Buscar Poemas con Desparece


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Se han encontrado 9 poemas con la palabra desparece

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Rafael Carvajal

Una esperanza

-- de Rafael Carvajal --

¿Cómo queda, no ves, querida esposa,
la blanca helena que, a tu lado crece,
cuando el riego le falta que le ofrece
tu mano, cada vez más cariñosa?

Inclínase marchita y congojosa
al blando soplo que sus hojas mece,
sus pétalos desgreña, y desparece
del verde tallo que adornó graciosa.

De pena igual tu ausencia lastimera
me llena el corazón y triste, mustia,
mi faz se muestra de dolor transida,

¡Ay! morir cual la flor también debiera,
y si vivo, sólo es porque en mi angustia
la esperanza de verte me da vida.

Poema Una esperanza de Rafael Carvajal con fondo de libro

José Tomás de Cuellar

La muerte del redentor

-- de José Tomás de Cuellar --

AQUÉL que con su aliento poderoso
Puede apagar del sol la viva llama,
El que en la eterea bóveda derrama
Astros sin fin de brillo esplendoroso:

El que desata al huracán furioso,
El que detiene el rayo que se inflama,
AQUÉL á quien el orbe entero aclama
Sumo Hacedor y Todopoderoso;

Hoy bajo el negro velo funerario
En que el azul del cielo desparece,
En una cruz, humilde, solitario.

Por el dolor rendido desfallece,
Y el pueblo por quien muere en el Calvario
Lo hiere y lo atormenta y lo escarnece.

Poema La muerte del redentor de José Tomás de Cuellar con fondo de libro

Juan de Arguijo

La tempestad y la calma

-- de Juan de Arguijo --

Yo vi del rojo sol la luz serena
Turbarse, y que en un punto desparece
Su alegre faz, y en torno se oscurece
El cielo con tiniebla de horror llena.

El austro proceloso airado suena,
Crece su furia, y la tormenta crece,
Y en los hombres de Atlante se estremece
El algo olimpo y con espanto truena;

Mas luego vi romperse el negro velo
Deshecho en agua, y á su luz primera
Restituirse alegre el claro dia,

Y de nuevo esplendor ornado el cielo
Miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
Igual mudanza á la fortuna mia?

Poema La tempestad y la calma de Juan de Arguijo con fondo de libro

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Imitando una oda de Safo

-- de Gertrudis Gómez de Avellaneda --

¡Feliz quien junto a ti por ti suspira!
¡Quien oye el eco de tu voz sonora!
¡Quien el halago de tu risa adora
Y el blando aroma de tu aliento aspira!

Ventura tanta -que envidioso admira
El querubín que en el empíreo mora-
El alma turba, al corazón devora,
Y el torpe acento, al expresarla, espira.

Ante mis ojos desparece el mundo,
Y por mis venas circular ligero
El fuego siento del amor profundo.

Trémula, en vano resistirte quiero...
De ardiente llanto mi mejilla inundo,
¡Deliro, gozo, te bendigo y muero!



Antonio Machado

En abril, las aguas mil

-- de Antonio Machado --

Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiquetea.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.



Julio Arboleda

A la mudanza de la fortuna

-- de Julio Arboleda --

Yo vi del rojo sol la luz serena
turbarse y que en un punto desparece
su alegre faz, y en torno se oscurece
el cielo, con tiniebla de horror llena.

El Austro proceloso airado suena,
crece su furia, y la tormenta crece,
y en los hombros d e Atlante se estremece
el alto Olimpo, y con espanto truena.

Mas luego vi romperse el negro velo
deshecho en agua, y a su luz primera
restituirse alegre el claro día.

Y de nuevo esplendor ornado el cielo
miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
igual mudanza a la fortuna mía?



Fernando de Herrera

Veo el ajeno bien, veo el contento

-- de Fernando de Herrera --

Veo el ajeno bien, veo el contento
que ofrece blando amor al pobre estado;
y como al fin doliente, acongojado,
busco un liviano engaño a mi tormento.

Aparto de la pena el pensamiento,
y espero, osadamente aventurado,
nueva gloria en la fuerza del cuidado,
y doy valor seguro al sufrimiento.

Surte incierto mil veces mi deseo,
la presa desparece por quien muero,
y se remonta con desdén perdido.

Temo ser otro insano Salmoneo,
que fingió el no imitable rayo fiero,
y fue con rayo abrasador herido.



Francisco Sosa Escalante

El mendigo (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ya no piedad sino temor abrigo,
(No porque lleve corazon de roca),
Si oigo que santa caridad invoca
Envuelto en sus harapos el mendigo.

En él oculto encuentro al enemigo
De la familia y del taller; provoca
Al incauto holgazán á vida loca.
Que es de su infame proceder testigo.

Si un asilo benéfico le ofrece
La hermosa y noble caridad cristiana,
Al nombre del asilo se enardece.

¿Trabajo le brindais? con furia insana
Os mira, y al instante desparece
Para volver á mendigar mañana.



Francisco Sosa Escalante

Vanitas

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Oh pobre humanidad! el golpe fiero
De la implacable mano de la muerte,
En instante brevísimo convierte
En humo y nada tu esplendor primero.

Gigante roble que miró altanero
Las recias tempestades, y que fuerte
Por siempre se creyó, la infausta suerte
Obtiene de la flor: polvo es ligero!

¿Por qué si pasas como sombra vana
Y tu poder tan presto desparece,
Tu mente llena vanidad insana?

¡Oh loca humanidad! te desvanece
La vil lisonja que en mentir se afana,
Y necia olvidas lo que no perece.



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