Buscar Poemas con Condenados


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra condenados

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Jaime Sabines

la luna

-- de Jaime Sabines --

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.

Poema la luna de Jaime Sabines con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: LIX

-- de César Vallejo --

La esfera terrestre del amor
que rezagóse abajo, da vuelta
y vuelta sin parar segundo,
y nosotros estamos condenados a sufrir
como un centro su girar.

Pacifico inmóvil, vidrio, preñado
de todos los posibles.
Andes frío, inhumanable, puro.
Acaso. Acaso.

Gira la esfera en el pedernal del tiempo,
y se afila,
y se afila hasta querer perderse;
gira forjando, ante los desertados flancos,
aquel punto tan espantablemente conocido,
porque él ha gestado, vuelta
y vuelta,
el corralito consabido.

Centrífuga que sí, que sí,
que Sí,
que sí, que sí, que sí, que sí: NO!
Y me retiro hasta azular, y retrayéndome
endurezco, hasta apretarme el alma!

Poema Trilce: LIX de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

la esfera terrestre del amor

-- de César Vallejo --

lix
la esfera terrestre del amor
que rezagóse abajo, da vuelta
y vuelta sin parar segundo,
y nosotros estamos condenados a sufrir
como un centro su girar.
Pacífico inmóvil, vidrio, preñado
de todos los posibles.
Andes frío, inhumanable, puro.
Acaso. Acaso.
Gira la esfera en el pedernal del tiempo,
y se afila,
y se afila hasta querer perderse;
gira forjando, ante los desertados flancos,
aquel punto tan espantablemente conocido,
porque él ha gestado, vuelta
y vuelta,
el corralito consabido.
Centrífuga que sí, que sí,
que sí,
que sí, que sí, que sí, que sí: no!
y me retiro hasta azular, y retrayéndome
endurezco, hasta apretarme el alma!

Poema la esfera terrestre del amor de César Vallejo con fondo de libro

Medardo Ángel Silva

Fragmento inédito de La divina comedia

-- de Medardo Ángel Silva --

Vimos los laberínticos senderos interiores
—ideas como larvas y monstruos roedores—:
toda la fauna y flora que nutren el Espanto
y la Locura...

El aire sabía a sangre y llanto.
Y llegamos al círculo postrer de condenados,
y yo dije:

—Maestro: ¿y esos puños crispados?
¡Y esos ojos de vértigo cuya mirada brilla
como la del felino que guarda su caverna?
¿Y aquella faz exangüe de fiebre y pesadilla?...

Y Él: —Es un buscador de la Verdad Eterna.



Medardo Ángel Silva

Las alas rotas

-- de Medardo Ángel Silva --

En antiguas orgías cuerpos y almas servimos
a los siete lobeznos de los siete pecados;
la vid de la Locura de sus negros racimos;
exprimió en nuestras bocas los vinos condenados.

Pálidas majestades sombrías y ojerosas,
lánguidos oficiantes de pintadas mejillas
se vieron coronados de nuestras frescas rosas
y en la Misa del Mal doblamos las rodillas...

¡Y acabadado el festín –al ensayar el vuelo
hacia el puro Ideal– como heridas gaviotas
las almas descendieron al putrefacto suelo,
asfixiadas de luz y con las alas rotas!



Francisco de Quevedo

parnaso español 38

-- de Francisco de Quevedo --

Lágrimas alquiladas del contento
lloran difunto al padre y al marido;
y el perdido caudal ha merecido
solamente verdad en el lamento.
Codicia, no razón ni entendimiento,
gobierna los efectos del sentido:
quien pierde hacienda dice que ha perdido;
no el que convierte en logro el monumento.
Los sacrosantos bultos adorados
ven sus muslos raídos, por el oro;
sus barbas y cabellos, arrancados.
Y el ser los dioses masa de tesoro,
los tiene al fuego y cuño condenados,
y al tonante, fundido en cisne y toro.



Francisco de Quevedo

A un bujarrón

-- de Francisco de Quevedo --

Epitafio

Aquí yace Misser de la Florida,
y dicen que le hizo buen provecho
a Satanás su vida.
Ningún coño le vio jamás arrecho.
De Herodes fue enemigo, y de sus gentes,
no porque degolló los inocentes,
mas porque, siendo niños, y tan bellos,
los mando degollar, y no jodellos,
pues tanto amó los niños, y de suerte
(inmenso bujarrón hasta la muerte)
que si él en Babilonia se hallara,
por los tres niños en el horno entrara.

¡Oh tú, cualquiera cosa que seas,
pues por su sepultura te paseas,
o niño o sabandija,
o perro o lagartija,
o mico o gallo o mulo,
o sierpe o animal que tengas cosa
que de mil leguas se parezca a culo:
Guárdate del varón que aquí reposa,
que tras un rabo, bujarrón profundo,
si le dejan, vendrá del otro mundo!

No en tormentos eternos
condenaron su alma a los infiernos;
mas los infiernos fueron condenados
a que tengan su alma y sus pecados.
Pero si honrar pretendes su memoria,
di que goze de mierda, y no de gloria;
y pues tanta lisonja se le hace,
di: «Requiescat in culo, mas no in pace.»



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