Buscar Poemas con Deuda


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Se han encontrado 11 poemas con la palabra deuda

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César Vallejo

escarnecido, aclimatado al bien, mórbido, hurente

-- de César Vallejo --

Escarnecido, aclimatado al bien, mórbido, hurente,
doblo el cabo carnal y juego a copas,
donde acaban en moscas los destinos,
donde comí y bebí de lo que me hunde.
Monumental adarme,
féretro numeral, los de mi deuda,
los de mi deuda, cuando caigo altamente,
ruidosamente, amoratadamente.
Al fondo, es hora,
entonces, de gemir con toda el hacha
y es entonces el año del sollozo,
el día del tobillo,
la noche del costado, el siglo del resuello.
Cualidades estériles, monótonos satanes,
del flanco brincan,
del ijar de mi yegua suplente;
pero, donde comí, cuánto pensé!
pero cuánto bebí donde lloré!
así es la vida, tal
como es la vida, allá, detrás
del infinito; así, espontáneamente,
delante de la sien legislativa.
Yace la cuerda así al pie del violín,
cuando hablaron del aire, a voces, cuando
hablaron muy despacio del relámpago.
Se dobla así la mala causa, vamos
de tres en tres a la unidad; así
se juega a copas
y salen a mi encuentro los que aléjanse,
acaban los destinos en bacterias
y se debe todo a todos.

Poema escarnecido, aclimatado al bien, mórbido, hurente de César Vallejo con fondo de libro

Lope de Vega

Amor, mil años ha que me has jurado

-- de Lope de Vega --

Amor, mil años ha que me has jurado
pagarme aquella deuda en plazos breves;
mira que nunca pagas lo que debes,
que esto sólo no tienes de hombre honrado.

Muchas veces, Amor, me has engañado
con firmas falsas y esperanzas leves;
a estelionatos con mi fe te atreves,
jurando darme lo que tienes dado.

Hoy que llega mi vida al plazo estrecho,
si en palabras me traes y en engaños,
que te echaré en la cárcel no lo dudo.

Mas, ¿cómo pagarás, Amor, si has hecho
pleito de acreedores por mil años
y, en buscando tu hacienda, estás desnudo?

Poema Amor, mil años ha que me has jurado de Lope de Vega con fondo de libro

Diego Hurtado de Mendoza

Qué cuerpo yace en esta sepultura

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

¿Qué cuerpo yace en esta sepultura?
¿Quién eres tú, que encima estás sentada
Mesando tus cabellos, la figura,
Sangrienta de tus uñas, y rasgada?

Los huesos y ceniza consagrada
De Aníbal, que ha pagado á la natura
La deuda postrimera, y yo la armada
Diosa que en las batallas da ventura.

Quéjome de los hados inhumanos,
Que á tal varon hicieron tanto mal,
Y del miedo y vileza de Cartago;

Mas quédame un consuelo en lo que hago;
Que él mismo se mató, porque á Aníbal
No pudieran vencer sino sus manos.

Poema Qué cuerpo yace en esta sepultura de Diego Hurtado de Mendoza con fondo de libro

Pedro Antonio de Alarcón

¡El amanecer!

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

El gallo canta... Y la mañana impía
despierta con su luz a los humanos,
haciéndoles trocar delirios vanos
por el forzoso afán de un nuevo día.

Tornan, pues, a embestirles con porfía
la ambición y el amor, fieros tiranos,
los ímprobos trabajos cotidianos...
La deuda, el jefe, el tedio, la manía...

Y, en tanto, el amador desposeído,
que en sueños compartía la almohada
con tal o cual mujer que hubo querido,

el implacable día lo despierta
para hacerle mirar a su ex amada
vieja, casada, monja loca o muerta.



Juan de Tassis y Peralta

llegar, ver y entregarme ha sido junto

-- de Juan de Tassis y Peralta --

La deuda general pagada os tengo,
y a ser de vos injustamente vengo
condenado sin culpa en sólo un punto.
Padezco el mal, la causa no barrunto,
que yo, sin esperanza, me entretengo,
y sólo de adoraros me mantengo
vivo al servir, y al merecer difunto.
Quien sabe tanto y claramente entiende
que esperar algo es yerro sin disculpa,
con la inteición no puede haber errado.
Miro y no hallo en mí de que me enmiende;
mas si desdichas las tenéis por culpa,
¿cómo estará sin ella un desdichado?



San Juan de la Cruz

Llama de amor viva

-- de San Juan de la Cruz --

Canciones del alma en la íntima comunicación, de unión de amor de Dios.

1. ¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

2. ¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando. Muerte en vida la has trocado.

3. ¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!

4. ¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!



Antonio Lussich

Sumario

-- de Antonio Lussich --

La Inscripción electoral en la República Oriental. La abstención del Partido Nacional. Muertos apareciendo para votar. El fraude en Canelones. Las elecciones. Polémica Gómez y Ramírez. Deuda Castro reconocida. Interesante discurso del juez Marcial. Los buenos patriotas. Instalación del Club Juventud. Corrida del General Borjes por Saavedra. El prolífico juez Manuel Rovira. Muñoz, Ellauri, Gomenzoro y Varela. Los traidores. Polémica Bustamante y Herrera. Consejos a Ellauri y biografía de Luciano Santos, con sus impresiones amorosas, etc., Etc.



Francisco de Quevedo

parnaso español 48

-- de Francisco de Quevedo --

Que los años por ti vuelen tan leves,
pides a dios, que el rostro sus pisadas
no sienta, y que a las greñas bien peinadas
no pase corva la vejez sus nieves.
Esto le pides, y, borracho, bebes
las vendimias en tazas coronadas
y para el vientre tuyo las manadas
que apulia pasta con bocados breves.
A dios le pides lo que tú te quitas:
la enfermedad y la vejez te tragas,
y estar de ellas exento solicitas.
Pero en rugosa piel la deuda pagas
de las embriagueces que vomitas
y en la salud que, comilón, estragas.



Claudio Rodríguez

salvación del peligro

-- de Claudio Rodríguez --

Esta iluminación de la materia,
con su costumbre y con su armonía,
con sol madurador,
con el toque sin calma de mi pulso,
cuando el aire entra a fondo
en la ansiedad del tacto de mis manos
que tocan sin recelo,
con la alegría del conocimiento,
esta pared sin grietas,
y la puerta maligna, rezumando,
nunca cerrada,
cuando se va la juventud, y con ella la luz,
salvan mi deuda.
Salva mi amor este metal fundido,
este lino que siempre se devana
con agua miel,
y el cerro con palomas,
y la felicidad del cielo,
y la delicadeza de esta lluvia,
y la música del
cauce arenoso del arroyo seco,
y el tomillo rastrero en tierra ocre,
la sombra de la roca a mediodía,
la escayola, el cemento,
el zinc, el níquel,
la calidad del hierro, convertido, afinado
en acero,
los pliegues de la astucia, las avispas del odio,
los peldaños de la desconfianza,
y tu pelo tan dulce,
tu tobillo tan fino y tan bravío,
y el frunce del vestido,
y tu carne cobarde...
Peligrosa la huella, la promesa
entre el ofrecimiento de las cosas
y el de la vida.
Miserable el momento si no es canto.



Cristóbal de Castillejo

a otro, por lo mismo

-- de Cristóbal de Castillejo --

El que las coplas hicistes,
todos los que las miramos
sabed qu'en deuda os quedamos
de la risa que nos distes;
pero vos de vos y dellas
quexaros también podréis,
porqu'el tiempo nos debéis
que gastamos en leellas.



Roberto Juarroz

lo enterraremos todo

-- de Roberto Juarroz --

Lo enterraremos todo,
los brazos, el movimiento y la pala,
la pasión de los viernes,
la bandera de andar solos,
la pobreza, esa deuda,
la riqueza, esa otra.
Lo enterraremos hasta con sabiduría,
cortando sabiamente los terrones,
o cortándolos sin darnos cuenta, sabiamente.
Un resto de mirada
quedará flotando como un pincel absurdo
sobre la tregua doblemente fiel de todo ausente.
Y menos mal que no habrá nadie
para escarbar luego bien hondo
y descubrir que no hay nada enterrado.



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