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Se han encontrado 27 poemas con la palabra diablo

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Leopoldo Lugones

Al jorobado

-- de Leopoldo Lugones --

Sabio jorobado, pide a la taberna,
Comadre del diablo, su teta de loba.
El vino te enciende como una linterna
Y en turris ebúrnea trueca tu joroba,
Porque de nodriza tuviste una loba
Como los gemelos de Roma la Eterna.

Sabio jorobado, tu pálida mueca
Tiene óxidos de odio como los puñales,
Y los dados sueltos de tu risa seca
Con los cascabeles disuenan rivales.
Tu risa amenaza como los puñales,
Como un moribundo se tuerce tu mueca.

Sabio jorobado, la pálida estrella
Que tú enamorabas desde una cornisa,
Como blanca novia, como astral doncella,
Del balcón del cielo cuelga su camisa.
Un gato me ha dicho desde la cornisa,
Sabio jorobado, que duermes con ella.

Demanda a la luna tu disfraz de boda
Y en íntimo lance finge a Pulcinela.
Pulula en el río tanta lentejuela
Para esos brocatos a la última moda,
Que en su fondo debes celebrar tu boda
Tal como un lunólogo dandy a la alta escuela.

Poema Al jorobado de Leopoldo Lugones con fondo de libro

Líber Falco

Días y noches: I

-- de Líber Falco --

Ibas con un pie pisando por la calle
y con el otro puesto quién sábe dónde.
Ibas con una mano tapándote la cara,
y con la otra saludando
olvidadamente.

Quien te vio morir, fuí yo.
Y me quedé triste.
Ah! pobre diablo.
Pobre triste.

Poema Días y noches: I de Líber Falco con fondo de libro

Manuel del Palacio

El enano de la venta

-- de Manuel del Palacio --

No sé si fué en Carmona ó en Utrera
Donde hubo un fantasmón tan arrogante,
Que en cuerpo enano y en la voz gigante
Susto y terror de los contornos era.

Encaramado siempre en la escalera
Sin mostrar otra cosa que el semblante,
No paraba en la Venta un caminante
Que de su furia atroz blanco no fuera.

Si alguno á sus insultos replicaba,
— ¡Ay, si bajo! con áspero rugido
Entre el silencio universal gritaba.

Mas le oyó un calesero muy perdido,
Y como el pobre diablo no bajaba,
Subió por él.... Y asunto concluido.

Poema El enano de la venta de Manuel del Palacio con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XXI

-- de César Vallejo --

En un auto arteriado de círculos viciosos
torna diciembre qué cambiado,
con su oro en desgracia. Quién le viera:
diciembre con sus 31 pieles rotas,
el pobre diablo.

Yo le recuerdo. Hubimos de esplendor,
bocas ensortijadas de mal engreimiento,
todas arrastrando recelos infinitos.
Cómo no voy a recordarle
al magro señor Doce.

Yo le recuerdo. Y hoy diciembre torna
qué cambiado, el aliento a infortunio,
helado, moqueando humillación.

Y a la temurosa avestruz
como que la ha querido, corno que la ha adorado.
Pero ella se ha calzado todas sus diferencias.



César Vallejo

en un auto arteriado de círculos viciosos

-- de César Vallejo --

xxi
en un auto arteriado de círculos viciosos
torna diciembre qué cambiado,
con su oro en desgracia. Quién le viera:
diciembre con sus 31 pieles rotas,
el pobre diablo.
Yo le recuerdo. Hubimos de esplendor,
bocas ensortijadas de mal engreimiento,
todas arrastrando recelos infinitos.
Cómo no voy a recordarle
al magro señor doce.
Yo le recuerdo. Y hoy diciembre torna
qué cambiado, el aliento a infortunio,
helado, moqueando humillación.
Y a la temurosa avestruz
como que la ha querido, corno que la ha adorado.
Pero ella se ha calzado todas sus diferencias.



César Vallejo

Amor prohibido

-- de César Vallejo --

Subes centelleante de labios y ojeras!
Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.

Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso es la punta chispeante del cuerno
del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Espíritu es el horópter que pasa
¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!

¿Algún penitente silencio siniestro?
¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
... Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!



Diego de Torres Villarroel

ciencia de los cortesanos de este siglo

-- de Diego de Torres Villarroel --

Bañarse con harina la melena,
ir enseñando a todos la camisa,
espada que no asuste y que dé risa,
su anillo, su reloj y su cadena;
hablar a todos con la faz serena,
besar los pies a misa doña luisa,
y asistir como cosa muy precisa
al pésame, al placer y enhorabuena;
estar enamorado de sí mismo,
mascullar una arieta en italiano
y bailar en francés tuerto o derecho;
con esto, y olvidar el catecismo,
cátate hecho y derecho cortesano,
mas llevárate el diablo dicho y hecho.



Diego de Torres Villarroel

al amor

-- de Diego de Torres Villarroel --

Ente chismoso, fábula, quimera,
diosecillo infernal, diablo cojuelo,
yo por ti ni un suspiro, ni un desvelo;
el diantre me llevará si tal diera
si filis con sus ojos no viniera
guardándote a mi rabia picaruelo
cuando tu arpón o tu carcaj o anzuelo
de haberme herido blasonar pudiera
si quieres ver al libre ceño mío
burlar el fuerte impulso de tus botes
sin filis ven conmigo a desafío
que sin más que mirarme a los bigotes
arañado saldrás de mi albedrío
y te daré muchísimos azotes.



Juan de Tassis y Peralta

a josefa vaca, reprendiéndola su marido

-- de Juan de Tassis y Peralta --

«oiga, josefa, y mire que ya pisa
esta corte del rey, cordura tenga;
mire que el vulgo en murmurar se venga
y el tiempo siempre sin hablar avisa.
»Por nuestra santa y celestial divisa,
que de hablar con los príncipes se abstenga,
y aunque uno y otro duque a verla venga,
su marido no más, su honor, su misa».
Dijo morales y rezó su poco,
mas la josefa le responde airada:
«¡oh, lleve el diablo tanto guarda el coco!
»¡mal haya yo si fuese más honrada!»
pero como ella es simple y él es loco,
«miró al soslayo, fuese y no hubo nada».



Salvador Díaz Mirón

Lance

-- de Salvador Díaz Mirón --

Es un viejo borracho que me provoca,
que me cierra el camino y al diablo evoca,
recio, locuaz, inmundo, descalzo y fiero,
con terribles ojazos de un gris de acero
y con una calvicie de yerma roca.
-La testa perdió greña, razón y toca.

Hasta el pecho la barba se le desliza,
como espuma de arroyo por cana y riza.
La diestra dura y fuerte, como una marra,
enseña entre uñas corvas, como de garra,
pipa roja con aire de cruenta triza.
-La mano es tan aleve como maciza.

Paro el corcel fogoso y alzo la fusta...
-Occiduo el Sol corona cúspide augusta,
y el ebrio tiene al rubro y oblicuo rayo
sangre a linfas rebelde que aun pinta el sayo-.
Y me afirmo en el potro, y él se me asusta,
y el anciano derriba y en lodo incrusta.



Al propio asunto

-- de El Solitario --

Un cachidiablo toro, el vil Patillas,
a un alma salva atájale el camino,
tizón en asta, en furia torbellino,
por ojos y narices cuatro hornillas.

El aire troncha en átomos y astillas,
según derrota en fiero desatino,
mas el genio tremola en blanco lino,
con púrpuras orladas las orillas.

Gallea a lo galán de arrastre y vuelo,
y Patillas con él un rudo topo;
lo tronza, lo quebranta y rinde al suelo.

«Cáscaras -dijo el diablo alzando el hopo-,
este es Montes, me cuco y vaya al cielo,
que temo más su capa que un hisopo.»



Tirso de Molina

coplas

-- de Tirso de Molina --

De no hallar en mis amores
el número de mi mesa
sabe dios cuánto me pesa.
Cuéstame hartos desvelos
celos bastardos, mal nacidos celos.
No soy carne ni pescado,
y aunque mi sazón es corta
sé muy bien lo que me importa.
Mi gusto aprendió en toscana,
pues hallo el arte de amar
en el tropo variar.
Peor que el diablo soy si me resuelvo,
pues a puerta cerrada aún no me vuelvo.
Cúpome el número sexto,
mas yo he sido tan fiel
que jamás me acusé de él.
Puesto que no hay más que ver
en lo que llego a mirar,
aún hay más que desear.
Para la flecha de amor,
aunque aguda y penetrante,
tengo el pecho de diamante.
Aunque en orden a limpieza
todos dirán en mi abono
mejor cuelo que jabono.
No lloréis, ojos hermosos,
no lloréis.
Podrá ser que os engañéis.
Sin pundonor, sin melindres,
sin desdenes, vengo a ser
don calla a más no poder.



Tirso de Molina

Coplas (Tirso de Molina)

-- de Tirso de Molina --

De no hallar en mis amores
el número de mi mesa
sabe Dios cuánto me pesa.

Cuéstame hartos desvelos
celos bastardos, mal nacidos celos.

No soy carne ni pescado,
y aunque mi sazón es corta
sé muy bien lo que me importa.

Mi gusto aprendió en Toscana,
pues hallo el arte de amar
en el tropo variar.

Peor que el diablo soy si me resuelvo,
pues a puerta cerrada aún no me vuelvo.

Cúpome el número sexto,
mas yo he sido tan fiel
que jamás me acusé de él.

Puesto que no hay más que ver
en lo que llego a mirar,
aún hay más que desear.

Para la flecha de amor,
aunque aguda y penetrante,
tengo el pecho de diamante.

Aunque en orden a limpieza
todos dirán en mi abono
mejor cuelo que jabono.

No lloréis, ojos hermosos,
no lloréis.
Podrá ser que os engañéis.

Sin pundonor, sin melindres,
sin desdenes, vengo a ser
don calla a más no poder.



Vicente Gallego

oración pagana

-- de Vicente Gallego --

Sopla recio a mi espalda,
viento oscuro y tenaz del desarraigo,
confúndeme los pasos y sitúa mi norte
donde no halle el amparo de esta mansa morada.
Quiero arder en la noche como un fuego sin dueño
mientras la noche dure,
y que el santo egoísmo
de quien busca el placer y renuncia al soborno
con que compra el resguardo voluntades
me atraviese de espinas por pretender la rosa.
Yo le entrego al diablo cuanto tengo por mío,
y que él lo malvenda,
y sólo pido a cambio caminar a su lado.
De la paz pusilánime que en el orden anida
no mendigo limosna: que el desconcierto traiga
su cizaña a la casa que mis manos levanten.
Porque sólo en el roto corazón de lo turbio
he encontrado la luz verdadera del fuego,
que las sombras me lleven,
y yo lleve conmigo, cuando sea la hora,
la clara vecindad de la tiniebla ardida
de mi noche a la noche.



Juan Gelman

tanguito I

-- de Juan Gelman --

Yo
no
sé qué hacer
para que salgas de mí y por fin te vayas
al diablo al sufrimiento que
me crece por verte y por no verte y
no seas más que eso sufrimiento
en vez de ser temblor ser esperanza
silencio bajo el sol
otro sol además



Juan Nicasio Gallego

A un barrilito de jerez

-- de Juan Nicasio Gallego --

Jugo Divino, honor de Andalucía
y envidia del flamenco y del britano;
tú por quien el Olimpo soberano
torciera el gesto al néctar y ambrosía.

¡Cual me colmara el verte de alegría
(más que con Hebe Júpiter, ufano)
si a henchir mi copa con su blanca mano
se hallase aquí la hermosa que te envía!

El rubio Febo en sus collados tiene
puro cristal: mi labio lo rehúsa,
que a tan helados sorbos no se aviene.

Sé pues mi numen tú, y ella mi musa,
y al diablo doy los brindis de Hipocrene
y el chorro de Castalia y de Aretusa.



Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 47

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

El mes era de março, salido el verano
vínome ver una vieja, díxome luego de mano:
«moço malo, moço malo, más val' enfermo que sano.»
Yo trabé luego d'ella, et fablele en seso vano.
Con su pesar la vieja díxome muchas veses:
«arçipreste, más es el roído que las nueses.»
Dixe yo: «¡diome el diablo estas viejas raheses,
»desque an bebido el vino, disen mal de las feses!»
de toda la laseria et de todo este cojijo
fis' cantares caçurros de quanto mal me dixo;
non fuyan d'ello las dueñas, nin los tengo por lijo,
ca nunca los oyó dueña, que d'ellos mucho non rijo.
A vos, dueñas señoras, por vuestra cortesía
demando vos perdón, que sabed que non querría
aver saña de vos: ca de pesar morría,
consentid entre los sesos una tal bavoquía.
Por me lo otorgar, señoras, escrebirvos he grand saçón
de dicho e de fecho e de todo coraçón,
non puede ser que non yerre omen en grand raçón,
el oidor cortés tenga presto el perdón.
Lt;lt;lt;
índice de la obra
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Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 25

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

El águila cabdal canta sobre la faya,
todas las otras aves de allí las atalaya,
non ay péndola d'ella, que en tierra caya,
si ballestero la falla, préçiala más que saya.
Saetas e quadrillos, que trae amolados,
con péndolas de águila los ha empendolados,
fue como había usado a ferir los venados,
al águila cabdal diole por los costados.
Cató contra sus pechos el águila ferida,
e vido, que sus péndolas la habían escarnida,
dixo contra sí misma una raçón temida:
'de mí salió quien me mató, et me tiró la vida.'
El loco, el mesquino que su alma non cata,
usando tu locura e tu mala barata,
destruye a su cuerpo e a su alma mata,
que de sí mesmo sale quien su vida desata.
Omen, ave, o bestia, a que amor retiente,
desque cumple loxuria, luego se arrepiente,
entristese en punto, luego flaquesa siente,
acórtase la vida: quien lo dixo non miente.
¿Quién podríe desir quántos tu loxuria mata?
¿quién diríe tu forniçio et tu mala barata?
al que tu entendimiento e tu locura cata
el diablo lo lieva, quando non se recata.
Lt;lt;lt;
índice de la obra
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Julio Herrera Reissig

el labrador

-- de Julio Herrera Reissig --

Cual si pluguiese al diablo -vaya un decir- engorda
el granero vecino con la triple cosecha...
Y aunque él jura y zuequea, esta arcilla maltrecha
sigue siendo madrastra o que realmente es sorda...

Mas con todo: ¡«aires rubios!» -tesonero barbecha-,
y bien que el medro esquivo no es una vaca gorda,
a dios gracias la era patrimonial desborda...
Cuanto para ir capeando la estación contrahecha.

Y mientras el probable rendimiento calcula,
con un pan de la víspera entretiene su gula...
Sabe un gusto a consorte en la masa harto linda,

por lo cual en domésticas bendiciones se arroba...
Y con ojos de humilde lázaro, el terranova
atisba las migajas que a intervalos le brinda.



Julio Herrera Reissig

el monasterio

-- de Julio Herrera Reissig --

A una menesterosa disciplina sujeto,
él no es nadie, él no luce, él no vive, él no medra.
Descalzo en dura arcilla, con el sayal escueto,
la cintura humillada por borlones de hiedra...

Abatido en sus muros de rigor y respeto,
ni el alud, ni la peste, sólo el diablo le arredra;
y como un perro huraño, él muerde su secreto
debajo su capucha centenaria de piedra.

Entre sus claustros húmedos, se inmola día y noche
por ese mundo ingrato que le asesta un reproche...
Inmóvil ermitaño sin gesto y sin palabras,

en su cabeza anidan cuervos y golondrinas;
le arrancan el cabello de musgo algunas cabras
y misericordiosas le cubren las glicinas.



Francisco Sosa Escalante

En el baile y en el templo

-- de Francisco Sosa Escalante --

En alegre festin, de dicha loca
Anoche te miré; su gala fuiste;
¡Qué bella y qué gentil resplandeciste!
Un nido de sonrisas fué tu boca.

La frente hoy cubres con la negra toca,
El humilde percal tus formas viste;
Lívido el labio.... La mirada triste
Ya no á los goces del amor provoca.

¿Por qué te miro así? ¿por qué hácia el templo,
Que es casa del Señor, hoy te encaminas
Semejante á figura de un retablo?

En vez de darnos de piedad ejemplo
Pruebas, niña, que das, ¿no lo imaginas?
Los huesos al Señor, la carne al diablo.



Baltasar del Alcázar

Job (Epigrama)

-- de Baltasar del Alcázar --

A Job el diablo tentó
con tanta solicitud,
que los bienes, la salud
y los hijos le quitó.
Más no pudiendo vencer
su virtud, por inquietarle,
trató de desesperarle
y le dejó... La mujer.



Carlos Pezoa Véliz

Nada

-- de Carlos Pezoa Véliz --

Era un pobre diablo que siempre venía
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontraron muerto
dentro de un arroyo próximo a mi huerto,
varios cazadores que con sus lebreles
cantando marchaban... Entre sus papeles
no encontraron nada... Los jueces de turno
hicieron preguntas al guardían nocturno:
éste no sabía nada del extinto;
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa... ¡Vaya, unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarro, se caló el sombrero
y emprendió la vuelta... Tras la paletada,
nadie dijo nada, nadie dijo nada...



Cristóbal de Castillejo

A una dama llamada Ángela

-- de Cristóbal de Castillejo --

Sobre la piedra sembré,
Vana fué mi confianza;
Sobre polvo edifiqué:
Revés recibio mi fe
Y desvio mi esperanza.
Vuestro nombre me engañó,
Mas el sobrenombre no;
Que con obras desengaña.
Tras el ángel iba yo;
Diablo se me tornó
Al entrar en la montaña.



Ramón de Campoamor

Las buenas pecadoras

-- de Ramón de Campoamor --

Después de días de tormentas llenos

te vi en misa rezar con santa calma,

y dije para mí:-¡Del mal el menos:

da el cuerpo al diablo, pero a Dios el alma!



Ramón María del Valle Inclán

rosa hiperbólica

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz:

-soñé laureles, no los espero,
y tengo el alma libre de lid.
¡No envidio nada, si no es dinero!
¡ya no me llama ningún laurel!

pulsan las penas en la ventana.
Vienen de noche con su oración,
mas aún alegran en la mañana
los gorriones de mi balcón.

Echéme al mundo de un salto loco,
fui peregrino sobre la mar,
y en todas partes pecando un poco,
dejé mi vida como un cantar.

No tuve miedo, fui turbulento,
miré en las simas como en la luz,
di mi palabra con mi alma al viento,
como una espada llevo mi cruz.

Yo marcho solo con mis leones
y la certeza de ser quien soy.
El diablo escucha mis oraciones.
Canta mi pecho: ¡mañana es hoy!

va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz.



Romildo Risso

Faltaba más!

-- de Romildo Risso --

Llevo los güeyes cansaos.
Y me faltan doce leguas!...
Si por tiempo las carculo,
Dentran cién en la docena...

...Uno dice: salgo, y sale...
Lo demás, no hay quién lo sepa!
...Ni que uno juese adivino...
Llover la semana entera!...
... ... ... ... ... ... ... ...
Carcular!... ¿No sé pa qué?...
Puro vicio de hacer cuentas...
Cuando no Dios, es el Diablo
Que por gusto, las enrieda.

¿Que valemos tanto y cuanto!...
Póngalé, nomás, que acierta;
Es el número de arriba;
Hay que ver, lo que le restan!...

Claro que siempre hay recursos:
(Lo borran, al que no tenga!)
Procurar que no lo igualen;
Estirarse, mientras dea!

Son días, sin verse el Sol!...
Tumbas, parecen las güeyas...
A mi, ¿que me traguen vivo?...
Puede ser... Si me manean!...
... ... ... ... ... ... ... ...
Ciego, marcha el tucu-tucu,
Y pa pior, debajo 'e tierra...
Nosotros: menos que un bicho?!...
Faltaba más!... Güeya... Güeya!!...

Que salga el Sol o no salga:
Dispués haremos las cuentas...



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