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-- de Julio Herrera Reissig --
Flamante con sus gafas sin muchos retintines,
ataca a sus enfermos el médico cazurro:
al bien forrado —es lógico— lo cura con latines,
y en cuanto al pobre —rápido— receta desde el burro...
Como antes, la acequia comenta en parlanchines
borbollones el mismo confidencial susurro;
la orquesta del Casino, de un arpa y tres flautines,
descerraja una polca contra el coro baturro.
El pueblo ronca viejas credenciales de gloria:
bastiones y acueductos con sus barbas de historia,
una escuela sin bancos y un hospicio en la cumbre,
criptas y humilladeros con medrosos retablos...
Y en los mismos dinteles, bajo un fanal sin lumbre,
una gran cruz de fierro para ahuyentar los diablos.
Poema "La casa de Dios" de Julio Herrera Reissig
-- de Francisco Villaespesa --
¡la hora confidencial!... Entre banales
palabras, toda entera, te respiro
como un perfume, y en tus ojos miro
desnudarse tu espíritu... Hay fatales
silencios... Se oscurecen los cristales;
y se esfuma la luz en un suspiro,
temblando sobre el pálido zafiro
que azula entre tus manos imperiales.
Las tinieblas palpitan... Andan miedos
descalzos por las sedas de la alfombra,
mientras que, presintiendo tus hechizos,
naufraga la blancura de mis dedos
en la profunda y ondulante sombra
del mar tempestuoso de tus rizos.
Poema "en la penumbra" de Francisco Villaespesa
-- de Ramón López Velarde --
Omnicromía de la tarde amena...
El alma, a la sordina,
y la luz, peregrina,
y la ventura, plena,
y la Vida, una hada
que por amar esta desencajada.
Firmamento plomizo.
En el ocaso, un rizo
de azafrán.
Un ángel que derrama su tintero.
La brisa, cual refrán
lastimero.
En el áureo deliquio del collado,
hálito verde, cual respiración
de dragón.
Y el valle fascinado
impulsa al ósculo a que se remonte
por los tragaluces del horizonte.
Tiempo confidencial,
como el dedal
de las desahuciadas bordadoras
que enredan su monólogo fatal
en el ovillo de las huecas horas.
Confidencia que fuiste
en la mano de ayer
veta de rosicler,
un alpiste
y un perfume de Orsay.
Tarde, como un ensayo
de dicha, entre los pétalos de mayo;
tarde, disco de Newton, en que era
omnícroma la primavera
y la Vida una hada
en un pasivo amor desencajada...
Poema "Disco de Newton" de Ramón López Velarde