Buscar Poemas con Dejara


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 9 poemas con la palabra dejara

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

José María Heredia

Vanidad de las riquezas

-- de José María Heredia --

Si la pálida muerte se aplacara
Con que yo mis riquezas le ofreciera,
Si el oro y plata para sí quisiera,
Y a mí la dulce vida me dejara;

¡Con cuánto ardor entonces me afanara
Por adquirir el oro, y si viniera
A terminar mis días la Parca fiera,
Cuán ufano mi vida rescatara!

Pero ¡ah! no se libertan de su saña
El hombre sabio, el rico ni el valiente:
En todos ejercita su guadaña.

Quien se afana en ser rico no es prudente:
Si en que debe morir nadie se engaña,
¿Para qué trabajar inútilmente?

Poema Vanidad de las riquezas de José María Heredia con fondo de libro

Gutierre de Cetina

al duque de sessa I

-- de Gutierre de Cetina --

Sesenio, pues que vas do vengo agora,
antes do siempre estoy, do ir quisiera,
cuando a ver llegarás la gran ribera
del betis, que por ti tanto se honora,
si aquella brisis que tu alma adora,
jamás se muestra a tus suspiros fiera,
a dórida dirás que desespera
la mía ya de verse alegre un hora.
Pero si aquel antiguo nuestro río
fuera el otro do suelen los mortales
el peso descargar de sus cuidados,
no por eso dejara el ardor mío
de atormentarme acá, porque mis males
no quiero ni podrán ser remediados.

Poema al duque de sessa I de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Gutierre de Cetina

dama, tan claro en vos amor me muestra

-- de Gutierre de Cetina --

De su cautela la experiencia clara
que si el alma engañar no se dejara,
en vuestro gesto vio la clara muestra.
La culpa de amor fue, la gloria vuestra,
la pena mía, y tal, que me bastara
sin que os sacara el mal todo a la cara
el ciego que por vos mi vida adiestra.
El calor de esta fiebre que os ofende
ha hecho en mi dolor efecto extraño,
muy contrario de aquél que yo temía.
A vos os hiela el fuego, a mí me enciende;
en vos crece beldad, en mí el engaño
hace el deseo mayor que ser solía.

Poema dama, tan claro en vos amor me muestra de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Teófilo V. Méndez Ramos

Enciende tu lámpara

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

Enciende tu lámpara, alma mía,
que la noche ha llegado
pensativa y sombría,
y al borde de la vida se ha sentado.

Tiene el rostro cansado y ruinoso,
fue largo el sendero recorrido;
Sendero pavoroso
que dejara el corazón estremecido

La mirada enturbiada,
huellas crispantes en las manos...
Es que dejó sembrada
la muerte, en millones de hermanos.

¡Cuántas vidas segadas en la tierra!
¡Cuánto horror en la vida!
¡El extraño temblor, cuando la guerra
se desata ululante, enfurecida!

Enciende tu lámpara, alma mía,
que la noche ha llegado
pensativa y sombría
y al borde de la vida sé ha sentado.



Teófilo V. Méndez Ramos

Los libros

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

Libros devorados llenos de ansia
allá por los años ya corridos.
¡Tomos diminutos por siempre idos!
¡Páginas dilectas de mi infancia!

Libros predilectos. Libros viejos.
Libros delirantes de ternura.
Páginas henchidas de locura
de interrogaciones y consejos.

Sangran todavía las heridas
viejas, que dejara el libro triste;
siguen nuestras almas doloridas,

viendo que el infolio grave, serio,
lleno de tristeza se resiste
a desencantarnos del misterio.



Anónimo

Romance de Gerineldo

-- de Anónimo --

Levantóse Gerineldo
que al rey dejara dormido,
fuese para la infanta
donde estaba en el castillo.
-Abráisme, dijo, señora,
abráisme, cuerpo garrido.
-¿Quién sois vos, el caballero,
que llamáis a mi postigo?
-Gerineldo soy, señora,
vuestro tan querido amigo.
Tomárala por la mano,
en un lecho la ha metido,
y besando y abrazando
Gerineldo se ha dormido.
Recordado había el rey
de un sueño despavorido;
tres veces lo había llamado,
ninguna le ha respondido.
-Gerineldo, Gerineldo,
mi camarero pulido,
si me andas en traición,
trátasme como a enemigo.
O dormías con la infanta
o me has vendido el castillo.
Tomó la espada en la mano,
en gran saña va encendido,
fuérase para la cama
donde a Gerineldo vido.
Él quisiéralo matar,
mas criole de chiquito.
Sacara luego la espada,
entre entrambos la ha metido,
porque desque recordase
viese cómo era sentido.
Recordado había la infanta
y la espada ha conocido.
-Recordaos, Gerineldo,
que ya érades sentido,
que la espada de mi padre
yo me la he bien conocido.



Manuel María Flores

ausencia

-- de Manuel María Flores --

¡quién me diera tomar tus manos blancas
para apretarme el corazón con ellas,
y besarlas... Besarlas, escuchando
de tu amor las dulcísimas querellas!

¡quién me diera sentir sobre mi pecho
reclinada tu lánguida cabeza,
y escuchar, como enantes, tus suspiros,
tus suspiros de amor y de tristeza!

¡quién me diera posar casto y suave
mi cariñoso labio en tus cabellos,
y que sintieras sollozar mi alma
en cada beso que dejara en ellos!

¡quién me diera robar un solo rayo
de aquella luz de tu mirar en calma,
para tener al separarnos luego
con qué alumbrar la soledad del alma!

oh! quién me diera ser tu misma sombra
el mismo ambiente que tu rostro baña,
y, por besar tus ojos celestiales,
la lágrima que tiembla en tu pestaña.

Y ser un corazón todo alegría,
nido de luz y de divinas flores,
en que durmiese tu alma de paloma
el sueño virginal de sus amores.

Pero en su triste soledad el alma
es sombra y nada mas, sombra y enojos...
¿Cuándo esta noche de la negra ausencia
disipará la aurora de tus ojos?...



Marilina Rébora

el castillo

-- de Marilina Rébora --

El castillo
un castillo de arena. Lleno el foso de espuma,
subterráneos cruzándose en unión con el mar,
portal de caracoles, en la cresta una pluma
que acaso una gaviota dejara al revolar.
Moldes por centinelas en muralla alineados
circuyen tal alcázar, diseño en redondel,
y a través de los túneles, torcida por dos lados,
pronta ya para el fuego, la mecha de papel.
El hábil constructor que es un niño pequeño
enciende de la tira el extremo que asoma,
a la espera que brote el humo, por instantes.
Tras lo cual dando brincos continúa la broma
y entre risas exclama: ¡adiós, castillo y dueño!
¡yo me voy a las olas, a saltarlas como antes!



Francisco Sosa Escalante

Después de la batalla (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

El hórrido fragor de la pelea
Por fin cesó; ya no los atambores
Y el agudo clarín nuevos horrores
Anuncian en la lucha gigantea.

El cañon se apagó; tan solo humea
La roja sangre, y se oyen los clamores
Del herido infeliz que en sus dolores
La atónita mirada allí pasea.

Está pensando en el hogar tranquilo
En que dejara á la hechicera esposa
Junto á la cuna del dormido infante;

Y al ver que llega á destrozar el hilo
De su vida, la parca presurosa,
¡Perdón! perdón! prorumpe delirante.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba