quietud solemne del paisaje
de rara, mitológica hermosura.

En su concha de plata, en la espesura
escanció el dulce néctar del salvaje
manantial, y dormida en el boscaje
Selene la encontró radiante y pura...

A las luces miríficas del astro
un erótico ensueño parecía
en su blancura tersa de alabastro;

y ceñida la frente con los lauros
de Diana, huyó por la floresta umbría
en la grupa de helénicos centauros!



Juan Gelman

nota i

-- de Juan Gelman --

Te nombraré veces y veces.
Me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con paco.
Otro lo mato con rodolfo.
Con haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo muertito.
Voy a venir con diana y te mataré.
Voy a venir con jote y te mataré.
Te voy a matarderrota.
Nunca me faltará un rostro amado para matarte otra vez.
Vivo o muertoun rostro amado.
Hasta que mueras
dolida como estásya lo sé.
Te voy a mataryo
te voy a matar.



Juan Nicasio Gallego

Soneto improvisado en broma

-- de Juan Nicasio Gallego --

Ya no reina en las tablas Marco Antonio,
César, Yogurta ni el patrón de Plinio.
El trágico puñal perdió el dominio,
opio se emplea, arsénico, antimonio.

Cruces, horcas, fantasmas el telonio
te ofrece si haces de él fiel escrutinio:
de crímenes atroces vaticinio
es hoy la bendición del matrimonio.

El delirio, el furor se llaman genio;
ya Diana no es más que un plenilunio;
sólo se usa en el gálico Cilenio:

y en los teatros en diciembre o junio
tiemblan de horror los arcos del proscenio
de sólo presenciar tanto infortunio.



Julio Herrera Reissig

Idilio (Herrera y Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

La sombra de una nube sobre el césped recula...
Aclara entre montañas rosas la carretera
por donde un coche antiguo, de tintinante mula,
llena de ritornelos la tarde placentera.

Hundidos en la hierba gorda de la ribera,
los vacunos solemnes satisfacen su gula;
y en lácteas vibraciones de ópalo, gesticula
allá, bajo una encina, la mancha de una hoguera.

Edipo y Diana, jóvenes libres de la campiña,
hacen testigo al fuego de sus amores sabios;
con gestos y pellizcos recélanse de agravios;

mientras él finge un largo mordisco, ella le guiña:
y así las horas pasan en su inocente riña,
como una suave pluma por unos bellos labios.



Julio Herrera Reissig

idilio

-- de Julio Herrera Reissig --

La sombra de una nube sobre el césped recula...
Aclara entre montañas rosas la carretera
por donde un coche antiguo, de tintinante mula,
llena de ritornelos la tarde placentera.

Hundidos en la hierba gorda de la ribera,
los vacunos solemnes satisfacen su gula;
y en lácteas vibraciones de ópalo, gesticula
allá, bajo una encina, la mancha de una hoguera.

Edipo y diana, jóvenes libres de la campiña,
hacen testigo al fuego de sus amores sabios;
con gestos y pellizcos recélanse de agravios;

mientras él finge un largo mordisco, ella le guiña:
y así las horas pasan en su inocente riña,
como una suave pluma por unos bellos labios.



Fernando de Herrera

El suave color que dulcemente

-- de Fernando de Herrera --

El suave color que dulcemente
espira, el tierno ardor de rosa pura,
la viva luz de eterna hermosura,
el sereno candor y alegre frente;

el semblante do yace amor presente,
la mano que a la nieve de blancura
orna, pueden volver la noche oscura
en día y claridad resplandeciente.

En vos el sol se ilustra, y se colora
el blanco cerco, y ledas las estrellas
fulguran, y las puntas de Diana.

Tal vos contemplo, que la roja aurora
y de Venus la lumbre soberana,
en vuestra faz ardiendo son más bellas.



Fernando de Herrera

Pura, bella, suave Estrella mía

-- de Fernando de Herrera --

Pura, bella, suave Estrella mía,
que sin temor de oscuridad profana,
vestís de luz serena la mañana,
y la tierra encendéis desnuda y fría;

pues vos, a quien mi alma triste envía
mil suspiros, movéis la soberana
vuestra empresa, cual ínclita Diana,
contra Venus y Amor con osadía,

yo seré como aquel que su belleza
con hierro amancilló, y el casto hecho
lo mostró con más gloria y hermosura;

pero, si luna sois, tendré en la alteza
latmia del cazador el triste pecho,
y no del que honró Arcadia la figura.



Fernando de Herrera

Tú gozas la luz bella en claro día

-- de Fernando de Herrera --

Tú gozas la luz bella en claro día,
dichoso Endimión, de tu Diana;
mi Luz yo veo con la luz temprana,
y deseando pierdo mi alegría.

Tú duermes blando sueño en noche fría,
hasta que sale la alba roja y cana;
yo velo con herida nunca sana
la sombra siempre y luz sin la Luz mía.

En tu rosada frente y dulces ojos
Delia suspira, y tu robado aliento
de su pasado afán le aquesta gloria;

yo mi Luz sin dolor de mis enojos
veo con rayos de oro en alto asiento,
ingrata al que padece en su memoria.



Francisco de Quevedo

diana y acteón

-- de Francisco de Quevedo --

Estábase la efesia cazadora
dando en aljófar el sudor al baño,
en la estación ardiente, cuando el año
con los rayos del sol el perro dora.
De sí (como narciso) se enamora;
(vuelta pincel de su retrato extraño),
cuando sus ninfas, viendo cerca el daño,
hurtaron a acteón a su señora.
Tierra le echaron todas por cegalle,
sin advertir primero que era en vano,
pues no pudo cegar con ver su talle.
Trocó en áspera frente el rostro humano,
sus perros intentaron de matalle,
mas sus deseos ganaron por la mano.
Esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.



José Juan Tablada

El alba en la gallera

-- de José Juan Tablada --

Al alba los gallos norteños
cantan en sordina y en sueños.

Para el kikirikí
de los gallos del Sur
las estrellas del alba son grandos de maíz
del cielo en la plazuela escampada y azul...

Clarinería. Clangor.
Por la clarinada superior
cada clarín porfía.

Diana de la Gallera,
tempranero rumor
de un Regimiento de Caballería...

De noche cuando el último
castillo se ha quemado,
sentimos entre sueños,
solferinos, azules y blancos
cohetes voladores
cuando cantan los gallos...

En tu insomnio, alma llena de feria,
¿no oíste cantar a aquel gallo
que arrojaba al cielo las onzas
del Siete de Oros?

Yo miré ese nocturno albur y luego vi
cayendo en la negrura del espacio
es polvo de oro y bruma de topacio,
las cuatro notas de kikirikí...

Gallera sinfónica,
entre tus clarines estridentes o roncos
se fuga un azorado relincho
como la estampida del potro,

y domésticos o rurales
discurren los otros rumores
de la mañana pueblerina,
leves, como el agua que corre...



Cristóbal de Castillejo

a un caballero su amigo

-- de Cristóbal de Castillejo --

Pues estáis donde me vi
con tan próspera aventura,
gozad del bien mientras dura;
dexen todos para mí
el dolor y la amargura.
Pídeme la voluntad
con grave necesidad
que no esté sin veros hoy;
¿qué haré ¡triste que soy!
ajeno de libertad?

mas, pues de las ansias mías
el remedio está apartado,
quédese por escusado,
y vuélvanse mis porfías
a cumplir vuestro mandado.
Juno, venus y diana,
todas tienen una gana
de'dar al dueño su cuarta:
mas la que menos se aparta
piensa qu'es la más anciana.



Ramón María del Valle Inclán

rosa métrica

-- de Ramón María del Valle Inclán --

¡número celeste! ¡geometría dorada!
¡verso pitagórico! ¡clave de cristal!
¡canto de divina boca en llamarada!
¡verso del ardiente pentáculo astral!

las pomas dcl seno diana cinegética
timbra con tu ardiente alusión carnal,
divina promesa que enciende la estética
del fauno, rugiente de furia nupcial.

Con feliz congoja, con mítico insulto
panida, arrebatas mi sangre en tumulto,
áurea solfa del dorado facistol.

Rosa alejandrina, tu sentido oculto
promueve los ritmos heroicos del culto
apolíneo. ¡Rosa métrica del sol!



Rubén Darío

J. J. Palma

-- de Rubén Darío --

Ya de un corintio templo cincela una metopa,
Ya de un morisco alcázar el capitel sutil;
Ya, como Benvenuto, del oro de una copa
Forma un joyel artístico, prodigio del buril.

Pinta las dulces Gracias, o la desnuda Europa,
En el pulido borde de un vaso de marfil,
O a Diana, diosa virgen de desceñida ropa,
Con aire cinegético, o en grupo pastoril.

La musa que al poeta sus cánticos inspira
No lleva la vibrante trompeta de metal,
Ni es la bacante loca que canta y que delira,

En el amor fogosa, y en el placer triunfal:
Ella al cantor ofrece la septicorde lira,
O, rítmica y sonora, la flauta de cristal.



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