Buscar Poemas con Cristalino


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Se han encontrado 29 poemas con la palabra cristalino

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Amado Nervo

a quien va a leer

-- de Amado Nervo --

Laudatu si, mi signore, per sor acqua...
San francisco de asís.
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros.
El alma del agua me ha hablado en la sombra el alma santa del agua y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema
yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de sor acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de dios.

Poema a quien va a leer de Amado Nervo con fondo de libro

Leandro Fernández de Moratín

soneto. a clori, declamando en fábula trágica

-- de Leandro Fernández de Moratín --

¿qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿qué funeral adorno es éste?
¿qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?
¿pudo esfuerzo mortal, pudo el destino
así ofender su espíritu celeste?...
¿O es todo engaño?, y quiere amor que preste
a su labio y su acción poder divino.
Quiere que exenta del pesar que inspira,
silencio imponga al vulgo clamoroso,
y dócil a su voz se angustie y llore.
Que el tierno amante que la atiende y mira,
entre el aplauso y el temor dudoso,
tan alta perfección absorto adore.

Poema soneto. a clori, declamando en fábula trágica de Leandro Fernández de Moratín con fondo de libro

Lope de Vega

Belleza singular, ingenio raro

-- de Lope de Vega --

Belleza singular, ingenio raro,
fuera del natural curso del cielo,
Etna de amor, que de tu mismo hielo
despides llamas entre mármol puro;
sol de hermosura, entendimiento claro,
alma dichosa en cristalino velo,
norte del mar, admiración del suelo,
émula el sol como a la luna el faro.
Milagro del autor de cielo y tierra,
bien de naturaleza el más perfeto,
Lucinda hermosa en quien mi luz se encierra;
nieve en blancura y fuego en el efeto,
paz de los ojos y del alma guerra:
dame a escribir como a penar sujeto.

Poema Belleza singular, ingenio raro de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Qué estrella saturnal, tirana hermosa

-- de Lope de Vega --

¿Qué estrella saturnal, tirana hermosa,
se opuso, en vez de Venus, a la luna,
que me respondes grave y importuna,
siendo con todos fácil y amorosa?

Cerrásteme la puerta rigurosa,
donde me viste sin piedad alguna,
hasta que a Febo en su dorada cuna
llamó la aurora en la primera rosa.

¿Qué fuerza imaginó tu desatino,
aunque fueras de vidro de Venecia,
tan fácil, delicado y cristalino?

O me tienes por loco o eres necia:
que ni soberbio soy para Tarquino,
ni tu romana para ser Lucrecia.



Lope de Vega

De la belleza de su amada

-- de Lope de Vega --

No queda más lustroso y cristalino
por altas sierras el arroyo helado
ni está más negro el ébano labrado
ni más azul la flor del verde lino;

más rubio el oro que de Oriente vino,
ni más puro, lascivo y regalado
espira olor el ámbar estimado
ni está en la concha el carmesí más fino,

que frente, cejas, ojos y cabellos
aliento y boca de mi ninfa bella,
angélica figura en vista humana;

que puesto que ella se parece a ellos
vivos están allá, muertos sin ella,
cristal, ébano, lino, oro, ámbar, grana.



Góngora

Oh claro honor del líquido elemento

-- de Góngora --

Oh claro honor del líquido elemento,
dulce arroyuelo de corriente plata
cuya agua entre la hierba se dilata
con regalado son, con paso lento:

pues la por quien helar y arder me siento
(mientras en ti se mira) Amor retrata
de su rostro la nieve y la escarlata
en tu tranquilo y blando movimiento,

vete como te vas, no dejes floja
la undosa rienda al cristalino freno
con que gobiernas tu veloz corriente,

que no es bien que confusamente acoja
tanta belleza en su profundo seno
el gran señor del húmido tridente.



Góngora

Rey de los otros, río caudaloso

-- de Góngora --

Rey de los otros, río caudaloso,
que en fama claro, en ondas cristalino,
tosca guirnalda de robusto pino
ciñe tu frente, tu cabello undoso:

pues dejando tu nido cavernoso
de Segura en el monte más vecino
por el suelo andaluz tu real camino
tuerces soberbio, raudo y espumoso,

a mí, que de tus fértiles orillas
piso, aunque ilustremente enamorado,
tu noble arena con humilde planta,

dime si entre las rubias pastorcillas
has visto, que en tus aguas se han mirado,
beldad cual la de Clori, o gracia tanta.



Luis Palés Matos

matinal

-- de Luis Palés Matos --

(para carmelo obén)

el letargo padece despertamientos;
palpita entre las frondas rumor de oleaje,
y una llovizna sueña desgreñamientos
de cristales sutiles, sobre el ramaje.

Como un orientalismo de ensoñamientos
la neblina recoge su tul de encaje.
¿Qué efervescencia pone sacudimientos
en la pereza rústica del paisaje?

un trino cristalino lejano suena,
y polimnia desflora su cantilena
en el glú-glú risueño de la fontana:

febo guiña indeciso detrás del monte,
y explota en llamaradas el horizonte
al ósculo candente de la mañana.



Jorge Luis Borges

los enigmas

-- de Jorge Luis Borges --

Yo que soy el que ahora está cantando
seré mañana el misterioso, el muerto,
el morador de un mágico y desierto
orbe sin antes ni después ni cuándo.
Así afirma la mística. Me creo
indigno del infierno o de la gloria,
pero nada predigo. Nuestra historia
cambia como las formas de proteo.
¿Qué errante laberinto, qué blancura
ciega de resplandor será mi suerte,
cuando me entregue el fin de esta aventura
la curiosa experiencia de la muerte?
quiero beber su cristalino olvido,
ser para siempre; pero no haber sido.



Emilio Bobadilla

Primavera lúgubre

-- de Emilio Bobadilla --

¡Oh mañana de triunfo, de cristalino ambiente!
Las rosas se entreabren como pidiendo besos;
y hay un aroma lúbrico en el aire caliente
y están de gordas frutas los árboles, obesos!

Y a la luz de esta diáfana matinal zambra de oro,
que ensancha de alegría los prietos corazones,
desfilan por las calles con lento andar sonoro,
camino de la muerte, miles de batallones!

Y el cielo es de azurita y la mar corre suave,
y todo está dormido como envuelto en un manto,
y no turba el sosiego de los aires un ave

y el valle está pidiendo caricias de zampoña,
y los hombres se matan sin compasión, en tanto,
cual si la vida fuese un árbol que retoña!



Pablo Neruda

el amor

-- de Pablo Neruda --

El amor
qué tienes, qué tenemos,
qué nos pasa?
ay, nuestro amor es una cuerda dura
que nos amarra hiriéndonos
y si queremos
salir de nuestra herida,
separarnos,
nos hace un nuevo nudo y nos condena
a desangramos y quemarnos juntos.
Qué tienes? yo te miro
y no hallo nada en ti sino dos ojos
como todos los ojos, una boca
perdida entre mil bocas que besé, más hermosas,
un cuerpo igual a los que resbalaron
bajo mi cuerpo sin dejar memoria.
Y qué vacía por el mundo ibas
como una jarra de color de trigo
sin aire, sin sonido, sin substancia!
yo busqué en vano en ti
profundidad para mis brazos
que excavan, sin cesar, bajo la tierra:
bajo tu piel, bajo tus ojos
nada,
bajo tu doble pecho levantado
apenas
una corriente de orden cristalino
que no sabe por qué corre cantando.
Por qué, por qué, por qué,
amor mío, por qué?



Pedro Salinas

no rechaces los sueños por ser sueños.

-- de Pedro Salinas --

Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
su propio sueño, y dice:
«yo soy el sol, los cielos, el amor».
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se le escape
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.



José Tomás de Cuellar

El clarín de la selva

-- de José Tomás de Cuellar --

RASGANDO la tiniebla ya colora
En el Oriente, imperceptible, escasa,
Como cendal de transparente gasa,
La tibia luz de la risueña aurora.

Y apena el viento, que al follage orea,
Comienza fresco á susurrar sonoro,
Y presta al dulce matutino coro
El ave entre las ramas se menea;

Apenas el arroyo cristalino
Murmura entre las guijas mansamente,
Allá, sobre las rocas del torrente
Se escucha un canto de placer divino.



José Tomás de Cuellar

Los desgraciados

-- de José Tomás de Cuellar --

SI en las tranquilas horas de la tarde,
Del viento en el monótono sonar,
Oís entre las hojas de los árboles,
Gemir ó suspirar,

Y os parece ilusión de los sentidos
Y que es rumor de hojas nada más;
Pensad en los que lloran en el mundo
Con angustioso afán,

Y sabréis como el viento ha arrebatado
Al tedio, á la miseria, á la orfandad,
Esas notas tristísimas que suenan
Allá en la soledad.

Si os asomais al cristalino arroyo
En una hora de calma y de soláz,



Vicente Gallego

el sueño verdadero

-- de Vicente Gallego --

En el cenit del día
un derrumbe se escucha silencioso:
es el ínfimo estruendo
de la nube que quiebra su lograda figura
para ser de sí misma sólo un eco en lo alto.
Todo está en su solsticio,
en su plena apariencia mientras el sol lo abrasa.
Y a la herida del hombre su latido le presta
el frágil corazón de la que cree su hora
en la burla del tiempo.
Todo vive muriendo y, sin embargo,
qué arraigado saberse cierto y hondo
en la misma raíz del desarraigo,
qué morada a cubierto en la brusca intemperie,
qué verdad este sueño
cristalino de agosto.



Vital Aza

La murmuradora

-- de Vital Aza --

LA MURMURADORA

BALADA

Murmura el aura en el jardín frondoso
las flores al besar,
y murmura el arroyo cristalino
los campos al surcar.

La lira del poeta enamorado
diz que murmura amor,
y en el bosque también murmura amores
canoro ruiseñor...

Pues si auras y arroyos, liras y aves
murmuran sin cesar,
y en su murmuración, ¡pérfidos hombres!
placer soléis hallar,
¿por qué también, nosotras las mujeres,
no hemos de murmurar?



Antonio Machado

Me dijo un alba de la primavera

-- de Antonio Machado --

Me dijo un alba de la primavera:
—Yo florecí en tu corazón sombrío
ha muchos años, caminante viejo
que no cortas las flores del camino.
Tu corazón de sombra, ¿acaso guarda
el viejo aroma de mis viejos lirios?
¿Perfuman aun mis rosas la alba frente
del hada de tu sueño adamantino?
Respondí a la mañana:
—Sólo tienen cristal los sueños míos.
Yo no conozco el hada de mis sueños,
ni sé si está mi corazón florido.
Pero si aguardas la mañana pura
que ha de romper el vaso cristalino,
quizás el hada te dará tus rosas;
mi corazón, tus lirios.



Manuel Reina

La estatua (Reina)

-- de Manuel Reina --

En medio del jardín yérguese altiva,
en riquísimo mármol cincelada,
la figura de un dios de ojos serenos,
cabeza varonil y formas clásicas.
En el invierno, la punzante nieve
y el viento azotan la soberbia estatua;
pero ésta, en su actitud noble y severa,
sigue en el pedestal, augusta, impávida.
En primavera, el aureo sol le ofrece
un manto de brocado; las arpadas
aves con sus endechas la saludan;
los árboles le tejen con sus ramas
verde dosel; el cristalino estanque
la refleja en sus ondas azuladas,
y los astros colocan en su frente
una diadema de bruñida plata.
Mas la estatua impasible está en su puesto
sin cambiar la actitud ni la mirada.
¡Así el genio inmortal, dios de la tierra,
siempre blanco de envidias o alabanzas,
impávido, sereno y arrogante,
sobre las muchedumbres se levanta!



Juan Ramón Jiménez

Domingo de Primavera

-- de Juan Ramón Jiménez --

N pájaro, en la lírica calma del mediodía
Canta bajo los mármoles del palacio sonoro;
Sueña el sol vivos fuegos en la cristalería,
En la fuente abre el agua su cantinela de oro.

Es una fiesta clara con eco cristalino:
En el mármol el pájaro; las rosas en la fuente;
¡Garganta fresca y dura! ¡azul, dulce, argentino
Llorar, sobre la flor satinada y reciente!

Es un ensueño real, voy, colmado de gracia,
Soñando, sonriendo, por las radiantes losas.
Henchida el alma de la pura aristocracia
De la fuente, del pájaro, del olor de las rosas.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 28

-- de Francisco de Quevedo --

Embravecí llorando la corriente
de aqueste fértil cristalino río,
y cantando amansé su curso, y brío:
¡tanto puede el dolor en un ausente!
miréme en los cristales de esta fuente
antes que los prendiese el hielo frío,
y vi que no es tan fiero el rostro mío,
que no merezca ver tu luz ardiente.
Dejé sus aguas ricas de despojos,
cubrió, isbela, de incienso tus altares,
coronélos de espigas a manojos.
Sequé, y crecí con agua, y fuego a henares,
y tornando en el agua a ver mis ojos,
en un arroyo pude ver dos mares.



Francisco Sosa Escalante

A un río

-- de Francisco Sosa Escalante --

Aquí, en el bosque donde el alma siente
Rodar las horas en quietud serena,
Por entre guijas y menuda arena
Se deslizan tus ondas blandamente.

El cielo azul, la luna refulgente,
En tí copian su faz de encanto llena,
Y es grato en esta soledad amena
El plácido rumor de tu corriente.

¡Quién al mirarte, cristalino río,
Encanto de las aves y las flores,
Cinta de plata que en el bosque umbrío

Reproduce del sol los resplandores,
Quién puede sospechar que el mar bravío
Con tus aguas aumenta sus furores!



Francisco Sosa Escalante

Fragilidad (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

No así te admire que la vida humana
Tal como el vidrio por lo frágil sea;
Que un soplo la formó dice la hebrea
Leyenda, fuente de la fé cristiana.

El vaso cristalino que engalana
El mármol de tu rica chimenea,
Tuvo origen igual, ¿y á quién la idea
De su breve durar nunca le afana?

Si á leve soplo nuestro ser debemos,
¿Qué extraño que otro soplo nos consuma
Y en polvo miserable nos tornemos?

¿Qué extraño que la vida, cual la bruma
Se disipe fugaz, y que duremos
Lo que la pompa de rizada espuma?



Francisco Villaespesa

nocturno de plata

-- de Francisco Villaespesa --

Cruzas por mis recuerdos como un rayo de luna
que lo ilumina todo de una blanca poesía...
El ruiseñor cantaba su amor. Colgaba una
fina escala de seda desde tu celosía.
Era la noche un río cristalino y sonoro,
que arrastraba en sus ondas, hacia la eternidad,
nuestro amor como una carabela de oro,
palpitantes las velas bajo la tempestad.
Entre un deshojamiento de románticas rosas
de luz, juntos surcamos venecias fabulosas,
en un olvido eterno de todo... Tu laúd
desgranaba en la noche su inmortal serenata...
¡Y al pie de la marmórea y altiva escalinata
nos esperaba el paje de nuestra juventud!



José Asunción Silva

[a la manera] de g. a. béquer

-- de José Asunción Silva --

Asómate a mi lma
en momentos de calma,
y tu imagen verás, sueño divino,
temblar allí como en el fondo oscuro
de un lago cristalino.



José de Diego

la borinqueña

-- de José de Diego --

¿qué alma, llorando su infeliz destino
dentro del himno popular se agita,
al ascender la música infinita
en el fondo del aire cristalino?

vibra en la flauta el prolongado trino,
la tempestad en el tambor palpita,
gime el violín, el clarinete grita
y solloza profundo el bombardino...

Es el acento múltiple, anhelante,
de la perdida caravana errante
que del nativo hogar la suerte implora...

¡Es el alma de un pueblo sin enseña!
¡es la dulce, la triste borinqueña ,
madre ideal que por sus hijos llora!



José Joaquín de Olmedo

A una amiga

-- de José Joaquín de Olmedo --

Arroyo cristalino,
que con susurro blando
vas del monte a la selva
y de la selva al prado;

travieso cefirillo,
que con tu aliento grato
mueves hojas y flores
que son gala del campo;

parleras avecillas,
que en trinos regalados,
cuando el sol nace o muere,
llenáis el aire vago;

y cuando vive y crece
en este suelo bajo,
y cuanto se remonta
hasta el cielo estrellado;

todo cuanto florece
en los valles y prados,
y aun las bestias feroces
que son del monte espanto;

todos conmigo unidos
en coros acordados,
celebremos el día
de la que hace mi encanto.



Ramón María del Valle Inclán

rosa vespertina

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Anochece: en la aldea,
un gallo cacarea
mirando el amapol
del sol.

Vacas y recentales
pacen en los herbales,
y canta una mociña
albina.

El refajo de grana
de la niña aldeana
enciende al cristalino
lino.

En el fondo del prado
el heno agavillado,
entre llovizna y bruma
perfuma.

Por la verde hondonada,
la luz anaranjada
que la tarde deslíe,
ríe.

Y abre sobre la loma
su curva policroma,
el arco que ventura
augura.

Y toda azul, la hora,
tiene el alma que llora
y reza, de una santa
infanta.

Con el rumor de un vuelo
tiembla el azul del cielo,
y un lucero florece.
Anochece.



Rubén Darío

A Cervantes

-- de Rubén Darío --

HORAS de pesadumbre y de tristeza
Paso en mi soledad. Pero Cervantes
Es buen amigo. Endulza mis instantes
Ásperos, y reposa mi cabeza.

Él es la vida y la naturaleza;
Regala un yelmo de oro y de diamantes
A mis sueños errantes.
Es para mí: suspira, ríe y reza.

Cristiano y amoroso y caballero
Parla como un arroyo cristalino.
Así le admiro y quiero.

Viendo cómo el destino
Hace que regocije al mundo entero
¡La tristeza inmortal de ser divino!



Rubén Darío

Helios

-- de Rubén Darío --

Oh ruido divino,
Oh ruido sonoro!
Lanzó la alondra matinal el trino
y sobre ese preludio cristalino,
los caballos de oro
de que el Hiperionida
lleva la rienda asida,
al trotar forman música armoniosa,
un argentino trueno,



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