Buscar Poemas con Delincuente


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra delincuente

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Lope de Vega

Nunca me vi tan lejos de temeros

-- de Lope de Vega --

Nunca me vi tan lejos de temeros,
mi Dios, que me olvidase de estimaros,
porque cuando más cerca de olvidaros,
entonces me pesaba de ofenderos.
Impulsos tuve yo para quereros,
por quien con más razón podéis quejaros:
no sé como tardaba de buscaros
en medio del temor de conoceros.
Andaba yo cual suele el delincuente,
que se le antoja vara de justicia
cualquier rumor, que a las espaldas siente;
pero de mis deleites la codicia
me daban armas y ánimo valiente,
para que se doblase mi malicia.

Poema Nunca me vi tan lejos de temeros de Lope de Vega con fondo de libro

Manuel de Zequeira

El destino

-- de Manuel de Zequeira --

Del grueso tronco del mejor madero,
suele arbitrariamente el artesano,
hacer que salga de su docta mano
el asiento que ocupa un zapatero:

Toma otras veces este mismo obrero
una porción del leño más villano,
y forma con instinto soberano
el busto de una diosa o un guerrero.

El destino también inicuamente
al artífice imita en sus deslices,
haciendo venturoso al delincuente;

y aquellos que debieran ser felices
por sus nobles virtudes, inclemente
los deja miserables e infelices.

Poema El destino de Manuel de Zequeira con fondo de libro

Emilio Bobadilla

El héroe delincuente

-- de Emilio Bobadilla --

La guerra es un absurdo; la vida es otro absurdo;
el análisis todo a polvo lo reduce
y en lo íntimo de todo descubre el más palurdo
la falsedad que al pronto nos engaña y seduce.

La realidad es móvil, iluso el intelecto,
y la moral, sofística, y la ley, arbitraria;
al prejuicio el espíritu se muestra siempre afecto
como al muro se adhiere la inútil parietaria.

En la paz rige un código y en la guerra otro rige;
tiene un criterio sólo y una moral la Historia,
y una verdad de tales paradojas colige...

Me explico tu sorpresa en trance tal al verte:
porque mataste a muchos, te cubrieron de gloria;
porque mataste a uno, te condenan a muerte...

Poema El héroe delincuente de Emilio Bobadilla con fondo de libro

Emilio Bobadilla

El valor de la vida

-- de Emilio Bobadilla --

Del frío y de la nieve con temor te resguardas
y al amago tan sólo de una fiebre benigna,
llamas de prisa al médico, cual si fuese maligna,
y arropado hasta el cuello, cama afligido guardas.

Si te roban o atentan a tu vida, castigan
a presidio o al palo al audaz delincuente,
y si cualquiera en público te grita o te desmiente
le mandas los padrinos y a batirse le obligan.

Aun en defensa propia matar a alguien te aterra.
En la guerra, al contrario, matar es un deporte:
no es lo mismo la vida en la paz que en la guerra.

Qué más da que te maten, que caigas prisionero,
o que un médico ignaro una pierna te corte...
En la paz eres alguien; en la guerra eres cero...



Miguel Hernández

11

-- de Miguel Hernández --

11
te me mueres de casta y de sencilla:
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.
Yo te libé la flor de la mejilla,
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.
El fantasma del beso delincuente
el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más patente, negro y grande.
Y sin dormir estás, celosamente,
vigilando mi boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.



Francisco de Quevedo

parnaso español 34

-- de Francisco de Quevedo --

¿cuando, licino, di, contento viste
hombre con un pecado solamente,
si quien merece pena es suficiente,
y el inculpable, inútil yace triste?
¿quién al mayor delito se resiste?
¿qué cortesano habrá que no se afrente
de que le exceda en vida delincuente
el que a los ojos, que pretende, asiste?
¡oh ingenio del pecado escandaloso!
pues licas (habitado de serenos
áspides el espíritu ambicioso)
todos los malos quieren que sean buenos,
para que a su maldad el poderoso,
por sola, comunique sus venenos.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 100

-- de Francisco de Quevedo --

La voluntad de dios quiere eminente
que nos salvemos todos, ¡oh licino!
no asista sola a tu fatal camino
de dios la voluntad antecedente.
Merezca a su piedad la subsecuente,
tu virtud con su auxilio, y el divino
rayo preceda siempre matutino
a la noche envidiosa y delincuente.
¿Viste a bellio caer precipitado
en las verdes promesas de la vida,
y en horror de suceso desdichado?
prevenga tu conciencia tu partida:
que madruga la muerte en el pecado,
y antes será pasada que creída.



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