Buscar Poemas con Destierro


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Se han encontrado 26 poemas con la palabra destierro

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José Ángel Buesa

canción nocturna

-- de José Ángel Buesa --

A los pies de tu cama, como un perro,
se echó mi corazón.
Noche tras noche
gime calladamente su reproche
y sufre injustamente su destierro.
Allí está. Nada importa que lo aparte
tu pie pequeño y cruel.
Allí, en la sombra,
calla el grito de amor con que te nombra,
para no despertarte.
Noche tras noche, hasta que llega el día,
gime un reproche y sufre su destierro.
Tú no lo sabes, nadie lo sabría.
Y a los pies de tu cama, como un perro,
mi corazón espera todavía.

Poema canción nocturna de José Ángel Buesa con fondo de libro

Miguel Unamuno

Me destierro a la memoria

-- de Miguel Unamuno --

Me destierro a la memoria,
voy a vivir del recuerdo.
Buscadme, si me os pierdo,
en el yermo de la historia,

que es enfermedad la vida
y muero viviendo enfermo.
Me voy, pues, me voy al yermo
donde la muerte me olvida.

Y os llevo conmigo, hermanos,
para poblar mi desierto.
Cuando me creáis más muerto
retemblaré en vuestras manos.

Aquí os dejo mi alma-libro,
hombre-mundo verdadero.
Cuando vibres todo entero,
soy yo, lector, que en ti vibro.

Poema Me destierro a la memoria de Miguel Unamuno con fondo de libro

Miguel Unamuno

Me destierro

-- de Miguel Unamuno --

Me destierro a la memoria,
voy a vivir del recuerdo.
Buscadme, si me os pierdo,
en el yermo de la historia,

que es enfermedad la vida
y muero viviendo enfermo.
Me voy, pues, me voy al yermo
donde la muerte me olvida.

Y os llevo conmigo, hermanos,
para poblar mi desierto.
Cuando me creáis más muerto
retemblaré en vuestras manos.

Aquí os dejo mi alma?libro,
hombre?mundo verdadero.
Cuando vibres todo entero,
soy yo, lector, que en ti vibro.

Poema Me destierro de Miguel Unamuno con fondo de libro

Alberti

LOS ÁNGELES MUERTOS

-- de Alberti --

Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban,
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
En todo esto.
Más en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos que se enfrían en las paredes.
Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.



Lope de Vega

Padre de los humanos, Amor ciego

-- de Lope de Vega --

Padre de los humanos, Amor ciego,
de quien nació la vida de dos vidas,
y por quien tantas fueron consumidas,
destierro de la paz y del sosiego.

Amor, que a un tiempo eres troyano y griego,
breve placer, tesoro del rey Midas,
divino ensalmador de tus heridas,
luna, que porque crece, mengua luego,

¿por qué te llaman padre, si no eres
como Saturno que sus hijos come?
Que, en efeto, aborreces lo que quieres.

Amor, pues no hay quien residencia tome
a la poca verdad de tus placeres,
mi muerte será Alcides que te dome.



Lope de Vega

Mi bien nacido de mis propios males

-- de Lope de Vega --

Mi bien nacido de mis propios males,
retrato celestial de mi Belisa,
que en mudas voces y con dulce risa,
mi destierro y consuelo hiciste iguales;
segunda vez de mis entrañas sales,
mas pues tu blanco pie los cielos pisa,
¿por qué el de un hombre en tierra tan aprisa
quebranta tus estrellas celestiales?
Ciego, llorando, niña de mis ojos,
sobre esta piedra cantaré, que es mina
donde el que pasa al indio en propio suelo,
hallé más presto el oro en tus despojos,
las perlas, el coral, la plata fina.
Mas, ¡ay!, que es ángel y llevólo al cielo.



Luis Cernuda

contigo

-- de Luis Cernuda --

¿mi tierra?
mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?



Luis Rosales

verte, qué visión tan clara.

-- de Luis Rosales --

La lámpara del cuerpo es el ojo, así que si tu ojo fueresincero,todo tu cuerpo será luminoso.
San mateo, vi, 22
verte, qué visión tan clara.
Vivir es seguirte viendo.
Permanecer en la viva
sensación de tu recuerdo.
Verte. La distancia nace.
El cielo suprime al cielo.
La vida se multiplica
por el número de puertos.
Todo colmado por ti.
No ser más que el ojo abierto,
y eternizar el más leve
escorzo de tu silencio.
Verte para amarlo todo.
Claustro en tranquilo destierro.
Dulzor de caña lunada.
Luz en órbita de sueño.
Mortal límite de ti.
Cielo adolescente y tierno.
Núbil paciencia de playa.
Vivir es seguirte viendo.
¡Verte, abril, verte tan sólo!
tranquilísimo desierto.
Pena misericordiosa.
Sosegado advenimiento.
Verte: qué oración tan pura,
islas, nubes, mares, vientos,
las cinco partes del mundo
en las yemas de los dedos.



Jorge Luis Borges

a una espada en york minster

-- de Jorge Luis Borges --

En su hierro perdura el hombre fuerte,
hoy polvo de planeta, que en las guerras
de ásperos mares y arrasadas tierras
lo esgrimió, vano al fin, contra la muerte.
Vana también la muerte. Aquí está el hombre
blanco y feral que de noruega vino,
urgido por el épico destino;
su espada es hoy su símbolo y su nombre.
Pese a la larga muerte y su destierro,
la mano atroz sigue oprimiendo el hierro
y soy sombra en la sombra ante el guerrero
cuya sombra está aquí. Soy un instante
y el instante ceniza, no diamante,
y sólo lo pasado es verdadero.



Jorge Luis Borges

a un poeta sajón

-- de Jorge Luis Borges --

La nieve de nortumbria ha conocido
y ha olvidado la huella de tus pasos
y son innumerables los ocasos
que entre nosotros, gris hermano, han sido.
Lento en la lenta sombra labrarías
metáforas de espadas en los mares
y del horror que mora en los pinares
y de la soledad que traen los días.
¿Dónde buscar tus rasgos y tu nombre?
esas son cosas que el antiguo olvido
guarda. Nunca sabré cómo habrás sido
cuando sobre la tierra fuiste un hombre.
Seguiste los caminos del destierro;
ahora sólo eres tu cantar de hierro.



Emilio Bobadilla

Presentimiento (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

Derecho, dignidad y patria unidos,
con la tudesca máquina acabaron
y rotos —¡ellos rotos!— y vencidos
¡piedad casi de hinojos imploraron!

Y las águilas, ebrias de jactancias,
se desplomaron en su raudo vuelo.
¿Qué se hicieron las viejas arrogancias?
¡Con estrépito vino todo al suelo!

El Kaiser huye y busca un escondite
temiendo —es el que vence quien legisla—
las justas represalias del desquite...

¡Y acaso al verse en su destierro a solas,
presienta el aislamiento de una isla
perdida entre el tumulto de las olas...!



José María Heredia

Renunciando a la poesía

-- de José María Heredia --

Fue tiempo en que la dulce poesía
el eco de mi voz hermoseaba,
y amor, virtud y libertad cantaba
entre los brazos de la amada mia.

Ella mi canto con placer oía,
caricias y placer me prodigaba,
y al puro beso que mi frente hollaba
muy más fogosa inspiración seguia

¡Vano recuerdo! En mi destierro triste
me deja Apolo, y de mi mústia frente
su sabro fuego y esplendor retira.

Adiós, ¡oh Musa! que mi gloria fuiste:
adiós, amiga de mi edad ardiente:
el insano dolor quebró mi lira.



José Ángel Buesa

poema del regreso

-- de José Ángel Buesa --

Vengo del fondo oscuro de una noche implacable
y contemplo los astros con un gesto de asombro.
Al llegar a tu puerta me confieso culpable
y una paloma blanca se me posa en el hombro.
Mi corazón humilde se detiene en tu puerta
con la mano extendida como un viejo mendigo;
y tu perro me ladra de alegría en la huerta,
porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.
Al fin creció el rosal aquel que no crecía
y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro:
yo también he cambiado mucho desde aquel día,
pues no tienen estrellas las noches del destierro.
Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada;
pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,
mírame dulcemente, sin preguntarme nada,
y sabrás que no he vuelto... ¡Porque estaba contigo!



Juan de Tassis y Peralta

nadie escuche mi voz y triste acento

-- de Juan de Tassis y Peralta --

De suspiros y lágrimas mezclado,
si no es que tenga el pecho lastimado
de dolor semejante al que yo siento.
Que no pretendo ejemplo ni escarmiento
que rescate a los otros de mi estado,
sino mostrar creído y no aliviado
de un firme amor el justo sentimiento.
Juntóse con el cielo a perseguirme
la que tuvo mi vida en opiniones
y de mí mismo a mí como en destierro.
Quisieron persuadirme las razones
hasta que en el propósito más firme
fue disculpa del yerro el mismo hierro.



Gutierre de Cetina

soneto de gutierre de cetina, siendo enamorado en la corte, para donde montemayor se partía

-- de Gutierre de Cetina --

Si como vas, lusitano, yo fuese
do el alma dejé, que no debiera;
si como verás presto la ribera
del hermoso pisuerga, así la viese;
si como partirás do yo partiese,
y llegarás do yo llegar quisiera;
si el bien que verás tú, yo ver pudiera,
y el poder ir como tú vas , tuviese,
estos húmidos ojos que llorando
te mueven a piedad, vieras gozosos
andar, su mayor bien manifestando.
Mas ordenan los hados enojosos,
porque lo sienta más, irme alargando
los días del destierro trabajoso.



Hernando de Acuña

Por apartarme un tiempo de pasiones

-- de Hernando de Acuña --

Por apartarme un tiempo de pasiones,
me apartaba de amor cuanto podía,
conociendo ya de él que se seguía
con ásperas y, duras condiciones;

pero de aquella mismas ocasiones
por do más a temerle me movía
nacieron, como os vi, señora mía,
justas para seguirle mil razones.

Así fui suyo sin sospecha laguna
en cuanto me amparó vuestra presencia
de los males que causa su cuidado;

más pesó de este bien a mi fortuna,
y al destierro mortal de vuestra ausencia
me trajo, donde moriré forzado.



Manuel María de Arjona

Triste cosa es gemir entre cadenas

-- de Manuel María de Arjona --

Triste cosa es gemir entre cadenas,
sufriendo a un dueño bárbaro y tirano,
triste cosa surcar el océano
cuando quebranta mástiles y antenas;

triste el pisar las líbicas arenas,
y el patrio nido recordar lejano,
y aún es más triste suspirar en vano
sembrando el aire de perdidas penas.

Mas ni dura prisión ni ola espantosa,
ni destierro en el Niger encendido,
ni sin fin esperanza fatigosa,

es, ¡oh cielos!, el mal de mi temido;
la pena más atroz, más horrorosa,
es de veras amar sin ser creído.



Nicanor Parra

imposible entender a los chilenos

-- de Nicanor Parra --

Imposible entender a los chilenos
los que se quedaron aquí
no piensan en otra cosa que en irse
«este país no sirve para nada»
los que se fueron sueñan con volver
inútilmente porque no se puede
madre mía que estás en el cielo
santificado sea tu nombre
déjalos regresar a la patria
no permitas que mueran en el destierro.



Francisco de Quevedo

parnaso español 24

-- de Francisco de Quevedo --

Faltar pudo a scipión roma opulenta;
mas a roma scipión faltar no pudo;
sea blasón de su envidia, que mi escudo,
que del mundo triunfó, cede a su afrenta.
Si el mérito africano la amedrenta,
de hazañas y laureles me desnudo;
muera en destierro en este baño rudo,
y roma de mi ultraje esté contenta.
Que no escarmiente alguno en mí, quisiera,
viendo la ofensa que me da por pago,
porque no falte quien servirla quiera.
Nadie llore mi ruina ni mi estrago,
pues será a mi ceniza cuando muera,
epitafio aníbal, urna cartago.



Francisco de Quevedo

parnaso español 25

-- de Francisco de Quevedo --

Próvida dio campania al gran pompeo
piadosas, si molestas, calenturas;
la salud le abundó de desventuras
y le usurpó a sus glorias el trofeo.
¿Quién podrá disculpar nuestro deseo
si en el cerco del sol camina a oscuras?
sobráranle en campania sepulturas;
fáltanle de su muerte en el rodeo.
Si mario la alma espléndida exhalara,
opima con los triunfos de la guerra,
lagos, destierro y cárcel ignorara.
Mucha tiniebla y grande noche cierra
cuanto destina el hombre, y todo para
en pretendida muerte y poca tierra.



Francisco de Quevedo

agradece, en alegoría continuada

-- de Francisco de Quevedo --

Qué bien me parecéis, jarcias y entenas,
vistiendo de naufragios los altares,
que son peso glorioso a los pilares
que esperé ver tras mi destierro apenas!
símbolo sois de ya rotas cadenas
que impidieron mi vuelta, en largos mares;
mas bien podéis, santísimos lugares,
agradecer mis votos en mis penas.
No tanto me alegrárades con hojas
en los robres antiguos, remos graves,
como colgados en el templo y rotos.
Premiad con mi escarmiento mis congojas;
usurpe al mar mi nave muchas naves;
débanme el desengaño los pilotos.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 71

-- de Francisco de Quevedo --

Cuando escribiste en el sagrado cerro,
con tu dedo, la ley en la dureza
que nos comunicó naturaleza,
y enternece piedad de tu destierro,
bajó moisés, y, viendo en el becerro
la adoración debida a su grandeza,
celoso nos rompió y, en su fiereza,
con los castigos advirtió su yerro.
Dividionos en piezas enojado;
mas como desde entonces ley tenemos,
contigo nos preciamos de tenella.
Y así, nosotras mismo nos rompemos
sin el profeta: que es dolor doblado
ver despreciar la ley y al dador de ella.



Clemente Althaus

A Dios (1 Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Tal vez a celebrarte
me arrastra ardiente irresistible afecto:
mas, vanos numen y arte,
remeda mi imperfecto,
canto el zumbido de volante insecto.
En corto labio humano
mal el loor de tus grandezas cabe;
en Sión y a ti cercano,
el serafín te alabe;
mas ni él loarte dignamente sabe.
Loores y armonías
dignas de ti no tiene lo creado;
solo de ti podrías
en suficiente grado,
pues en él te conoces, ser loado.
Mas de tu crïatura,
que en destierro que alivia la esperanza,
de tu santa luz pura
tenue vislumbre alcanza,
sea humilde silencio la alabanza.



Ricardo Gutiérrez

Las dos almas

-- de Ricardo Gutiérrez --

Huérfana como el águila del cielo,
errante como el céfiro del alba,
triste como el destierro del proscrito,
sola como la flor de la montaña,
como el lucero
de la mañana,
así vivió tu alma sin mi alma,
así vivió mi alma sin tu alma.

Como el cuerpo y la sombra de su cuerpo
como el mar y la onda de sus aguas,
como el canto y el eco de su canto,
como el sol y la lumbre de su llama,
como los ojos
y la mirada
así se unió tu alma con la mía,
así se unió mi alma con tu alma.

Sobre la tierra de extranjeras olas,
bajo el cielo sublime de la patria,
en las risueñas horas de la dicha,
en la noche fatal de la desgracia,
como dos ruedas
como dos alas,
no se apartó tu alma de la mía,
no se apartó mi alma de tu alma.

Cuando el tremendo golpe de la muerte,
la misma tierra a nuestros cuerpos abra,
tu alma en sus alas alzará mi vida,
mi alma la tuya subirá en sus alas
hasta ese mundo
de la esperanza,
patria inmortal de tu alma y de la mía,
patria inmortal de mi alma y de tu alma.



Rosario Castellanos

soneto del emigrado

-- de Rosario Castellanos --

Cataluña hilandera y labradora,
viñedo y olivar, almendra pura,
patria: rememorada arquitectura,
ciudad junto a la mar historiadora.

Ola de la pasión descubridora,
ola de la sirena y la aventura
-mediterráneo- hirió tu singlatura
la nave del destierro con su proa.

Emigrado, la ceiba de los mayas
te dio su sombra grande y generosa
cuando buscaste arrimo ante sus playas.

Y al llegar a la mesa del consejo
nos diste el sabor noble de tu prosa
de sal latina y óleo y vino añejo.



Rubén Darío

El país del sol

-- de Rubén Darío --

Al negro palacio del rey de la isla de Hierro—(¡oh, cruel, horrible destierro!)— ¿cómo es que tú, hermana harmoniosa, haces cantar al cielo gris, tu pajarera de ruiseñores, tu formidable caja musical? ¿No te entristece recordar la primavera en que oíste a un pájaro divino y tornasol

en el país del sol?



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