Buscar Poemas con Delgado


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Se han encontrado 12 poemas con la palabra delgado

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Alberti

elegía del niño marinero

-- de Alberti --

Marinerito delgado,
luis gonzaga de la mar,
¡qué fresco era tu pescado,
acabado de pescar!

te fuiste, marinerito,
en una noche lunada,
¡tan alegre, tan bonito,
cantando, a la mar salada!

¡qué humilde estaba la mar!
¡él cómo la gobernaba!
tan dulce era su cantar,
que le aire se enajenaba.

Cinco delfines remeros
su barca le cortejaban.
Dos ángeles marineros,
invisibles, la guiaban.

Tendió las redes, ¡qué pena!,
por sobre la mar helada.
Y pescó la luna llena,
sola en su red plateada.

¡Qué negra quedó la mar!
¡la noche qué desolada!
derribado su cantar,
la barca fue derribada.

Flotadora va en el viento
la sonrisa amortajada
de su rostro. ¡Qué lamento
el de la noche cerrada!

¡ay mi niño marinero,
tan morenito y galán,
tan guapo y tan pinturero,
más puro y bueno que el pan!

¿qué harás pescador de oro,
allá en los valles salados
del mar? ¿hallaste el tesoro
secreto de los pescados?

deja, niño, el salinar
del fondo, y súbeme al cielo
de los peces y, en tu anzuelo,
mi hortelanita del mar.

Poema elegía del niño marinero de Alberti con fondo de libro

Amado Nervo

a felipe ii

-- de Amado Nervo --

Para rafael delgado.
Ignoro qué corriente de ascetismo,
qué relación, qué afinidad impura
enlazó tu tristura y mi tristura
y adunó tu idealismo y mi idealismo.
Más sé por intuición que un astro mismo
ha presidido nuestra noche oscura,
y que en mí como en ti libra la altura
un combate fatal con el abismo.
¡Oh, rey; eres mi rey! hosco y sañudo
también soy; en un mar de arcano duelo
mí luminoso espíritu se pierde,
y escondo como tú, soberbio y mudo,
bajo el negro jubón de terciopelo,
el cáncer implacable que me muerde.

Poema a felipe ii de Amado Nervo con fondo de libro

Pablo Neruda

serenata

-- de Pablo Neruda --

En tu frente descansa el color de las amapolas,
el luto de las viudas halla eco, oh apiadada:
cuando corres detrás de los ferrocarriles, en los campos,
el delgado labrador te da la espalda,
de tus pisadas brotan temblando los dulces sapos.
El joven sin recuerdos te saluda, te pregunta por su olvidada voluntad,
las manos de él se mueven en tu atmósfera comopájaros,
y la humedad es grande a su alrededor:
cruzando sus pensamientos incompletos,
queriendo alcanzar algo, oh buscándote,
le palpitan los ojos pálidos en tu red
como instrumentos perdidos que brillan de súbito.
O recuerdo el día primero de la sed,
la sombra apretada contra los jazmines,
el cuerpo profundo en que te recogías
como una gota temblando también.
Pero acallas los grandes árboles, y encima de la luna,sobrelejos,
vigilas el mar como un ladrón.
Oh noche, mi alma sobrecogida te pregunta
desesperadamente a ti por el metal que necesita.

Poema serenata de Pablo Neruda con fondo de libro

Pablo Neruda

poema 9 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Poema 9
ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el sólido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.



Pablo Neruda

trabajo frío

-- de Pablo Neruda --

Dime, del tiempo resonando
en tu esfera parcial y dulce
no oyes acaso el sordo gemido?
no sientes de lenta manera,
en trabajo trémulo y ávido,
la insistente noche que vuelve?
secas sales y sangres aéreas,
atropellado correr ríos,
temblando el testigo constata.
Aumento oscuro de paredes,
crecimiento brusco de puertas,
delirante población de estímulos,
circulaciones implacables.
Alrededor, de infinito modo,
en propaganda interminable,
de hocico armado y definido
el espacio hierve y se puebla.
No oyes la constante victoria
en la carrera de los seres
del tiempo, lento como el fuego,
seguro y espeso y hercúleo,
acumulando su volumen
y añadiendo su triste hebra?
como una planta perpetua aumenta
su delgado y pálido hilo
mojado de gotas que caen
sin sonido en la soledad.



Hernando de Acuña

En leyendo, señor, vuestro soneto

-- de Hernando de Acuña --

En leyendo, señor, vuestro soneto,
acabé de saber lo que creía
y afirmé la opinión en que os tenía
de honrado, virtuosos y de discreto;

mas he hallado en él sólo un defecto,
que no es por falta vuestra sino mía,
y es que a un alto decir se requería
igual con las palabras el sujeto;

mas tanto más ingenio en vos se muestra,
cuanto cosa más baja habéis alzado
con estilo delgado y elocuente;

y yo a la voluntad y virtud vuestra
quedo de corazón tan obligado
cuanto debo quedarlo justamente.



Marilina Rébora

mi físico

-- de Marilina Rébora --

Mi físico
no he sido nunca linda tal vez quise ser alta
y la piel de mis hombros se acentúa morena
(al decir esto, claro, una verdad resalta:
que tampoco mi espalda ha de ser de azucena).
No tuve grandes ojos, y ahora aún me falta
el gracioso caer de ondulada melena;
tampoco es mío el rosa que reanima y esmalta
las mejillas y labios, con tono de verbena.
Se dice que subyuga por lo manso mi acento
puede que a fuer de cauto alcance a ser ternura,
un eco susurrante del jardín bajo el viento,
pero quien describiese con justeza mi traza
verá cómo responde toda la arquitectura
al tobillo delgado de la mujer de raza.



Meira Delmar

caracola

-- de Meira Delmar --

El mar danzaba entre las islas
desnudo y joven como un dios.
Sobre su piel resplandecía
el agua azul, llena de sol.
El viento alegre del verano
abría el cielo de cristal,
y crepitaban las cigarras
entre las llamas del pinar.
Ramos de espuma le ceñían
la clara frente, y el vaivén
de las gaviotas se acordaba
al ágil ritmo de sus pies.
El son delgado de una flauta
llenaba todo el olivar.
El mediodía restallaba.
¡Danzaba el mar! ¡cantaba el mar!
!--img



Julio Herrera Reissig

Éxtasis (Herrera y Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

Bion y Lucina, émulos en fervoroso alarde,
permútanse fragantes uvas, de boca a boca;
y cuando Bion ladino la ebria fruta emboca
finge para que el juego lánguido se retarde...

Luego, ante el oportuno carrillón de la tarde,
que en sus almas perdidas inocencias evoca,
como una corza tímida tiembla el amor cobarde,
y una paz de los cielos el instinto sofoca...

Después de un tiempo inerte de silencioso arrimo,
en que los dos ensayan la insinuación de un mimo,
ella lo invade todo con un suspiro blando;

¡y él, que como una esencia gusta el sabroso fuego,
raya un beso delgado sobre su nuca, y ciego
en divinos transportes la disfruta soñando!



Julio Herrera Reissig

éxtasis

-- de Julio Herrera Reissig --

Bion y lucina, émulos en fervoroso alarde,
permútanse fragantes uvas, de boca a boca;
y cuando bion ladino la ebria fruta emboca
finge para que el juego lánguido se retarde...

Luego, ante el oportuno carrillón de la tarde,
que en sus almas perdidas inocencias evoca,
como una corza tímida tiembla el amor cobarde,
y una paz de los cielos el instinto sofoca...

Después de un tiempo inerte de silencioso arrimo,
en que los dos ensayan la insinuación de un mimo,
ella lo invade todo con un suspiro blando;

¡y él, que como una esencia gusta el sabroso fuego,
raya un beso delgado sobre su nuca, y ciego
en divinos transportes la disfruta soñando!



Evaristo Ribera Chevremont

creación

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

Cuando el señor, la mano fatigada
de modelar en barro las figuras,
quiso formarle a él, notó que el barro
era muy poco, preparó el que había
para plasmarle, y meditó un momento:

con el poco de barro lo haré enjuto,
pero lo apretaré con energía;
lo haré delgado, resistente, como
vara de acero .

Realizó la obra;
y después coronándola de gracia
para suplir la ausencia
de robustez, le transmitió un espíritu
de los mejores, y quedó gozoso:
a falta de la fuerza del atleta,
dotóle del poder maravilloso
de la inmortalidad: ¡lo hizo poeta!



José Martí

señor: en vano intento

-- de José Martí --

señor: en vano intento
contener el león que me devora:
hasta a escribir mi amargo pensamiento
la pluma recia se me niega ahora.
Señor: mi frente fría
prenda clara te da de mi agonía.
Cual seiba desraigada
mi trémula armazón cruje espantada:
no dejes que así cimbre
como a recio huracán delgado mimbre:
¡señor, señor! yo siento
que esta alta torre se derrumba al viento.
A la pasión, al tigre que me muerde
el poder de embridar el alma pierde.
¡Señor, señor! noquieras
mi pobre corazón dar a las fieras.



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