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Se han encontrado 39 poemas con la palabra desear

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Gutierre de Cetina

el triste recordar del bien pasado

-- de Gutierre de Cetina --

Me representa el alma a mi despecho,
y el pensar que pasó me tiene hecho
de esperar que será, desesperado.
Ando de un no sé qué mal aquejado,
que me paresce que me roe el pecho;
pienso que es desear, pero sospecho
que no da el desear tanto cuidado.
Pues, si no es desear, ¿qué es lo que siento?
yo sé que no es temor, tampoco es celo,
que no me da vuestro valor licencia.
¿Si es fuerza de amoroso pensamiento?
no, que el pensar consigo trae consuelo.
Mas, ¡ay!, que ya sé que es: no es sino abstencia.

Poema el triste recordar del bien pasado de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Jorge Manrique

esparza es mi pena desear

-- de Jorge Manrique --

Es mi pena desear
ser vuestro, de vuestro grado;
que no serlo es excusado
pensar poderlo excusar;
por esto lo que quisiera
es serlo a vuestro placer,
que serlo sin vos querer
desde que os vi me lo era.

Poema esparza  es mi pena desear de Jorge Manrique con fondo de libro

Jorge Manrique

canción cuanto más pienso serviros

-- de Jorge Manrique --

I
cuanto más pienso serviros,
tanto queréis más causar
que gaste mi fe en suspiros
y mi vida en desear
lo que no puedo alcanzar.
Ii
bien conozco que estoy ciego
y que mi gran fe me ciega,
y que esperando me niega
que no os venceréis de ruego,
y que, por mucho serviros,
no dejaréis de causar
que gaste mi fe en suspiros
y mi vida en desear
lo que no puedo alcanzar.

Poema canción  cuanto más pienso serviros de Jorge Manrique con fondo de libro

Jorge Manrique

Esparza: Es mi pena desear

-- de Jorge Manrique --

Es mi pena desear
ser vuestro, de vuestro grado;
que no serlo es excusado
pensar poderlo excusar;
por esto lo que quisiera
es serlo a vuestro placer,
que serlo sin vos querer
desde que os vi me lo era.



Gutierre de Cetina

sabe dios sin saber de vos deseo

-- de Gutierre de Cetina --

Y témolo saber más que la muerte:
ved, señora, cuál es mi mala suerte,
de qué contrarios tormentar me veo.
De no saber de vos tan mal poseo
que en fiera rabia el desear convierte;
y por no saber nueva en que no acierte,
el triste desear huyo y rodeo.
Así el que ve la nave irse abrasando,
estando dentro en ella en la batalla,
modo para salvarse anda buscando;
mas doquiera que va su muerte halla:
el enemigo, el contrastar nadando;
y en la nave ella viene sin buscalla.



Gutierre de Cetina

más fácil es, señora, el abstenerse

-- de Gutierre de Cetina --

De desear, a un hombre enamorado,
que después que algún tiempo ha deseado,
medida al desear pueda ponerse.
Puede uno rehusar, puede tenerse
de no entrar en lugar que viere helado,
mas si una vez entro, después de entrado,
no es en él esperar ni detenerse.
Bien pudiera no os ver cuando no os vía,
no viéndoos no os amara, y no os amando
no deseara el bien que ahora deseo.
Mas después de sujeta el alma mía,
amor, que me sostiene deseando,
no consiente poner freno al deseo.



Gutierre de Cetina

no me engañaréis más, vana esperanza

-- de Gutierre de Cetina --

Mi desengaño ya cerró la puerta,
y esa falsa salud que os trae cubierta,
con el sueño se ira, como es su usanza.
Solía desear una mudanza,
hacer muy gran caudal de cosa incierta,
y agora el desear no se concierta
con mudar, que consiste en confianza.
Ya sé, falsa, quién sois; quitaos el velo;
no me engañarán más vuestras blanduras;
vivir podéis de hoy más con otro dueño.
¡Ay dura ley de amor! permite el cielo
que el cabo de tan grandes desventuras
sea mostrarme el bien durmiendo, en sueño.



Alfonsina Storni

Dolor

-- de Alfonsina Storni --

Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear

Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.



Alfonsina Storni

Dolor (Storni)

-- de Alfonsina Storni --

Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear

Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.



Diego Hurtado de Mendoza

Hoy deja todo el bien un desdichado

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Hoy deja todo el bien un desdichado
A quien quejas ni llanto no han valido;
Hoy parte quien tomara por partido
Tambien de su vivir ser apartado.

Hoy es cuando mis ojos han trocado
El veros por un llanto dolorido;
Hoy vuestro desear será cumplido,
Pues voy do he de morir desesperado.

Hoy parto y llego á la postrer jornada,
La cual deseo ya mas que ninguna,
Por verme en alguna hora descansada.

Y porque con mi muerte mi fortuna
Os quite á vos de ser importunada,
Y á mi quite el vivir, que me importuna.



Pedro Antonio de Alarcón

Epitafio

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

Llorad aquí los que en veloz huida
cruzáis el tiempo que a la muerte os lanza.
Contemplad en ceniza convertida
cuanta ventura a desear se alcanza;
belleza, juventud, virtudes, vida,
dicha, gracias, amor, genio, esperanza,
amiga, hermana, hija, madre, esposa...
¡Todo desvanecido aquí reposa!



Juan Boscán

Quien dice que la ausencia causa olvido

-- de Juan Boscán --

SONETO LXXXV

Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.

Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.

No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas,

que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló
no por eso serán mejor curadas.



Gutierre de Cetina

ved si el amor, señora, es cauteloso

-- de Gutierre de Cetina --

Ved qué desigualdad guarda en sus fueros,
que mi daño mayor nace de veros
y de no os ver un mal más peligroso.
Mirándoos, siento el alma en un rabioso
deseo que jamás puedo moveros;
no viéndoos aquella ansia de quereros
me hace el desear más trabajoso;
no viéndoos, se enflaquece el sufrimiento;
en viéndoos, me desmayo y acobardo
y a los pies del dolor queda el sentido.
Ved, pues, si es nueva suerte de tormento:
que el peligro mayor de que me guardo
es el bien que con más congoja pido.



Gutierre de Cetina

al duque de alba

-- de Gutierre de Cetina --

Señor, mientra el valor que en vos contemplo,
el ánimo, el saber, alabar quiero,
con el bajo decir, torpe y grosero,
del alto desear la furia templo.
Vuestras obras serán, pues, vuestro ejemplo;
vos vuestro coronista verdadero;
vuestra virtud será el más cierto homero
que a la inmortalidad os abre el templo.
No dejéis, señor, ser alabado;
mas al principio que lleváis tan alto
dad en lo por venir alegre efeto:
que si el triunfo del mundo es pobre y falto,
si corresponde mal con tal sujeto,
allá os le tiene el cielo aparejado.



Gutierre de Cetina

tan alta al desear hallo la vía

-- de Gutierre de Cetina --

Tanto peligro en ella yo comprendo,
que ni contrasto ya, ni me defiendo,
rendido a la cruel señora mía.
Mas, si bien siento, el fin de mi porfía
es irme poco a poco deshaciendo,
y que lo que me está mejor, entiendo.
No se verá mudar mi fantasía;
no se dirá jamás que de inconstante
no osé seguir tan gloriosa empresa,
ni que me puso algún temor la pena.
Tan ufana está el alma en verse presa,
que si a limar probase la cadena,
hallará que es del más duro diamante.



Gutierre de Cetina

con aquel recelar que amor nos muestra

-- de Gutierre de Cetina --

Mezclado el desear con gran cuidado,
viendo soberbio el mar, el cielo airado,
hero estaba esperando a la fenestra;
cuando fortuna, que hacer siniestra
quiso la fin de un bien tan deseado,
al pie de la alta torre, y ahogado,
del mísero leandro el cuerpo adiestra.
Ciega, pues, del dolor extraño, esquivo,
de la fenestra con furor se lanza
sobre leandro, en el caer diciendo:
«pues a mis brazos que llegase vivo
no quiso el hado, ¡oh sola mi esperanza!,
espera, que a do vas te voy siguiendo».



Gutierre de Cetina

mientras las tiernas alas, pequeñuelo

-- de Gutierre de Cetina --

Mi nuevo desear firmes hacía,
mientra de mí alejarse no podía,
por ser nueva la pluma, a mayor vuelo,
obediente me estaba, y al señuelo,
a la primera voz, luego acudía,
ni de volar tan alto presumía,
que con los pies no fuese por el suelo.
Hasta que con el tiempo ya crecida
la pluma, por su mal, de puro ufano,
sacándolo a volar mi mala suerte,
le lanzó a una esperanza tan perdida
que ni el deseo vuelve ya la mano,
ni parará hasta hallar la muerte.



Gutierre de Cetina

dichoso desear, dichosa pena

-- de Gutierre de Cetina --

Dichosa fe, dichoso pensamiento,
dichosa tal pasión y tal tormento
dichosa sujeción de tal cadena!
¡dichosa fantasía de gloria llena,
dichoso aquél que siente lo que siento,
dichoso el obstinado sufrimiento,
dichoso mal que tanto bien ordena!
¡dichoso el tiempo que de vos escribo,
dichoso aquel dolor que de vos viene,
dichosa aquella fe que a vos me tira!
¡dichoso quien por vos vive cual vivo,
dichoso quien por vos tal ansia tiene!
¡felice el alma que por vos suspira!



Gutierre de Cetina

si mientra el hombre al sol los ojos gira

-- de Gutierre de Cetina --

Ciego del resplandor, busca un desvío,
¿cómo un flaco mirar ante el sol mío,
cuanto se ciega más, tanto más mira?
si una sola gloria un alma aspira,
puesto que mi deseo es desvarío,
visto un suave mirar, honesto y pío,
¿adónde el desear me lleva y tira?
si de lo que ha de ser certeza tengo,
de mil almas que arder en vivo fuego
he visto, ¿para qué busco otro indicio?
¿a qué me trae el amor? ¿dó voy, dó vengo,
haciendo de mi vida, al vulgo juego
del alma, lastimero sacrificio?



Gutierre de Cetina

de la pena de sísifo se cuenta

-- de Gutierre de Cetina --

Que sube un grave peso a una montaña
áspera, inhabitable, obscura, extraña,
do cuanto puede ver, más le atormenta.
Subido a la alta cima, antes que sienta
descanso alguno, el desear le engaña,
y soltando la carga que le daña,
de nuevo torna a la pasada afrenta.
Así, sube, señora, el alma mía
por ásperos caminos desusados
a la cumbre de la alta fantasía.
Mas no son unos males acabados,
cuando la obstinación de mi porfía
sigue los que le están aparejados.



Gutierre de Cetina

con gran curiosidad, con gran cuidado

-- de Gutierre de Cetina --

Por la rara beldad que en ellos vía,
curaba sus cabellos noche y día
el famoso david el hijo amado.
Cuando, crecidos ya, siendo aquejado
del valiente joab que lo seguía,
de los cabellos que él criado había
para su mal se vio quedar colgado.
Así un luengo esperar, dudoso, incierto,
a costa del vivir crió el deseo
y puso toda en él su confianza;
hasta que, ya el engaño descubierto,
siguiéndome el dolor, quedarse veo
colgado el desear de la esperanza.



Gutierre de Cetina

si el justo desear, padre silvano

-- de Gutierre de Cetina --

Jamás pudo moverte entre pastores,
si del rabioso mal de los amores
el corazón salvaje has hecho humano,
ruega al numen celeste que la mano
de su piedad extienda a los clamores
que dórida le hace, en los ardores
de una fiebre crüel, llorando en vano.
Si alcanzo de los dos tanta ventura,
vuestra gloria será más verdadera,
y más para sufrir mi desventura.
Y cuando lo contrario el hado quiera,
no perezca, señor, tal hermosura:
menor mal es que yo en su lugar muera.



Gutierre de Cetina

a los huesos de los españoles muertos en castinovo

-- de Gutierre de Cetina --

Héroes gloriosos, pues el cielo
os dio más parte que os negó la tierra,
bien es que por trofeos de tanta guerra
se muestren vuestros huesos por el suelo.
Si justo desear, si honesto celo
en valeroso corazón se encierra,
ya me paresce ver, o que se atierra
por vos la hesperia vuestra, o se alza a vuelo:
no por vengaros, no, que no dejaste
a los vivos gozar de tanta gloria,
que envuelta en vuestra sangre la llevaste,
sino para probar que la memoria
de la dichosa muerte que alcanzaste
se debe envidiar más que la victoria.



Gutierre de Cetina

tanto tiempo he en amar perseverado

-- de Gutierre de Cetina --

Que el flaco ingenio, rústico y grosero,
un pensamiento blando, a veces fiero,
poco a poco lo ha hecho delicado
y aquel sujeto vil atrás dejado
que suele a un amador no verdadero
desvïar de aquel bien puro y sincero
en los amantes de hoy tan poco usado.
Ya sé hacer de sabio diferencia
entre amor y un deseo que es lascivo:
sé cuánto el uno más que el otro vale.
Mostrádome ha mi mal por experiencia
que un triste desear, fogoso, esquivo,
no es amor, ni de amor nace ni sale.



Gutierre de Cetina

ay, vivo fuego, ay, fiero pensamiento

-- de Gutierre de Cetina --

Ay, rabioso dolor, pasos cansados,
ay, recelos de amor desesperados,
ay, triste, congojoso sentimiento!
¡ay, alto desear sin fundamento,
ay, vana empresa llena de cuidados,
ay, ríos, fuentes, selvas, bosques, prados,
ay, esquiva ocasión de mi tormento!
¡ay, verdes murtas, árboles hermosos,
ay, lugar que ya fue ledo y jocundo,
do gastaba mi tiempo en dulce canto!
espíritus alegres y amorosos,
si alguno vive acá en el bajo mundo,
muévaos hora a piedad mi triste llanto.



Gutierre de Cetina

por esta faz, por esta bella mano

-- de Gutierre de Cetina --

Que tan impresa está en el alma mía,
por estos ojos que hicieron vía
dentro en mi corazón a aquel tirano,
por esta boca que igualar en vano
a cosa terrenal presumiría,
y por este color que me desvía,
mirando su beldad, del ser humano,
por esta vaga frente que refrena,
ornada del color de estos cabellos,
el vano desear cuando más ciego,
juro que otra beldad no me da pena,
y llamo en testimonio de mí y de ellos,
el cielo, el aire, el mar, la tierra, el fuego.



Gutierre de Cetina

amor, ¿qué es esto» «amor» «mayor mal siento

-- de Gutierre de Cetina --

Que amor». «¿Pues qué es ?» «no sé» «¿dónde te ofende?»
«en el alma». «¿Con qué fuego la enciende»
«¡fuego, sí!» «¿quién lo enciende?» «el pensamiento».
«¿Arde?» «abrasa que parte el sentimiento».
«¿Cómo de imaginar note defiende
la causa?» «no». «¿Por qué?» «porque desciende
muy alta». «¿A buscar qué?» «mi perdimiento».
«¿Luego no es fuego?» «no, que será rabia».
«¿Huyes del agua?» «no». «¿Cómo?» «llorando».
«¿Descanso es desear?» «no». «¿Es pestilencia?»
«¡plugiera a dios!» «¿por qué?» «que a quien me agravia
se pegara». «¿Es recelo?» «recelando
muero». «¡Ya sé lo que es!» «¿qué es, pues?» «ausencia».



Gutierre de Cetina

si con cien ojos como el pastor argo

-- de Gutierre de Cetina --

Antes si con cien mil mirase atento,
si alcanzase la vista al pensamiento,
si de néstor tuviese el vivir largo,
si el alma libre más, más sin embargo,
pusiese en sola vos su entendimiento,
no basta a ver las partes que sin cuento
el cielo de beldad os hizo cargo.
La envidia, que poner suele defeto
do no lo puede haber, arde y suspira
mirándoos, y a sí mesma se reprueba;
y el mundo, que subir con el conceto
no puede desde acá, mientra que os mira
cree por fe, sin desear más prueba.



Gutierre de Cetina

cuando a escribir de vos el alma mía

-- de Gutierre de Cetina --

Se mueve, tanto que alabar se ofrece
que el ingenio y el arte desfallece
y sólo el desear queda por guía.
Este deseo la tira y la desvía
de cuanto acá hermoso nos parece,
y en la eterna beldad do resplandece
la que vemos acá, mira y porfía.
De aquí nace otro efecto: que mirando
vuestra beldad en la beldad del cielo,
entre las otras puesta en alta cima,
se inflama de otro ardor que sentía cuando
acá os miraba, y de un más limpio celo.
¡Qué el bien más conocido más se estima!



Gutierre de Cetina

notorio es en el mundo aquel tormento

-- de Gutierre de Cetina --

Que en el infierno tántalo padece,
do el agua y el manjar le desfallece,
teniendo entre los dos perpetuo asiento.
Yo en el infierno acá que el sentimiento
a un alma triste, enamorada, ofrece,
de un fiero desear, que le parece,
infernalmente atormentar me siento.
Mas, ¡ay!, ¿qué digo yo? ¡quédesvarío!:
que su tormento es pena de pecado
y el mío injusto mal no merecido.
Y de tanto es más grave el daño mío,
que él desea el manjar que no ha probado
y yo el que solía gozar y he ya perdido.



Gutierre de Cetina

con ansia que del alma le salía

-- de Gutierre de Cetina --

La mente del morir hecha adivina,
contemplando vandalio la marina
de la ribera bética, decía:
«pues vano desear, loca porfía,
a la rabiosa muerte me destina,
mientras la triste hora se avecina,
oye mi llanto tú, dórida mía.
»Y si tu crüeldad contenta fuese,
por premio de esta fe firme y constante,
que sobre mi sepulcro se leyese,
»no en letras de metal, mas de diamante,
dórida ha sido causa que muriese
el más leal y el más sufrido amante».



Gutierre de Cetina

oh pasos, tan sin fruto derramados

-- de Gutierre de Cetina --

Oh alto y peligroso pensamiento,
oh memoria, ocasión de mi tormento,
oh ardor, no mortal, mas de dañados!
¡oh flaco corazón, graves cuidados,
oh vano desear, fundado en viento,
oh grande y obstinado sufrimiento,
oh ojos, de llorar fuentes tornados!
¡oh vida triste, de trabajos llena,
oh dulce error, que andar me hace errando,
oh esperanza incierta, oh cierto engaño!
¡oh vos, que estáis en la amorosa pena,
almas que en este infierno ardéis amando,
ved cual debe de ser mi mal extraño!



Gutierre de Cetina

señora, si es amor, como se entiende

-- de Gutierre de Cetina --

Deseo de gozar la cosa amada,
¿de dó viene que esta alma enamorada
en el gozo mayor su fuego enciende?
si tanto dura amor cuanto contiende
al desear la cosa deseada,
pues la causa de amor es ya acabada
¿cómo dura el efecto y se defiende?
no es amor tal amor, mas desconcierto;
no es el favor el fin de esta porfía,
aunque muestra ser fin de los amores.
Amor nace del alma; el alma es cierto
que en parte es voluntad, y así la mía
desea la voluntad, no los favores.



Gutierre de Cetina

de la contemplación del pensamiento

-- de Gutierre de Cetina --

Crece la voluntad mi fantasía;
del dulce imaginar del alma mía
hace el amor en mí firme cimiento;
del pensar nace en mí el contentamiento
que da más viva fuerza a mi porfía;
tanto mi desear las alas cría
cuanto nacen de más conocimiento.
Las partes que de vos esta alma entiende,
mientra que más las voy considerando
mayor ardor al corazón envío:
como fuego que tanto más se enciende
cuanto más leña en él irán echando.
¡Ved, pues, si es inmortal el fuego mío!



Hernando de Acuña

Tal novedad me causa haber probado

-- de Hernando de Acuña --

Tal novedad me causa haber probado
el bien pasado, que, en el mal que pruebo,
lo mucho que me duelo, a lo que debo,
no puede ser con mucho comparado.

Y Amor me tiene tan escarmentado,
que casi a desear bien no me atrevo;
determino moverme, y no me muevo,
voy vacilando de uno en otro estado.

De todos vengo a conocer que el mío,
por natural razón, es apartarme
del derecho camino que me guía;

pero cuando en seguirlo más me fío,
hallo que voy por tan contraria vía,
y al cabo escojo por mejor quedarme.



Santa Teresa de Jesús

Si el amor que me tenéis

-- de Santa Teresa de Jesús --

COLOQUIO AMOROSO

Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?
-Alma, ¿qué quieres de mí?
-Dios mío, no más que verte.
-Y ¿qué temes más de ti?
-Lo que más temo es perderte.

Un alma en Dios escondida
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?

Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.



Tirso de Molina

coplas

-- de Tirso de Molina --

De no hallar en mis amores
el número de mi mesa
sabe dios cuánto me pesa.
Cuéstame hartos desvelos
celos bastardos, mal nacidos celos.
No soy carne ni pescado,
y aunque mi sazón es corta
sé muy bien lo que me importa.
Mi gusto aprendió en toscana,
pues hallo el arte de amar
en el tropo variar.
Peor que el diablo soy si me resuelvo,
pues a puerta cerrada aún no me vuelvo.
Cúpome el número sexto,
mas yo he sido tan fiel
que jamás me acusé de él.
Puesto que no hay más que ver
en lo que llego a mirar,
aún hay más que desear.
Para la flecha de amor,
aunque aguda y penetrante,
tengo el pecho de diamante.
Aunque en orden a limpieza
todos dirán en mi abono
mejor cuelo que jabono.
No lloréis, ojos hermosos,
no lloréis.
Podrá ser que os engañéis.
Sin pundonor, sin melindres,
sin desdenes, vengo a ser
don calla a más no poder.



Tirso de Molina

Coplas (Tirso de Molina)

-- de Tirso de Molina --

De no hallar en mis amores
el número de mi mesa
sabe Dios cuánto me pesa.

Cuéstame hartos desvelos
celos bastardos, mal nacidos celos.

No soy carne ni pescado,
y aunque mi sazón es corta
sé muy bien lo que me importa.

Mi gusto aprendió en Toscana,
pues hallo el arte de amar
en el tropo variar.

Peor que el diablo soy si me resuelvo,
pues a puerta cerrada aún no me vuelvo.

Cúpome el número sexto,
mas yo he sido tan fiel
que jamás me acusé de él.

Puesto que no hay más que ver
en lo que llego a mirar,
aún hay más que desear.

Para la flecha de amor,
aunque aguda y penetrante,
tengo el pecho de diamante.

Aunque en orden a limpieza
todos dirán en mi abono
mejor cuelo que jabono.

No lloréis, ojos hermosos,
no lloréis.
Podrá ser que os engañéis.

Sin pundonor, sin melindres,
sin desdenes, vengo a ser
don calla a más no poder.



Juan Ramón Jiménez

el todo

-- de Juan Ramón Jiménez --

No recordar nada...
Que me hunda la noche callada,
como una bandada
blanda y acabada.
(Que no quede nada...
Que pase la mujer amada
por una dejada
estancia soñada)
no desear nada...
Perderse en la idea sagrada,
como una dorada
sombra en la alborada.



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