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Se han encontrado 19 poemas con la palabra desigual

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Alejandro Tapia y Rivera

La plegaria de una virgen

-- de Alejandro Tapia y Rivera --

Elena

Solitaria y temerosa
pobre nave desvalida,
vago en el mar de la vida
en combate desigual.
¿Porqué, oh cielo, me robaste
el dulce materno amparo?
¿Qué seré sin su amor caro
ante el recio vendaval?

Huérfana triste del mundo
en el piélago desierto,
¿quién en bonanza hacia el puerto
generoso me guiará?
¿Qué piloto entre las rocas
que oculta la mar traidora,
de su sana malhechora,
ay de mí, me salvará?

Si tú, cielo bondadoso,
me niegas la luz del día,
y ocultas en noche umbría
la estrella de salvación;
del desastroso naufragio
¿podré libertarme, ay triste,
cuando el escollo que existe
es mi propio corazón?

Oh destino, sé piadoso
con la pobre abandonada
que sin apoyo, confiada
se entrega a merced de ti.
De la tormenta bravía,
del escollo misterioso,
líbrame, cielo amoroso,
líbrame, cielo, de mí.

Poema La plegaria de una virgen de Alejandro Tapia y Rivera con fondo de libro

Lope de Vega

Al hombro el cielo, aunque su sol sin lumbre

-- de Lope de Vega --

Al hombro el cielo, aunque su sol sin lumbre,
y en eclipse mortal las más hermosas
estrellas, nieve ya las puras rosas,
y el cielo tierra, en desigual costumbre.

Tierra, forzosamente pesadumbre,
y así, no Atlante, a las heladas losas
que esperan ya sus prendas lastimosas,
Sísifo sois, por otra incierta cumbre.

Suplícoos me digáis, si Amor se atreve
¿cuándo pesó con más pesar, Fernando,
o siendo fuego, o convertida en nieve?

Mas el fuego no pesa, que exhalando
la materia a su centro, es carga leve;
la nieve es agua, y pesará llorando.

Poema Al hombro el cielo, aunque su sol sin lumbre de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Dos cosas despertaron mis antojos

-- de Lope de Vega --

Dos cosas despertaron mis antojos,
extrajeras, no al alma, a los sentidos;
Marino, gran pintor de los oídos,
y Rubens, gran poeta de los ojos.
Marino, fénix ya de sus despojos,
yace en Italia resistiendo olvidos;
Rubens, los héroes del pincel vencidos,
da gloria a Flandes y a la envidia enojos.
Mas ni de aquél la pluma, o la destreza
déste con el pincel pintar pudieran
un hombre que, pudiendo, a nadie ayuda.
Porque es tan desigual naturaleza,
que cuando a retratalle se atrevieran,
ser hombre o fiera, les pusiera en duda.

Poema Dos cosas despertaron mis antojos de Lope de Vega con fondo de libro

Luis Gonzaga Urbina

¡ave césat!

-- de Luis Gonzaga Urbina --

Herido voy, herido; no me alienta
la muchedumbre que en el circo clama,
y entona canto a la verde rama
que allí en la sien del vencedor se ostenta.

La misma multitud es la que afrenta
al que en la lucha desigual, se inflama,
y al fin sucumbe, sin honor ni fama,
la espada rota y la cerviz sangrienta.

Yo entré a la lid intrépido y gozoso.
Los muertos te saludan, dije al mundo.
Miré a las fieras; me sentí coloso:

luché; me hirió la duda en lo profundo,
y entre el polvo del carro victorioso,
ya ruedo por la arena, moribundo.



Joaquín Nicolás Aramburu

A Dios (Aramburu)

-- de Joaquín Nicolás Aramburu --

¿En dónde está ese Dios que no me oído
cuando mil y mil veces le he llamado
con gritos de dolor desesperado,
en el naufragio de mi bien perdido?

¿En qué lugar del mundo se ha escondido
que en vano por doquiera le he buscado,
y en la lucha indefenso me ha dejado,
del mal esclavo, de la duda herido?

¿Arriba estás? Pues ve desde la altura
esta contienda desigual y horrible
que el mismo tiempo que mi vida dura.

Y si aún me juzgas corazón sensible,
amante y resignado en mi amargura,
pedirás, con ser Dios, un imposible.



Jorge Manrique

esparza callé por mucho temor

-- de Jorge Manrique --

Callé por mucho temor;
temo, por mucho callar,
que la vida perderé;
así con tan grande amor
no puedo, triste, pensar
qué remedio me daré.
Porque alguna vez hablé,
halléme de ello tan mal,
que, sin duda, más valiera
callar, mas tan bien callé
y pené tan desigual,
que, más callando, muriera.



Jorge Manrique

Esparza: Callé por mucho temor

-- de Jorge Manrique --

Callé por mucho temor;
temo, por mucho callar,
que la vida perderé;
así con tan grande amor
no puedo, triste, pensar
qué remedio me daré.
Porque alguna vez hablé,
halléme de ello tan mal,
que, sin duda, más valiera
callar, mas tan bien callé
y pené tan desigual,
que, más callando, muriera.



Pedro Calderón de la Barca

Del rey

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Viendo estoy mis imperios dilatados,
mi majestad mi gloria, mi grandeza,
en cuya variedad naturaleza
perfeccionó de espacios sus cuidados.

Alcázares poseo levantados,
mi vasalla ha nacido la belleza.
La humildad de unos, de otros la riqueza,
triunfo son al arbitrio de los hados.

Para regir tan desigual, tan fuerte
monstruo de muchos cuellos, me concedan
los cielos atenciones más felices.

Ciencia me den con que a regir acierte,
que es imposible que domarse puedan
con un yugo no más tantas cervices.



José Tomás de Cuellar

Ecos del alma

-- de José Tomás de Cuellar --

CRUZANDO voy el valle de la vida
Infeliz, fatigado caminante
Por dilatado erial,
Sin que encuentre la mente entristecida
Con que curar del corazón amante
El íntimo pesar.

Cruzando voy, cual hoja que arrebata
COn ímpetu feroz allá en los montes
El ábrego cruel;
Ya me acerca á la horrible catarata,
Ya me lleva á lejanos horizontes
En desigual vaivén.



José Tomás de Cuellar

La virtud

-- de José Tomás de Cuellar --

OYE cual silva el arrecido viento,
Llevando con sus alas,
En su empuje violento,
Del prado y del jardín las frescas galas.
Mira esas hojas que en revueltos giros
Hacia el torrente avanzan
Con desigual rumor triste y medroso,
Y, sin saber á donde van, se lanzan
Al mar, al mar undoso....!



Garcilaso de la Vega

SONETO XXXII

-- de Garcilaso de la Vega --

Mi lengua va por do el dolor la guía;
ya yo con mi dolor sin guía camino;
entrambos hemos de ir, con puro tino;
cada uno a parar do no querría;

yo, porque voy sin otra compañía,
sino la que me hace el desatino,
ella, porque la lleve aquel que vino
a hacerla decir más que querría.

Y es para mí la ley tan desigual,
que aunque inocencia siempre en mí conoce,
siempre yo pago el yerro ajeno y mío.

¿Qué culpa tengo yo del desvarío
de mi lengua, si estoy en tanto mal,
que el sufrimiento ya me desconoce?



Garcilaso de la Vega

Mi lengua va por do el dolor la guía

-- de Garcilaso de la Vega --

Mi lengua va por do el dolor la guía;
ya yo con mi dolor sin guía camino;
entrambos hemos de ir, con puro tino;
cada uno a parar do no querría;

yo, porque voy sin otra compañía,
sino la que me hace el desatino,
ella, porque la lleve aquel que vino
a hacerla decir más que querría.

Y es para mí la ley tan desigual,
que aunque inocencia siempre en mí conoce,
siempre yo pago el yerro ajeno y mío.

¿Qué culpa tengo yo del desvarío
de mi lengua, si estoy en tanto mal,
que el sufrimiento ya me desconoce?



Gutierre de Cetina

dórida, hermosísima pastora

-- de Gutierre de Cetina --

Cortés, sabia, gentil, blanda y piadosa,
¿cuál suerte desigual, fiera, rabiosa,
pone a mi libertad nueva señora?
el corazón que te ama y que te adora,
¿quién lo puede forzar que ame otra cosa?
¿amarílida es más sabia o hermosa
que tú? no sé. Contempla esta alma ahora.
¿Fue jamás de amarílida tratado
tan bien como de ti, tan sin fiereza?
¿no me acordabas tú si yo te amaba?
pues sin mudarme yo, ¿quién me ha mudado?
respondió el eco: «yo, que en tanta alteza
mucho tiempo tan dulce ser duraba».



Gutierre de Cetina

al pie de una alta haya muy sombrosa

-- de Gutierre de Cetina --

Cuando más alto el sol mostraba el día,
mirando el agua clara que corría
por la ribera del tesín hermosa,
pensando está vandalio en la rabiosa
ocasión que turbó su fantasía,
tan obstinada el alma en su porfía
cuanto por la ocasión triste y cuidosa:
«¡ay, suerte desigual! dijo llorando,
si está el alma de mí tan separada,
¿tan lejos della cómo o por qué vivo?
»dolor, que sin matarme así apretando
me vas, o tu poder no puede nada
o se hace inmortal el hado esquivo».



Rosalía de Castro

Camino blanco, viejo camino

-- de Rosalía de Castro --

Camino blanco, viejo camino,
Desigual, pedregoso y estrecho,
Donde el eco apacible resuena
Del arroyo que pasa bullendo,
Y en donde detiene su vuelo inconstante,
O el paso ligero,
De la fruta que brota en las zarzas
Buscando el sabroso y agreste alimento,
El gorrión adusto,
Los niños hambrientos,
Las cabras monteses
Y el perro sin dueño...
Blanca senda, camino olvidado,
¡Bullicioso y alegre otro tiempo!
Del que solo y a pie de la vida
Va andando su larga jornada, más bello
Y agradable a los ojos pareces
Cuanto más solitario y más yermo.
Que al cruzar por la ruta espaciosa
Donde lucen sus trenes soberbios
Los dichosos del mundo, descalzo,



Fernando de Herrera

Aquí donde florece la belleza

-- de Fernando de Herrera --

Aquí donde florece la belleza,
en cuyo dulce fuego el Amor prueba
su flecha y mil trofeos nobles lleva,
vi de mi luz serena la pureza.

Mi bien, que fue el valor y su grandeza,
en mi memoria mísera renueva,
y entre pasado afán y cuita nueva
no espero algún remedio a mi tristeza.

De mi gloria ¡oh dichoso antiguo puesto!
¡Cuál desigual semblante en ti contemplo!
¡Cuán gran mudanza aflige la alma mía!

Oscuro el día, y siempre el sol molesto
te hiera, y seas de mi mal ejemplo
hasta que en ti renazca mi alegría.



Fernando de Herrera

Flaca esperanza en todas mis porfías

-- de Fernando de Herrera --

Flaca esperanza en todas mis porfías,
vano deseo en desigual tormento,
y inútil fruto del dolor que siento,
lágrimas sin descanso y ansias mías.

Una hora alegre en tantos tristes días
sufrid que tenga un triste descontento,
y que pueda sufrir tal vez contento
la gloria de fingidas alegrías.

No es justo, no, que siempre quebrantando
me oprima el mal y me deshaga el pecho
nueva pena de antiguo desvarío.

Mas, ¡oh! que temo tanto el dulce estado,
que como al bien no esté enseñado y hecho,
abrazo ufano el grave dolor mío.



Blanca Andreu

los labios impacientes de la noche te sanan mientras abren

-- de Blanca Andreu --

Los labios impacientes de la noche te sanan mientras abren el olor de la piedra
te conducen si acosan el alma de la piedra
si el tierno corazón mineral beben
es tu hora es la noche
así, dirás que te han robado como un vino novicio
y te harás piedra aguda como un líquido agudo
limpia como opio de oro
y serás tregua tuya
y alianza
así, dirás que la que es contigo y lleva un aire desigual a balanza entre estrellas
la idéntica más favorable
tu obra nocturna rara
es la que muestra sonrisa y griterío
palabras como estrellas
y escucha un piano terso como una estrella, estrellas.



Clemente Althaus

A Méjico

-- de Clemente Althaus --

Desgraciada Nación, tan sólo rea
de ser menor en armas y pujanza,
en cuya reconquista hoy hace alianza
la codicia famélica europea:

no el universo sucumbir te vea,
cual res cobarde, sin blandir la lanza;
y, aunque del triunfo falte la esperanza,
entra en la cruda desigual pelea.

Cae a lo menos con honor y gloria,
y en el mayor conflicto nunca olvides
que es la lucha el deber, no la victoria;

mas, si defensa al patriotismo pides,
tal vez en ti renovará la Historia
de Salamina y Maratón las lides.



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