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Miguel Unamuno

Hasta que se me fue no he descubierto...

-- de Miguel Unamuno --

Hasta que se me fue no he descubierto
todo lo que la quise;
yo creía quererla; no sabía
lo que es de amor morirse.
Era como algo mío entonces, era
costumbre..., Que se dice...;
Pero hoy soy suyo yo, soy de la muerte
a quien nadie resiste.

Al irse nació en mí... ¡No!, que en torturas
en ella nací al írseme;
lo que creí yo sueño era la vela;
he nacido al morirme.

Por fin ya sé quién soy... No lo sabía...
¿Lo sé? ¿Quién sabe en este mundo triste?
¿Hay quién sepa lo que es saber y entienda
lo que la nada dice?

Mi madre nació en mí en aquel día
que se me fue Teresa... Madre, dime
de dónde vine, adónde voy perdido,
por qué al amor me diste...

Poema Hasta que se me fue no he descubierto... de Miguel Unamuno con fondo de libro

Alberti

santoral agreste

-- de Alberti --

¿quién rompió las doradas vidrieras
del crepúsculo? ¡oh cielo descubierto,
del montes, mares, viento, parameras
y un santoral del par en par abierto!

tres arcángeles van por las praderas
con la virgen marina al blanco puerto
del pescado; ayunando, entre las fieras,
se disecan los padres del desierto.

El santo labrador peina la tierra;
santa cecilia pulsa los pinares,
y el perro de san roque, por el río,

corre tras la paloma de la sierra,
para glorificarla en los altares,
bajo la luz de este soneto mío.

Poema santoral agreste de Alberti con fondo de libro

Jorge Luis Borges

infierno, v, 129

-- de Jorge Luis Borges --

Dejan caer el libro, porque ya saben
que son las personas del libro.
(Lo serán de otro, el máximo,
pero eso qué puede importarles.)
Ahora son paolo y francesca,
no dos amigos que comparten
el sabor de una fábula.
Se miran con incrédula maravilla.
Las manos no se tocan.
Han descubierto el único tesoro;
han encontrado al otro.
No traicionan a malatesta,
porque la traición requiere un tercero
y sólo existen ellos dos en el mundo.
Son paolo y francesca
y también la reina y su amante
y todos los amantes que han sido
desde aquel adán y su eva
en el pasto del paraíso.
Un libro, un sueño les revela
que son formas de un sueño que fue soñado
en tierras de bretaña.
Otro libro hará que los hombres,
sueños también, los sueñen.

Poema infierno, v, 129 de Jorge Luis Borges con fondo de libro

Ernesto Noboa y Caamaño

Emoción vesperal

-- de Ernesto Noboa y Caamaño --

A Manuel Arteta, como a un hermano.

Hay tardes en las que uno desearía
embarcarse y partir sin rumbo cierto,
y, silenciosamente, de algún puerto,
irse alejando mientras muere el día;

Emprender una larga travesía
y perderse después en un desierto
y misterioso mar, no descubierto
por ningún navegante todavía.

Aunque uno sepa que hasta los remotos
confines de los piélagos ignotos
le seguirá el cortejo de sus penas,

Y que, al desvanecerse el espejismo,
desde las glaucas ondas del abismo
le tentarán las últimas sirenas.



Pablo Neruda

soneto i cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Matilde, nombre de planta o piedra o vino,
de lo que nace de la tierra y dura,
palabra en cuyo crecimiento amanece,
en cuyo estío estalla la luz de los limones.
En ese nombre corren navíos de madera
rodeados por enjambres de fuego azul marino,
y esas letras son el agua de un río
que desemboca en mi corazón calcinado.
Oh nombre descubierto bajo una enredadera
como la puerta de un túnel desconocido
que comunica con la fragancia del mundo!
oh invádeme con tu boca abrasadora,
indágame, si quieres, con tus ojos nocturnos,
pero en tu nombre déjame navegar y dormir.



Pablo Neruda

poema 9 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Poema 9
ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el sólido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.



Gutierre de Cetina

en medio de mi mal vino cubierto

-- de Gutierre de Cetina --

Un tan hermoso bien, tan dulce engaño,
que el alma enamorada de su daño
fue luego con el seso de concierto.
A tiempo vi el peligro descubierto,
que pudiera valerme del engaño
si consintiera amor que en bien tamaño
tuviera la razón discurso cierto.
Si pudiera apartar del pensamiento
un temor peligroso, obscuro y triste,
¿con quién trocara yo mi buena suerte?
mas no quiere el vencido sentimiento,
porque el alma que tal hábito viste,
no lo puede dejar salvo por muerte.



Gutierre de Cetina

con gran curiosidad, con gran cuidado

-- de Gutierre de Cetina --

Por la rara beldad que en ellos vía,
curaba sus cabellos noche y día
el famoso david el hijo amado.
Cuando, crecidos ya, siendo aquejado
del valiente joab que lo seguía,
de los cabellos que él criado había
para su mal se vio quedar colgado.
Así un luengo esperar, dudoso, incierto,
a costa del vivir crió el deseo
y puso toda en él su confianza;
hasta que, ya el engaño descubierto,
siguiéndome el dolor, quedarse veo
colgado el desear de la esperanza.



Gutierre de Cetina

cuál hombre fue jamás tan sin sentido

-- de Gutierre de Cetina --

Que si entiende de amor el duro estado,
viendo en claros ejemplos lo pasado,
quiera seguir su bando o su partido?
yo solo soy a quien el hado ha sido
tan contrario, que siendo destinado
a amar sabiendo el daño, soy forzado
quedar, si me defiendo, al fin vencido.
Si trabajo, tal vez por alegrarme,
como cosa contraria al mal que siento,
luego se ve lo falso descubierto.
Si en otro que en amor quiero ocuparme,
el hábito que ha hecho el pensamiento
hace lo más dudoso en mí más cierto.



Gutierre de Cetina

como enfermo a quien ya médico cierto

-- de Gutierre de Cetina --

Dice que ha de morir si no se bebe
un vaso de ponzoña y no se atreve,
siéndole el daño de ello descubierto;
teme si dura el mal, que ha de ser muerto
antes que el medio peligroso pruebe,
y si para probarlo al fin se mueve,
está de su salud también incierto;
a tal término, amor, soy allegado,
que me mata el temor, y el desengaño
me tiene de la muerte temeroso.
Pensar venir en duda es excusado,
y habiendo de pasar por el un daño,
de entrambos igualmente estoy dudoso.



Hernando de Acuña

La grave enfermedad que en Silvia vía

-- de Hernando de Acuña --

La grave enfermedad que en Silvia vía
lloraba triste su pastor Silvano,
cuando, mirando en la siniestra mano,
le vio un agudo hierro que tenía,

así diciendo: «De la furia mía
guárdese todo corazón humano».
¿Y qué hará con alegre gesto y sano
la que doliente y tal esto hacía?

Mostró que, pues peligro descubierto
tan claro desengaña al que le viere,
huyan todos la muerte conocida,

porque el daño mayor está encubierto,
que el triste que a quererla se atreviere
harto más aventura que la vida.



Hernando de Acuña

Tan hijos naturales de Fortuna

-- de Hernando de Acuña --

Tan hijos naturales de Fortuna
son la desigualdad y el desconcierto,
que jamás permitió llegase a puerto
virtud muy rara ni bondad ninguna;

y si ésta ha de temer en parte alguna
de mostrar disfavor tan descubierto,
que en vos lo temerá tengo por cierto,
aunque siempre a lo bueno es importuna.

Las virtudes en voz son principales
y, a su despecho, vemos que han sacado
de su poder y mando vuestra suerte.

Lo menos son los bienes temporales,
pues la desigualdad de todo estado
al fin viene a igualarse con la muerte.



Anónimo

Seducción de la Cava

-- de Anónimo --

Amores trata Rodrigo,
descubierto ha su cuidado;
a la Cava se lo dice
de quien anda enamorado;
-Mira, Cava; mira, Cava;
mira, Cava, que te hablo;
darte he yo mi corazón
y estaría a tu mandado.
La Cava, como es discreta,
a burlas lo habla echado;
respondió muy mesurada
y el gesto muy abajado:
-Como lo dice tu alteza,
debe estar de mí burlando;
no me lo mande tu alteza,
que perdería gran ditado.
Don Rodrigo le responde
que conceda en lo rogado.
Ella hincada de rodillas,
él estala enamorando;
sacándole está aradores
de las sus jarifas manos.
Fuese el rey dormir la siesta,
por la Cava había enviado;
cumplió el rey su voluntad
más por fuerza que por grado,
por lo cual se perdió España
por aquel tan gran pecado.
La malvada de la Cava
a su padre lo ha contado.
Don Julián, que es traidor,
con los moros se ha concertado
que destruyen España
por le haber así injuriado.



Manuel Machado

Dolientes madrigales

-- de Manuel Machado --

Por una de esas raras reflexiones
de la luz, que los físicos
explicarán llenando
de fórmulas un libro...,
Mirándome las manos
-como hacen los enfermos de continuo-,
veo la faceta de un diamante, en una
faceta del diamante de mi anillo,
reflejarse tu cara, mientas piensas
que divago o medito,
o sueño... He descubierto
por azar este medio tan sencillo
de verte y ver tu corazón, que es otro
diamante puro y limpio.
Cuando me muera, déjame
en el dedo este anillo.

Estoy muy mal... Sonrío
porque el desprecio del dolor me asiste,
porque aún miro lo bello en torno mío,
y... Por lo triste que es el estar triste.
Pero ya la fontana
del sentimiento mana
tan lenta y sileciosa, que su canto,
sonoro otrora como risa, es llanto.



Julio Herrera Reissig

El entierro

-- de Julio Herrera Reissig --

Cuatro rudos gañanes, sobre el hombro herculoso
sustentan el humilde féretro descubierto.
El cura ronca el salmo del eterno reposo,
y redobla la esquila desde el valle hasta el huerto.

Las melenas volcadas de dolor, con incierto
ritmo tardo y solemne adelantan al foso...
Y los torvos ancianos, con la vista en el muerto,
se arrodillan en medio de un silencio espantoso.

"Adiós, alma bendita, paloma de los cielos",
reza el cura. Y unánimes desdoblan los pañuelos...
Por fin, sobre la caja, con íntimo reproche,

cada cual un puñado de tierra vil derrumba...
Todo duerme. A intervalos lastiman en la noche,
los aullidos del perro que vela ante la tumba.



José Martí

yo que vivo, aunque me he muerto

-- de José Martí --

xxvi
yo que vivo, aunque me he muerto,
soy un gran descubridor,
porque anoche he descubierto
la medicina de amor.
Cuando al peso de la cruz
el hombre morir resuelve,
sale a hacer bien, lo hace, y vuelve
como de un baño de luz.



Ramón López Velarde

Elogio a Fuensanta

-- de Ramón López Velarde --

Tú no eres en mi huerto la pagana
Rosa de los ardores juveniles;
Te quise como a una dulce hermana

Y gozoso dejé mis quince abriles.
Cual un ramo de flores de pureza
Entre tus manos blancas y gentiles.

Humilde te ha rezado mi tristeza,
Como en los pobres templos parroquiales
El campesino ante la virgen reza.

Antífona es su voz, y en los corales
De tu mística boca he descubierto
El sabor de los besos maternales.

Tus ojos tristes, de mirar incierto,
Recuérdanme dos lámparas prendidas
En la penumbra de un altar desierto.

Las palmas de tus manos son ungidas
Por mi, que provocando tus asombros
Las beso en las ingratas despedidas.

Soy débil, y al marchar por entre escombros
Me dirige la fuerza de tu planta
Y reclino las sienes en tus hombros.

Nardo es tu cuerpo y tu virtud es tanta
Que en tus brazos beatíficos me duermo
Como sobre los senos de una Santa.

¡Quien me otorgara en mi retiro yermo
Tener, Fuensanta, la condescendencia
De tus bondades a mi amor enfermo
Como plenaria y última indulgencia!



Rubén Bonifaz Nuño

yo seguiré cantando, tú habrás muerto...

-- de Rubén Bonifaz Nuño --

Yo seguiré cantando. Tú habrás muerto.
Habré yo muerto y seguiré cantando.
Ha de sonar mi voz de vida, cuando
la muerte en celo me haya descubierto.

Como surgidas del sepulcro abierto,
mis palabras; en ellas, abrasando,
irá este amor, hoy pasajero y blando;
entonces ya, definitivo y cierto.

Y nosotros, ya entonces, ni siquiera
huesos ni polvo ni recuerdo, juntos
estaremos. Es triste nuestra vida.

Sólo mi voz hará la primavera
que quisimos; los cálices difuntos
que arderán con tu nombre y su medida.



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