Buscar Poemas con Consagra


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra consagra

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Pedro Antonio de Alarcón

El fruto de bendición

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡Cuántas veces fugaz la Primavera
vistió de flores mil el campo abierto,
hora tornado en árido desierto,
ni sombra ya de lo que en Mayo fuera!

En tanto aquella flor, la flor primera,
logro de afanes en cerrado huerto,
ve trocada el colono en fruto cierto,
de árboles mil semilla duradera.

¡Así la juventud! ¡Así la vida!
La que en vanos placeres se consume,
olvidada a la tarde desfallece:

en tanto que la fiel y recogida
que a un solo amor consagra su perfume,
más allá de la tumba reverdece.

Poema El fruto de bendición de Pedro Antonio de Alarcón con fondo de libro

Rafael María Baralt

A la Santa Cruz (2)

-- de Rafael María Baralt --

Suplicio fuiste en que a morir de horrenda
muerte afrentosa y con valor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.

Purificada por Jesús, ofrenda
de amor y cultos te consagra el mundo;
y hallan en ti consuelo el moribundo,
el justo premio, el pecador enmienda.

¿Por qué trocados tu baldón en gloria,
en dulce libertad tu servidumbre,
en santo libro tu infernal historia?

Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su empírea majestad vislumbre.

Poema A la Santa Cruz (2) de Rafael María Baralt con fondo de libro

José María Heredia

Soneto a mi esposa

-- de José María Heredia --

Cuando en mis venas férvidas ardía
la fiera juventud, en mis canciones
el tormentoso afán de las pasiones
con dolorosas lágrimas vertía.

Hoy a ti las dedico, esposa mía,
cuando el amor más libre de ilusiones
inflama nuestros puros corazones
y sereno y de paz nos hice el día.

Así perdido en turbulentos mares
mísero navegante al cielo implora,
cuando le aqueja la tormenta grave;

y del naufragio libre, en los altares
consagra fiel a la deidad que adora
las húmedas reliquias de su nave.

Poema Soneto a mi esposa de José María Heredia con fondo de libro

José Tomás de Cuellar

En la caverna de Cacahuamilpa

-- de José Tomás de Cuellar --

¡ESPLÉNDIDA mansión, recinto umbroso
De silencio y de paz augusto templo:
De tu imponente majestad ansioso,
Extático y absorto te contemplo!

Asiento ya mi planta en tus umbrales,
Ávido de gozar, negra caverna;
Y huyendo las visiones mundanales,
Medito solo en tu tíniebla eterna....

La mente se consagra enajenada
De tu esencia al misterio sorprendente;
Tu sublime quietud, tu calma helada
Imprimen el terror sobre mi frente.



Gutierre de Cetina

a don juan de rojas sarmiento, enviándole a pedir ciertos papeles que le pidió

-- de Gutierre de Cetina --

Cuando oro bajo y de grosera mina
suele hallar tal vez minero experto,
si con otro metal sale cubierto,
al fuego lo consagra y lo destina;
allí se purifica, allí se afina,
allí descubre su valor más cierto;
si del acaso está dudoso, incierto,
el fuego lo quilata y determina.
Yo, que a pesar de febo y de parnaso,
de helicona hallé, no digo vena,
mas cierto humor peor que de locura,
para saber si debo dar más paso
en seguirla, o dejar tan loca pena,
consagro al fuego vuestro esta escriptura.



Francisco Sosa Escalante

A Morelos

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Mártir de Ecatepec, sin par Morelos!
Llegue hasta el sólio de tu excelsa gloria
El himno que consagra á tu memoria
La patria de tu amor y tus anhelos.

Anáhuac te bendice, y en sus duelos
Y en sus horas de paz, mira en la historia
Que á tí es debida su mejor victoria;
A tu génio feliz, á tus desvelos.

Miraba el orbe con desden profundo
El rudo batallar del pueblo indiano;
Vencido le juzgaba, moribundo.

De Cuautla el nombre traspasó el océano
Con tu nombre inmortal, y entonce el mundo
La gloria proclamó del mexicano.



José Martí

vino el amor mental

-- de José Martí --

Vino el amor mental: ese enfermizo
febril, informe, falso amor primero,
¡ansia de amar que se consagra a un rizo,
como, si a tiempo pasa, al bravo acero!
vino el amor social: ese alevoso
puñal de mango de oro oculto en flores
que donde clava, infama: ese espantoso
amor de azar, preñado de dolores.
Vino el amor del corazón: el vago
y perfumado amor, que al alma asoma
como el que en bosque duerme, eterno lago,
la que el vuelo aún no alzó, blanca paloma.
Y la púdica lira, al beso ardiente
blanda jamás, rebosa a esta delicia,
como entraña de flor, que al alba siente
de la luz no tocada la caricia.



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