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Se han encontrado 9 poemas con la palabra cotidiano

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Alfonso Reyes

la señal funesta

-- de Alfonso Reyes --

i
si te dicen que voy envejeciendo
porque me da fatiga la lectura
o me cansa la pluma, o tengo hartura
de las filosofías que no entiendo;
si otro juzga que cobro el dividendo
del tesoro invertido, y asegura
que vivo de mi propia sinecura
y sólo de mis hábitos dependo,
cítalos a la nueva primavera
que ha de traer retoños, de manera
que a los frutos de ayer pongan olvido;
pero si sabes que cerré los ojos
al desafío de unos labios rojos,
entonces puedes darme por perdido.

Ii
sin olvidar un punto la paciencia
y la resignación del hortelano,
a cada hora doy la diligencia
que pide mi comercio cotidiano.
Como nunca sentí la diferencia
de lo que pierdo ni de lo que gano,
siembro sin flojedad ni vehemencia
en el surco trazado por mi mano.
Mientras llega la hora señalada,
el brote guardo, cuido del injerto,
el tallo alzo de la flor amada,
arranco la cizaña de mi huerto,
y cuando suelte el puño del azada
sin preguntarlo me daréis por muerto.

Poema la señal funesta de Alfonso Reyes con fondo de libro

Amado Nervo

esperanza

-- de Amado Nervo --

¿y por qué no ha de ser verdad el alma?
¿qué trabajo le cuesta al dios que hila
el tul fosfóreo de las nebulosas
y que traza las tenues pinceladas
de luz de los cometas incansables
dar al espíritu inmortalidad?
¿es más incomprensible por ventura
renacer que nacer? ¿es más absurdo
seguir viviendo que el haber vivido,
ser invisible y subsistir, tal como
en redor nuestro laten y subsisten
innumerables formas, que la ciencia
sorprende a cada instante
con sus ojos de lince?
esperanza, pan nuestro cotidiano;
esperanza nodriza de los tristes;
murmúrame esas íntimas palabras
que en el silencio de la noche fingen,
en lo más escondido de mi mente,
cuchicheo de blancos serafines...
¿Verdad que he de encontrarme con mi muerta?
si lo sabes, ¿por qué no me lo dices?

Poema esperanza de Amado Nervo con fondo de libro

Oliverio Girondo

habría

-- de Oliverio Girondo --

Habría
con cresta
o candor niño
o envión varón habría que osar izar un yo flamanteen gozo
o autoengendrar hundido en el propio ego pozo
un nimio virgo vicio
un semi tic o trauma o trac o toc novicios
un novococo inédito por poco
un mero medio huevo al menos de algo nuevo
e inmerso en el subyo intimísimo
volver a ver reverdecer la fe de ser
y creer en crear
y croar y croar
ante todo ende o duende visiblemente real o inexistente
o hacer hacer
dentro de un nido umbrío y tibio
un hijo mito
mixto de silbo ido y de hipo divo de ídolo
o en rancia última instancia del cotidiano entreasco
a escoplo y soplo mago
remodelar habría los orificios psíquicos y físicoscorrientes
de tanto espectro diario que desnutre la mecha
o un lazariento anhelo que todavía se yerga
como si pudiera
y darle con la proa de la lengua
y darle con las olas de la lengua
y furias y reflujos y mareas
al todo cráter cosmos
sin cráter
de la nada

Poema habría de Oliverio Girondo con fondo de libro

José Ángel Buesa

la copa de diamante

-- de José Ángel Buesa --

Tal vez por un capricho más triste que galante
cuente un día una historia que casi no es de amor.
Tal vez estés ausente, o acaso estés delante,
pero si estás delante lo contaré mejor.
Diré que hubo una copa tallada de diamante,
una flor sin rocío y un blanco surtidor.
Pero aunque se moría de sed un caminante
le negaron el agua para regar la flor.
Como ves es una historia que puede no ser mía,
pues habla de un suceso que ocurre cada día;
burlar a un vagabundo, negar una merced.
Pero al fin de este cuento vulgar y cotidiano,
tú sentirás la copa de diamante en tu mano,
y yo estaré de nuevo muriéndome de sed.



Gabriela Mistral

coplas

-- de Gabriela Mistral --

Todo adquiere en mi boca
un sabor persistente de lágrimas;
el manjar cotidiano, la trova
y hasta la plegaria.
Yo no tengo otro oficio
después del callado de amarte,
que este oficio de lágrimas, duro,
que tú me dejaste.
¡Ojos apretados
de calientes lágrimas!,
¡boca atribulada y convulsa,
en que todo se me hace plegaria!
¡tengo una vergüenza
de vivir de este modo cobarde!
¡ni voy en tu busca
ni consigo tampoco olvidarte!
un remordimiento me sangra
de mirar un cielo
que no ven tus ojos,
¡de palpar las rosas
que sustenta la cal de tus huesos!
¡carne de miseria,
gajo vergonzante, muerto de fatiga,
que no baja a dormir a tu lado,
que se aprieta, trélmulo,
al impuro pezón de la vida!



Angel González

cumpleaños

-- de Angel González --

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.



Miguel Hernández

17

-- de Miguel Hernández --

17
el toro sabe al fin de la corrida,
donde prueba su chorro repentino,
que el sabor de la muerte es el de un vino
que el equilibrio impide de la vida.
Respira corazones por la herida
desde un gigante corazón vecino,
y su vasto poder de piedra y pino
cesa debilitado en la caída.
Y como el toro tú, mi sangre astada,
que el cotidiano cáliz de la muerte,
edificado con un turbio acero,
vierte sobre mi lengua un gusto a espada
diluida en un vino espeso y fuerte
desde mi corazón donde me muero.



Ricardo Güiraldes

Lucero

-- de Ricardo Güiraldes --

Proa del sol.

Ojo potente.

Vanguardia del día.

Perforador de cobalto, que asciendes, voraz de espacio, a monopolizar las glorias siderales.

Prefacio de luz.

Iniciador.

Suicida cotidiano.

Orgulloso pavo real, que abochornas estrellas.

Breve es tu vida. El sol te mata, pero eres el principio.

Heraldo de luz,

ésa es tu cruz.

«La Porteña», 1915.



Rosario Castellanos

lo cotidiano

-- de Rosario Castellanos --

Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin ojos,
el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.

Para el amor no hay tregua, amor. La noche
se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.



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