Buscar Poemas con Conversar


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Se han encontrado 8 poemas con la palabra conversar

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Octavio Paz

conversar

-- de Octavio Paz --

En un poema leo:
conversar es divino.
Pero los diosa no hablan:
hacen, deshacen mundos
mientras los hombres hablan.
Los dioses, sin palabras,
juegan juegos terribles.
El espíritu baja
y desata las lenguas
pero no habla palabras:
habla lumbre. El lenguaje,
por el dios encendido,
es una profecía
de llamas y una torre
de humo y un desplome
de sílabas quemadas:
ceniza sin sentido.
La palabra del hombre
es hija de la muerte.
Hablamos porque somos
mortales: las palabras
no son signos, son años.
Al decir lo que dicen
los nombres que decimos
dicen tiempo: nos dicen.
Somos nombres del tiempo.
Conversar es humano.

Poema conversar de Octavio Paz con fondo de libro

Octavio Paz

la llama, el habla

-- de Octavio Paz --

En un poema leo:
conversar es divino.
Pero los diosa no hablan:
hacen, deshacen mundos
mientras los hombres hablan.
Los dioses, sin palabras,
juegan juegos terribles.
El espíritu baja
y desata las lenguas
pero no habla palabras:
habla lumbre. El lenguaje,
por el dios encendido,
es una profecía
de llamas y una torre
de humo y un desplome
de sílabas quemadas:
ceniza sin sentido.
La palabra del hombre
es hija de la muerte.
Hablamos porque somos
mortales: las palabras
no son signos, son años.
Al decir lo que dicen
los nombres que decimos
dicen tiempo: nos dicen.
Somos nombres del tiempo.
Mudos, también los muertos
pronuncian las palabras
que decimos los vivos.
El lenguaje es la casa
de todos en el flanco
del abismo colgada.
Conversar es humano.

Poema la llama, el habla de Octavio Paz con fondo de libro

Amado Nervo

Doctrinando

-- de Amado Nervo --

«Ya que de Dios en conversar te empeñas,
ya que desprecia tu cerebro helado
el amor que te di por el que sueñas,
háblame de ese Dios, mi bien amado!»

Y el teólogo de faz de crucifijo,
de gran melena y de mirar profundo,
feliz de doctrinar, «¡Oh! Blanca, dijo,
Dios es el alma inmaterial del mundo».

«Existe dondequiera en vario modo:
per se, por su virtud y su presencia;
per se, ya que lo invade y llena todo,
penetrándolo todo de su esencia»;

«por su virtud también, que sometidos
a Dios están y su mandato arguyen,
Favonio blando si columpia nidos
o Boreas y Aquilón si los destruyen»;

«y en presencia, porque es omnividente:
su pupila equilátera fulgura
en el disco del sol indeficiente,
en Arturo, en Capella, en Cinosura».

«¿Qué, no adivinas con instinto infuso
de su eterna mirada el embeleso
alumbrando tu espíritu confuso?»

Y respondió: -«Tu Dios es muy abstruso,
yo prefiero tus labios... ¡Dame un beso!»

Poema Doctrinando de Amado Nervo con fondo de libro

Enrique Lihn

revolución

-- de Enrique Lihn --

No toco la trompeta ni subo a la tribuna
de la revolución prefiero la necesidad de conversar entre amigos
aunque sea por las razones más débiles
hasta diletando; y soy, como se ve, un pequeño burgués novergonzante
que ya en loss años treinta y pico sospechaba que detrásdel amor a los pobres de los sagrados corazones
se escondía una monstruosa duplicidad
y que en el cielo habría una puerta de servicio
para hacer el reparto de las sobras entre los mismos mendigos que serestregaban aquí abajo contra los flancos de la iglesia
en ese barrio uncioso pero de cuello y corbata
frío de corazón ornamental
la revolución
es el nacimiento del espíritu critico y las perplejidades que leduelen al imago en los lugares en que se ha completado para una tareapor ahora incomprensible
y en nombre de la razón la cabeza vacila
y otras cabezas caen en un cesto
y uno se siente solitario y cruel
víctima de las incalculables injusticias que efectivamente no sehacen esperar y empiezan a sumarse en el horizonte de lo que era derigor llamar entonces la vida
y su famosa sonrisa.



Pablo Neruda

cuánto dura un rinoceronte

-- de Pablo Neruda --

Cuánto dura un rinoceronte
después de ser enternecido?
qué cuentan de nuevo las hojas
de la reciente primavera?
las hojas viven en invierno
en secreto, con las raíces?
qué aprendió el árbol de la tierra
para conversar con el cielo?



Meira Delmar

el árbol en flor

-- de Meira Delmar --

Contra el azul del cielo este cielo tan limpio
que parece lavado por la mano de dios
¡qué bien luce aquel árbol, dulcemente inclinado,
bajo el rosado peso de su ramaje en flor!
apoyada la frente en los cristales blancos
del ventanal, lo miro: y me recuerda, así
todo lleno de flores, mariposas y trinos,
un pequeño poema que él solía decir...
¡Quién sabe qué de cosas le contará la luna
cuando en las noches viene a conversar con él!
muchas veces lo he visto extasiado, escucharla
extrañamente quieto hasta el amanecer...
¡Y ya no va la brisa desnuda por los campos!
él, todas las mañanas, cuando la ve pasar,
una capa muy linda de pétalos de raso
a los hombros le tira, con gentil ademán.
¡Somos hace ya tiempo, los mejores amigos!
y yo, que a nadie digo mi secreto de amor,
he dejado que el alma se me acerque a los labios,
¡y se lo he dado todo al buen árbol en flor!...
!--Img



Evaristo Carriego

Conversando

-- de Evaristo Carriego --

El libro sin abrir y ¿el vaso lleno,
— con esto, para mí nada hay ausente. —
Podemos conversar tranquilamente:
la excelencia del vino me hace bueno.

Hermano, ya lo ves, ni una exigencia
me reprocha la vida... Así me agrada;
de lo demás no quiero saber nada...
Practico una virtud: la indiferencia.

Me disgusta tener preocupaciones
que hayan de conmoverme. En mis rincones
vivo la vida a la manera eximia

del que es feliz, porque en verdad te digo:
la esposa del señor de la vendimia
se ha fugado conmigo....



Federico García Lorca

Gacela del niño muerto

-- de Federico García Lorca --

Todas las tardes en Granada,
todas las tardes se muere un niño.
Todas las tardes el agua se sienta
a conversar con sus amigos.

Los muertos llevan alas de musgo.
El viento nublado y el viento limpio
son dos faisanes que vuelan por las torres
y el día es un muchacho herido.

No quedaba en el aire ni una brizna de alondra
cuando yo te encontré por las grutas del vino.
No quedaba en la tierra ni una miga de nube
cuando te ahogabas por el río.

Un gigante de agua cayó sobre los montes
y el valle fue rodando con perros y con lirios.
Tu cuerpo, con la sombra violeta de mis manos,
era, muerto en la orilla, un arcángel de frío.



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